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Plantas
transgénicas
Las
plantas transgénicas o genéticamente
modificadas se generan a partir de células
vegetales a las que previamente se les introduce
genes modificados o extraídos de otras
especies como microorganismos, animales, u
otras especies vegetales completamente diferentes
y genéticamente incompatibles (Casey
1992, Hammond-Kosack y Jones 2000).
La introducción de estos genes, denominados
transgenes, no sería posible usando
los métodos de hibridación o
cruzas usada durante la revolución
verde (Vasil 1998, Khush 2001). Estos genes
foráneos pueden proporcionar a la planta
características y capacidades nuevas,
por ejemplo mayor y más rápido
crecimiento, rendimiento, productividad, mejores
frutos y semillas, resistencia a pestes y
enfermedades, tolerancia a calor, frío,
sequía y salinidad (Niggeweb et
al 2004, Davulury et al 2005).
Los
métodos más comunes para la
transformación de plantas son el uso
de bacterias del suelo y la biobalística
o bombardeo de tejidos vegetales con partículas
cubiertas con el DNA foráneo. El método
bacteriano usa Agrobacterium tumefasciens
o Agrobacterium rhizogenes (Park
y Facchini 2000). Con el primero se obtiene
un tumor celular o callo transgénico,
conocido como agalla de cuello o agalla de
la corona (Figura 2), mientras que con el
segundo el producto es la inducción
de raíces aéreas pilosas (hairy
roots). En cualquier caso el tejido con el
DNA foráneo puede rediferenciarse hasta
generar plantas transgénicas con propiedades
genéticas, bioquímicas y morfológicas
diferentes a la planta madre.
Las
plantas transgénicas pueden destinarse
a la producción de frutas y semillas
mejoradas o como fuente directa de alimento
tanto humano como animal. También pueden
ser usadas para la obtención de compuestos
naturales de importancia farmacéutica
e industrial como fármacos, sabores
y aromas, o usarse como biorreactores para
la producción de nuevas biomoléculas
como proteínas, antígenos y
anticuerpos (Calva et al 2002, Calva
y Pérez 2004, Ma et al 2005).
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