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Ciencias y Tecnologías de la Sustentabilidad

Defensa del territorio y medio ambiente sustentable: construcción de la paz con justicia

Pietro Ameglio
Defensa del territorio y medio ambiente sustentable: construcción de la paz con justicia
  • Uno
  • Dos
  • Tres

Paz, medio ambiente sustentable y humanización

In memoriam de Noé Salomón Vázquez Ortíz, ejemplar luchador ambiental veracruzano,
brutalmente asesinado el 2 de agosto de 2013 por defender sus ríos, flores y semillas.

Pocas palabras son tan ansiadas y pronunciadas hoy como paz y defensa del territorio para un medio ambiente sustentable. Por lo tanto, la construcción de la paz con justicia y defensa territorial y del medio ambiente parece ser una especie de panacea que todo lo resolverá. A la vez, estas dos acciones se encuadran dentro de un tema más amplio y trascendente para nuestra especie: la posibilidad de ser más humanos. Según Konrad Lorenz, premio Nóbel de etología, el eslabón perdido entre el mono y el hombre somos nosotros1; así, la especie humana es todavía un proyecto en construcción. Un orden social humanizador sigue siendo más un deseo que una realidad en el momento en que nos aniquilamos en genocidios y guerras unos a otros2, y en el que 2 de cada 5 personas no saben si comerán o se reproducirán al otro día.

Reflexionar sobre la relación entre paz, territorio, medio ambiente sustentable y humanización se convierte en algo imprescindible para nuestra especie. Trataré de articular esta reflexión desde dos de mis identidades: la experiencia directa en la resistencia civil no violenta y la teorización académica.

Reflexionar sobre la relación entre paz, territorio, medio ambiente sustentable y humanización se convierte en algo imprescindible para nuestra especie.
A la concepción tan extendida de “paz armada-paz negativa”3 se le ha sobrepuesto la idea de que la paz es la seguridad. Todas las sociedades atraviesan la peligrosa trampa de confundir estos dos conceptos, a partir de la siembra de la inseguridad en todos lados. Estamos ante la cruel paradoja de pedir seguridad al mismo que nos crea la inseguridad: los cinco encargados de la paz en el mundo, como miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, son a su vez cinco de los mayores países productores de armas en el mundo.

Hemos visto cómo se reproducen exponencialmente, en México y en el mundo, procesos de inseguridad ciudadana que han aterrorizado a la población y la han llevado a un encierro y a legislaciones represivas4, mientras el ejército participa en tareas policiales y de administración pública. Así se obstaculiza la construcción del verdadero carácter de la paz en su aspecto activo y constructivo en el terreno de la justicia social para todos y todas, del control de la sociedad sobre los poderes públicos, del pleno respeto hacia la autonomía de cada individuo y comunidades sociales y de la imparcialidad de la ley.

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Foto: Pablo Andrés Cardozo Hernández

México: Resistencia civil territorial en la guerra

Actualmente en México, en medio de condiciones avanzadas de “guerra de exterminio masivo y selectivo” y “guerra civil”5, los procesos de victimización y construcción de paz con verdad, justicia y memoria están atravesados por la multiplicación brutal de muertes y desapariciones: individuales, de activistas sociales, defensores de derechos humanos y periodistas; y comunitarias, de pueblos indígenas y campesinos, barrios y colonias en autodefensa de sus territorios. Es precisamente en este último punto donde más se articulan y ejemplifican las grandes luchas nacionales de resistencia civil de las comunidades por mantener su identidad, cultura, historia, creencias, recursos naturales, sustentabilidad y reproducción social. México y América Latina son ejemplos muy claros de estas resistencias activas, que combinan formas de lucha social, desde negociaciones y movilizaciones de masas en espacios abiertos hasta la no-cooperación y la desobediencia civil. Académicos, juristas y organizaciones aliadas, legitimadas desde una experiencia histórica y valores comunitarios, unen varias identidades sociales de la sociedad civil.

En la etapa actual de la expansión capitalista, existe un gran avance trasnacional y global cargado de violencias de todo tipo, que usa legalismos6 que manipulan descaradamente leyes, reglamentos y manifestaciones de impacto ambiental sin ningún cientificismo ni consulta ciudadana; grupos armados de choque legales e ilegales. Esta expansión apunta a la reconstitución de monopolios y a la recomposición de los estados-nación del siglo XIX. Las guerras constituyen una etapa crucial para esos procesos, para generar la reactivación económica y el gasto armamentista, e impulsar el desplazamiento de población y el control de los recursos naturales, que en México están, sobre todo, en la minería, agua, bosques, petróleo y diversidad biológica.

Los habitantes del territorio son los primeros que deben decidir su forma de vida y destino.
El avance expropiatorio y de despojo, ajeno a cualquier ética comunitaria (no utilitarista ni mercantilista, de visión integral humana con su medio ambiente), ha obligado a muchos cuerpos de la sociedad con identidades urbanas o rurales a pasar rápidamente de la indiferencia a la solidaridad, y de la solidaridad a la lucha social. En muchos de estos casos no hay gradualidad en las escalas del conflicto, experiencia previa o preparación ante la urgencia de la violencia en su entorno inmediato7. Así han surgido, en todas las clases sociales, nuevos liderazgos y organizaciones comunitarias, también acompañados a veces por la presencia radical pública de parte de la reserva moral nacional y local, y se han unido a esas luchas para no dejar que las acciones inhumanas e injustas traspasen su frontera moral y material8.

Para estas nuevas identidades sociales, que han emergido en el terreno de la resistencia social y territorial, ha sido central la generación de una autorreflexión de su forma de vida pasada, presente y futura, donde la alternativa de vida digna para sus hijas e hijos se cierra brutalmente. Así se han ido recuperando formas de lucha y alianzas con otros movimientos sociales. De este modo, en un hecho social original, la reflexión colectiva compleja y la violenta agresión han ido construyendo una toma de conciencia y cuerpos para la lucha que se transforman en armas morales9, con reflejos materiales en la acción del espacio público. Se ha tomado conciencia, a partir de la propia experiencia, sobre la residencia del verdadero poder, como decía Gandhi:
“Nosotros hemos estado acostumbrados por mucho tiempo a pensar que el poder viniese sólo de las asambleas legislativas. Yo he considerado esta creencia un grave error causado por la inercia o por una especie de hipnotismo… La verdad radica en que el poder está en la gente y es confiado momentáneamente a quienes ella puede elegir como representantes propios. Los parlamentos no tienen poder y ni siquiera existencia independientemente del pueblo. Convencer al pueblo de esta sencilla verdad ha sido mi tarea en los últimos veintiún años. La Desobediencia Civil es el depósito del poder”10.
El objetivo de todas estas formas de lucha social, en el fondo, es uno: no se puede decidir sobre el destino, sobre la forma de vida de la gente y sus recursos naturales, ni poner en riesgo su reproducción social y material inmediata, sin el consenso de la población involucrada. Los habitantes del territorio son los primeros que deben decidir su forma de vida y destino. Aflora aquí una profunda paradoja y contradicción: ¿cómo hablar de modelos sustentables sin informar bien, consultar y hacer que la gente del territorio decida su destino? ¿Para quién son sustentables, para el capital o para los habitantes del lugar?

1 K. Lorenz. Sobre la agresión…

2 Genocidios -lo más inhumano de la especie- recientes: en Guatemala en los 80s y 90s de las dictaduras contra los mayas; 1992-1995: de musulmanes de Bosnia por parte de los serbios; 1994: en Ruanda de tutsis por parte de hutus; desde 1983 de kurdos a manos de iraquíes y turcos; entre 1990-2000: kosovares por parte de serbios; desde 2003 en Darfur, Sudán, de negros agricultores del oeste por parte de árabes en el poder…

3 J. P. Lederach. Educar para la… pp. 15-22. La idea de “paz negativa” está asociada a la frase “si quieres la paz prepárate para la guerra”.

4 En todo el país se han estado aprobando leyes que eliminan garantías individuales, que permiten retenes, allanamientos y cateos sin órdenes previas. En diciembre pasado en el DF se intentó incluso legalizar penas muy altas contra manifestaciones de protesta en la calle aduciendo que atentaban contra la “paz social”; hay a discusión en las Cámaras una Ley de Seguridad Nacional totalmente en esta línea.

5 Colectivo Ángela…El estado de… Ampliar en Equipo Bourbaki. El costo humano…

6 Nos referimos a “legalismos” en el sentido de ampararse en que se “cumple con la ley”, pero sólo en la formalidad externa, y para nada en el cumplimiento exhaustivo de los requisitos y procesos que ésta establece para otorgar esos permisos.

7 Resulta interesante observar cómo en un estudio acerca de la conflictividad social en Morelos en 2005-06, más del 30% de las acciones de lucha social son en su mayoría ambientales y protagonizadas por colonos urbanos y pueblos rurales. Ver Colectivo Pensar en… Avance exploratorio…

8 P. Ameglio. “La reserva moral…

9 J. C. Marín. Conversaciones sobre… pp. 25-65.

10 M. Gandhi. Programa Constructivo de la India, Unidad 1, 1941.

Sumar cuerpos a la resistencia civil: obstáculos y rupturas

Quienes construyen los procesos de resistencia civil por la defensa territorial y ambiental se enfrentan a la necesidad de aumentar su fuerza material y moral. Esto los lleva al planteamiento de cómo construir y difundir información que permita aumentar la toma de conciencia sobre los peligros de la situación que enfrentan sus territorios geográficos y corporales. Si la información se transforma en conocimiento y en posterior reflexión, incrementará su identidad moral para realizar acciones organizadas con sus cuerpos.

Una de las mayores victorias en la construcción de la ignorancia social es haber logrado sembrar el desinterés por la historia.
Sumar cuerpos a la lucha, en la escala que sea, es difícil de lograr. Se trata de construir “armas morales” y no sólo voluntarismos catequéticos que generen un acarreo en lo inmediato pero que son muy frágiles en su permanencia ante cualquier presión social posterior. Para ello es central la capacidad de construir rupturas11 (informativas, epistemológicas y morales) en la población con el fin de superar la apatía, el desánimo social y cultural, y la ilusión de que la autoridad resolverá el problema y a ellos no les afectará, para así poder pasar a ser actores de la esperanza para detener esa acción inhumana que les afecta.

Reflexionemos sobre algunos obstáculos epistémicos para la construcción de este punto estratégico. La experiencia nos ha permitido enfrentarnos colectivamente (junto a otros movimientos sociales) a varios de estos obstáculos, por lo que este ejercicio tendrá la virtud de ser completamente real, no especulativo.

I

En el México actual, a partir de la instalación de condiciones de guerra e inseguridad ciudadana en todo el territorio, los activistas sociales se ven amenazados y atacados violentamente12, pues no es posible distinguir dónde acaban las fronteras entre la autoridad política, la autoridad armada, los empresarios y el crimen organizado nacional y trasnacional.

La reciente experiencia de la lucha del Frente Morelense contra la Minera en Xochicalco es bastante ejemplificante, al igual que la lucha de Cherán, Ostula, Wirikuta, Chalco, etc. La minera canadiense Esperanza-Silver ha instalado desde hace años, a través de la compra y cooptación de gente, una gran polarización social en el poblado de Tetlama, su principal base, con grupos de choque que reclutan también a fuerzas del crimen. Ahora, Semarnat les negó el permiso de explotación del oro a cielo abierto, desatando una espiral de violencia y represión muy grande y peligrosa (enfrentamientos, amenazas, secuestros y privación del agua) contra los pobladores y los activistas del Frente. Mientras, las autoridades de todos los ámbitos están en la complicidad y la omisión total.

Otro caso de contubernio e impunidad, igual de reciente, y muy dramático, es el de Noé Salomón Vázquez Ortíz, activista ambiental veracruzano del grupo Defensa Verde: Naturaleza Siempre. El activista fue brutalmente lapidado el 2 de agosto de 2013 por luchar contra una central hidroeléctrica en la región de Zongolica, mientras recogía flores y semillas para una ofrenda que se haría en Amatlán de los Reyes, Ver., en el X Encuentro Nacional del Movimiento Mexicano en Contra de las Presas y en Defensa de los Ríos (MAPDER), con participantes de 17 estados del país13. La autoridad no hizo nada, ni siquiera ante toda esta representatividad nacional.

Ante el estado indefenso del movimiento social, principalmente el de la defensa territorial y ambiental, los procesos de transformación de situaciones de miedo a otras de aterrorizamiento han crecido enormemente. Mientras el miedo ayuda a construir defensas, el terror paraliza y ciega la reflexión14, lo que hace muy difícil resistir: uno arma, el otro desarma. Por esto es tan importante evitar que el miedo (necesario, legítimo y natural) se convierta en terror. Proliferan más formas de organización, autodefensa y resistencia popular, civil y pacífica, para detener tanta violencia, despojo e impunidad, con poblaciones muy valientes dispuestas a darlo todo con tal de no perderlo todo.

Cumbre Social del Mercosur
Foto: Pablo Andrés Cardozo Hernández

II

Por otro lado, resulta central plantear que la inhumanidad es fruto de la ignorancia. La falta de interés y conocimiento sobre los procesos históricos nacionales e internacionales son una estrategia central para construir la apatía del “todo sigue igual, para qué cambiar, para qué sirven las marchas…”. Una de las mayores victorias en la construcción de la ignorancia social es haber logrado sembrar el desinterés por la historia. Se le considera una suma aburrida de fechas y guerras, con vencedores y perdedores, héroes políticos y militares llenos de virtudes y lejanos a lo humano; una historia donde las políticas sólo son efectivas si se amenaza o agrede al otro, donde nunca se muestra ningún proceso social que explique esos desenlaces. Urge entonces reconstruir y socializar un conocimiento y valoración colectivos de la historia y la memoria, para combatir el desánimo y para conocer formas exitosas de resistencia social.

III

El orden social también instala en la cultura de las mayorías un pensamiento contrario a la experiencia histórica, a partir de presiones mediáticas basadas en el mecanismo de la ilusión y el encantamiento. Así fomenta las ideas de progreso y desarrollo, dos falsas panaceas que en realidad no son más que instrumentos poderosos de reproducción de un infantilismo social agudo, que esconde cómo esos discursos sólo son instrumentales para aumentar la enorme acumulación de riquezas y poder de unos pocos monopolios.

Un análisis histórico riguroso acaba con la idea de progreso después de la primera guerra mundial, cuando la humanidad, sobre todo occidental, creía que ya transitábamos hacia una etapa de paz y creciente expansión económica industrial internacional que avanzaría en forma lineal para siempre. En lugar de esto nos topamos con una carnicería despiadada de proporciones mundiales con 15 millones de muertos. La idea de que todo lo que genera empleos es progreso y la imagen social bucólica de los empresarios como benefactores sociales son una negación del conocimiento histórico social y de la noción de progreso.

Por otro lado, en las últimas décadas la economía y la sociología han demostrado el daño irremediable al medio ambiente y el empobrecimiento acelerado de cientos de millones de excluidos. Esto ha generado el actual modelo de desarrollo, basado, como bien ha señalado el Dalai Lama, en la codicia y el daño del bien común.

La siembra masiva de la ilusión desarrollista se basa en la ignorancia histórica y una comprensible desesperación por tener una mejor vida, y tiene también un mecanismo epistémico, que es importante conocer para intentar desprocesarlo y hacer que la población se resista a este engaño repetido. Se trata de lo que Jean Piaget llamaba el “pensamiento periférico”, que es la lógica imperante en la mayor parte del orden social y uno de los mecanismos privilegiados de reproducción del infantilismo social. En las conclusiones de La toma de conciencia, este autor señala que:
“…la toma de conciencia va de la periferia al centro […] los dos observables iniciales que podemos denominar periféricos […] (son): la conciencia del objetivo que alcanzar […] y la toma de conciencia de su terminación en fracaso o acierto […] (mientras que) la puesta en marcha de los medios más o menos apropiados, puede continuar siendo inconsciente”.
Por otro lado, una toma de conciencia “[…] se orienta hacia las regiones centrales de la acción cuando trata de alcanzar el mecanismo interno de ésta: reconocimiento de los medios empleados, razones de su elección o de su modificación…”15.

El pensamiento periférico se basa en instalar en la gente sólo dos observables: objetivo y resultado, y no ver el proceso (el verdadero conocimiento histórico y social) que llevará a ello; la urgencia de lo inmediato hace inobservable la catástrofe de lo mediato (a veces de muy corto plazo). Así decimos: “Habrá trabajo con esta mina”, “no importa que destruyan los bosques si tenemos que comer”, “el que tiene 10 de calificación sabe más que el que tiene 8”, “el que tiene más diplomas en la pared es mejor que el que tiene menos”, etc. Desde el punto de vista epistémico de la toma de conciencia de algo, ese razonamiento es de enorme fragilidad e infantilismo; las acciones se basan y evalúan desde los resultados finales y no desde los procesos.

La lógica y la moral de acciones basadas en este tipo de reflexión, íntima de la idea de progreso y desarrollo capitalista, están regidas además por el principio de que el fin justifica los medios, opuesta, por ejemplo, al principio gandhiano fundamental para la humanización de la especie: “los medios son como la semilla y el fin como el árbol…(entre ambos) hay una relación inescindible”16; los medios son ya un fin en sí mismos, por tanto, deben ser tan positivos como los fines, y es en ellos donde deben centrarse el conocimiento y la reflexión.

Redes
Foto: Pablo Andrés Cardozo Hernández

IV

Como complemento del punto anterior, agregamos que nuestra construcción social también está basada en la espera permanente de órdenes17, la sumisión y negación de un principio de igualación respecto a la autoridad. Esto se puede comparar con la etapa egocéntrica de un niño (4-8 años) descrita por Piaget, donde: “cada cual para sí y todos en comunión con el Mayor”, quien creó las reglas (de todo) fuera del tiempo, en instituciones sagradas, desde siempre, eternas, y por eso indiscutibles18. Así, es natural la obediencia ciega y la sumisión a lo que la autoridad (el adulto, el mayor) dictamine, sin necesidad de ningún control o supervisión social porque ellos sí saben.

Al respecto, un instrumento epistémico que se instala en la mayoría de la población y obstaculiza tanto a las luchas sociales como a las ambientales, es la firma. Esa composición de rayas y letras, mostrada al calce de un documento ante cámaras de televisión, auditorios y espacios públicos, sostenida por la mano de un señor vestido muy formal que representa cierta autoridad, es construida como un “fetiche social” que inmediatamente desencadena una aureola de legalidad, orden y autoridad aparentemente legítima porque está asociada al cargo público de quien la enseña.

A través de la complicidad entre la autoridad, los empresarios y muchos medios se construye un hecho social -típico del pensamiento periférico- donde la legalidad está otorgada por el mostrar un fetiche (reflejo del pensamiento mágico-religioso) por parte del poder, ocultando el contenido real de ese fetiche, su proceso de construcción, o sea, los medios usados para lograr esa firma. Para lograr una firma que legalice un documento es necesario que se hayan cumplido una serie de pasos previos con rigor científico y administrativo, posibles de comprobar. En todo el país, estamos acostumbrándonos peligrosamente (ahora con un nivel de impunidad, irresponsabilidad social y corrupción increíbles) a que la autoridad y sus socios consigan a cualquier precio y en procesos invisibles para la sociedad las firmas necesarias para avalar despojos ambientales, humanos y culturales de todo tipo, y una parte de la sociedad civil se quedas pasmada ante esa firma, creyendo que con ella es suficiente para que el permiso sea legal.

La necesidad de asociar legalidad con legitimidad se convierte así en un inobservable social, pues sólo alcanzamos a asociar la legalidad con la firma y la autoridad que la muestra pública y mediáticamente. El poder aprovecha este hecho para reforzar la legitimidad que no tiene y estigmatizar a los que protestan y buscan desnudar la verdad en la corrupción de la firma como revoltosos y peligrosos para el orden social.

11 Usamos la idea de “ruptura” en el sentido de la posibilidad de poder estructurar una reflexión que se tiene acerca de un determinado “hecho social” y cambiarla por otra. Pero las “rupturas” deben ser construidas, por eso se plantean aquí desde una escala que comienza por la “acumulación de nueva información”, que, a su vez, permite empezar a construir un “conocimiento nuevo” acerca de ese determinado hecho social, lo que permitirá replantearse las consecuencias –en el plano moral- de determinadas acciones que se emprendan, y así cambiarlas por otros a partir de una mayor “toma de conciencia” de la situación real. Se trata, en suma, de una crisis de “conocimiento nuevo” que se realiza sobre el acervo de “conocimientos previos”, que reestructura la visión que se tenía acerca de ciertos hechos sociales.

12 Colectivo Ángela… Op. Cit.

13 E. Gómez. “Asesinan a …

14 Silvia Bleichman…”Conversación…

15 J. Piaget. La toma de… p.256.

16 M.Gandhi. En lo que… p.114.

17 E. Canetti. Masa y… pp. 299-329.

18 J. Piaget. El criterio… pp. 23-38.

A manera de conclusiones

Finalmente, abordaremos un aspecto que está en la base de la normalización del orden social inhumano. Como apuntábamos, esta guerra de despojo y expropiación de la fuerza de trabajo, el territorio y medio ambiente, tiene su origen en un modelo económico capitalista trasnacional muy violento y agresivo, basado en una ética utilitarista total con una mínima o nula visión de mediano o largo plazo en las consecuencias humanas y ambientales de sus acciones. Este modelo está generando altos niveles de desempleo y exclusión social, donde la gente intenta sobrevivir dentro del empleo informal, del delito
De ahí el gran valor social en que sigan resistiendo y que no los dejemos solos, pues es una lucha por el bien de todos y todas...
organizado19 o de cualquier forma de “flexibilidad laboral”, donde sólo priva la inmediatez y el ser rehenes de la obediencia ciega a las órdenes de las empresas que disciplinan cuerpos en forma inhumana y brutal: “la realidad actual nos muestra que el ciudadano del siglo XXI es el guardián y el prisionero de su cuerpo dócil y disciplinado en la defensa del orden social patrimonio de las clases poseedoras”20.

La historia muestra cómo todo orden social hasta ahora ha sido construido sobre las bases de la obediencia y el castigo; tenemos todos una construcción social dirigida a impulsar una “obediencia ciega y anticipada a la autoridad, para ejercer toda orden de castigo que ésta nos demande” (Juan Carlos Marín). Construir gente con una reflexión autónoma que promueva “la desobediencia debida a toda orden de inhumanidad”21 es una de las tareas epistémicas más complejas y algo particularmente difícil pues la obediencia en sí misma constituye un alto y positivo valor social familiar, educativo e institucional que se nos instala desde el nacimiento, como bien nos advierte el investigador del genocidio nazi Stanley Millgram:
“La desobediencia es el último de los medios por el que se pone término a una tensión. Es un acto que nada de fácil tiene. No implica únicamente la negación a llevar a cabo un precepto del experimentador, sino una reformulación de la relación entre sujeto y autoridad...El precio de la desobediencia es un sentimiento que nos roe, de que no hemos sido fieles. Aun cuando haya uno escogido la acción moralmente correcta, permanece el sujeto aturdido ante el quebrantamiento del orden social...”22.
Para actuar en acciones de resistencia no violenta en la escala de no-cooperación o la desobediencia civil, como ameritan las resistencias territoriales-ambientales actuales, es fundamental contar con una reflexión previa autónoma y de rigor acerca de cuáles son los procesos histórico-económicos que enfrentamos; qué significa realmente desobedecer a la autoridad; cómo se da y a quien favorece la construcción de lo legal, la ley, del orden y la orden; qué implica cooperar con la autoridad y no reproducir automáticamente las ideas normalizadas de “progreso” y “desarrollo”, que benefician a unos pocos y destruyen nuestra vida presente y futura.

Redes
Foto: Pablo Andrés Cardozo Hernández

Podemos concluir con una reflexión de la cultura actual de la sustentabilidad, que en México tiene un primer reflejo en lo que los pueblos llaman la “autodefensa del territorio”, donde por territorio se comprende no sólo la tierra, sino la cultura, las costumbres, los valores, la cosmovisión, la forma de vida en su conjunto y sobre todo los seres humanos que lo habitan. No considera a este último aspecto como el central a la hora de la toma de decisiones acerca del destino de los recursos naturales y esos territorios. Los gobiernos, empresas y otros sectores involucrados en el muy mal llamado desarrollo económico están generando cada vez más un número muy importante de conflictos, resistencias y despojos sociales de envergadura. En la lógica del capitalismo, la acumulación material viene antes que el buen vivir de los pueblos y el respeto a los proceso de la naturaleza, al menos en escalas temporales de mediano y largo plazo, por lo que su imagen de la sustentabilidad no toma en cuenta como primer actor social a la población del lugar y su legítimo derecho a poderse reproducir por mucho tiempo más como lo han venido haciendo por largo tiempo atrás. Lo sustentable, desde el punto de vista de los pueblos campesinos e indígenas, y de muchos barrios y colonias urbanas, pasa, ante todo, por consensar con la población directamente afectada cuál es el destino de sus vidas y recursos naturales que ellos quieren, desde su cultura y cosmovisión, y no tratar de imponerles –con la fuerza de un legalismo ilegítimo, de la impunidad o por las armas- modelos de “progreso” y “desarrollo”, tal vez hasta “sustentables”, pero que aniquilarán a esa población en corto plazo, y en todo sentido. Existe, entonces, actualmente una creciente disputa y confrontación (cada vez más violenta) de identidades y clases sociales respecto a qué contenidos prioritarios tendrá el carácter de lo sustentable, a partir de cosmovisiones y modelos económicos bastante antitéticos. De ahí el gran valor social en que sigan resistiendo y que no los dejemos solos, pues es una lucha por el bien de todos y todas, empezando por nuestros hijos e hijas, y siguiendo por la existencia planetaria y de la especie fin

19 Ver I. Rodríguez. “El narcotráfico… y R. Garduño. “Ocupa el narco…

20 J. C. Marín. La democracia… p.1

21 ALAS. Declaración Final…

22 S.Millgram. Obediencia a... pp.152-153.


Bibliografía

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2013 Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons
Pietro Ameglio
Académico y activista social nacido en Uruguay y nacionalizado mexicano.

Pietro Ameglio Académico y activista social nacido en Uruguay y nacionalizado mexicano. Siempre ha combinado el trabajo intelectual, teórico, con prácticas concretas de acción directa noviolenta y promoción social.

Licenciado en Historia por la UNAM, con Maestría en Historia Contemporánea, Identidad y Cultura, en la Universidad Autónoma de Morelos. Especializado en educación y cultura de paz; filosofía y técnicas de noviolencia en movimientos sociales; epistemología y construcción del conocimiento. Catedrático en la facultad de Filosofía y Letras (UNAM) y en la Universidad de El Claustro de Sor Juana (DDHH y Paz). En la Unam ha impartido las Cátedras Extraordinarias Henry David Thoreau y del Exilio Español sobre Gandhismo y Noviolenia.

Miembro fundador del Servicio Paz y Justicia (SERPAJ), del Movimiento por la Paz, con Justicia y Dignidad, y del Taller de Artes y Oficios “Caminando Unidos” con niños y jóvenes en situación de calle. Ha participado en experiencias de educación popular en zonas indígenas y de marginación urbana.

Desde hace mucho ha formado parte de diferentes movimientos en resistencia, por luchas ambientales, de justicia y paz, de ddhh, en México y el exterior. También ha impartido numerosos talleres, cursos, conferencias, y publicado artículos en prensa y libros, destacando el de “Gandhi y la desobediencia civil. México hoy” (Editorial Plaza y Valdés) en 2002.

AMEGLIO, Pietro "Defensa del territorio y medio ambiente sustentable: construcción de la paz con justicia" Revista Digital Universitaria [en línea]. 1 de octubre de 2013, Vol. 14, No.10 [Consultada:]. Disponible en Internet: <http://www.revista.unam.mx/vol.14/num10/art36/index.html> ISSN: 1607-6079.

Defensa del territorio y medio ambiente sustentable: construcción de la paz con justicia

Pietro Ameglio

En el artículo se reflexiona sobre las relaciones entre la construcción de la paz con justicia, defensa territorial y sustentabilidad-humanización de la especie, desde la experiencia directa en la resistencia civil no violenta y la teorización académica.

En el actual contexto mexicano, atravesado por diferentes acciones de guerra, la expansión capitalista ha encontrado un terreno fértil para su acumulación material y de recursos naturales, despojando sobre todo a comunidades y pueblos indígenas y campesinos. Los empresarios, el crimen organizado y la impunidad de las autoridades en todos sus niveles, favorecen esta expansión. Los pueblos y comunidades generan resistencia a los abusos, disfrazados de legalismos o apoyados en acciones armadas. Buscan defender sus territorios y cultura de los engaños disfrazados por las ideas externas impuestas de progreso y desarrollo. Intentamos reflexionar sobre algunos de los obstáculos epistémicos se le presentan a estos movimientos sociales para lograr una mayor acumulación de fuerza moral y material, y así sumar armas morales a sus luchas.

Respecto al carácter de lo sustentable, existe una creciente disputa y confrontación de identidades y clases sociales, a partir de cosmovisiones y modelos económicos bastante antitéticos. El modelo capitalista postula lo sustentable desde la inmediatez del corto plazo, teniendo como valor principal la idea de crear empleos y ganancias que, en realidad, favorecen a muy pequeñas minorías por su visión parcial y limitada del daño a los recursos naturales. El modelo de los pueblos y comunidades defiende la sustentabilidad a partir del consenso de la población directamente afectada sobre el destino de sus territorios y forma de vida, tomando en cuenta el mediano y largo plazo, o sea, el futuro de su pueblo y de sus hijos.

Palabras clave: Defensa territorial, resistencia civil no violenta, obstáculos epistémicos, fuerza moral, sustentabilidad para los pueblos y comunidades.