No prevenía entonces que ingenios de categoría tan superior pueden en la perspicacia de su entendimiento contener las ciencias como en semilla, que da copioso fruto a cultivo ligero, para que sólo les hace falta la arbitraria propiedad de los términos, que si tal vez no sirve a la inteligencia sustancial, aprovecha siempre de explicarse al uso de los maestros. Éstos la faltaron siempre a esta prodigiosa mujer, pero nunca la hicieron falta; dentro de sola su capacidad cupieron cátedra y auditorio para emprender las mayores ciencias, y para saberlas con la cabal inteligencia que tantas veces se asoma a sus escritos (ALATORRE, 2007).
La célebre monja de México, sor Juana Inés de la Cruz, es conocida de todos por sus eruditas y agudas poesías, y así es excusado su elogio. Sólo diré que lo menos que tuvo fue el talento para la poesía, aunque es lo que más se le celebra. Son muchos los poetas españoles que la hacen grandes ventajas en el numen, pero ninguno acaso la igualó en la universalidad de noticias de todas facultades (ALATORRE, 2007).
Con esto proseguí, dirigiendo siempre, como he dicho, los pasos de mi estudio a la cumbre de la sagrada teología; pareciéndome preciso, para llegar a ella, subir por los escalones de las ciencias y artes humanas; porque ¿cómo entenderá el estilo de la reina de las ciencias quien aun no sabe el de las ancilas? (Ibidem).
[…] aunque no estudiaba en los libros, estudiaba en todas las cosas que Dios crió, sirviéndome ellas de letras, y de libro toda esta máquina universal. Nada veía sin refleja; nada oía sin consideración, aun en las cosas más menudas y materiales; porque como no hay criatura, por baja que sea, en que no se conozca el me fecit Deus, no hay alguna que no pasme, si se considera como se debe. Así yo, vuelvo a decir, las miraba y admiraba todas; de tal manera que de las mismas personas con quienes hablaba, y de lo que me decían, me estaban resaltando mil consideraciones (Ibidem).
1 Estrictamente, esto no es del todo cierto, ya que sor Juana tuvo como maestros al menos a quien le enseñó a leer y, por otra parte, a Martín de Olivas, quien le dio veinte lecciones de latín, según Calleja (ALATORRE, 2007).
2 La fama de sor Juana como poetisa iba ligada al estilo barroco y se la solía comparar con Góngora (véase ALATORRE, 2007). Cuando el neoclásico se impuso y condenó el barroco, sor Juana también fue poco valorada. Un pionero de esta postura fue Feijoo, pero es en el siglo XIX que la monja deja de ser valorada como poeta y se convierte en una figura más célebre por su conocimiento que por su escritura. Por su parte, Francisco Pimentel, después de condenar el estilo gongorino, se lamenta de que sor Juana lo hubiera seguido: "Verdaderamente causa dolor ver ingenios como el de sor Juana extraviados de esta manera; y es seguro que le costaba más trabajo escribir tales despropósitos que una poesía de mérito […]" (Ibidem). Otra figura del hispanismo del siglo XIX, Marcelino Menéndez y Pelayo, describió la poesía de sor Juana: "En tal atmósfera de pedantería y de aberración literaria vivió sor Juana Inés de la Cruz, y por eso tiene su aparición algo de sobrenatural y extraordinario. No porque esté libre de mal gusto, que tal prodigio fuera de todo punto increíble, sino porque su vivo ingenio, su aguda fantasía, su varia y caudalosa (aunque no muy selecta) doctrina, y sobre todo el ímpetu y ardor del sentimiento, así en lo profano como en lo místico, no sólo mostraron lo que hubiera podido ser con otra educación y tiempos mejores, sino que dieron a algunas de sus composiciones valor poético duradero y absoluto" (Ibidem).
3 Los textos de sor Juana son citados por Obras completas, editadas por Antonio Alatorre, Alfonso Méndez Plancarte y Alberto G. Salceda, según se apunta en la bibliografía (se actualiza en algunos casos el uso de mayúsculas).
4 El obispo usó el seudónimo femenino "Sor Filotea de la Cruz" para escribir una carta a sor Juana, a la que ella contesta en su Respuesta, asumiendo el mismo juego, es decir, tomando al obispo por Sor Filotea.
5 Hoy entendemos por ciencia aquellas disciplinas que aplican estrictamente el método diseñado en los siglos XVII y XVIII por Isaac Newton, Francis Bacon, Descartes, entre otros, y actualmente teorizado por filósofos como Popper y Kuhn; sin embargo, en el siglo XVII el significado era algo más amplio, designaba un saber, por ello la inclusión de la teología dentro de las ciencias. Baste con ver la definición del Diccionario de autoridades (1729): 'Conocimiento cierto de alguna cosa por sus causas y principios; por lo cual se llaman así las facultades como la teología, filosofía, jurisprudencia, medicina, y otras'. Por supuesto, para el mundo controlado por la monarquía española no podía haber un conocimiento más cierto de alguna cosa que la teología.
[…] no parece que la represión libresca del Santo Oficio haya sido un obstáculo lo suficientemente poderoso como para ahogar el desarrollo científico de la Nueva España. Los censores no pocas veces fueron tolerantes al permitir que se introdujesen en la Colonia libros de ciencia aparentemente inocuos y cuyos temas abtrusos [sic] debieron serles casi siempre incomprensibles. Sólo cuando la prohibición aparecía registrada en el Índice de libros prohibidos el libro era confiscado y destruido. Pero a menudo ese Índice resultaba obsoleto pues no registraba publicaciones de diez o veinte años atrás[,] algunas de las cuales, aunque posteriormente fueran declaradas prohibidas, pudieron circular con cierta facilidad mientras se actualizaba el Índice […] (1994).
6 Trabulse (1994) indica que existía un enorme tráfico de libros científicos provenientes de Francia, Bélgica, Austria, Portugal, Italia y España, entre otros; y agrega que Galileo, Descartes y los algebristas italianos fueron leídos directamente en el texto original, mientras que otros como Newton pudieron ser consultados a través de sus comentadores. Una muestra del comercio de libros científicos puede encontrarse en un registro de libros que manda desde Sevilla un tal Luis Padilla, en el que figura una abundante cantidad y variedad de libros científicos (entre los que se encontraban las obras de Copérnico), lo que muestra el interés y curiosidad de los científicos novohispanos (véase LEONARD, 1953). Otro caso que ilustra la capacidad del comercio de libros de saltar los exámenes de la Inquisición es el de la amplia biblioteca de Melchor Pérez de Soto, quien reunió cientos de volúmenes, muchos de matemáticas y, sobre todo, de astrología. Entre sus libros se contaban los de Kepler y Copérnico, prohibidos por la Inquisición, así como una abundante colección astrológica, por la cual llamó la atención del Santo Oficio, quienes lo detuvieron y encarcelaron (véase LEONARD, 1974). La mayoría de sus libros, salvo los de astrología, fueron devueltos a su viuda; de este caso concluye Leonard: "Está claro, por lo tanto, que se permitió sólo un poco menos que la libre circulación de todo libro en los reinos de ultramar españoles y que la variedad y riqueza del acervo literario que allí disfrutó, excedió con mucho a lo que entonces estaba al alcance de los habitantes de Nueva Inglaterra" (LEONARD, 1974).
ésta, pues, si no fragua de Vulcano,
templada hoguera del calor humano,
al cerebro enviaba
húmedos, mas tan claros, los vapores
de los atemperados cuatro humores,
que con ellos no sólo no empañaba
los simulacros que la estimativa
dio a la imaginativa
[…]
sino que daban a la fantasía
lugar de que formase
imágenes diversas. […] (2004).
Mandas, Anarda, que sin llanto asista
a ver tus ojos; de lo cual sospecho
que el ignorar la causa es quien te ha hecho
querer que emprenda yo tanta conquista.
Amor, señora, sin que me resista,
que tiene en fuego el corazón deshecho,
como hace hervir la sangre allá en el pecho,
vaporiza en ardores por la vista.
Buscan luego mis ojos tu presencia,
que centro juzgan de su dulce encanto;
y cuando mi atención te reverencia,
los visüales rayos, entre tanto,
como hallan en tu nieve resistencia,
lo que salió vapor se vuelve llanto (CRUZ, 2009).
7 El libro Introducción al Símbolo de la Fe de fray Luis de Granada parece haber sido una de las fuentes más importantes para el Primero sueño de sor Juana, como muestran las notas de Alatorre, Méndez Plancarte y el acucioso trabajo de Soriano Vallès. Tal libro no tiene exactamente un propósito científico, lo que se proponía Granada en la primera parte de su libro era mostrar la grandeza de Dios, que se manifestaba en la creación, y para ello reunió muchísimo del conocimiento científico de su época.
8 Un buen ejemplo de esta tradición se encuentra en el soneto VIII de Garcilaso, "De aquella vista pura y excelente". En el caso de la poesía española, Aurora González Roldán realiza un excelente repaso de las lágrimas en la tradición española, de Garcilaso a sor Juana (2009).
La astrónoma grande,
en cuya destreza
son los silogismos
demostraciones todas y evidencias;
la que mejor sabe
contar las estrellas,
pues que sus influjos
y sus números tiene de cabeza (1952).
Signo fue de Virgen,
pues entrando en ella
el Sol de Justicia,
conservó intacta su virginal pureza (Ibidem).
[…] el eclipse de sol ocurre cuando el sol y la luna se encuentran en conjunción entre los dos puntos o nodos mencionados o, más precisamente, una vez que la luna se interpone entre nuestro planeta y el sol; de modo que, en verdad, [la luna sola] no priva de la luz del sol, sino que tanto la tierra como la interposición de la luna privan de la luz del sol (2012, traducción libre mía).
[…] no causa este eclipse
aquel natural concurso
del sol y la luna, cuando
–los dos luminares juntos
en perpendicular línea–
la interposición del uno
no nos deja ver al otro,
y así el sol parece obscuro,
no porque él lo esté, sino
porque no se ven sus puros
resplandores. […].
Así preñada nube, congojada
de la carga pesada
de térreas condensada exhalaciones,
sudando en densas lluvias la agonía
–víbora de vapores espantosa,
cuyo silbo es el trueno
que al cielo descompone la armonía–,
el pavoroso seno
que concibió la máquina fogosa
[…]
rasga, y el hijo aborta, luminoso,
que en su vientre aun no cupo vaporoso (Ibidem).
Mientras la tierra permanece quieta, la humedad en torno a ella, evaporada por los rayos del sol y por el restante calor de arriba, asciende; en cambio, cuando el calor que la elevó la abandona y una parte se escapa hacia el lugar superior mientras otra parte se debilita al elevarse demasiado en el aire que hay por encima de la tierra, el vapor se condensa de nuevo al enfriarse por la pérdida de calor y por el lugar donde se halla, y se forma agua a partir del aire: y, una vez formada, se desplaza nuevamente hacia la tierra. La exhalación que surge del agua es el vapor; la que a partir del aire se transforma en agua es la nube (ARISTÓTELES, 2008).
9 Por ejemplo, Francisco de Aldana dice su edad: "basta decir que cuatro veces ciento / y dos cuarenta vueltas dadas miro / del planeta seteno al firmamento, / que en el aire común vivo y respiro" (1985). Góngora, por otra parte, dice que era primavera, entre abril y mayo, cuando el protagonista de las Soledades naufragó: "Era del año la estación florida / en que el mentido robador de Europa / (media luna las armas de su frente, / y el sol todo los rayos de su pelo), / luciente honor del cielo, / en campos de zafiro pace estrellas" (2001). Sor Juana, en el Primero sueño, indica que anochecía cuando empezó a dormir y soñar: "Piramidal, funesta, de la tierra / nacida sombra, al cielo encaminaba / de vanos obeliscos punta altiva, / escalar pretendiendo las estrellas" (2004). Su perífrasis es singular, ya que no se vale de referencias a planetas y constelaciones, sino que describe el movimiento del sol alrededor de la tierra, que genera una sombra cónica que sería la noche.
10 En general la crítica reconoce en sor Juana el conocimiento del sistema ptolemaico. Gaos indica: "El saber astronómico atestiguado se contiene dentro del sistema antiguo y medieval del mundo, dominante aún, incluso entre los cultos, incluso entre los cultos conocedores del sistema copernicano, pero fieles a la Iglesia, que aún no admitía este sistema" (1969). Por otra parte, Paz piensa que el universo de sor Juana era y no el de Ptolomeo: "Es claro que sor Juana tuvo noticias, así hayan sido imperfectas y vagas, del cambio del estatuto de la Tierra, el Sol y los planetas", pero que tuvo precaución en demostrar estas noticias; por otra parte, dentro de su interpretación hermética de Primero sueño, cree que este universo corresponde al universo infinito de los hermetistas del siglo XVII: "Es imposible confundir el mundo de Primero sueño con el de la cosmografía tradicional. En sus descripciones del espacio celeste no alude nunca a los descubrimientos de la nueva astronomía y no sabemos qué pensaba realmente acerca de temas controvertidos y peligrosos como el heliocentrismo, la infinitud del universo y la pluralidad de mundos habitados. […] su mundo no tiene contornos claros ni límites precisos. Esto lo distingue radicalmente del cosmos tradicional que fue un mundo armonioso. […] Por último, rasgo moderno entre todos: su mundo carece de centro y en sus espacios deshabitados el hombre se siente perdido. Es un mundo que, si no es infinito, provoca sentimientos e imágenes que son propias de lo infinito" (1983). Sabat de Rivers, con base en los tópicos de la tradición, indica: "Sor Juana, a pesar de conocer seguramente las ideas de Galileo a través de su amigo Sigüenza y Góngora, prefería, por su formación, a Tolomeo. […] Desde la poesía medieval el mundo tolemaico era un tema tradicional" (1976). Por su parte, Alatorre opina: "Es probable, repito, que sor Juana haya tenido noticias de la nueva astronomía. Pero si acaso las tuvo […], se guardó muy bien de manifestarlo. La teoría heliocéntrica estaba enérgicamente condenada por Roma, y lo menos que quería sor Juana era 'ruido con el Santo Oficio'" (1985). Aunque esta cuestión resulte atractiva, no pasa de la especulación: dado que sor Juana nunca lo menciona, es imposible probar que tuviera o no conocimiento de la astronomía copernicana o de cualquier otra, lo que sí es claro es que sus referentes eran ptolemaicos.
11 "Sol de justicia" se refiere, en la tradición judeocristiana, al día del juicio, en el que Dios dará el pago por sus acciones a los hombres, según aparece en Malaquías (1998). A partir de este pasaje, habría una identificación de Dios con el sol de justicia, que prevalecería en la liturgia de Navidad y Epifanía. Por otra parte, la identificación metafórica de Cristo con el sol quedaría reforzada por algunos pasajes del Nuevo Testamento. Cuando Jesucristo se manifiesta en toda su gloria, su figura es comparada con la del sol. Sobre esta tradición, también pudo haber tenido alguna influencia la idea de Jesucristo como dador de vida y luz para los redimidos. Siguiendo esta tradición, sor Juana hace que su representación de Cristo en el auto sacramental El divino Narciso se refiera a sí mismo como un sol, pues dice que "las canoras aves / con músicas suaves / saludan mi hermosura, / de más luciente sol, alba más pura" (1955).
12 Este complejo entendimiento del movimiento de los cielos estaba basado en el sistema ptolemaico expresado en el Almagesto, pero sin duda era ya vox populi, lo prueban las complejas perífrasis astronómicas del inicio de la Soledad primera de Góngora y de la Carta para Arias Montano sobre la contemplación de Dios y los requisitos della de Francisco de Aldana. Tales poetas no necesitaron haberse leído de pe a pa los pesados volúmenes de astronomía de la época.
13 Es posible que sor Juana conociera estos trabajos a través del compendio científico realizado por fray Alonso de la Vera Cruz el siglo anterior, la Physica speculatio.
14 Los experimentos de Benjamin Franklin, en la segunda mitad del siglo XVIII, comprobaron la existencia de electricidad en las nubes.
15 Quizás más cercana a la metáfora de silbido que usa sor Juana se encuentra la explicación de Anaxágoras que Aristóteles cita en su tratado. Según Anáxagoras, el relámpago se produce de un fuego producto del éter, el rayo es el resplandor de este fuego y el trueno el silbido que se produce al extinguirse el fuego (ARISTÓTELES, 2008). Aunque Aristóteles descarta esta teoría, también él concibe el rayo como un fuego.
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