En
un ambiente rural, o de pobreza, la búsqueda
de soluciones puede recaer en la medicina
tradicional o por el contrario en búsquedas
agotadoras de atención de la medicina
hegemónica, recorriendo grandes distancias
en condiciones de transporte deficientes,
o largas horas de antesala que empeoran
el síntoma doloroso.
Recordemos
las funciones esenciales de la familia en
términos de Alarid y E. Irigoyen,
citados en la Teoría de la Cultura
5 , estas son: socialización, cuidado,
afecto, reproducción, status y nivel
socioeconómico. Si bien, el cumplimiento
de estas funciones recae en los padres,
la mayor parte de las veces, la presencia
de la enfermedad, cuando involucra a uno
de los dos, expresa por si misma la afectación
de la dinámica familiar y de los
roles preestablecidos. Como un ejemplo,
considere usted a una mujer de 35 años
con diagnóstico de cáncer
cervicouterino avanzado, ¿cuáles
de estas funciones esenciales eran cubiertas
por ella antes de la enfermedad?, ¿qué
ocurre con las interpretaciones que hace
la pareja frente a la queja de dolor?, ¿frente
al abandono progresivo de sus actividades
diarias?, ¿habrá variaciones
en las conductas dependiendo de si la experiencia
se presenta en un ámbito rural ó
urbano? El doliente y la familia como un
mecanismo para enfrentar el sufrimiento
pueden elegir varias opciones: enfrentar
la situación y comunicarla entre
sus miembros, desgastando las dudas y los
miedos frente a la incertidumbre del futuro
ante la sombra de la muerte; Aislarse los
unos frente al otro con un muro de silencio
para no incrementar el sufrimiento ante
la impotencia de una situación sin
solución; o bien, una combinación
de los dos, en los que a través del
tiempo se asumen indistintamente cualquiera
de las dos posturas, según la resistencia
de los involucrados y la necesidad de verbalizar
los pensamientos y emociones que atropellan
a la familia inmersa en la enfermedad terminal.
En el mejor de los casos, los familiares
se mantienen unidos compartiendo y cargando
el sufrimiento, el cual los consume a todos
paulatinamente agotando sus recursos emocionales
frente a la crisis y desembocando en el
hoy llamado síndrome de “Burnout”
o de desgaste.
A través de este proceso de sufrimiento
crónico, la familia y el propio enfermo,
comienzan a percibir a la muerte como una
aliada para terminar con el padecer, el
cual puede ser tan agobiante que no basta
con el sólo hecho de desearla, sino
que se solicita propositivamente, y es entonces
que el personal de salud con frecuencia
es asaltado con la demanda de realizar una
intervención definitiva para acabar
con la vida del doliente y con su sufrimiento.
Muchos de nosotros somos capaces de conmovernos
frente al sufrimiento de un animal doliente,
¿cuáles serán nuestros
pensamientos frente a otro ser humano con
el que compartimos lazos tan estrechos,
aunque sea un perfecto desconocido?