La prueba decisiva

Vol. 19, núm. 6 noviembre-diciembre 2018

La prueba decisiva

Luis Alberto Cabrera Díaz Cita

Resumen

Este artículo trata acerca de la historia de un estudiante que consiguió un puntaje perfecto en el examen de aceptación para preparatoria, COMIPEMS. Se expresan algunas ideas que adquirió durante el proceso de estudio y realización del examen. El estudiante explora temas como la amistad, la rutina, el ambiente escolar, el desarrollo personal, el futuro, así como una reflexión general acerca de los puntajes en los exámenes y cómo éstos pueden crear prejuicios erróneos de las personas que los obtienen.

Palabras clave: examen, relato, puntaje perfecto, escuela, estudiante.

The decisive proof

Abstract

This article is about a student who obtained a perfect score in the high school acceptance test, COMIPEMS. It shows some of the ideas that this student acquired during the studying process until the completion of the final test. The student covers topics such as friendship, daily routine, school environment, personal development in the long term, and an overall knowledge related to the test and its scores, that can create a mistaken image about people who obtain them.

Keywords: test, story, perfect score, school, student.

Introducción


En primer lugar, quisiera mencionar que no pretendo mostrar algo extraordinario en este artículo. Como muchas personas de mi edad, vivo sumergido en la rutina, la monotonía y los contratiempos diarios. Los detalles dados a continuación bien podrían hacer que algún otro se sienta identificado, o bien serles completamente indiferentes, la decisión será cuestión de la experiencia y vivencias de cada persona. Si la vida estudiantil es una etapa clave en la formación de cualquier individuo, ¿por qué no esforzarse para sacarle el mayor provecho posible? Esta pregunta me la hago constantemente durante el curso del ciclo escolar. Tal vez piensen que me refiero únicamente al ámbito educativo, sin embargo, podemos aplicarlo en diversas ramas. Por ejemplo, en nuestras relaciones personales o escolares y cómo éstas impactan –bien o mal– nuestras vidas. De lo que estoy seguro, es que nadie sale siendo la misma persona que era cuando entró. Me llamo Luis Alberto, soy estudiante del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) plantel Sur, obtuve un puntaje perfecto en el Concurso de Asignación a la Educación Media Superior (COMIPEMS) y no me considero especial. Soy como cualquier persona de mi edad. Diversos gustos, ocupaciones y preocupaciones, en su mayoría banalidades, es verdad, pero inquietudes en sí. Me gusta la música, las series animadas y los animales, en especial los perros. En mi tiempo libre disfruto leer, ver películas y pasar tiempo en las redes sociales. Soy aficionado de la música pop, el trabajo de artistas como Björk, Kate Bush y St. Vincent se encuentra ampliamente relacionado con mi vida diaria. Disfruto de cualquier tipo de película, en especial las animadas dirigidas a un público más joven, esto mismo sucede con las series televisivas. Sueño con algún día recibirme como médico y aportar algo a la sociedad, lo cual, en mi opinión, es lo mínimo que cualquiera debería hacer. Esta es una de mis canciones favoritas:


Asimismo, mi vida diaria no sale del molde de la rutina, a mis 16 años de edad y cursando el tercer semestre de la licenciatura, podría esperar más. Sin embargo no me puedo quejar, pues estoy plenamente consciente que al igual que yo, hay más personas en la misma situación. En días normales de escuela sigo un ritmo repetitivo, pero sin llegar a ser molesto, los fines de semana suelen variar las actividades que realizo con mi familia, pero en esencia son lo mismo de siempre. Este semestre ingresé a varias actividades extracurriculares –tal vez demasiadas para mis capacidades–, para sobrellevar lo monótona que puede llegar a ser la rutina. El poder realizar este artículo para ayudar a futuros aspirantes con base en mi propia experiencia fue la primera que se me presentó y me parece realmente emocionante –y una gran oportunidad para expresar mi opinión en algunos temas–. Como estudiante considero que es muy importante que nuestra voz colectiva sea escuchada, y que debemos ayudarnos unos a otros. Aunque este sea un artículo que relata una experiencia propia, me gusta pensar que puede llegar a ayudar a alguien, o al menos que algún lector llegue a sentirse identificado con lo que relato y sepa que no está solo en su sentir.

Huella estudiantil


Siendo sincero, la realidad es que mi paso por la secundaria no fue una etapa por completo placentera. Yo la llamaría, más bien, una experiencia agridulce. Cabe aclarar que la escuela no es mala, simplemente mi experiencia en ella no fue la mejor.


Como un chico proveniente de una primaria pública no tenía problema con las instalaciones, la mayoría de los maestros hacen muy bien su trabajo –lo escribo en tiempo presente ya que sigo al pendiente de varios proyectos que se llevan a cabo en la escuela– y en realidad nunca tuve ninguna adversidad que me causara algún problema mayor o realmente grave. Tuve pocos amigos, eso es cierto, aunque fueron suficientes para las necesidades sociales de alguien de entre 12 y 15 años. Gracias a ellos viví varias de las mejores experiencias que tuve en ese período, pero también varias de las peores y que más me marcaron. No podría decir con exactitud cómo esto repercutió en mi preparación, ya que –como cualquier persona en ese rango de edad– muchísimas cosas pasaban por mi cabeza en ese momento, lo cual volvía la tarea de estudiar bastante más compleja, aunque por lo visto no imposible. Puede que hasta ese momento mi vida fuera monótona y repetitiva –y como ya lo mencioné, hasta cierto punto lo sigue siendo–, pero el bachillerato me abrió muchísimas puertas, conocí a excelentes personas que espero se queden por mucho tiempo, pero sobre todo amplió mi visión del mundo y me dio varias experiencias que no habría podido obtener en otro lugar. No voy a profundizar mucho más en este tema –porque además hablaré un poco de mi experiencia al entrar al CCH Sur más adelante– ya que, en esencia, este artículo no es sobre mi vida, pero es importante que el lector conozca algo de ella para entender algunos temas que se retomarán más adelante.

Un arduo esfuerzo


La prueba para ingresar a nivel medio superior aterroriza cada año a varias generaciones recién egresadas de la secundaria, es un examen que –en mi opinión– puede decidir su futuro. Para muchas personas los resultados obtenidos pueden ser cruciales para seguir estudiando o, en todo caso, empezar a trabajar, claro que hay quienes lo intentan de nuevo, pero al final sólo existen estas dos posibilidades. Es lógico pensar que el resultado depende mucho del esfuerzo que cada alumno haya puesto al momento de estudiar las guías impartidas y los temas básicos que éste contendrá, aunque es obvio que, si el alumno en cuestión no prestó gran interés por el estudio durante la secundaria, o inclusive si no recibió los conocimientos necesarios por parte de sus tutores, es muy complicado que se desarrolle plenamente durante la prueba y obtenga un puntaje alto. Por mi experiencia puedo asegurar que esta es la parte más complicada de todo el proceso que significa realizar el examen, ya que se requiere de un arduo esfuerzo si se desea obtener un resultado óptimo.


Por mi parte puedo decirles que mi rutina de estudios no fue sencilla, pero algunos aspectos que facilitaron las cosas fueron el gran apoyo por parte de mi familia, un lugar confiable en el que podía estudiar muchos temas que no recordaba haber visto durante la secundaria y varios exámenes de prueba que realicé y que me ayudaron a practicar diferentes técnicas que podría aplicar cuando llegara el verdadero. Me gustaría hacer las siguientes recomendaciones: no estudiar nada el día anterior al examen, lo que no aprendiste en todo el tiempo que tuviste para estudiar no lo aprenderás en un día, sirve distraerse realizando alguna actividad o compartir palabras de aliento entre amigos, ya que ayuda a que el tiempo corra sin preocupaciones hasta la hora del examen. También los consejos básicos de siempre, no deben dejarse respuestas en blanco, si alguna pregunta se te dificulta, déjala hasta el final, empieza con la materia que más domines para empezar bien el examen y sobre todo lee bien las preguntas, no importa que las repitas dos o tres veces, pero siempre asegúrate de entenderlas completamente.

La hora ha llegado


Aunque la dedicación al estudio sea complicada, la parte más crítica y crucial de todas es sin duda la realización del examen. El momento decisivo, una prueba cuyo resultado podría definir el resto de tu vida, y que, en cuanto menos la esperas, llega. Al tener toda esta presión es posible que hasta el que se cree más preparado se derrumbe al entrar en el aula y se le otorgue uno de los exámenes más importantes que realizará en su vida entera.


El día en que hice mi examen fue, al menos, curioso. Me desperté algo tarde y los nervios del día hicieron que sintiera que no iba a llegar al examen. Tras un largo camino en donde sólo pensaba en cómo el resultado repercutiría en mi vida, al fin llegamos. Realicé mi examen en la UNILA Sur, cuando llegué recuerdo haber visto más padres que chicos en la entrada, lo cual no me sorprendió, pues para ese momento estaba consciente de lo entusiastas que pueden llegar a ser y de lo preocupados que se pueden llegar a sentir al ver entrar a sus hijos al plantel donde se les aplicará el examen que definirá los siguientes años de su vida.

El clímax


El momento llegó, el supervisor del aula entrega los exámenes, da las indicaciones finales y la señal para comenzar. Ahí está ese cúmulo de hojas que definirá el futuro de miles de estudiantes, que determinará si su plan de vida continúa o sufre cambios; y, más que para asustar al lector, remarco esto para asegurar que se le dé la importancia debida al examen y que no se tome a la ligera. Tras esas hojas, entre cada párrafo, en la tinta de cada una de las letras se encuentra el futuro, la escuela soñada, nuevos compañeros y amigos, todo el aprendizaje que se puede obtener en ese período de tiempo, todas esas oportunidades tras un cuadernillo lleno de preguntas con su respectiva hoja de respuestas. Al final, el resultado del examen depende de varios factores, los cuales varían mucho de persona en persona, por ejemplo: la cantidad de conocimientos que se tienen, el estado en el que se encuentra la persona y, sobre todo, la facilidad para controlar los nervios y evitar bloqueos mentales. Si, como yo, el lector es de esas personas que entran en pánico al tener un examen enfrente, un consejo es el llevar dulces para tranquilizarse. También ayuda mucho llevar un reloj de pulso, ya que te permite llevar tu propia cuenta y evitar el estrés de no saber cuánto tiempo te queda. Sobre todo, lo mejor que puedes hacer es usar todo el tiempo que necesites, el salir más rápido no siempre significa mejores resultados, así que es mejor relajarse, aclarar tus ideas y dar lo mejor de ti en esta prueba.


Tras haber realizado el examen es hora de relajarse, al menos hasta el día de la entrega de resultados, en el que se siente como si algo te comiera las entrañas del nerviosismo, aunque por experiencia propia puedo decir que el quedarte en la escuela que querías es de las mejores sensaciones que se pueden sentir, el saber que los siguientes años estarás en la institución anhelada y siempre habrá quien comparta el drama que es la vida juvenil.

El puntaje


Recuerdo perfectamente cómo pasó todo. Ya era tarde y estaba en la sala de la casa de mi abuela, mis padres habían salido por comida y yo me encontraba tratando de distraerme viendo la tele, aunque realmente era en vano, la experiencia de esperar los resultados hubiera sido horrible de no haber sido porque un buen amigo me llamó y pude platicar con él mucho tiempo, lo cual logró que me relajara y pudiera expresar todo lo que sentía. Un rato después de acabar la llamada mis papás llegaron, no mencionaron nada sobre el tema hasta un rato después que les pregunte cómo es que estaban tan tranquilos, en ese momento se dibujó una sonrisa en su rostro. Ellos ya lo sabían, la noticia les había llegado antes que a nadie por correo, al principio fue difícil de creer, pero era la verdad. Lo que pasó después no fue de mi completo agrado, entrevistas, reportajes, artículos, todos acerca del desempeño en el examen de tres estudiantes, y uno de ellos soy yo. Todo lo que sucedió después de la noticia me abrumó, sé que si no hubiera sacado esa calificación mi vida hoy sería muy distinta y no hubiera tenido muchísimas experiencias gratas que el puntaje me dejó experimentar. Aun así, por mí cabeza seguían pasando muchas cosas, pero sobre todo una pregunta, la cuestión principal que llegó a mí tras todos estos eventos: ¿por qué darle tanta importancia al resultado de un examen? Sí, ya sé que dije que este examen puede decidir el futuro, y desde mi punto de vista lo considero cierto, pero esta pregunta tiene otro enfoque, ¿por qué menospreciar, o en otros casos engrandecer, a las personas por su desempeño en un examen? ¿Por qué las personas que sacaron más de 100 aciertos y se quedaron en alguna de sus primeras opciones sienten que son mejores, son más inteligentes o inclusive que tienen más valía que las que no lograron su cometido? Y bueno, en realidad basaba esta idea en muchos casos de chicos que se burlaban de sus propios compañeros, aquellos con los que pasaron tres o incluso tal vez más años, únicamente por no haberse quedado en la escuela de sus sueños, algo terrible pero real. Y esto no es únicamente en internet o entre amigos, a lo largo de mi estancia en mi amada escuela he estado constantemente en situaciones incómodas debido a esto mismo, muchos compañeros al enterarse de la noticia no pueden evitar sorprenderse y comenzar a hacer preguntas. No me malentiendan, esto no es una molestia, el problema viene cuando me empiezan a tratar distinto por ello y no por lo que en realidad puedan pensar de mí, como pasa con los chicos de bajo puntaje, pero de forma inversa. Puede que parezca una banalidad, pero considero que el pensamiento que promueve el hecho de que un puntaje es proporcional a la inteligencia del que lo obtuvo debe ser erradicado. En mi opinión, lo único que demuestran tus aciertos fue la calidad educativa que obtuviste –o decidiste obtener– durante la secundaria, o al menos qué tanto esfuerzo pusiste a la hora de estudiar para salir lo mejor posible en la prueba. Cualquiera se sorprendería al conocer la cantidad de personas que he conocido que entienden temas que a mí me cuestan muchísimo trabajo y obtuvieron un puntaje muy por debajo del mío.

Un nuevo ciclo


El bachillerato es algo muy distinto a la secundaria. Y no me entiendan mal, no porque algo sea distinto es necesariamente malo, pero cambia tu perspectiva de la vida y el estudio en grandes dimensiones. Para muchos la vida en la secundaria se reducía solamente a juegos, amigos y tareas, pero al entrar al bachillerato te das cuenta de que, en realidad, más que amigos, compañeros o conocidos tienes rivales, ya que cada quien compite por un lugar en el siguiente nivel: la universidad.


Me gusta imaginar la vida estudiantil como una carrera, en la que puede que muchas personas lleguen a la meta, pero de éstas muy pocos serán los verdaderos ganadores, llevando sus sueños hasta el límite y esforzándose a diario para cumplirlos por completo. Ésta es una de las principales enseñanzas que me ha dejado el bachillerato, y aunque suene un poco estresante –y lo es– el conocer a personas increíbles en la escuela, que se vuelven muy cercanas y expanden tu visión del mundo, es sin duda lo que vale la pena en este nivel.

Quién sabe, puede que si la conexión es verdadera al pasar de los años y superar cualquier contratiempo, al final se le pueda considerar un verdadero amigo, aunque no puedo asegurar que esto suceda –como ya dije, no tengo tantos amigos, y he perdido contacto con la mayoría de los que quedaban de la secundaria–. Sé de varias personas que tienen amigos desde la primaria, tal vez porque siguen juntos desde entonces, o porque su vínculo es muy fuerte, no estoy completamente seguro, pero sé que existe esa clase de amigos, y aunque no cuente con una amistad tan larga aún, no pierdo la esperanza.

Desde que entré a la brigada de protección civil de mi escuela he vivido muchos momentos increíbles con los cursos, eventos y prácticas, esto es lo que por el momento me hace más feliz.

También planeo ingresar a la opción técnica de urgencias médicas para el siguiente semestre y estoy en proceso de realizar un proyecto en el programa Jóvenes Hacia la Investigación. Si a alguien le interesan las carreras técnicas agrego este link.

Algunos consejos:
  • Aprovecha tu escuela al máximo, no te limites a las clases normales, inscríbete a un taller, opción técnica, cursos, programas, etcétera.
  • No te conformes con lo mínimo, acepta nuevos retos y oportunidades que harán que tu experiencia en la escuela se vuelva inolvidable, no seas de esos que sólo cumplen con su horario y desaparecen de la escuela, si es necesario vive ahí. Existen tantas opciones para que al momento de salir puedas estar satisfecho sabiendo que hiciste todo lo que querías hacer durante esos años, además de que obtendrás experiencias que ningún otro lugar te podrá dar.
  • Es bien sabido que el bachillerato es muy demandante en todo aspecto, tienes que ser constante, no fallar y obtener el mejor promedio que puedas para que al salir tengas un lugar asegurado y sobre todo hagas sentir orgullosa a tu casa de estudios, sea la que sea. Y mientras llega el momento de egresar trata de hacer lo mejor para ti y tu escuela, haz que tu estadía haya valido la pena y sobre todo deja de juzgar a la gente por su puntaje, no importa en qué plantel vayas, no importa de qué institución vengas, recuerda que somos personas, no números.

Referencias

Show Buttons
Hide Buttons

Revista Digital Universitaria Publicación bimestral Vol. 18, Núm. 6julio-agosto 2017 ISSN: 1607 - 6079