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10
de octubre de 2004 Vol. 5, No. 9 ISSN: 1607 - 6079 |
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Los cuatro elementos significantes del retratoEn primer lugar, una consideración espacio-temporal nos obliga a leer estas imágenes -sin ningún afán etnocentrista- dentro de un contexto socio-histórico específico: el periodo entre 1905 y 1914, es decir, una etapa pre y netamente revolucionaria. Este embrajage espacio-temporal, propio de las estructuras discursivas de los enunciados, es necesaria, pues evita precisamente el prejuicio etnocentrista de ver las imágenes desde una perspectiva occidental y contemporánea. En consecuencia, cabe proceder a la descripción significante y topológica de los retratos aquí presentados. Una cualidad típica del retrato es pues su localización espacial en interiores, es decir, en estudio, propio de la época y condicionado por el carácter técnico del equipo utilizado (aunque esto no es una justificación, como lo veremos en los trabajos de Casasola y Brehme). Además, no se debe olvidar la significación social del "irse a retratar", que estuvo enmarcada en una práctica, también social, de los hábitos burgueses del Segundo Imperio, y más en aquella época en la que México era una para-colonia del afrancesamiento porfiriano. Carjat y Nadar encontraron en Romulado García un heredero nato. El retrato en interior exigía, pues, una pose, pero además un decorado. En este caso, el decorado siempre es el mismo, constituido por un telón de fondo en trompe a l'oeil , donde se observa lo que podríamos definir como un decorado mítico o irreal, por oposición a lo que sería un decorado natural o "real". Un tal decorado descontextualiza de la realidad en que se vivía a los personajes fotografiados: columnas griegas, ventana y escalinata estilo rococó; en algunos casos un tapete y en otros algún objeto "tridimensional fuera del telón de fondo, tal como una columna (R.G. l); una mesa con frutero (R.G. 6) sillas (R.G. 7-8 y 11), etc. De entre todo destaca la escalera en trompe a l'oeil incrustada en el telón de fondo. Estos elementos míticos o irreales marcan el carácter culturizado del retrato, dentro de lo que denominamos una "puesta en escena". [<<Regreso a La lectura semiótica del significante fotográfico] |