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No corresponde al conocimiento científico, a la genética
o a la embriología, determinar la condición del
embrión, pues la ciencia no está pensando en valores
sino en describir los hechos, es a los humanistas a quienes
corresponde determinar la condición del embrión.
Es preciso recaer en la separación entre hechos y
valores.
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Hay que ver escépticamente los intereses de la ciencia,
pues ella está ligada al poder tecnológico y económico.
• Es preciso, por tanto, comprender de otra manera la
libertad de investigación. No podemos pensar en una libertad
absoluta. Toda libertad supone responsabilidad. El conocimiento
se da dentro de una sociedad y debe responder a ella. Pero actualmente
cada quien hace lo que quiere, todo parece posible.
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La libertad no es una cuestión individual sino comunitaria.
El problema es el individualismo actual que nos priva de una
auténtica comunicación social en cuanto a los
intereses comunes, que debieran asumirse como tales.
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Es preciso confiar en la ciencia, ésta debe
tener la última palabra. De hecho, la oposición
a la clonación terapéutica responde a creencias
religiosas, no a datos científicos.
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La libertad de investigación no puede ser limitada por
la sociedad a la cual le falta precisamente el amplio horizonte
que da el conocimiento científico. La libertad de
investigación debe ser respetada.
• Asimismo, se advierte que esta postura no habla de los
riesgos que puede implicar la manipulación de las stem
cells, pues quizá espera que la tecnología
pueda controlarlos.
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