Revista Digital Universitaria
10 de abril de 2006 Vol.7, No.4 ISSN: 1607 - 6079
Publicación mensual

 
     

RDU

 

 

 

 

En un ambiente rural, o de pobreza, la búsqueda de soluciones puede recaer en la medicina tradicional o por el contrario en búsquedas agotadoras de atención de la medicina hegemónica, recorriendo grandes distancias en condiciones de transporte deficientes, o largas horas de antesala que empeoran el síntoma doloroso.

Recordemos las funciones esenciales de la familia en términos de Alarid y E. Irigoyen, citados en la Teoría de la Cultura 5 , estas son: socialización, cuidado, afecto, reproducción, status y nivel socioeconómico. Si bien, el cumplimiento de estas funciones recae en los padres, la mayor parte de las veces, la presencia de la enfermedad, cuando involucra a uno de los dos, expresa por si misma la afectación de la dinámica familiar y de los roles preestablecidos. Como un ejemplo, considere usted a una mujer de 35 años con diagnóstico de cáncer cervicouterino avanzado, ¿cuáles de estas funciones esenciales eran cubiertas por ella antes de la enfermedad?, ¿qué ocurre con las interpretaciones que hace la pareja frente a la queja de dolor?, ¿frente al abandono progresivo de sus actividades diarias?, ¿habrá variaciones en las conductas dependiendo de si la experiencia se presenta en un ámbito rural ó urbano? El doliente y la familia como un mecanismo para enfrentar el sufrimiento pueden elegir varias opciones: enfrentar la situación y comunicarla entre sus miembros, desgastando las dudas y los miedos frente a la incertidumbre del futuro ante la sombra de la muerte; Aislarse los unos frente al otro con un muro de silencio para no incrementar el sufrimiento ante la impotencia de una situación sin solución; o bien, una combinación de los dos, en los que a través del tiempo se asumen indistintamente cualquiera de las dos posturas, según la resistencia de los involucrados y la necesidad de verbalizar los pensamientos y emociones que atropellan a la familia inmersa en la enfermedad terminal. En el mejor de los casos, los familiares se mantienen unidos compartiendo y cargando el sufrimiento, el cual los consume a todos paulatinamente agotando sus recursos emocionales frente a la crisis y desembocando en el hoy llamado síndrome de “Burnout” o de desgaste.

A través de este proceso de sufrimiento crónico, la familia y el propio enfermo, comienzan a percibir a la muerte como una aliada para terminar con el padecer, el cual puede ser tan agobiante que no basta con el sólo hecho de desearla, sino que se solicita propositivamente, y es entonces que el personal de salud con frecuencia es asaltado con la demanda de realizar una intervención definitiva para acabar con la vida del doliente y con su sufrimiento. Muchos de nosotros somos capaces de conmovernos frente al sufrimiento de un animal doliente, ¿cuáles serán nuestros pensamientos frente a otro ser humano con el que compartimos lazos tan estrechos, aunque sea un perfecto desconocido?

 

 

 
   

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