10 de agosto de 2004 Vol. 5, No. 7 ISSN: 1607 - 6079
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Cosmología

El movimiento del Sol determina el tiempo y la forma del espacio, ya que la concepción de la cuadruplicidad terrestre que tenían los mayas, parece ser resultado de la experiencia que se vive en el fenómeno natural de la salida y puesta del Sol, en la línea donde el cielo y la tierra se unen, a lo largo del ciclo anual del astro. Así, la tierra se subdivide en cuatro sectores o “rumbos”, cuyas esquinas estarían en las posiciones noroeste, noreste, suroeste y sureste, y cada sector tiene como símbolos un color: rojo para el este, negro para el oeste, amarillo para el sur y blanco para el norte, además en cada esquina está una ceiba sobre la cual se posa un ave: un tipo de maíz, un tipo de frijol y diversos animales, todos ellos del color de los “rumbos”. Los árboles sostienen el cielo al lado de deidades antropomorfas llamadas Bacabes o Pahuahtunes por los mayas yucatecos, que también fungen como ordenadoras del mundo en los diversos ciclos cosmogónicos de creación y destrucción.

La cuadruplicidad no sólo se da en el plano terrestre, sino que abarca el celeste y el infraterrestre; existen cuatro regiones del cielo, que comparten los colores con los terrestres y cuatro regiones del Inframundo; incluso el dios supremo celeste, Itzamná, El dragón, y el dios del agua, Chaac, son a la vez uno y cuatro: negro, blanco rojo y amarillo.

Cada uno de los sectores del universo tiene su propio significado religioso, pero el más importante es la quinta dirección o Centro del Mundo. Es el punto de intersección de los ejes de la cruz. El centro es el mismo para el Cielo que para la tierra y para el Inframundo, porque es el punto de unión y de comunicación de los diversos espacios cósmicos, no sólo es un punto sino un eje que une los dos polos del universo.

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