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Ciencia y mito: el caso del dinosaurio
Ma. del Carmen Gayol, Ma. Cristina Tarrés, Alberto E. D’Ottavio
 
 

Los dinosaurios y la ciencia

El superorden Dinosauria (del griego Deinos: terrible; Saurus: lagarto) agrupa vertebrados que se enseñorearon en ecosistemas del mesozoico durante aproximadamente 160 millones de años. De gran diversidad, poseían las patas por debajo del cuerpo - al igual que los mamíferos- y no lateralmente como la mayoría de los reptiles. Los dinosaurios se confunden a menudo con animales que no pertenecen a este superorden como los pterosaurios (alados), los terápsidos o reptiles mamiferoides (símil híbrido de lagarto y perro, posible origen de los mamíferos) y los plesiosaurios, mosasaurios e ictiosaurios (todos acuáticos).

Dinosauria (denominación acuñada en 1842 por el paleontólogo inglés Sir Richard Owen) agrupa a dos órdenes: Saurischia (caderas de reptil) y Ornitischia (caderas de ave), cuyo predecesor es el triásico Arcosaurio (del griego: reptil dominante), del que derivaron cocodrilos, reptiles voladores y aves. Precisamente, existen en la actualidad pruebas científicas que sugieren que las aves surgieron en el Jurásico desde pequeños dinosaurios carnívoros. Según Wang y Dodson (2006), quedaría por descubrir un 71% de todos los géneros de dinosaurios que dominaron la tierra hace 65 millones de años; pudieron haber existido 1.850 especies diferentes de ellos.

Lloyd et al. (2008) refieren que la gran erupción evolutiva de los dinosaurios ocurrió en el Triásico, hace entre 200 y 225 millones de años; esto es: de 15 a 40 millones de años después de su aparición. Una segunda diversificación aconteció en el Jurásico, hace entre 160 y 170 millones de años. Todo ello se hizo en función de la distribución de las masas terrestres y de la disponibilidad de fuentes alimenticias. Para ese entonces, los principales linajes de dinosaurios habían quedado establecidos. De esta manera se habría conformado un “súper árbol” evolutivo y el desarrollo de 440 de las 600 especies conocidas. Un aumento en su diversificación en los últimos 18 millones de años del Cretáceo (extendido entre 145 millones de años hasta 65 millones de años atrás) da cuenta del dramatismo de su aparente pronta extinción al final de este período, caracterizado por la mayor reorganización y modernización de ecosistemas terrestres y marinos (revoluciones terrestre y marina, respectivamente). Esta diversificación Cretácica tardía ha sido considerada como evidencia de que los dinosaurios terrestres fueron parte de tal revolución, identificada fundamentalmente por el surgimiento de plantas con flores, mariposas e insectos sociales, víboras, cocodrilos, mamíferos y posiblemente pájaros.

La evolución de los dinosaurios estuvo marcada por sauristiquios y ornitisquios que, al comienzo del Cretáceo, se unieron a los herbívoros dominantes del Jurásico. Renovadas olas de diversificación 100 millones de años atrás (Cretáceo tardío) produjeron faunas de herbívoros: hadrosaurios, neoceratópsidos, anquilosaurios y paquicefalosaurios; y carnívoros: carcharodontosaurio, troodóntidos (dientes hirientes), dromaeosaurios (supuestas proto-aves) y ornitomimosaurios. No obstante, estos autores concluyen que si bien la revolución terrestre fue una llave para el origen de los nuevos ecosistemas continentales, los dinosaurios no fueron parte de ella y que, contra la diferenciación ulterior de hadrosaurios y ceratópsidos, esto no fue suficiente para salvar de su letal destino a este superorden.


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