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La figura del experto en las sociedades modernas: una aproximación desde los estudios de la ciencia

Los tlacuilos y la construcción del espacio novohispano en el siglo XVI

Leonardo Abraham González Morales
Los tlacuilos y la construcción del espacio novohispano en el siglo XVI.
  • Uno
  • Dos
  • Tres

Introducción

El presente artículo explora el origen de los tlacuilos, un cuerpo de pintores-escribanos indígenas que dieron vida a la cartografía hispanoindígena como un elemento fundamental en el reconocimiento territorial de la Nueva España. Se indaga en su origen, en la época prehispánica, su proceso de adaptación durante la colonización española y su sustitución por escribanos y cosmógrafos en el tránsito de los siglos XVII y XVIII. Asimismo se analiza la trascendencia de sus obras y cómo éstas quedaron en desuso frente a la modernización cartográfica y el marco jurídico liberal del siglo XIX, periodo en el que se les consideró jeroglíficos. Finalmente, el texto cierra con su rescate histórico en el siglo XX y el papel que aún tienen en los pueblos indígenas.

El tlacuilo en la época prehispánica

Los tlacuilos eran pintores-escribanos indígenas que tienen su origen en la época prehispánica. Se especializaban en la elaboración de obras pictóricas y su tarea consistía en pintar, mediante símbolos, elementos importantes para el pueblo mesoamericano, por ejemplo: la historia, en la que se narraba el origen de un pueblo;
Los tlacuilos eran pintores-escribanos indígenas que tienen su origen en la época prehispánica. Se especializaban en la elaboración de obras pictóricas y su tarea consistía en pintar, mediante símbolos, elementos importantes para el pueblo mesoamericano...
tablas de aritmética para cobrar los tributos, la localización de puntos geográficos, como mapas de viaje y calendarios en los que se colocaba el significado de las fechas y el augurio de los tiempos venideros; entre otras cosas. Las obras que realizaron se hacían frecuentemente sobre papel amate, aunque se han localizado algunas elaboradas en materiales orgánicos e incluso minerales.1

En la época prehispánica, los tlacuilos elaboraron obras conocidas como códices, los cuales estaban compuestos principalmente por glifos pictóricos.2 Actualmente son pocos los códices prehispánicos que se conservan (GALARZA, 1997), aunque en las investigaciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México se ha insistido en sumar el término “temprano”, pues algunos, en realidad, son copias de códices elaboradas en los primeros años de la colonización española (GALARZA, 1997).

Los códices prehispánicos y tempranos que se conocen hasta ahora son: tres de origen maya, cinco del grupo Borgia, dos de origen azteca y seis de la región mixteca, la mayor parte de ellos conservados en distintas regiones del mundo. Los primeros tres llevan el nombre de la ciudad en la que se localizan: el Códice de Dresde, conservado en la Biblioteca del Estado Sajón en Dresde, Alemania; el Códice de París, en la Biblioteca Nacional de Francia; y el Códice Madrid, resguardado por el Museo de América en la capital de España (SOTELO, 2012).

El grupo Borgia se compone de cinco códices que se conservan en distintas instituciones europeas: el Códice Borgia y el Códice Vaticano B, en la Biblioteca Vaticana; Códice Laud, en la Biblioteca Bodleiana de la Universidad de Oxford, Inglaterra; el Códice Cospi, en la Biblioteca de la Universidad de Bolonia, Italia; y el Códice Fejérváry-Mayer, conocido también como Tonalámatl de los Pochtecas, en el Museo de Liverpool, Inglaterra.

Los códices mexicas son: Tira de la Peregrinación o Códice Boturini y Matrícula de Tributos, que se conservan en la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, Ciudad de México, como copias “tempranas” de documentos prehispánicos. Los códices mixtecos son: Códice Becker 1, conservado en el Museo de Etnología de Viena, Austria; Vindobonense, en la Biblioteca Nacional de Austria, Códice Bodleyla y Códice Selden, en la Biblioteca Bodleiana de la Universidad de Oxford; el Nuttall, en el Museo Británico, Inglaterra; y el Códice Colombino, en la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia.

A partir del estudio de los códices y personajes de épocas pasadas, como Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, así como de investigaciones actuales entre las que destacan Miguel León Portilla y las de Xavier Noguez; se ha intentado reconstruir la historia de estos tlacuilos. Por ejemplo, se sabe que trabajaron en los pueblos del Valle de México y aprendieron el arte de la escritura glífica de tlacuilos que provenían de la región mixteca, en el sureste mexicano:
Vinieron de las provincias de la Mixteca dos naciones que llaman tlailotlaques [tlacuilos] y chimalpanecas que eran asimismo del linaje de los toltecas. Los tlailotlaques eran consumados en el arte de pintar y hacer historias (LEÓN-PORTILLA, 2011).

Los tlacuilos pertenecían a un cuerpo de artistas y sabios que cumplían otras acciones importantes en el seno de las sociedades mesoamericanas, además de pintar códices. En general, sus actividades se enfocaban en la expresión e interpretación del universo de creencias que los pueblos tenían sobre el tiempo, el espacio, su historia y los saberes, lo cual, hoy en día, se entiende como la adivinación, la lectura astronómica, el augurio de los tiempos, los métodos de curación, las guías cartográficas, los rituales funerarios y la guerra, por mencionar sólo unos.
El pintor, su tarea es la tinta negra y roja, el agua negra. Es un tolteca, un hacedor, un utilizador de carbón, un dibujante al carbón […] Tenían para cada género sus escritores, unos que trataban de los anales poniendo por su orden las cosas que acaecían en cada año, con día, mes y hora. Otros tenían a su cargo las genealogías y descendencias de los reyes y señores y personas de linajes, asentado por cuenta y razón los que nacían y borraban los que morían, con la misma cuenta. Unos tenían cuidado de las pinturas de los términos, límites y mojoneras de las ciudades, provincias, pueblos y lugares, y de las suertes y repartimientos de las tierras, y cuyas eran y a quien pertenecían. Otros, de los libros de las leyes, ritos y ceremonias, que usaban en su infidelidad; y los sacerdotes, de los templos, de sus idolatrías y modo de su doctrina idolátrica y de las fiestas de sus falsos dioses y calendarios. Y finalmente, los filósofos y sabios que tenían entre ellos, estaba a su cargo al pintar todas las ciencias que sabían y alcanzaban, y enseñar de memoria todos los cantos que observaban sus ciencias e historias (JOHANSSON, 2007).
Sobre su trabajo como artistas, sabios y escribanos, Patrick Johansson ha elaborado una teoría en la cual los tlacuilos figuran como “jóvenes aprendices” del tlamatini, es decir, de un sabio dentro de las sociedades mesoamericanas que se especializaba en la pintura de “arcanos semiológicos de la escritura”, una luz de signos para trazar el camino de los pueblos (JOHANSSON, 2007).

De esta forma, se comprende que los tlacuilos tienen su origen en la época prehispánica como pintores-escribanos de glifos, que trazaban en distintos materiales como el papel amate usado como lienzo. Además, tenían un rol trascendental en la sociedad mesoamericana, en la cual eran los “constructores” de la historia, los saberes y el destino de los pueblos. Sin embargo, esto cambió profundamente durante la colonización española, ya que se les persiguió como herejes y fueron orillados a abandonar sus prácticas tradicionales. No obstante, frente a las necesidades, supieron adaptarse y sobrevivir, consiguiendo un papel trascendental en la vida cultural novohispana.

1 Los materiales en los que los tlacuilos elaboraron sus trabajos, además del papel amate que elaboraban con la base de la corteza del árbol Amate; eran: pieles, fibras orgánicas (como la del maguey), ornamentos, vasijas y sobre obras arquitectónicas como los murales.

2 Los glifos son dibujos y formas con los que eran representados los objetos del mundo mesoamericano. Se les llama pictóricos porque eran iluminados con múltiples colores y detalles.También se les conoce como pictogramas o pictoglíficos. Para saber más sobre los códices mexicanos y sus glifos puede consultar: http://codices.inah.gob.mx/pc/index.php

De los glifos a la cartografía hispanoindígena

Durante los primeros años de colonización, los españoles persiguieron a aquellos indígenas considerados por la Iglesia católica como herejes porque creían que sus prácticas y saberes eran “bestiales”, “salvajes” y “diabólicos“. Las obras de los tlacuilos fueron consideradas heréticas y, por ello, fueron destruidas y quemadas, con lo cual se consiguió que este grupo huyera y abandonara sus prácticas o, en algunos casos, las realizaran en secreto. Este fenómeno se puede observar en el periodo de 1538, cuando se emprendió una evangelización de los Franciscanos a Cuautitlán, al noroeste del Valle de México.
Mas como cada uno tenía su cuidado, como dicho es, aunque lo había mandado, estábase la idolatría tan entera como de antes, hasta que el primero día del año de 1525, que aquel año fue en domingo, en Tetzcoco, adonde había los más y mayores teocallis o templos del demonio, y más llenos de ídolos, y muy servidos de papas o ministros, la dicha noche tres frailes, desde las diez de la noche hasta que amanecía, espantaron y ahuyentaron todos los que estaban en las casas y salas de los demonios; y aquel día después de misa se les hizo una plática, encareciendo mucho los homicidios, y mandándoles de parte de Dios, y del rey no hiciesen más la tal obra, si no que los castigarían según que Dios mandaba que los tales fuesen castigados. Esta fue la primera batalla dada al demonio, y luego en México y sus pueblos y derredores, y en Couathiclan (MOTOLINÍA, 1979).
Asimismo, en el tiempo de la “gentilidad”, parte de un novedoso método para evangelizar y lograr la conversión al cristianismo (RUBIAL, 2014), existieron misioneros que se opusieron a la persecución, como Bernardino de Sahagún, e impulsaron la creación de espacios y elaboración de materiales que permitieran rescatar y conocer las costumbres del pasado prehispánico de los indios.

Con este objetivo se fundó, en 1536, el Colegio de Santa Cruz Tlatelolco, donde años más tarde, en 1550, fue elaborado el primer mapa hispanoindígena conocido como Mapa de Uppsala. Éste constituye la primera mezcla entre la pintura de glifos indígenas y la cartografía española (GONZÁLEZ, 2013) que marcó el nuevo papel que tomarían muchos tlacuilos, ya que a partir de entonces comenzó a elaborarse la cartografía hispanoindígena (MONTES DE OCA, 2003).


Mapa de Uppsala (1550). Archivo personal.

La cartografía hispanoindígena se convirtió en el “puente” que permitió a españoles e indígenas llegar a un lenguaje visual en común, con respecto a la representación del espacio geográfico del territorio novohispano. A partir de entonces, estos mapas fueron empleados en juicios de tierras y aguas, abriéndose así una opción de trabajo para los tlacuilos, pues éstos, durante la segunda mitad del siglo XVI, comenzaron a pintarlos y posteriormente se convirtieron en evidencias fundamentales para las autoridades novohispanas.

Estos materiales eran considerados testimonios visuales porque funcionaron como instrumentos cartográficos para que los pueblos indígenas, principalmente, mostraran a las autoridades novohispanas la realidad geográfica de sus peticiones (por ejemplo, mercedes de tierras o aguas), pero también sirvieron para legitimar derechos o pedir la solución de un conflicto con otros interesados.3

Un ejemplo claro de lo anterior se puede observar en el juicio de El alcalde mayor de Cuautitlán pide al virrey que se mande la licencia sobre la toma de agua que en algún momento se dictó, AGN, Instituciones Coloniales, Indios, vol. 5. Para visualizar la realidad geográfica, que le permitiría al juez tomar una decisión, se encargó a un tlacuilo de la zona norte del Valle de México elaborar el Mapa de Cuautitlán en el año de 1591. En la representación se ve el río Cuautitlán y dos remanentes de éste en medio de un conjunto de pictoglifos que representan el sitio de Cuautitlán y alrededores.



Mapa del río Cuautitlán (1591), para pedir una merced de aguas. Archivo General de la Nación (AGN). Catálogo iconográfico y mapas coloniales, México: AGN, 1993.

A partir de esto, las autoridades coloniales permitieron que los tlacuilos cumplieran esa labor jurídica y, al paso del tiempo, les confiaron tareas de mayor envergadura como la elaboración de mapas para las Relaciones Geográficas de Indias (MUNDY, 1993; ACUÑA, 1985), ordenadas por el rey Felipe II y las cuales debían llegar a manos del Consejo Real de Indias, centro neurálgico del gobierno imperial de la Corona Española sobre sus colonias de ultramar4 (NIETO, 2006).

El arte de pintar mapas, ya fuera para juicios o tareas reales, convirtió a los tlacuilos en un elemento medular de la sociedad novohispana e impulsó su constitución como un cuerpo de artesanos especializados en su elaboración. Este trabajo fue realizado durante los tres siglos de colonización.

Por otro lado, los tlacuilos también trabajaron para las autoridades novohispanas como intérpretes. Este proceso resultó ser largo y complejo, ya que toda la interpretación debía traducirse al español, luego era transcrita para enviarse al Consejo Real de Indias y además se anexaba una copia de los mapas. Aunado a ello se hacían dos copias más que se quedaban en la Nueva España, una era guardada por las autoridades y la otra por los pueblos.

Las obras de los tlacuilos fueron catalogadas en archivos reales, y guardadas por los pueblos de indios, para quienes se convirtieron en elementos fundamentales de sus derechos, su memoria e identidad. Así, el valor de la evidencia jurídica permitió que en los siguientes siglos (XVII y XVIII) la conservación de la cartografía hispanoindígenas siguiera siendo fundamental en los juicios, aún después del régimen colonial y a pesar de que los tlacuilos fueron sustituidos por escribanos y cosmógrafos reales (NOGUEZ, 1998; GONZÁLEZ, 2009; MONCADA, 2009).

Al término del régimen colonial, la cartografía hispanoindígena comenzó a caer en desuso como consecuencia de la modernización de disciplinas que, al paso del siglo XIX, se consolidaron como ciencias para el progreso del país, siendo el caso de la geografía y la cartografía. A ello, se suma que el marco jurídico impuesto por el régimen liberal en la segunda mitad de este siglo, despojó a los mapas de todo valor como evidencia para juicios de tierras y aguas, y fueron relegados como “jeroglíficos” mexicanos.

3 A partir de la segunda mitad del siglo XVI la presentación de “pinturas”, en su mayoría mapas hispanoindígenas, fue parte formal en los juicios coloniales. De hecho, los pasos de un juicio de tierra era el siguiente: primero, se hacía la petición de merced o se exponía el problema al virrey mediante cartas; segundo, el virrey instruía a la institución correspondiente para resolver el problema, que podían ser la Real Audiencia de México, un cabildo o instancias locales como una alcaldía; tercero, se notificaba el proceso judicial en la misa dominical; cuarto, se mandaba hacer la pintura correspondiente que regularmente era un mapa en el cual se representaban las tierras y aguas en juicios. En estos mapas se hacía explícita la petición de tomar como asiento al pueblo principal de la zona y por este motivo en ellos se observan pueblos representados mediante glifos toponímicos y distancias de forma simbólica (MONTES DE OCA, 2003).

4 Una de las características del régimen colonial en la Nueva España fueron los procesos de legitimación de tierras y aguas. Para los pueblos de indios esta necesidad se acrecentó a partir de las reformas que impulsó el rey del Imperio español, Felipe II y para legitimar sus derechos se apoyaban en materiales elaborados por los tlacuilos.

Las desjeriglificación

Los tlacuilos no firmaban sus obras, salvo raras excepciones, es por ello que se sabe muy poco de su identidad. Esto ha orillado a que los estudios de sus trabajos estén dirigidos a dos enfoques: arte y derecho. Desde el arte, se han encontrado características que se repetían en la mayor parte de los mapas, por ejemplo, la “circularidad”, la cual sitúa al tlacuilo como un observador al centro de la pintura (RUSSO, 2005), o los trazos que marcaron las bases de urbanización en los pueblos (RAMÍREZ y Fernández 2006).

Desde el campo legal, los mapas han sido conservados por los pueblos indígenas como testimonios visuales para legitimar sus derechos sobre las tierras y aguas, las cuales, se ha manifestado en un sinnúmero de casos, son de tiempo “inmemorial”. Por este motivo, muchos pueblos conservaron sus mapas en secreto o elaboraban algunos de forma apócrifa (O’PHELAN, 1993; ESCOBAR et. al., 2002).
Desde el campo legal, los mapas han sido conservados por los pueblos indígenas como testimonios visuales para legitimar sus derechos sobre las tierras y aguas, las cuales, se ha manifestado en un sinnúmero de casos, son de tiempo 'inmemorial'

El recelo de los mapas comenzó en el siglo XIX, cuando éstos quedaron en desuso frente a las políticas de los regímenes liberales, debido a que los despojaron de su valor legal. Estos regímenes impulsaron la modernización de la cartografía y asignaron la tarea del diseño de planos y mapas a expertos en instituciones científicas (GARCÍA, 2009). A pesar del esfuerzo realizado por miembros de la Sociedad de Geografía y Estadística (AZUELA, 2003), organización que destacó por su papel en la construcción de la ciencia en México y que tuvo personajes destacados como Manuel Orozco y Berra, estudiosos de mapas hispanoindígenas; los mapas fueron condenados por la modernización y se catalogaron como “jeroglíficos” mexicanos o indígenas. Además fueron relegados a bibliotecas y archivos, donde permanecieron guardados y en silencio por más de un siglo.5

En la segunda mitad del siglo XX, la cartografía hispanoindígena fue rescatada de los archivos y hubo una revalorización de su contenido artístico, cartográfico y legal gracias al trabajo de investigadores y organizaciones sociales (LEÓN-PORTILLA, 2011). Debido a este esfuerzo, se sabe que los tlacuilos eran un cuerpo de artesanos que durante la época colonial se especializaron en la pintura de mapas, lo que dio vida a la cartografía hispanoindígena. Ellos tuvieron un papel fundamental en la sociedad tanto en la época prehispánica como en la colonial, donde, a pesar de haber sido perseguidos, lograron construir un puente visual que acercó a españoles e indígenas a una misma realidad geográfica.

La obra de los tlacuilos forma parte de la identidad y memoria de los pueblos porque es testimonio de sus derechos y del origen de la territorialización de México. Además, sus trabajos constituyen una de las más ricas colecciones cartográficas sobre el territorio mexicano, ya que al haberse elaborado durante los siglos XVI y XVIII, el número que existen de ellos es muy grande. Su trascendencia histórica se ubica en el pasado colonial, donde tuvieron un papel decisivo en los juicios de tierras y aguas, y en el presente, pues son parte fundamental de la memoria e identidad de los pueblos, así como de la cultura en todo el país.

5 El esfuerzo de Manuel Orozco y Berra por estudiar y comprender la cartografía hispanoindígena queda de manifiesto en sus obras Apuntes para la historia de la geografía en México (1881) y Materiales para una cartografía mexicana (1871). Sin embargo, el título del primer capítulo de esta última confirma el argumento de Raymond Craib (2013), sobre la catalogación que recibieron los mapas indígenas coloniales en el XIX. Para Orozco y Berra se trataba de “Planos en Geroglíficos”.

Bibliografía

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ESCOBAR, Antonio; Romana Falcón y Raymond Buve comps., Pueblos, comunidades y municipios frente a los proyectos modernizadores en América Latina, siglo XIX, San Luis Potosí: CEDLA / El Colegio de San Luis, 2002.

GALARZA, Joaquín, “Los códices mexicanos”, Arqueología Mexicana, n. 23, 1997, pp. 6-13.

GARCÍA, Irma, Historia de la visión territorial del Estado mexicano, Guadalajara: Universidad de Guadalajara / UNAM, 2009.

GAYOL, Víctor, Laberintos de justicia. Procuradores, escribanos y oficiales de la Real Audiencia de México (1750-1812), Morelia: Colegio de Michoacán, 2007.

GONZÁLEZ, Leonardo A., Enrico Martínez y el primer desagüe artificial en la Nueva España, Barcelona: Académica Española, 2013.

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MONCADA Maya, José Omar, "Construyendo el territorio. El desarrollo de la cartografía en Nueva España", en Historias de la Cartografía de Iberoamérica. Nuevos caminos, viejos problemas, Instituto de Geografía, Coords. Héctor Mendoza Vargas y Carla Lois, México: UNAM/INEGI, 2009, pp. 161-182.

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MOTOLINÍA, Toribio, Historia de los indios de la Nueva España: relación de los ritos antiguos, idolatrías y sacrificios de los indios de la Nueva España, y de la maravillosa conversión que Dios en ellos ha obrado, Ed. Edmundo O'Gorman. México: Porrúa, 1979.

NIETO Olarte, Mauricio, Remedios para el Imperio: historia natural y la apropiación del Nuevo Mundo, 2ª ed., Bogotá: Universidad de los Andes, 2006.

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RAMÍREZ, Marcelo y Federico Fernández Christlieb, “La policía de los indios y la urbanización del altépetl”, en Territorialidad y paisaje del altépetl en el siglo XVI, Federico Fernández Christlieb y Ángel García Zambrano eds., México: UNAM / FCE, 2006.

RUBIAL, Antonio (coord.), La Iglesia en el México colonial, México: UNAM/ BUAP / Educación y Cultura, Asesoría y Promoción, 2014.

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SOTELO, Santos, Laura Elena, "Los códices mayas prehispánicos en la era digital”, Revista Digital Universitaria, n.13, vol.12, 2012, [en línea]: http://www.revista.unam.mx/vol.13/num12/art115/index.html [Consulta: 20 de marzo de 2015

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Leonardo Abraham González Morales
Candidato a doctor en Filosofía de la Ciencia por la UNAM

Leonardo Abraham González Morales Historiador de formación en la UNAM, ha seguido las líneas de investigación sobre la tecnología hidráulica en la Nueva España y la cartografía hispanoindígena, que ha consolidado con la publicación de su tesis de maestría Enrico Martínez y el primer desagüe artificial en la Nueva España. Barcelona: Editorial Académica Española, 2013; y en el doctorado que realiza en la UNAM, en el posgrado en Filosofía de la Ciencia. Ha colaborado en el proyecto Ciencia Básica No. 130847, Historia de los Instrumentos, que organizó el Centro de Investigaciones Avanzadas del Instituto Politécnico Nacional; y actualmente desarrolla el proyecto de reconstrucción virtual de mapas indígenas, con el Departamento de Visualización y Realidad Virtual del Observatorio Ixtli de la UNAM, en el proyecto "La cartografía, instrumentos de justicia y memoria. Historia del río Cuautitlán"; y realiza asesorías en la materia Historia Universal, para el desarrollo de la plataforma virtual SABER, que la Dirección General de Evaluación Educativa, de la UNAM, realiza como herramienta para los jóvenes del bachillerato.
GONZÁLEZ MORALES, Leonardo Abraham "Los tlacuilos y la construcción del espacio novohispano en el siglo XVI" Revista Digital Universitaria [en línea]. 1 de abril de 2015, Vol. 16, No.4 [Consultada:]. Disponible en Internet: <http://www.revista.unam.mx/vol.16/num4/art29/index.html> ISSN: 1607-6079.

Los tlacuilos y la construcción del espacio novohispano en el siglo XVI

Leonardo Abraham González Morales

El presente artículo explora el trabajo de los tlacuilos como un cuerpo de especialistas que dieron vida a la cartografía hispanoindígena durante la colonización española. Los tlacuilos eran pintores-escribanos de origen indígena que desarrollaron un complejo sistema simbólico para representar las entrañas del territorio novohispano a través de pictoglifos pintados sobre diversos materiales orgánicos como lienzos. Además, sus obras constituyen una de las más ricas colecciones cartográficas sobre la territorialidad mexicana, ya que al haberse elaborado entre los siglos XVI y XVIII, el número que existen de ellas es muy grande. Su trascendencia histórica se ubica en el pasado colonial, donde tuvieron un papel decisivo en los juicios de tierras y aguas; y en el presente, pues son parte fundamental de la memoria e identidad de los pueblos, así como de la cultura en todo el país.

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