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Impulso al sector servicios del municipio de Nezahualcóyotl, Edo. de México: tendencias y desafíos

José Próspero López Piña, Ma. Luisa Quintero Soto, Carlos Antonio Tello Méndez
y Carlos Fernando Melgoza Ávalos
 


 

Enfoque teórico sobre el sector servicios

El Tercer Sector como categoría es algo que está en proceso de construcción. Múltiples agendas se mueven en su delineamiento. La investigación y las teorías que la informan no son ajenas en este proceso de delimitación y de construcción social de la categoría. Las teorías enfatizan algunos elementos y opacan otros en su construcción. A través de las teorías se crean realidades sociales, cambiando los mapas cognitivos e incidiendo de esa manera en los procesos de toma decisión (Anheir, 1995). Las teorías sobre el Tercer Sector, como todas las teorías, no son neutrales valorativamente y sobre este punto, algunos autores opinan incluso, que el campo del tercer sector ha sido más políticamente cargado que otros campos académicos (Hall, 1995).

El hecho de que las organizaciones del Tercer Sector orienten sus acciones bajo esquemas de valores particulares y que pretendan actualizar su ideario en el desarrollo de sus programas, introduce, a nuestra manera de ver, límites a las perspectivas teóricas que tienen como eje de análisis la prestación de servicios de estas organizaciones y explican las ventajas comparativas del sector desde la racionalidad económica. Conlleva a que su dinámica no puede ser entendida solamente a partir de las ventajas intrínsecas como organizaciones, ni de las ventajas comparativas con las organizaciones gubernamentales o privadas con ánimo de lucro. El apoyo o rechazo que reciben, la facilidad o dificultad para su formación y desarrollo depende en buena parte, del contexto de oportunidades políticas en que se desenvuelven. Dada la diversidad de opciones en juego, estas oportunidades no son iguales para el conjunto de las organizaciones. Entre otros factores, estas oportunidades dependen de la apertura o cierre de la institucionalidad política para aceptar o rechazar la diversidad de intereses organizados, de la identificación o conflicto con las élites políticas para el establecimiento de alianzas y la movilización de recursos, y de los ideales y valores dominantes que orientan y filtran la aceptación o rechazo de los intereses institucionales, metas y estrategias de las organizaciones del sector (Bonamusa y Villar ,1998).

A pesar de la importancia adquirida por el Tercer Sector en los últimos años, no ha sido un período igualmente fructífero en el desarrollo de teorías específicas sobre este sector. De acuerdo a algunos autores, dentro del campo de reflexión académica, cuyo objeto de análisis es el Tercer Sector, en la última década, más que nuevos desarrollos, se han producido refinamientos de viejas teorías y acumulación de un importante cuerpo de material empírico (Anheir, 1995: 15-16). Sobresalen entre estas teorías la de los bienes públicos de Weisbrod (1986), basada en las fallas del gobierno y del mercado; la de Hansmann (1986), elaborada a partir de las fallas contractuales; la de James (1987), que incorpora la oferta institucional como parte de la explicación y la de Salamon (1987) que busca explicar la interdependencia entre el Tercer Sector y el gobierno. Buscan entender la existencia de ese sector en relación al gobierno y al sector privado. Para realizar este trabajo, las teorías mencionadas, privilegian la función de prestación de servicios para realizar el análisis de las diferencias que tienen las organizaciones del tercer sector en relación con las del gobierno y las del sector privado.

En la teoría de los bienes públicos de Weisbrod, (1986), se plantea que las Entidades Sin Ánimo de Lucro (ESAL) existen para satisfacer las demandas heterogéneas insatisfechas de los bienes colectivos que no proveen el Estado ni el mercado. Las ESAL en esta teoría actúan como un ajuste a las capacidades restringidas (fallas) de los otros sectores. El mercado tiene una limitación inherente para proveer bienes colectivos, dada la posibilidad de acceder a ellos sin tener que pagar para obtenerlos. Por el lado del Estado, en sistemas democráticos la producción de bienes colectivos por parte del Estado, depende del apoyo de las mayorías. Por tanto, ante las demandas de minorías sobre bienes colectivos, que el Estado no por su forma de operar no puede satisfacer (falla del Estado) y dadas las limitaciones inherentes del mercado para producir este tipo de bienes colectivos (falla del mercado), las ESAL se convierten en una alternativa.

Bajo esta teoría, el tamaño relativo del gobierno y del sector sin ánimo de lucro están en función de la heterogeneidad de los bienes colectivos demandados. A mayor heterogeneidad, mayor tamaño del sector sin ánimo de lucro y a menor heterogenidad, mayor tamaño del gobierno en la provisión de bienes colectivos. (Weisbrod, A. 1986; Salamon, L. y Anheir, H. 1996:12-13).

Una de gran importancia es por qué las ESAL compiten con las empresas con ánimo de lucro en campos donde se producen bienes privados como salud, educación y recreación. Su teoría propone que las ESAL son una respuesta a una particular “falla del mercado”, la “falla contractual”. La teoría económica, dice Hansmann, ha establecido ciertas condiciones en las cuales el sector privado comercial provee servicios en cantidades y precios que representan máximos de eficiencia social. Entre estas condiciones, señala las posibilidades que tienen los consumidores de hacer comparaciones razonables entre precios y productos, de establecer contratos sobre la base de esa información, y determinar condiciones de garantía ante el incumplimiento contractual. Existen, sin embargo, condiciones en que el consumidor está en situaciones desfavorables para juzgar el servicio que recibe. Estas condiciones o “asimetrías de información”, pueden ocurrir cuando el comprador no es la misma persona que consume el servicio (por ejemplo, en hogares infantiles o de ancianos, o cuando el servicio es muy difícil de juzgar, como en diversos servicios de salud). En esos casos, se buscan criterios alternativos para garantizar la credibilidad en la calidad del servicio. Las ESAL, dada la restricción de distribución de excedentes o compromiso de dedicar todos los excedentes a la producción de los servicios, es una de esas alternativas. Por tanto ante casos de “fallas contractuales”, existe alta probabilidad de que los servicios sean prestados por ESAL (Hansmann, H. 1986; Salamon, L. y Anheir, H. 1996:15).

Una contribución teórica muy importante ha sido la Estelle James, (1987) quien adiciona elementos teóricos desde la oferta institucional ante la insuficiencia que ve en las explicaciones dadas desde la demanda. De acuerdo a su teoría, la existencia de las fallas del mercado y del Estado no son condiciones suficientes para explicar el surgimiento de las ESAL. Se requiere de la existencia de empresarios sociales y de ofertas institucionales que satisfagan esa demanda. Sin embargo, hay que resaltar que estas teorías plantean sus análisis en contextos institucionales vacios de conflictos de poder y de decisiones estratégicas, por lo que sería importante incluirlas. Como bien lo ha señalado Anheir y Seibel, las organizaciones del tercer sector son tanto mediadoras de intereses como proveedoras de servicios y tratan de combinar aspectos sociales y políticos con objetivos económicos (Anheir, H. y Seibel, W. 1990).

 

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