• TEMA DEL MES •

Calendarios y astronomía en el antiguo Xochimilco1

Osvaldo Roberto Murillo y David Jesús Arreola
Sacrificios consagrados al dios Xipe Tótec
  • Uno
  • Dos
  • Tres
  • Cuatro

El tiempo y las sociedades prehispánicas

Códice Humboldt
Figura 1. Según el Códice Humboldt el pago de tributos debía efectuarse durante 4 periodos del año específicos, este ciclo iniciaba en la veintena de Tlacaxipehualiztli.
Los pueblos prehispánicos que habitaron “América media”, establecieron un registro sistemático del tiempo que les permitió regular todas sus actividades; sus calendarios adquirieron caracteres con connotaciones: sociales, políticas, económicas y religiosas. A este respecto podemos citar el caso del Códice Humboldt, una matrícula de tributos que nos muestra ciclos de tiempo durante los cuales se rendía culto a deidades especificas, y que a la vez marcaba periodos precisos en los que se debía cumplir con la imposición tributaria que el imperio mexica exigía a las tribus yopes que habitaban la provincia de Tlapa, en el actual estado de Guerrero (Figura 1).

Durante el Posclásico tardío (1200-1521 d.C.) existieron básicamente dos expresiones del tiempo, ambas usaban los mismos 20 signos, pero con diferentes coeficientes, que permitían constituir dos sistemas de cómputo que eran distintos y paralelos a la vez:

Mezpohualli: Cuenta que usaba dieciocho veintenas de días para crear un ciclo básico de 360 días llamado Xíhuitl, conocido actualmente como las “fiestas de las veintenas”.2

Tonalpohualli: Cuenta que usaba veinte trecenas de días para conformar un ciclo de 260 días, al que llamaban “cuenta de los destinos”. En los Tonalamatl “libro de los tonallis o destinos”, fueron plasmados los componentes básicos del Tonalpohualli, estos documentos ofrecían distintos órdenes de lecturas que fueron adecuados por cada pueblo, pero sin romper su lógica litúrgica espacio-temporal.3

Dada la importancia del cómputo del tiempo, estas sociedades prepararon a especialistas rituales capaces de llevar a cabo su registro, el padre Bernardino de Sahagún4 escribió al respecto:


“Los sacerdotes ofrendadores […],
los que miran, los que se afanan con el curso y
el proceder ordenado del cielo, como se divide
la noche.
Los que están mirando,
los que cuentan,
los que despliegan los libros
la tinta negra, la tinta roja,
los que tienen a cargo las pinturas
Ellos nos llevan,
nos guían, dicen el camino
como cae el año,
como sigue su camino la cuenta de los destinos
y los días, y cada una de las veintenas,
De esto ellos se ocupan, de ellos es el encargo,
la encomienda su carga: la palabra divina”.

Sacerdotes astrónomos


Tenían a su cargo los Tonalamatl, sabían cómo se dividía un códice y los sentidos de lectura de lo pintado, cómo se efectuaba una cuenta calendárica, así como los rituales que estipulaba tanto el calendario adivinatorio de los 260 días como el calendario solar de las veintenas.

Todas éstas eran sus responsabilidades que representan la palabra divina o el lenguaje para comunicarse con los dioses.

 

Los especialistas rituales que oficiaban el culto en el marco de estos sistemas calendáricos reconocían que las categorías: tiempo, deidad y espacio; conformaban una compleja triada indisociable que determinaba el uso adecuado de cada sitio, ya fuese para efectuar la traza y distribución de los edificios cívico-religiosos y de las zonas habitaciones de los pueblos, hasta la concurrencia con fines litúrgicos a parajes naturales adscritos a la jurisdicción de sus comunidades e inclusive a aquellos reconocidos como significativos en el marco de eventos mítico-históricos regionales. Estos elementos estaban íntimamente interconectados ya que formaban parte de un sistema cíclico de comunicación entre los hombres y las entidades sagradas del universo (Figura 2).

Tiempo, deidad y espacio
Figura 2. Tiempo, deidad y espacio conformaban un sistema indisociable que regulaba todas las actividades de las sociedades mesoamericanas.

Para regular los ciclos de nacimiento, de vida, de enfermedad, de comercio, de sexualidad, de guerra y de muerte, los pueblos prehispánicos se guiaban con estos preceptos. De forma particular en esta obra abordaremos el culto antiguo a las deidades de Xochimilco, siguiendo lo estipulado en los calendarios y la astronomía de sus lugares sagrados.

1 Agradecemos la colaboración de nuestros colegas y amigos el pasante en antropología social Oscar Prado y el pasante en arqueología Erick Saloma.

2 LUPO, 2002: 5. Al final del ciclo de 360 días se adicionaban 5 o 6(?) días más, estos se conocían en náhuatl como nemontemi (Sahagún, 1981: 132, 133).

3 COE, Michel D. “Early steps in evolution of maya writting”. En: Origins of religious art and iconography in preclassic mesoamerica, Eds. Nicholson, H, UCLA, Latin American Studies Series, No. 31, EUA, 1976, pp. 110, 111..

4 Coloquios y doctrina cristiana. M. León Portilla traductor, Fundación de Investigaciones Sociales A.C. - UNAM, 1986, pp. 139-141.

La Señora del tiempo y del espacio en Xochimilco

El orden para conmemorar las 18 “fiestas de las veintenas” fue alterado y reinterpretado por cada pueblo o facción étnica de Mesoamérica, esto se debe a que cada grupo poseía una historia-mítica propia, ligada a un Calputeotl o dios protector diferente, cuyos mitos, ritos y fiestas se insertaban en los calendarios según la conveniencia en el discurso político-religioso de cada uno.5 Esto motivó a que cada pueblo o región pudiera iniciar el conteo de su tiempo sagrado, cada 52 años, durante ceremonias de “Fuego Nuevo” festejadas en años y “veintenas” distintas,6 en las que se brindaba mayor importancia a su deidad patrona en detrimento de otras.

Para entender el ciclo de las “fiestas de las veintenas” xochimilcas podemos auxiliarnos del llamado Códice Borbónico, un Tonalamatl donde se representó a Cihuacoatl, la deidad tutelar de Xochimilco,7 presidiendo 6 de las 18 “veintenas”, incluyendo los rituales de inicio y de fin de año (Figura 3).8

Códice Borbónico

Figura 3. En el tonalamatl conocido como el Códice Borbónico se representó a la diosa Cihuacoatl presidiendo los rituales de distintas “fiestas de las veintenas”.

Es posible argumentar que los pueblos que tuvieron a Cihuacoatl como su deidad patrona, mantuvieron una secuencia calendárica y festiva similar a la plasmada en el códice.9 Para complementar este planteamiento podemos citar las representaciones de la “Mujer serpiente”, grabadas en los Temalacatl, o piedras de “sacrificio gladiatorio” de Moctezuma y Tizoc, donde se exhibe la conquista militar de Culhuacan y Xochimilco a mano de los mexica tenochca, así como la captura de la diosa tutelar de ambas poblaciones (Figura 4).

Temalacatl de Tizoc y Moctezuma

Figura 4. Tanto en el Temalacatl de Tizoc como en el de Moctezuma la deidad patrona de los mexicas somete a la Cihuacoatl de Culhucan y Xochimilco.

En la “piedra de Tizoc” la Cihuacoatl ostenta un tzotzozpaztli en la mano izquierda y un atlatl en la derecha; mientras que en la “piedra de Moctezuma” la Cihuacoatl de Xochimilco porta flechas en la mano izquierda y un atlatl en la derecha; entretanto la Cihuacoatl de Culhuacan lleva flechas en la mano izquierda y un xiuhmamahuaztli en la mano derecha, estos últimos eran los palos o utensilios sagrados para encender el “Fuego Nuevo”, lo cual relaciona a esta deidad con la lámina 34 del códice Borbónico, en la que se aprecia que el “Fuego Nuevo” es bajado del Uixachtlan, hoy cerro de la Estrella, a su santuario el Tlillan o Tlillancalmecac el “templo de la obscuridad”.

Cabe mencionar que las cruces gamadas que adornan los dinteles y almenas del santuario negro, ilustrado en la lámina 34 del Códice Borbónico, son similares a los edificios Tlillan de las láminas 18r, 46r y 56r del Códice Mendocino, que además portan ese nombre en glosa latina. Mientras que en la lámina 8ª del Códice Durán se aprecia el mismo templo con la Cihuacoatl dentro (Figura 5).

Representaciones del Tlilancalco

Figura 5. Representaciones del Tlilancalco, el santuario consagrado a la diosa Cihuacoatl, al cual se debía transportar el “Fuego Nuevo” que se encendía a su honra en el cerro Uixachtlan, este ritual legitimaba su derecho a controlar el tiempo y gobernar sobre estas tierras.

Entre las sociedades prehispánicas la ceremonia del “Fuego Nuevo” se efectuaba para fundar un nuevo gobierno y demarcar el territorio, así como para ordenar el tiempo y el espacio sagrado de una región bajo el dominio de una deidad protectora de un pueblo, en oposición a otros hombres y dioses. En nuestro caso el Tonalamatl nos muestra que la ceremonia del “Fuego Nuevo” consagrado a Cihuacoatl se efectuaba durante la “veintena” Panquetzaliztli,10 es evidente que si el documento fuese de origen mexica tenochca la escena principal de esta festividad hubiese sido presidida por Huitzilopochtli en lo alto del Templo Mayor de Tenochtitlan,11 no obstante el dios mexica y su santuario se representaron en menor escala en la parte superior de la lámina, esto se debe a que tanto colhuas como xochimilcas estaban obligados a adorar a Huitzilopochtli durante ese periodo, por ser la deidad tutelar de sus conquistadores.12

De tal manera podemos plantear que en la región de Xochimilco y pueblos subyugados13 aún existen vestigios del culto ancestral basado en la lógica espacio-temporal de los tonalamatl, que a su vez fueron utilizados para dar vida a los distintos escenarios de las “fiestas de las veintenas” donde se conmemoraron solemnes rituales a su deidad patrona la Cihuacoatl, así como a otras entidades sacras.

5 ARREOLA, et. al, “Tiempo-espacio sacro en la montaña prehispánica”. En: Moradas de Tláloc. Arqueología, historia y etnografía sobre la montaña, Eds. Loera, M., Cabrera, R., ENAH / DEH / DEA / INAH / Conaculta, México, 2011, pp. 44-46.

6 El cronista Cristóbal del Castillo (2001: 167) escribió: “El comienzo de la sucesión de veinte en veinte días con los que festejaban los antiguos, y sus nombres, también se hace acompañar por la cuenta de los meses, que se empareja con las veintenas, que eran las fiestas de la gente vieja […] Algunos pobladores hacen empezar, hacen entrar el año en Xilomanaliztli, otros los hacen empezar en Izcalli, y también en Xochilhuitl y en Atemoztli, y allí colocan los cinco días llamados nemontemi.“

7 DURÁN, Diego. Historias de las Indias de Nueva España e Islas de Tierra firme, México, ed. Porrúa, 2 tomos, 2006, p. 125.

8 En documentos de origen mexica tenochca Huitzilopochtli cumpliría un papel similar, mientras que en fuentes históricas chalcas se evocaría a Tezcatlipoca, en cholultecas a Quetzalcoatl, en tlaxcaltecas a Mixcoatl, en tlapanecas o yopitzincas a Xipe Tótec y en tlahuicas a los dioses del pulque, por citar solo algunos casos comparativos.

9 Aunque el documento es posterior a la intervención europea en la región, recaba datos acerca de las costumbres y festividades xochimilcas prehispánicas, paralelas a los ritos impuestos por los mexica tenochca.

10 MAARTEN, Jansen, “Una mirada al interior del templo de Cihuacoatl. Aspectos de la función religiosa de la escritura pictórica”. En: Libros y escritura de tradición indígena, Eds. Arellano, C., Schmidt, P., Noguez, X., El colegio mexiquense / Universidad Católica de Eichstätt, México, 2002, pp. 279-325.

11 SAHAGÚN, Bernardino, Historia general de las cosas de la Nueva España, México, ed. Porrúa, 4 tomos, 1981, p. 272.

12 No debemos descartar que para el Posclásico tardío en las urbes de la Cuenca de México existiera un templo consagrado a Huitzilopochtli, contiguo al santuario de la Cihuacoatl (Duran, 2006: 131).

13 ibíd., 2006: 22.

Culto ancestral en el Cerro Cuailama

El Cerro Cuailama se encuentra al sur del pueblo de Santa Cruz Alcapixca, en Xochimilco; en su ladera norte fue grabada la fecha “4 Movimiento”, destaca que este relieve es iluminado por el Sol durante los solsticios de verano,14 la intencionalidad de resaltar el espacio durante el evento astronómico revela la importancia del momento para la sociedad xochimilca. Así mismo, llama nuestra atención que este signo, con connotaciones simbólicas solares, se encuentra desfasado en el Códice Borbónico ya que aparece en la trecena “1 Perro” y se vincula con Xipe Tótec (Figura 6). Así que es factible que el grabado en roca indicara un periodo y espacio de culto consagrado a esta deidad en la región. Durante la época prehispánica las fechas calendáricas eran nombres y evocaciones de los dioses mismos, formaban parte de un lenguaje utilizado tanto para invocar como para representar a una deidad, así como para indicar el momento y el espacio de la intervención de su influencia energética sacra en este plano del universo.

Representaciones del Tlilancalco

Figura 6. La fecha “4 Movimiento” grabada en el Cerro Cuailama indicaría un periodo de culto consagrado a Xipe Tótec.

Adicionalmente en el mismo cerro fue grabada la fecha “1 Lagarto” la cual también se encuentra desfasada en el Códice Borbónico, ya que aparece durante la trecena “1 Viento” y está asociada a Chantico Cuauhxolotl (Figura 7), deidad patrona de la pesca y el fuego doméstico. El relieve en roca bien puede aludir al periodo en el que se debía rendir culto sagrado a esta deidad.15 Cabe mencionar que en la época prehispánica el Cuailama fungía como una frontera natural entre el acceso al lago y los cerros de Xochimilco, el cerro mismo denota una posición liminal entre las fuerzas del agua y el fuego, elementos que constituían a la diosa.

fecha “1 Lagarto”

Figura 7. La fecha “1 Lagarto” grabada en el Cerro Cuailama indicaría un periodo de culto consagrado a Chantico Cuauhxolotl.

Códice Humboldt
Figura 8. En el Cerro Chapultepec, el gobernante Moctezuma II porta los atavíos del dios Xipe Tótec, se encuentra asociado a la fecha “1 Lagarto”, que a su vez está vinculada con un atl-tlachinolli.16
Por otra parte, a Chantico Cuauhxolotl se le representaba portando un tocado de atl-tlachinolli o “agua fuego” / “agua quemada”, una metáfora de la guerra sagrada. Llama nuestra atención que en el relieve escultórico de Moctezuma II, grabado en el Cerro Chapultepec, se envistió al gobernante mexica con los atavíos de Xipe Tótec, destaca que éste se vincula con un día “1 Lagarto”, que a su vez está asociado a un símbolo de atl-tlachinolli (Figura 8).

Entre los mixtecos encontramos un paradigma similar, ya que durante el festejo de una “fiesta de las veintenas” que inicia en un día “1 Lagarto” y termina en “7 Flor”, aconteciendo previamente un día “4 Movimiento”, se conmemoró solemnemente un ritual en la faldas de un cerro en el cual el dios de la lluvia Dzavui ungió a un gobernante con agua de lluvia y un relámpago, otro aspecto del fuego, la combinación de ambos elementos es otra forma de evocar un atl-tlachinolli (Figura 9).17

Representaciones del Tlilancalco

Figura 9. En la lámina 5 del Códice Nutall la deidad del agua corona con agua y fuego a un gobernante, el ritual lo legitima para ejercer un cargo político y militar exitoso.

Estos pasajes procedentes de distintos sitios de Mesoamérica nos muestran la trascendencia mítica compartida de conmemorar rituales en parajes situados en cerros, durante una “veintena” que iniciará en un día “1 Lagarto”, en la cual se debían efectuar ritos en honra a deidades que tuviesen la facultad de manipular y otorgar el atl-tlachinolli a los hombres. El padre Diego Duran18 escribió que durante los días “1 Lagarto” o Cipactli “se coronaban siempre los reyes”, además de que resultaban propicios para ofrendar cautivos en “la piedra del sol” o Temalacatl, es decir, de efectuar sacrificios a honra del dios Xipe Tótec (Figura 10).19 Por tales motivos, desde esta perspectiva los relieves del Cuailama denotan un periodo de culto especifico concernientes a una “fiesta de las veintenas” en la que se adoraban: a entidades sagradas del agua, el fuego, la fertilidad, la guerra y en la que no debemos descartar, se efectuara “la coronación de los reyes” xochimilcas con agua y fuego, como ocurría en otras regiones de “América media”.

Representaciones del Tlilancalco

Figura 10. Sacrificios consagrados al dios Xipe Tótec efectuados en un Temalacatl o “piedra del Sol”, según la lámina 7ª del Códice Durán.

Ahora bien, desde otro punto de vista debemos destacar que a Xipe Tótec se le consideraba la deidad tutelar de los orfebres; mientras que Chantico Cuauhxolotl, también conocida como Chiconahui Itzcuintli “9 Perro” (Figura 7), lo era de los artesanos que labraban las piedras preciosas. Particularmente ambos dioses eran especialmente apreciados y venerados en Xochimilco, puesto que se decía: “que los abuelos y antecesores de los lapidaros habían venido de aquel pueblo y de allí tienen origen estos oficiales”.20 Así que los relieves de “1 Lagarto” y “4 Movimiento” del Cerro Cualima también pudieron haber sido grabados por las confederaciones de artesanos xochimilcas, quienes administraban las fiestas de estos dioses y las tenían como las principales en su calendario solar.

Antes de continuar debemos enfatizar que para realizar una lectura estructural de las “fiestas de las veintenas” tenemos que tomar en cuenta que todas ellas eran eventos históricos mitificados; y que no hay una sola fiesta que hubiese sido dedicada a un solo dios en específico o a una cualidad especifica de lluvia, guerra astral, guerra sobre la tierra, de fertilidad y/o de crecimiento de las plantas, sino que en cada “veintena” intervenían entre cuatro y siete deidades; y el culto de cada una de ellas correspondía a órdenes sociales diferentes, los rituales resolvían de manera simbólica y real las necesidades concretas de distintos grupos, ésta es una de las razones por las que existían diversos nombres alternos para cada una de las fiestas, porque estaban relacionados directamente con los ritos que efectuaban un estrato o grupo social en particular. Por lo que es natural que en todas las fiestas y según la jerarquía social de quienes la organizaran, se hacía alusión al menos a una historia, un mito, un hecho real, un dios, un grupo social del pasado y uno del presente que tomaba el lugar del grupo desaparecido o vencido.

14 MATEOS, M. et al., El calendario solar azteca y otros monumentos solares, México, INAH / Conaculta, 2004, pp. 101-102.

15 Debajo de la iglesia de Xaltocan, en Xochimilco; se encuentran los restos de su templo (Cordero, 2001: 40-41).

16 LÓPEZ, et al., “Las imágenes de Moctezuma II y sus símbolos de poder”. En: Moctezuma II. Tiempo y destino de un gobernante, Eds. López, L., Mcewan, C., INAH / Conaculta / The British Museum, México, 2010, p 81.

17 ARREOLA, et. al, “Tiempo-espacio sacro en la montaña prehispánica”. En: Moradas de Tláloc. Arqueología, historia y etnografía sobre la montaña, Eds. Loera, M., Cabrera, R., ENAH / DEH / DEA / INAH / Conaculta, México, 2011, pp. 211-241.

18 DURÁN, Diego. Historias de las Indias de Nueva España e Islas de Tierra firme, México, ed. Porrúa, 2 tomos, 2006, pp. 311, 341.

19 Cabe mencionar que Xipe Tótec era la deidad tutelar de la trecena “1 Perro” (Figura 6) y que este periodo también resultaba propicio para elegir “reyes” (Sahagún, 1981: 351-353), por ende resulta lógico que la deidad y su culto estuviese íntimamente ligado a las clases gobernantes de aquellas sociedades.

20 SAHAGÚN, Bernardino, Historia general de las cosas de la Nueva España, México, ed. Porrúa, 4 tomos, 1981, pp. 56-59.

Culto antiguo en el Cerro Xinotepetl, Xilotepec o Texcolli 21

El Xinotepetl se encuentra al sur del pueblo de San Gregorio Atlapulco, en Xochimilco; destaca que en su ladera norte fueron esculpidas en rocas dos figuras antropomorfas, la primera de ellas posee atributos femeninos, aunque no existen elementos contundentes para identificarla plenamente, tradicionalmente se considera que ésta es una representación de la diosa Cihuacoatl, mientras que la segunda evoca a la deidad “Xipe Tótec”, o bien a un hombre vistiendo la piel de un desollado, así mismo se asume que en la cima del cerro se erigió un centro ceremonial donde se efectuaban rituales al maíz y la fertilidad, que propiciaban el desarrollo de la agricultura xochimilca.22 Por nuestra parte resulta conveniente indicar que actualmente la escultura femenina se encuentra boca abajo, ya que la roca donde está grabada cayó de su sitio original, por el ángulo de la pendiente de la ladera y el espacio superior cercano, podemos inferir que ésta se encontraba contigua al petrograbado que representa al personaje masculino, además de que tenía una perspectiva visual dirigida hacia el norte o el poniente, que correspondería al antiguo lago de Xochimilco y las chinampas (Figura 11).

Escultura femenina que posiblemente evoca a la Cihuacoatl.

Figura 11. Escultura femenina que posiblemente evoca a la Cihuacoatl.

En cuanto al personaje masculino lleva consigo atavíos del dios Xipe Tótec, en su mano izquierda porta un escudo y una bandera con plumas, mientras que en la derecha exhibe un bastón que aunque con tenue figura serpentina, podría tratarse del chicahuaztli rojo,23 todos estos atributos son similares al relieve de Moctezuma II del Cerro Chapultepec (Ver figura 8). Además también se puede apreciar una mano colgando a un costado del bastón, ésta corresponde a la piel de un hombre desollado.24 Finalmente debemos enfatizar que el relieve aún conserva restos de estuco y pintura de color rojo (Figura 12).

El petrograbado con características masculinas porta atavíos de Xipe Tótec.

Figura 12. El petrograbado con características masculinas porta atavíos de Xipe Tótec, inclusive no debemos descartar que se trate del “Señor desollado” mismo.

Al observar el petrograbado de San Gregorio Atlapulco, imaginemos la descripción que el padre Duran25 escribió en el siglo XVI sobre el dios Xipe Tótec:

“La imagen y figura de este ídolo era de piedra, de alto de un hombre; con la boca abierta, como hombre que está hablando; que desmostraba tener vestido un cuero de un hombre sacrificado, colgando las manos del cuero a las muñecas. Tenía en la mano derecha un báculo, con sonajas al cabo, a su modo, enjeridas en el mesmo báculo; en la mano izquierda tenía una rodela de plumas amarillas y coloradas, de la cual y dentro de la manija, salía una bandereta colorada con sus plumas a lado.”
Ahora bien, si en el Cerro Cuailama, situado al poniente del Xinotepetl, encontramos invocaciones en roca de los dioses Xipe Tótec y Chantico Cuauhxolotl ¿acaso los relieves del Xinotepetl podrían estar evocando a las mismas deidades?, ésta es una propuesta no deberíamos descartarla ya que ambos cerros están relativamente cerca y durante la época prehispánica guardaban una configuración espacial, natural y política similar, así que es factible que ambos sitios fungiesen como escenarios de las mismas “fiestas de la veintenas”, sólo que conmemoradas por distintos pueblos.

Por otra parte, desde una perspectiva astronómica el grabado en roca con atributos de Xipe Tótec guarda una posición privilegiada, pues éste aún se encuentra “in situ” y presenta una panorámica visual dirigida hacia el horizonte oriente teniendo como fondo la llamada Sierra Nevada, dicha escultura observa directamente a la salida del sol durante los días 12 de febrero, cuando el Sol surge entre una ladera de Milpa Alta y Los Pies de la Iztaccíhuatl26 alineándose con el cuerpo del dios Xipe Tótec, (Figura 13), ambas elevaciones fungen como un marcador de horizonte solar significativo.

Xipe Tótec.Xipe Tótec.

Figura 13. Desde la perspectiva visual del relieve con atributos de Xipe Tótec, el Sol emerge entre una ladera de Milpa Alta y Los Pies de la Iztaccíhuatl los días 12 de febrero.

Según la tradición calendárica tepaneca retomada por los mexica tenochca y tlatelolca,27 los días 12 de febrero del calendario actual resultan significativos puesto que correspondían al inicio de las cuentas calendáricas prehispánicas, que invariablemente iniciaban su conteo los días “1 Lagarto”,28 del cual previamente hemos abordado algunos rituales y que en un contexto de culto xochimilca resultarían trascendentes. Por otra parte, si la llegada del Sol a la Iztaccíhuatl correspondía a un periodo de culto consagrado a Chantico Cuauhxolotl, entonces no debemos descartar que la montaña misma personificara a la deidad patrona de la pesca. Así mismo, en el contexto del calendárico xochimilca resultaría significativo que Xipe Tótec estuviese vinculado con el inicio del año, ya que bajo la cruz atrial de la iglesia del barrio de Santa María Nativitas, en Xochimilco, se encuentra grabado en roca un signo “4 Movimiento” coronado con un glifo de año (Ver figura 6).

Por último es factible que el grabado de Xipe Tótec del cerro Xinotepetl fuese en realidad una imposición de culto del imperio mexica hacía la confederación xochimilca, puesto que en las fuentes históricas se menciona que en estos cerros se festejaba a las diosas Cihuateteo y no al “Señor desollado”, por lo que eso explicaría que la figura de Cihuacoatl, deidad protectora de las Cihuateteo, estuviera derrumbada de su lugar original y que un acto seguido los mexicas impusieran el culto a Xipe Tótec en estos pueblos, junto con un grabado que registrara un cambio de calendario. La prueba más fehaciente de que los mexicas imponían el culto a Xipe Tótec y su conteo calendárico a los pueblos conquistados, la tenemos en el Códice Humboldt donde se le indicó a la gente de Tlapa que el año tributario debía iniciar durante la fiesta de Tlacaxipehualiztli, ello sin importar el calendario que tuvieran los mismo yopitzincas (Ver figura 1).

21 Se le identifica por todos estos nombres al mismo cerro.

22 (Zimbrón, 2008: 54). En el cerro se encuentran dispersos en superficie abundantes tiestos de alfarería prehispánica, estos corresponden a tipos de cerámica arqueológica conocidos como: Chalco blanco y Azteca II-III, en su mayoría se trata de restos de antiguas vajillas de uso domestico.

23 El “sonajero de niebla” vinculado con XipeTótec, que evocaba la sangre de sacrificio humano. De forma paralela existían otros chicahuaztli pero en color azul, estos se asociaban a los tlaloque y servían para evocar el agua.

24 Ambos petrograbados se pueden comparar visualmente con el dios XipeTótec plasmado en la lámina 14 del Códice Borbónico (figura 6), o bien con la lámina 7ª del Códice Durán (figura 10).

25 DURÁN, Diego. Historias de las Indias de Nueva España e Islas de Tierra firme, México, ed. Porrúa, 2 tomos, 2006, p. 96.

26 También conocidos como Amacuiltecatl.

27 El padre Sahagún (1981:109) documento el inicio del año mexica tlatelolca para los días 2 de febrero de su calendario, el juliano, pero considerando la corrección gregoriana de 1582, esta fecha correspondería al actual 12 de febrero de nuestro calendario.

28 ARREOLA, et al., “Tiempo-espacio sacro en la montaña prehispánica”. En: Moradas de Tláloc. Arqueología, historia y etnografía sobre la montaña, Eds. Loera, M., Cabrera, R., ENAH / DEH / DEA / INAH / Conaculta, México, 2011, pp. 45, 46.

Conclusión

Finalmente el objetivo de este escrito es inducir al lector a la reflexión sobre la complejidad de los calendarios prehispánicos de Mesoamérica, ya que la mayoría de los trabajos contemporáneos de astronomía prehispánica en México, se han convertido en útiles bases de datos que sólo documentan posiciones estelares, sin embargo, antes que mirar a las estrellas debemos situarnos en la geografía real de los espacios arqueológicos y entender dichos sitios desde la cosmovisión que tenían los pueblos que los crearon, así como la forma en cómo interactuaban con el mundo que les rodeaba y con las etnias vecinas fin

Bibliografía

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Osvaldo Roberto Murillo
Arqueólogo

El arqueólogo Osvaldo R. Murillo Soto obtuvo el grado de arqueólogo en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (enah). Actualmente cursa la maestría de historia y etnohistoria en la enah, becado por el conacyt, investiga el comercio de la nieve en México durante la Pequeña Edad de Hielo (siglos xvi-xix), documenta el avance y retroceso glaciar de los sitios donde se extraía el hielo.

Como profesor adjunto ha impartido clases en la enah acerca de cosmovisión indígena y técnicas de investigación arqueológica.

Ha publicado un libro y cinco capítulos de libros acerca de códices, calendarios y el culto prehispánico en los volcanes de México.

Ha realizado excavaciones arqueológicas en la Línea 12 del metro de la Ciudad de México, el Monte Tláloc de Texcoco, el cráter del Nevado de Toluca, además ha realizado exploraciones arqueológicas en distintas montañas del Eje Neovolcánico Transversal.

David Jesús Arreola
Maestrante de la maestría en historia y etnohistoria, Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH)

El Arqueólogo David J. Arreola Gutierrez obtuvo el grado de arqueólogo por la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Actualmente escribe su tesis para obtener el grado de maestro en historia y etnohistora en la misma institución, su investigación documenta las fiestas prehispánicas y actuales en la región de Xochimilco y Morelos. Como profesor ha impartido clases en la ENAH sobre fuentes históricas para la arqueología, cosmovisión indígena, códices mixtecos e historia de México. Ha publicado dos capítulos de libros acerca de códices y el culto prehispánico en los cerros. Ha realizado excavaciones arqueológicas en Templo Mayor de Tenochtitlan, Distrito Federal; Tzintzuntzan, Michoacan y Xihuacan, Guerrero.

Cita de acuerdo a la Norma ISO 690-2

MURILLO, Osvaldo roberto y Arreola, David Jesús"Calendarios y astronomía en el antiguo Xochimilco" Revista Digital Universitaria [en línea]. 1 de mayo de 2013, Vol. 14, No.5 [Consultada:]. Disponible en Internet: <http://www.revista.unam.mx/vol.14/num5/art04/index.html> ISSN: 1607-6079.

Calendarios y astronomía en el antiguo Xochimilco

Osvaldo Roberto Murillo y David Jesús Arreola

Esta obra aborda aspectos de la cosmovisión prehispánica acerca del cómputo del tiempo, el uso del espacio y el culto a las deidades en Xochimilco.

Palabras clave: códice; calendario; fiesta; lugar; dios.