Una peculiar manera de nombrar a los religiosos


A diferencia de la aventura anterior, en la cual Sancho identifica a los frailes Benitos, y don Quijote los designa de otro modo, en ésta no se trastoca la realidad: se le nombra de un modo directo, con palabras que recuperan su significado original, se trata de una procesión de sacerdotes (unos vestidos de blanco, otros enlutados) que sosegadamente, "murmurando entre sí, con una voz baja y compasiva" traslada un cuerpo muerto de Baeza a Segovia.

En esta ocasión salen a relucir diversos términos para referirse a ellos, el primero de los cuales corre a cargo del narrador quien, adoptando el punto de vista de los andantes, los nombra "encamisados", término que aquí tendría tres significados: el primero, referido a los que sobre el vestido traen puesta la camisa,17 el segundo alude a los militares que cubrían sus armas con una camisa para realizar asaltos nocturnos, y la tercera acepción, que encubre un punto de vista crítico remite a los participantes de:“[...] cierta fiesta, que se hacía de noche con hachas por la Ciudad, en señal de regocijo, yendo a caballo, sin haver hecho prevención de libreas, ni llevar orden de máscara, por haverse dispuesto repentinamente, para no dilatar la demostración pública y celebración de la felicidad sucedida.”18

La procesión encaja perfectamente con este significado, por las hachas que llevan y el ir montados a caballo, con lo cual nuevamente se plasma de modo incontrovertible el sello erasmiano del autor, ya que critica estas procesiones nocturnas por juzgarlas poco devotas.