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La importancia de proteger al maíz como un bien común. Entrevista con la Dra. Elena Álvarez-Buylla Roces
Patricia Muñetón Pérez
 
 

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RDU: Actualmente, en Internet y en muchos medios de comunicación el término transgénico siempre se ha manejado con una connotación negativa ¿Qué opina al respecto?

EAB: No es correcto. Los transgénicos no son el “demonio”, ni tampoco la “panacea”. Como cualquiera tecnología un transgénico puede ser perverso o puede ser virtuoso depende el contexto en el que se utilice y el objetivo de su uso. Depende también del tipo de transgénico, es decir, el generar maíces transgénicos que expresan sustancias que no se pueden ni deben comerse y con ello amenazar la vocación alimenticia del maíz, es una barbaridad, por ejemplo, es casi un crimen en contra de la humanidad, porque se está arriesgando uno de los cereales más importantes de la base alimenticia de un sector importantísimo de la humanidad.

Este tipo de maíces bio-reactores transgénicos implican un riesgo mayúsculo, pues al generarse se está abriendo el riesgo de que sus genes lleguen a los maices que usamos para comer. Han ocurrido escapes de siembras experimentales pequeñas de desarrollos transgénicos no autorizados o no aptos para consumo humano. Tal es el caso del arroz Liberty Link de Bayer sembrado en un área muy pequeña en condiciones estrictas de contención. Sin embargo, y siendo mucho menos promiscuo que el maíz, se escapó y llegó a los anaqueles de todo el mundo. Como Japón sí tiene una política pública precautoria para proteger su cereal básico, sin ser centro de origen, lo detectó, porque ahí si están muy pendientes de que no vaya a contaminarse su arroz con arroces transgénicos, y menos el LL de Bayer no autorizado para el consumo humano. En México se hicieron pruebas, las hizo el Instituto Nacional de Ecología (INE), y el 90 por ciento de los arroces de anaquel tenían este desarrollo experimental que se había escapado hace unos años de una siembra pequeñita. Entonces si ahora existen siembras pequeñitas de maíces que expresan anticoagulantes (una de las substancias no comestibles expresadas en los maíces bio-reactores), hay cierta posibilidad de que esos anticoagulantes acaben en la mesa de los mexicanos.

Este es pues el caso de un desarrollo tecnológico, no virtuoso desde el punto de vista social, pero que a lo mejor es muy buena idea en términos lucrativos, de negocio, pero no se debería permitir, si a la vez implica arriesgar la base alimenticia de un sector de la población muy grande, es una cuestión de ética. Pero no hay que estigmatizar la tecnología, la cual no es ni buena ni mala; sus efectos dependen de cómo y con qué fin se le use. El plantear estos esquemas maniqueos de bueno o malo es muy anticientífico, muy inconveniente, polariza el discurso y deja a la sociedad civil desprovista de argumentos y de elementos para una opinión razonada.

Lo que está muy claro es que los transgénicos bio-reactores deberían prohibirse para el caso de plantas alimenticias o que pueden llegar indirectamente a la red alimenticia, y los desarrollos transgénicos de uso agronómico (como el maíz resistente a plagas, el Bt, o el tolerante a herbicidas, Round up Ready) y que están ofertados en el mercado hoy en día, no fueron hechos con fines ambientales o sociales, sino de lucro y han beneficiado principalmente a las corporaciones que los desarrollaron y los están comercializando, así como a algunos productores de tipo industrial. Además estos desarrollos no se han probado lo suficiente en términos de sus efectos al ambiente, a la salud o a las condiciones socioeconómicas de los pueblos. Y en el caso de los centros de origen y diversidad, como es México para el maíz, ha quedado claro que no es posible evitar que se escapen de los sitios para los cuales se las ha aprobado y contaminen los acervos nativos de maíz, que pueden ser la base de programas futuros de mejoramiento imprescindibles para enfrentar futuras crisis agrícolas o ambientales (por ej. Producto del cambio global). Tampoco se debería permitir su consumo masivo, y menos sin consentimiento hasta que no se sepa cuáles son sus efectos a largo plazo. Por ello es crucial exigir el etiquetado para que la gente lo adquiera sobre su propio riesgo, eso es lo que en Europa se ha establecido y que deberíamos de impulsar en México, sin embargo la ley no lo contempla, porque hubo gran presión, un gran cabildeo de las empresas para que esto no fuera así.

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