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Las travesuras de Hermes: ¿conocimiento más allá del lenguaje?
José Manuel Redondo Ornelas
 

El conocimiento de los nombres

La finalidad de los nombres, convendrán provisionalmente Sócrates y Crátilo, será instruir o enseñar (435d); quien conoce los nombres conoce las cosas que nombran. Así, nos dice Guthrie, el nombre es “una afirmación del eidos”. 7 “La corrección de los nombres que acabamos de examinar quería decir que ellos revelaban cada objeto como era” (422d). “Nosotros estamos de acuerdo en que la corrección de un nombre significa que mostrará un objeto como es”(428e).

Incluso en el caso de que los nombres sean convención, las sílabas y letras precisas no cuentan “con tal de que la esencia del objeto prevalezca y se descubra en el nombre” (393d). Los nombres, como todas las cosas de las que decimos que son, participan de un eidos, y su mayor o menor participación definirá la corrección o incorrección del nombre. Ahora, a pesar de lo afirmado, se pregunta Sócrates: ¿cómo podemos conocer las cosas en un primer momento en que éstas no tienen nombres (como en el caso del hipotético nomothetés o “nombrador”), si es que conocer es conociendo los nombres?. De ahí la necesidad, como se planteará Sócrates al final de su diálogo con Crátilo, de poder aprender la realidad de un modo diferente y mejor que a través de los nombres (y de las palabras, habría que agregar): “Por consiguiente, si es posible conocer las cosas principalmente a través de los nombres, pero también por sí mismas, ¿cuál será el más bello y claro conocimiento: conocer a partir de la imagen si ella misma tiene un cierto parecido con la realidad de la que sería imagen, o partiendo de la realidad, conocer la realidad misma y si su imagen está convenientemente lograda?”(439a,b). Me parece que una clave la encontramos aquí en la idea de aprender la realidad a través de los nombres: dianoia, razonamiento discursivo, es una palabra griega compuesta por el prefijo dia, a través; de ahí que signifique a la razón que va de premisas a conclusiones, como mencionábamos en la introducción en donde también hacíamos mención de la imagen de la línea en República VI; en la línea se presenta la nóesis como la intelección perfecta e inmediata, no mediada, de los primeros principios o ideas.

Recuérdese que la línea representa el proceso dialéctico del conocimiento que va de la sensación hasta la intuición; el papel del dialéctico en el Crátilo es fundamental pues será quien determine la corrección del nombre. ¿Se vislumbra así una claridad de Platón respecto a las limitaciones del lenguaje y el razonamiento discursivo como medios para comprender las realidades primeras y esenciales? Dicha limitación podría ser franqueada sólo por la intuición intelectual, la comprensión súbita. Se pregunta Guthrie:

¿Cómo es posible el conocimiento de realidades objetivas y cuáles son sus condiciones previas necesarias? Se la podría llamar, de otro modo, una declaración de los papeles respectivos de la intuición y el pensamiento discursivo o metódico en la filosofía de Platón.

Y a continuación cita a Richard Robinson:

La alternativa al proceder ordenado y sistemático podría decirse actualmente que es la intuición. Es una idea familiar en nuestros tiempos contraponer al empollón que se aproxima al objetivo sirviéndose de una planificación cuidadosa con el genio que lo consigue de un golpe. Esta contraposición parece que está completamente ausente de Platón. El posee la idea de intuición, al igual que la de método, pero no los contrapone de ese modo...La intuición no es para él un modo fácil de saltarse el método, sino la recompensa que se reserva precisamente para el maestro del método. La contraposición se da entre el método coronado por la intuición, por una parte, y el azar, el esfuerzo estéril, por otra.8

De ahí que el mismo Guthrie concluya –no poco paradójicamente (y evóquese la advertencia de Rappe)- en sus comentarios al Crátilo, que el nombre “sirve” sólo si se conocen de antemano las esencias.9


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