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Toulmin
(1958) y Toulmin, Rieke and Janik (1979), quienes conciben
a la retórica epistémicamente como una forma
de conocimiento que genera conocimiento, acuerdos y cambios
conceptuales, señalan que la creación de nuevos
paradigmas no surge de revoluciones que ignoran las antiguas
creencias y concepciones. El paradigma involucra la lectura
crítica de la realidad en un ambiente de competición
en el que la verdad no se concibe como algo inmutable, sino
contingente y creada tanto en un contexto retórico
argumentativo como en uno histórico cultural:
…aquellos
que ignoran el contexto en que se hallan las ideas, están
destinados a malentenderlas. En muy pocas y autosuficientes
disciplinas teóricas –por ejemplo, las partes
más puras de las matemáticas- uno puede quizá
desgajar conceptos y razonamientos de los medios histórico-culturales
en los que se introdujeron y usaron, y considerar sus méritos
y defectos fuera de tales medios. (Janik y Toulmin, 2001,
p. 31.)
Toulmin
(1992) distingue entre argumentos substanciales y analíticos.
En éstos la conclusión no trasciende el contenido
de premisas universales. En aquéllos se infiere a partir
de los datos del contexto. El razonamiento analítico
es el formal y lógico usado por matemáticos
y hombres de ciencias, basado en tesis preexistentes. El práctico,
substancial, no se mide con base en criterios de corrección
o validez, sino de relevancia o irrelevancia, fortaleza o
debilidad.
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