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Estilo de vida y riesgos para la salud en estudiantes universitarios
Irma Lumbreras, María G. Moctezuma, Libia D. Dosamantes,
Miguel A. Medina, Margarita Cervantes, Ma. del Rosario R. López y Pablo Méndez
 



 
 

Resultados

Respecto a las características generales de los participantes, observamos que más del 60% son mujeres, edad promedio es de 20 años, el 93% son solteros, casi el 30% trabaja además de estudiar (Tabla 1), y la mayoría de la muestra la constituyeron estudiantes de primer año (39.4%) y segundo año (22.6%).

Obesidad y sobrepeso


El 23% de la población estudiada tuvo sobrepeso y 6% obesidad. La distribución de grasa corporal de los estudiantes, de acuerdo a la clasificación índice de cintura-cadera (ICC) fue normal para el 71.2% de los estudiantes, el 5.3% presento una distribución tipo ginecoide y el 23.5% androide. En la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006, reportó que el 23% de los jóvenes de 19 años presentaron sobrepeso y 12% obesidad; y 34% de los adultos jóvenes de entre 20 a 29 años presentaron sobrepeso y 18% obesidad (Ávila Ca., 2004).

Respecto al uso de estrategias para perder peso, 38.8% refirió haber intentado perder peso en el último año; de los cuales sólo el 6.9% logró una perdida significativa (> al 10% del peso corporal); las estrategias que más se utilizaron fueron dieta y ejercicio. La prevalencia de intentos por perder peso en los universitarios de Tlaxcala es mayor a las reportadas en otros países como el Líbano el 30%, Canadá 23%, Finlandia 20.8%, Japón 37% y en Estados Unidos 38% (Tamim, H., 2006). En programas estructurados para bajar de peso se ha demostrado que sólo entre el 2.1-6.6% logran reducir peso de manera importante, y de estos sólo entre el 17-29% mantiene el peso perdido (Anderson, J., 2001). Nuestros resultados muestran que las mujeres intentaron perder peso 2.7 veces más en relación a los hombres (IC 95%; 1.9-4.1, p≤ 0.000); los estudiantes con sobrepeso intentaron 3.1 veces más (IC 95%; 2.5-3.7, p≤ 0.000) y los obesos 5.4 veces más (IC 95%; 3.7-7.8, p≤ 0.000) en comparación a los estudiantes con peso normal.

Aproximadamente el 7% de los estudiantes en nuestro estudio refirieron una pérdida del peso de más de diez por ciento, y el 29% perdieron más de cinco por ciento de su peso corporal. Estos resultados son positivos, puesto que una reducción del 10% del peso corporal mejora el control glucémico, reduce la presión arterial, el colesterol y LDL y aumenta los niveles de HDL (Goldstein, D.J, 1992, Eilat-Adar, S., 2005, Tyler, D.O., 1997). Nuestros resultados son consistentes con un estudio de adultos de Seúl, Corea entre la cual el porcentaje de la pérdida de peso exitosa (de más del 5%) fue de 36.6% (Kim. J., 2007).

Respecto al riesgo para desarrollar trastornos de la alimentación el 10% presentan al menos tres de la siguientes conductas de riesgo: preocupación por subir de peso, atracones, sentirse fuera de control cuando comen, inducción de vomito, ayunos, consumo de medicamentos para bajar de peso, diuréticos y uso de laxantes, entre otras. Los estudiantes con sobrepeso tuvieron 1.5 veces más conductas de riesgo (IC 95% 1.12-2.01 p≤0.006), y los obesos 3.3 veces más conductas de riesgo (IC 95%, 2.17-5.02 p≤0.000) comparado con los de peso normal; y los que han intentado bajar de peso tuvieron 8.8 veces más riesgo de desarrollar trastornos de la conducta alimentaria en relación a los que no lo intentaron. En la ENSANUT se observó que el 18.3% de los jóvenes reconocieron preocupación por engordar, comer demasiado o bien que perdieron el control para comer; 3.2% de los adolescentes mencionó haber practicado dietas, ayunos y exceso de ejercicio; y en menor proporción se observó la práctica del vómito autoinducido y la ingesta de medicamentos en 0.40%, ésta situación fue más frecuente en mujeres de 16 a 19 años de edad (Ávila Ca., 2004).

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