El
éxito depende del explante
El
procedimiento general (Figura
1) consiste en inocular un medio
de cultivo gelificado (generalmente con agar,
Gelrite o Phytagel®) con un fragmento
de tejido u órgano vegetal, llamado
explante, previamente tratado para eliminar
todo organismo que se encuentre en su superficie
(desinfestación).
El
cultivo se incuba bajo condiciones ambientales
de luz, temperatura y humedad controladas,
que junto con las fisicoquímicas y
nutricionales conducen el desarrollo del explante
hacia la formación de una masa celular
amorfa denominada callo, o hacia la diferenciación
en un tejido organizado que producirá
órganos o embriones. Los callos obtenidos
mediante este procedimiento pueden subcultivarse
para su mantenimiento y propagación
o inducir su diferenciación para formar
órganos (organogénesis), embriones
(embriogénesis) o pasarse a un medio
de cultivo líquido para obtener células
y pequeños agregados en suspensión.
Los
cultivos se mantienen bajo las mismas condiciones
físicas y fisicoquímicas usadas
para la inducción de callos. Los cultivos
de órganos se puede rediferenciar hasta
plantas completas (micropropagación)
que luego se transfieren a invernadero. La
temperatura de los cultivos generalmente se
controla entre 25 y 28 °C, el pH entre
5.2 y 6.5 y la luz de 0 a 12,000 lux (Calva
y Ríos 1999, Seabrook 1980, Martin
1980, Yasuda et al 1972).
Las plantas jóvenes o en desarrollo
con tejidos meristemáticos y crecimiento
vegetativo vigoroso son la mejor fuente de
explantes. Aunque en una misma planta se puede
encontrar tanto crecimiento juvenil como adulto,
el primero se caracteriza por ser activo y
por la ausencia de estructuras reproductoras,
mientras que el adulto es más lento
y presenta estructuras sexuales para la reproducción
de la planta. Además, las plantas adultas
pueden haber acumulado mayor cantidad de microorganismos
en sus tejidos y contener menos células
meristemáticas, necesarias para establecer
los cultivos in vitro (Calva y Ríos
1999, Seabrook 1980, Street 1977).
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