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Ramón Sibiuda: Amor y conocimiento en la Cataluña del siglo XV
Edgar Morales Flores
 

Una apología detractora


Como mencionamos antes, la obra de Sibiuda se extendió ampliamente por Europa (especialmente en Francia, Italia y Alemania). Y su fama llega a gente como Nicolás Cusano, Johan Amos Comenius,37 Pedro Dor Laud,38 Ignacio de Loyola39 (y por extensión a varios jesuitas), a los franciscanos españoles del siglo XVI (Juan de Cazalla,40 Diego de Estella,41 Juan de los Ángeles42), a San Juan de la Cruz43 y otros religiosos españoles. Incluso se especula la influencia de Sibiuda en Pascal y Spinoza.44

Pero sin duda el testimonio más directo de la importancia de la obra de Sibiuda, incluso un siglo después, es la famosa Apología de Ramon Sabunde de Michel de Montaigne (1576), su ensayo más largo y filosófico a través del cual pretendía defender el catolicismo en tiempos religiosos difíciles para Francia (basta recordar que mitad de la familia de Montaigne se hizo hugonote).45

Pero ¿por qué escoger a Sibiuda? Porque Montaigne consideraba que acerca de la fe no se había compuesto una mejor obra. Pero en realidad lo único que hace es aprovechar la fama de Sibiuda para atacar a sus enemigos religiosos y políticos. Es decir, Montaigne no pretende aclarar las tesis de Sibiuda, sino entablar una arenga contra los que sostienen las siguientes tesis:

1] La fe no se demuestra por la razón.

2] Los argumentos de racionalistas como Sibiuda son débiles e insuficientes.46

La primera parte de la apología, la parte más corta y coherente, intenta refutar la primera tesis. Montaigne acude a coincidencias felices con las ideas sibiudanas, defiende que la razón no puede tener un uso más digno que la defensa de la fe.

Pero Montaigne no está exento de contradicciones, al atacar a los “soberbios”, que conocen todo, se lleva de paso a los racionalistas (atacando así a Sibiuda mismo). Y la explicación está en que en la etapa en que redacta la Apología de Ramon Sabunde Montaigne comienza sus lecturas de los escépticos, principalmente de Sexto Empírico.47

El resultado es una obra con un objetivo muy difuso, en la que resalta la misantropía y el escepticismo. De hecho es más una apología de los animales que de Ramon Sibiuda.48 Y qué más anti-sibiudano que esta afirmación: “La peste de los hombres es la sed de saber”.

En fin, el escéptico más radical del Renacimiento rompe definitivamente con Sibiuda cuando afirma que las verdades de la fe son seguras precisamente porque descansan fuera de la razón.49 Además ¿qué relación puede haber entre un misoneísmo pesimista conservador con un radiante optimismo vital?

 


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