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Aventuras, caballeros y locuras: la literatura caballeresca

Los libros de caballerías castellanos del siglo XVI1

Carlos Rubio Pacho
Joligud Broders
  • Uno
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Introducción

Todo lector del Quijote, e incluso aquel que no lo haya leído, sabrá que el personaje, un viejo hidalgo manchego, ha perdido la razón por tanto leer libros de caballerías; así, enloquecido, recorre los caminos de España para demostrar su valor como caballero andante. Pareciera entonces que la lectura de tales obras minó la inteligencia del pobre viejo; de allí que no deban juzgarse con benevolencia, pues son causa de las más extravagantes acciones. Incluso el propio Cervantes, en el prólogo a su obra, sostiene que toda ella es un intento por desterrar del mundo de las letras tan infames obras. Afirmación que parece haber convencido prácticamente a todos sus lectores, especializados o no. Tal juicio ha permitido que todas estas obras hayan permanecido en el olvido por muchos años, siglos más bien, a pesar de que muchos de los censores jamás hayan leído una obra completa.

Sin embargo, en años recientes, algunos investigadores se han ocupado de estas obras, en un principio, para aclarar algún detalle de la obra cervantina, pero al irse adentrando en las obras, han encontrado una verdadera “mina de pasatiempos”, expresión con que también los designara el ilustre escritor alcalaíno. Esos libros encierran entonces un mundo de imaginación que vale la pena conocer; así pues, estas líneas serán una invitación para descubrir un género literario valioso por sí mismo.

Título: Madrid: Don Quijote et Sancho Panza. Autor: Frédérique PANASSAC


1 Este trabajo se realizó en el marco del Proyecto PAPIIT (núm. IN403614), «Teoría y análisis de los textos breves en la Literatura caballeresca hispánica» de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico y de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Asimismo, es parte de las actividades del Seminario de Estudios sobre Narrativa Caballeresca (PIFFyL2015-018).

¿Qué son los libros de caballerías?

Si nos atenemos a las definiciones que presentan los testimonios contemporáneos de estas obras, encontraríamos una como la que proporciona Sebastián de Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana: “hazañas de caballeros andantes, ficciones gustosas y artificiosas de mucho entretenimiento y poco provecho”. El ilustre lexicógrafo destaca la poca utilidad de las obras; sin duda, porque no se ocupaban de hechos verdaderos, sino de hazañas ficticias, imaginadas; esto es, mentirosas.

Habría que empezar, entonces, por destacar que los libros de caballerías constituían ante todo una literatura de entretenimiento, o de evasión, si se prefiere, pues ayudaban al lector de la época a alejarse de su vida inmediata. Eran, pues, ámbitos donde la imaginación y los deseos podían verse cumplidos.

... algunos autores de estas ficciones defendieron en sus prólogos la idea de que podían servir como obras didácticas, pues sus héroes eran modelos de heroísmo y valentía.
¿Qué podría haber sido más atractivo que una historia de aventuras heroicas mezclada con amor? Sin duda, nada más seductor, incluso para los actuales asistentes al cine, que esperan que entre las grandes hazañas que enfrenta el héroe, pueda darse un tiempo para obtener el beso de su amada. La eterna lucha entre el bien y el mal que tiene como recompensa el amor.

Pero estas obras no sólo fueron formas de evadirse de la realidad, puesto que también se volvieron una suerte de manuales de comportamiento. Al menos así fueron tomadas en otras latitudes, donde el Amadís de Gaula se volvió un punto de referencia para comportarse en sociedad, pues enseñaba cómo debería ser el trato hacia las mujeres o hacia los desprotegidos. Incluso, algunos autores de estas ficciones defendieron en sus prólogos la idea de que podían servir como obras didácticas, pues sus héroes eran modelos de heroísmo y valentía. Es más, ciertos personajes, como Esplandián o Florisando, serán ante todo defensores de la fe cristiana, por lo cual también entre sus virtudes se encontraba la religiosidad.

El héroe y la amada

El héroe de estos libros es indudablemente un caballero. Ese modelo que se creó durante la Edad Media representa el más alto grado de virtudes. Este nuevo protagonista, además de protegerse del enemigo vestido de fierro, añade una serie de características que lo distinguen de los demás. Además de ser valiente y fuerte, características indispensables para un guerrero, encarna una serie de valores para su sociedad: es generoso, leal, justiciero, mesurado, refinado en su comportamiento y, principalmente, un enamorado sincero. Por el amor a su dama emprende toda clase de aventuras y pone en riesgo su vida, pues busca ganarse un nombre, hacerse merecedor de esa mujer amada, que ve muy superior a él, pues normalmente se trata de una princesa.

Título: Medieval babes to fall in love with. Autor: Eddy Van 3000 El caballero muchas veces ignora su identidad, ya que por azares del destino, su madre se ha visto en la necesidad de deshacerse de él, pues compromete su honor; otras veces es un animal o un ser monstruoso el que rapta al niño y lo aleja de su familia. Afortunadamente, contará con objetos o marcas de nacimiento que le permitirán descubrir su verdadero origen y así, sin ningún problema, podrá aspirar legítimamente a la mano de la princesa. Y, sin duda, las bodas marcarán la culminación de sus aventuras.

Las amadas normalmente esperan. Aguardan la llegada del caballero que las defienda de alguna amenaza o simplemente a que el caballero que les ha llamado la atención se desviva por realizar sus hazañas heroicas para hacerse merecedor de su mano. Sin embargo, existe un tipo de dama que no se queda en su palacio, sino que emprende ella misma la aventura. Es la llamada dama bizarra. Algunas de ellas se disfrazan de varones para emprender las mismas aventuras que realizaría un caballero, aunque tampoco falta la doncella que vaya a la guerra para salvar al amado.

Otros espacios, otros tiempos

Si estas obras se alejaban de la cotidianidad, qué mejor que hacerlo al situar las hazañas en tiempos lejanos y lugares imprecisos. Así, los hechos narrados ocurren poco después del nacimiento o resurrección de Cristo, o durante el reinado del rey Arturo. A veces, los tiempos parecen referirse a la época de los romanos o en algún momento anterior a la pérdida de Constantinopla, en el siglo XVI, en poder de los turcos.

En cuanto a los espacios, algunos serían reconocibles para el público, aunque sin duda, los lugares con nombres exóticos desperatarían aún más la imaginación: Gaula, Trapisonda, Niquea o Trebacia.

Estos lugares exóticos posibilitan la existencia de seres extraños, como las amazonas, esas mujeres guerreras guiadas por la reina Calafia en la isla de California o el monstruoso Patagón que terminará sometido al valiente Palmerín de Olivia. Y estos nombres de lugares creados por la imaginación literaria terminarán volviéndose reales, pues los conquistadores creyeron encontrar en América los mismos lugares que habían conocido a través de las páginas de los libros de caballerías que habían leído o escuchado.

¿Quiénes leían los libros de caballerías?

Las aventuras prácticamente gustaban a toda la sociedad de los siglos XVI y XVII. Entre los asiduso al género se podría contar al mismo emperador Carlos V, en cuya corte la lectura de estas ficciones era común. Incluso algún cronista recuerda que el monarca encontró en cierta ocasión a toda la corte llorando porque uno de los héroes más entrañables, Amadís, había muerto.

Pero no sólo la corte y los caballeros se entretenían con estas fabulosas historias; hasta una santa como Teresa de Jesús, en su infancia, era asidua lectora de estas narraciones; por eso, junto con su hermano decidió salir en busca de moros para convertirlos, así como sucedía en los libros que habían escuchado leer.

Es verdad que los libros de caballerías son muy extensos y, por tanto, caros; a esto, hay que añadir que no muchos sabían leer en esa época. Sin embargo, muchos analfabetas podían acceder a estas obras gracias a las lecturas en voz alta que se realizaban. Así, tal y como ocurre en el Quijote, cuando el ventero reúne a todos sus huéspedes para leerles una novela, la del Curioso impertinente.

Orígenes de la literatura caballeresca

Como se mencionó antes, la Edad Media creó un nuevo tipo de héroe: el caballero. Y éste es el protagonista de nuestras obras. Si bien los libros de caballerías son un producto plenamente del siglo XVI y XVII, existen antecedentes previos.

Título: Amadís de Gaula. Autor: Miguelazo84 En el siglo XIV aparece el que se considera el primer texto caballeresco: El libro del caballero Zifar. La obra es una mezcla curiosa entre aventuras en el Más Allá, una recopilación de consejos y una vida de santo, pero, indudablemente, el mundo de las armas tiene un peso importante.

En torno a 1313, según la fecha que aparece en algunos testimonios, se traducen algunos textos de materia artúrica a las lenguas peninsulares: castellano y portugués, principalmente. Y si bien se trata de las primeras traducciones del francés, lo cierto es que las historias del rey Arturo y sus caballeros eran conocidas desde un siglo antes, aunque no se conservan testimonios que lo comprueben. Alusiones en otros textos, la figuración en obras plásticas o la misma existencia de una obra como el Zifar, comprueban que era un tema conocido por el público peninsular. Incluso desde años próximos al ya señalado, existen documentos que prueban la existencia de un Amadís de Gaula, el que se considera como el primer libro de caballerías impreso.

Los ciclos caballerescos

El Amadís de Gaula, cuya edición conocida más antigua es de 1508, inaugura la producción editorial de los libros de caballerías en España. Se trata de la versión adaptada por Garci Rodríguez de Montalvo de un texto que circulaba desde por lo menos un siglo antes. Lo que hizo este autor fue darle un nuevo sentido a la obra, un mensaje muy concreto, donde a la aventura guerrera y amorosa, se le agrega un sesgo espiritual, de lucha contra el infiel y la defensa de la cristiandad. Este último aspecto lo resaltará aún más en la continuación de la obra, Las sergas de Esplandián, donde la lucha contra el infiel se vuelve el principal motor del héroe.

Pero otro mérito de Rodríguez de Montalvo fue el de crear una literatura cíclica. El modelo provenía de la literatura artúrica francesa, pero se aclimata en España y se ve favorecido por la imprenta. Se crean así los denominados ciclos caballerescos. Cada ciclo corresponde a una familia de héroes; así, el ciclo de Amadís conocerá hasta doce libros; al héroe Amadís lo sucederán su hijo Esplandián, su nieto Lisuarte, su bisnieto Amadís de Grecia y así hasta llegar a Silves de la Selva. Otro ciclo importante será el de los Palmerines, pues al original de Olivia, le sucederán varios familiares más, incluso algunos en Portugal, como Palmeirim de Inglaterra.

Algunos libros, aunque llegan a anticipar que después se contarán las aventuras del hijo, no lograron alcanzar la popularidad y estima del público, por lo que sólo se quedaron en meros proyectos.

Conclusiones

La literatura caballeresca hispánica cuenta entre sus antecedentes con la literatura artúrica francesa, la materia troyana y los tratados de educación principesca, pero fueron un fenómeno editorial propio de los siglos XVI y XVII. En realidad se trataría de los primeros best-sellers de la historia, pues todo el público, hombres, mujeres, niños, jóvenes y viejos, estaba ávido de conocer las aventuras de caballeros valerosos, hermosísimas doncellas, fieros monstruos y extraños lugares. Se ha dicho que con leer un libro de caballerías ya se conoce la factura de todo el género, pero lo que se pierde de vista es que si bien todos cuentan con los mismos ingredientes, la manera de combinarlos es lo que les da un sesgo novedoso y los particulariza. Y, finalmente, la imaginación de estos autores puede resultar muy atractiva aún a lectores del siglo XXI, pues, en el fondo, los magos de Hogwarts, el malvado Lord Voldemort, el viajero Han Solo que busca liberar a la princesa Leia del temible Darth Vader, tienen como sus antecesores a Amadís, Oriana, Urganda o cualquier otro personaje que habita las aventuras caballerescas. fin

Bibliografía

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COVARRUBIAS, Sebastián de (1611), Tesoro de la lengua castellana o española, edición de Ignacio Arellano y Rafael Zafra, Madrid: Universidad de Navarra, Iberoamericana, Vervuert, Real Academia Española, Centro para la Edición de Clásicos Españoles, 2006.

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GONZÁLEZ, Aurelio; Campos García Rojas, Axayácatl; Luna Mariscal, Karla Xiomara y Rubio Pacho, Carlos, Palmerín y sus libros: 500 años, México: El Colegio de México, 2013.

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LUCÍA MEGÍAS, José Manuel y Emilio José Sales Dasí, Libros de caballerías castellanos (siglos XVI-XVII), Madrid: Ediciones del Laberinto, 2008.

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SALES DASÍ, Emilio José, La aventura caballeresca: epopeya y maravilla, Alcalá de Henares: Centro de Estudios Cervantinos, 2004.


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2015 Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons
Carlos Rubio Pacho
Investigador en el Centro de Estudios Literarios del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM y profesor en la Facultad de Filosofía y Letras, también de la UNAM.

Carlos Rubio Pacho Es Licenciado en Lengua y Literaturas Hispánicas, por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM; Magíster en Filología Hispánica, por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España y Maestro en Letras por la UNAM. Además de Investigador en el Centro de Estudios Literarios del Instituto de Investigaciones Filológicas de la misma universidad desde hace más de veinte años. Imparte clases en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ha sido profesor visitante en la Universidad Autónoma de Zacatecas y en la de Castilla-La Mancha, España.

Asesor de la serie televisiva “Hablemos de… el español”, producida por Televisión Educativa, de la SEP (2007) y expositor en el Diplomado “El español y sus habilidades comunicativas”, organizado por el Instituto de Investigaciones Filológicas. Es autor de Un infinito dédalo de espejos. Bibliografía de y sobre Jaime Torres Bodet (2004) y coautor del Diccionario de escritores mexicanos. Siglo XX, tomos II (D-G) a IX (U-Z), publicados entre 1992 y 2007 por la UNAM; así como de la versión electrónica con los primeros cuatro tomos. Es coeditor del volumen Palmerín y sus libros: 500 años (El Colegio de México, 2013). Ha publicado una treintena de artículos y ponencias, resultado de su participación en coloquios y congresos nacionales y extranjeros. Fue becario de la Fundación Carolina, de España (2005-2006) para realizar estudios de posgrado. Es miembro de la Asociación Internacional de Hispanistas, de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval y del Seminario de Narrativa Caballeresca de la UNAM.

Actualizado hasta agosto, 2015.


RUBIO PACHO, Carlos, "Los libros de caballerías castellanos del siglo XVI", Revista Digital Universitaria, 1 de agosto de 2015, Vol. 16, Núm. 8. Disponible en Internet: <http://www.revista.unam.mx/vol.16/num8/art60/index.html> ISSN: 1607-6079.

Los libros de caballerías castellanos del siglo XVI

Carlos Rubio Pacho

Se realiza un breve recorrido por las características más sobresalientes de la narrativa caballeresca, enfocándose principalmente en los libros de caballerías de los siglos XVI y XVII. También se presentan algunos hitos en su devenir histórico.

Palabras clave: ficción caballeresca, libros de caballerías, héroe, amor, literatura española.