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Aristóteles considera que los argumentos por ethos dependen de tres elementos, dos de los cuales ya han sido expuestos, areté y frónesis. El tercero es e????a, benevolencia. Estos elementos deben ser creados por el mismo discurso aunque son virtudes que posee el orador. Manifestar benevolencia por medio del discurso implica que el emisor o el comunicador debe ser capaz de mostrar un sincero interés por la solución de los problemas de la colectividad y sacrificar el interés individual. se define como “benevolencia, buena disposición, favor, interés, gracia, simpatía, afecto, amor.” (Manual Griego-Español, 1974, p. 266)

La alude a una reciprocidad entre el benefactor de un favor y el que lo recibe. Implica la gracia de saber dar y recibir. Significa que los políticos y jueces deben juzgar y conceder con benevolencia o buena voluntad, queriéndo bien lo que hacen, sin esperar una retribución. Supone el respeto a una audiencia a la cual se aprecia y se estima. Implica “el servicio según el cual el que lo concede se dice que hace favor al que lo necesita, no a cambio de alguna cosa ni con fin alguno en provecho del que lo hace, sino para el otro” (Retórica, II, 7). Añade Aristóteles que “será grande cuando se ha hecho a uno muy necesitado, o es de cosas grandes y difíciles o en tales circunstancias determinadas, o ha sido el único en hacerlo, o el primero o el que más”.

La posesión de esta virtud asegura el prestigio del comunicador y líder social. La buena voluntad debe acompañar las acciones que le permiten introyectar en la audiencia su credibilidad y honorabilidad. Esta crea el hilo que configura la alianza entre emisor y receptor. Asegura el éxito de los actos comunicativos en los eventos sociales. Expresa la motivación de un actor social por obras e ideales en beneficio de una mayoría, su preocupación por la persona a la cual, en su condición de oyente y de miembro de una comunidad de intereses, se intenta persuadir o mover a una acción. Cicerón en De inventione enuncia diversas fórmulas para lograr la benevolencia: por medio de la alabanza que se hace a sí mismo el orador, por medio del vituperio al contrario, por medio del elogio directo al público o el enaltecimiento directo de nuestra causa o proyecto personal. La alabanza o el vituperio son estrategias para lograr la benevolencia dentro del discurso. No aseguran la “sinceridad”, un tópico que forma parte de los estudios pragmáticos actuales. Este formulismo aportado por Cicerón es usual dentro de los discursos públicos, lo cual justifica la necesidad imperiosa de educar a la audiencia para que aprenda a evaluar la correspondencia entre palabras y acciones públicas, cuándo la benevolencia traduce un querer positivo (bene) del emisor hacia el receptor o cuándo oculta un interés propio, particular.

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