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Tratamientos curativos naturales aplicados en el hospital de San Pedro, Puebla

José Luis Gómez de Lara
 
 


Soluciones para la salud. Otras plantas medicinales

Para las heridas penetrantes en el abdomen era aconsejable ungüento mercurial y pomada de belladona, que disminuía los dolores, evitaba la peritonitis y  quitaba la tumefacción de esta región. La belladona es una planta muy peligrosa por el veneno que contiene. Los yerberos de la actualidad recomiendan la belladona para enfermedades de los ojos, para la epilepsia, asma, cólicos, tosferina y hemorroides, también es muy recomendado para las fisuras del ano y las reumas. En las operaciones en los ojos se utiliza para bloquear los impulsos de las terminaciones nerviosas vegetativas previniendo las contracciones de los músculos involuntarios, a tal grado, que difícilmente puede llevarse a cabo una operación de los ojos sin la ayuda de esta valiosa droga.

El árnica (arnica montana) fue una de las plantas más recomendadas para impedir la putrefacción de las heridas, eficaz contra la fiebre y útil en la cicatrización de heridas. Hoy en día, el árnica se ha ganado un lugar muy importante en los botiquines familiares, ya que muchas amas de casa o abuelitas utilizan ungüento de árnica e infusión para aliviar golpes internos, externos y cicatrizar heridas. En experiencia propia del autor, el árnica es 100% efectiva para sanar heridas profundas.

Los frutos verdes del coco eran un excelente remedio empleado como hemostático.16  Para los dolores de orejas y las hemorragias  fue muy útil la flor y hojas de durazno (prunus persica) mezclado con aceite de almendras (prunus amygdalus). El cocimiento de manzana (malus domestica) se les daba a los enfermos con fiebres inflamatorias y biliosas. La pulpa hecha pomada se utilizaba para calmar los dolores de las hemorroides.

El zapote blanco (Casimiroa edulis) fue un excelente remedio para tratar la anemia y controlar la presión alta. En algunos municipios del Estado de Puebla, como Izucar de Matamoros, se recurre a este fruto para las enfermedades antes mencionadas y curar el insomnio. La siempreviva, planta que llega a medir hasta 90cm de altura, sirvió para tratar enfermedades oftalmológicas, como son las carnosidades e irritación de los ojos, nubes y cataratas. Las hojas machacadas se aplican para el dolor de anginas y el piquete de alacrán.17

En mercados populares los yerberos siguen ofreciendo la siempreviva (sempervivum tectorum) para curar las protuberancias que se forman en la capa superficial del globo ocular que se llama membrana conjuntiva, cuando esta capa se ve expuesta a una irritación frecuente, se engruesa formando lo que la gente llama carnosidad y que médicamente se llama pterigión. Se aplican lavados oculares por las noches antes de dormir durante 10 minutos una vez a la semana y una gota en cada ojo, rápidamente comienza hacer acción, y en dos días se empieza a ver la mejoría. El único problema de este remedio es que es muy irritante y puede provocar intensos dolores para algunas personas.

La sangre de drago (daemonorops draco), látex de árboles amazónicos del género Croton, se utilizaba como cicatrizante en heridas externas e internas. En la botica del Hospital de San Pedro se preparaba el emplasto de Cominos, un medicamento hecho a base de cera amarilla, resina, aceite rosado y trementina al cual se le agregan polvos de comino,  flor de manzanilla  y sangre de drago.18

Todavía en algunos países sudamericanos como Brasil, Ecuador o  Perú,  la sangre de drago se utiliza como analgésico y desinflamante, es especial para el tratamiento de de úlceras estomacales, gastritis crónicas, cirrosis al hígado y heridas internas.

 El maguey y su poder de curación

Una de las plantas típicas de la República Mexicana es el maguey, que pertenece a la extensa familia de los agaves (las especies de mayor demanda  son: Agave potatorum, Amarilidáceas y el Agave angustifolia). El sembrarlo no requiere de mayores cuidados, crece solo y se desarrolla solo resistiendo las noches heladas y el ardiente sol de las mesetas. Alcanza una altura entre los 1.80 y los 2. 5 metros.19

El maguey (metl en lengua náhuatl) ha sido una de las plantas más aprovechadas, tanto por los antiguos prehispánicos como por las actuales habitantes del altiplano central. Pocos son los vegetales que proporcionan al hombre  combustible, casa, vestido, sustento y salud, además de ser un medio de conocimientos (papel). Por estas razones el maguey ha sido calificado como excepcional.20

El uso del maguey ha servido como ingrediente fundamental en la elaboración de numerosos medicamentos que han sido eficaces en la lucha  contra enfermedades. El bálsamo de maguey, que se preparaba en la botica del hospital de San Pedro, fue un excelente vulnerario (remedios que son capaces de curar las heridas de la piel o llagas). Con el zumo de las pencas asadas del maguey, mezclado con miel  y azúcar, se forma un jarabe que se tiene por vulnerario y pectoral.21 Los médicos aztecas (Texoxotla Ticitl), utilizaban el extracto de maguey para sanar toda clase heridas cortantes, como las producidas por las severas amputaciones de guerra. Del mismo modo, la usaban con éxito en muchas enfermedades: tos, tuberculosis, reumatismo, riñón inflado, gonorrea tumores internos, torceduras y golpes.

En nuestros días se sigue utilizando para aliviar la tos o el reumatismo. Para esto se corta la penca, se exprime el jugo y se pone a hervir con miel  o melaza y se da a tomar en el día al enfermo. En algunas cabeceras municipales de la republica mexicana, sus habitantes siguen utilizando el maguey para curar las heridas. Un remedio natural que ha sobrevivido el paso de los años y que se ha transmitido de generación en generación.

16 Alfonso Herrera et. al.,  op. cit., p. 47.

17. Abigail Aguilar Contreras. Herbolaria Poblana. Secretaria de Cultura, 2002, México. p. 52

18. Ana María Dolores Huerta Jaramillo. Formulario del Maestro de farmacia don Carlos Brito para la botica que administra y esta a su cargo. Hospital General de san Pedro. Puebla. 1849. México. ADABI México. 2006. p. 74.

19. Fernando Benítez. “El señor maguey”. El maguey en Artes de México. Revista libro núm. 51. Año 2000. p.11.

20. Beatriz Oliver Vega. (1995). “El uso del maguey”. México. México Desconocido. Disponible en www. méxicodesconocido. com.mx.

21. Ana María Dolores Huerta Jaramillo. Op. cit.,  p. 44-45.

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