• TEMA DEL MES •

El simbolismo de la concha entre los mayas

América Malbrán Porto
Dintel 26 de Yaxchilan donde se observa al gobernante Escudo Jaguar con un atavío similar a la coraza de Tula
  • Uno
  • Dos
  • Tres

Contextos

Los contextos iconográficos donde encontramos representaciones de la concha son múltiples. Presentamos aquí algunos ejemplos que nos permiten tener una visión más amplia de las representaciones simbólicas que tuvo este elemento dentro de la sociedad maya, y su gran vinculación con la religión.

Hemos encontrado que en los prefijos de Emblema aparece frecuentemente un elemento precioso, de acuerdo con Thompson (1950), a manera de un pectoral de concha o una placa de turquesa, perteneciente a los grupos acuático y del inframundo. Seler (1960) creyó que se trataba de una corriente sanguínea y Barthel (1968) miraba un líquido hermoso que pudo representar sangre; lo que indicaría una relación genealógica, “sangre de origen” o parentesco, es decir, que señalaba al sucesor legítimo de un linaje o un cargo (Barthel, 1968 167-168; De la Garza, 1975: 48; Marcus, 1992: 183) (Figura 1).

Prefijos emblema del grupo acuático de acuerdo con Thompson
Figura 1. Prefijos emblema del grupo acuático de acuerdo con Thompson (1950).

Un ejemplo de lo anterior lo encontramos en la página 49 del Códice de Dresde, donde se aprecia “una mujer joven, color de arcilla y desnuda hasta el torso, está sentada en un trono celestial, con un cojín en la espalda. Su tocado es un dios de nariz larga. Un signo de luna se extiende hacia atrás a partir de su axila corno si surgiera de él, y sostiene una concha a manera de copa, símbolo de nacimiento en su cargo” (Thompson, 1988: 167) (Figura 2).

Figura femenina con signo lunar bajo el brazo. Códice Dresde
Figura 2. Figura femenina con signo lunar bajo el brazo. Códice Dresde, 1983:49(28).
Al parecer, la vinculación de la concha con los linajes se debe al hecho de que éstas eran utilizadas como joyas preciosas por los señores de la nobleza maya. Cierto o no, el hecho es que la concha era apreciada por los nobles como ornamento en sus atuendos, mismos que en las representaciones pictóricas y escultóricas indica una evidente e importante carga simbólica. Al respecto, De Landa (1986: 39) menciona que los señores se aderezaban con ciertas conchas coloradas, que probablemente fueran ejemplares de la especie Spondylus, usados a manera de collares, pulseras, cinturones, orejeras y narigueras, en los tocados y como aplique de los vestidos (Schele y Miller, 1992: 66-71).

Un claro ejemplo de esto último nos lo proporciona el hallazgo, en Tula, Hidalgo, de una “coraza” ritual elaborada a base de placas de Spondylus y caracoles del género Oliva. Si bien este atuendo se encontró en un área alejada de la zona maya, es interesante el parecido que tiene esta prenda con algunas de las representadas en dinteles del área maya (Malbrán Porto, 2011); como el dintel 26 de Yaxchilán, donde se observa al gobernante Escudo Jaguar ataviado para la guerra, cuya coraza puede estar formada por pequeñas placas de conchas cocidas a la tela de algodón (Figura 3). Asimismo, podemos distinguir con frecuencia representaciones de cinturones adornados con cuentas de caracoles Oliva; como en el caso de las estelas 1 y 17 de Dos Pilas (Figura 4). Sin embargo, al parecer, en ciertos rituales —como en los de autosacrificio—, se usaba otro tipo de cinturones, de los cuales pendía una concha de Spondylus. Schele y Miller (Op. Cit: 71) mencionan que esta concha era un símbolo que generalmente utilizaban las mujeres, mientras que los hombres sólo lo tomaban en ciertas ceremonias.

Ejemplos del Nicté <em>katún</em> tomados de Calderón
Figura 3. Dintel 26 de Yaxchilan donde se observa al gobernante Escudo Jaguar con un atavío similar a la coraza de Tula.

Otro aspecto importante, es el uso de las conchas en los ritos de pubertad. Al respecto, De Landa nos dice que a las niñas se les amarraba (bajo los riñones) una concha asida a un cordel delgado: “... esta concha les venía a dar encima de la parte honesta y (...) era entre ellos pecado y cosa muy fea quitarla de las muchachas antes del bautismo, el cual les daban siempre desde la edad de tres años hasta la de doce...” (Op. Cit: 44).

También podemos observar una fuerte vinculación de la concha con el parto y el nacimiento, ya que es el símbolo de la diosa lunar, Ixchel; deidad de la procreación, del matrimonio, la medicina, la tierra y el agua. Esta última asociación simbólica es, evidentemente, natural, y la relación con el nacimiento es significativa puesto que, al igual que los moluscos emergen de sus conchas, los niños debían surgir del vientre materno (Coe, Op. Cit: 152; Thompson, 1950: 133).

Sobre este punto, consideramos que es muy probable que a la diosa Ixchel se le reservaran, de manera muy particular, caracoles de la especie Pleuroploca gigantea, uno de los moluscos marinos más largos; cuyo nombre en maya es Chac PelChac significa rojo y Pel tiene una relación directa con los genitales femeninos, la vagina (Andrews VI, 1969: 48)—. Éste es, sin duda, un ejemplo más que claro de la unión simbólica que existe entre las conchas y el parto.

Personajes con cinturones de conchas olivas
Figura 4. Personajes con cinturones de conchas olivas. Estelas 1 y 17 de Dos Pilas. Tomado de Schelle y Miller, 1992:77.

Otro aspecto fundamental ligado a la concha, es el sacrificio rendido a los dioses. En la religión maya, como en el resto de las religiones mesoamericanas, el sacrificio era una parte importante del culto, y podía ir desde el autosacrificio, pasando por sencillas ofrendas de alimentos u objetos valiosos, hasta el sacrificio humano, el cual se popularizó durante el Postclásico (Morley, 1992: 207). Los gobernantes, quienes eran considerados descendientes directos de los dioses, debían fungir como mediadores entre éstos y los hombres para propiciar favores; buenas cosechas y mantener el equilibrio en el mundo. Para ello, a lo largo de su vida, en cada evento político y religioso de importancia, así como al término de los períodos de tiempo —nacimientos, matrimonios y muertes—, se debían realizar autosacrificios para ofrendar sangre (Schele y Miller, Op. Cit: 175-176). Pero es, nuevamente, De Landa quien nos ofrece una descripción más amplia de estos autosacrificios:
“Hacían sacrificios con su propia sangre, cortándose unas veces las orejas a la redonda, por pedazos, y así las dejaban por señal. Otras veces se agujereaban las mejillas, otras el labio de abajo; otras se sajaban partes de sus cuerpos; otras se agujereaban las lenguas, al soslayo, por los lados, y pasaban por los agujeros unas pajas con grandísimo dolor; otras se arpaban lo superfluo del miembro vergonzoso, dejándolo como las orejas, (...) Otras veces hacían un sucio y penoso sacrificio, juntándose en el templo los que lo hacían y puestos en regla se hacían sendos agujeros en los miembros viriles, al soslayo, por el lado y hechos pasaban toda la mayor cantidad de hilo que podían, quedando así todos ensartados; también untaban con la sangre de todos aquellas partes al demonio (...) Las mujeres no usaban de estos derramamientos aunque eran harto santeras; más siempre le embadurnaban el rostro al demonio con la sangre de las aves del cielo y animales de la tierra o pescados del agua y cosas que haber podían” ( Op. Cit.: 49-50).
El Obispo de Yucatán indica que los autosacrificios eran propios del sexo masculino, pero existe gran cantidad de representaciones en las que podemos ver a mujeres autosacrificándose, como en la página 95 del Códice Madrid (1926), o en el dintel 24 de Yaxchilan; ahí observamos una escena de autosacrificio en donde la noble dama Xoc, consorte del rey Escudo Jaguar, está pasando a través de su lengua una cuerda o hilo (de ellas nos habla Landa).

Es justo ahí, precisamente, en donde encontramos a la concha: en los autosacrificios. En muchos casos, la sangre se recogía en recipientes de este material; como se puede ver en la página 95 del Códice Tro-cortesiano o Madrid (1992) (Figura 5).

Personajes realizando un ritual de autosacrificio en el que se punzan las orejas y recogen los chorros de sangre en conchas
Figura 5. Personajes realizando un ritual de autosacrificio en el que se punzan las orejas y recogen los chorros de sangre en conchas. Página 95, Códice Tro-cortesiano o Madrid.

Es interesante mencionar que la concha, siendo un símbolo del inframundo, esté relacionada con el autosacrificio y como recipiente captador de sangre. Ello se explica a partir de que los mayas consideraban a la sangre como el elemento precioso y sacro más importante en el mundo habitado por los hombres, y por lo mismo, tuvo una relación directa con el agua, elemento propio del inframundo. En el Popol Vuh se menciona que los dioses creadores trataron varias veces de hacer una criatura que los reverenciase, pero no tuvieron éxito. Por fin, utilizaron el maíz para formar la carne, y con agua hicieron la sangre de la criatura humana; que sí podía alabarlos y dedicarles ofrendas (Schele y Miller, Op.Cit.: 176).
“He aquí, pues, el principio de cuando se dispuso hacer al hombre, y cuando se buscó lo que debía entrar en la carne del hombre. Y dijeron los Progenitores, los Creadores y Formadores, que se llaman Tepeu y Gucumatz: “Ha llegado el tiempo del amanecer, de que se termine la obra y que aparezcan los que nos han de sustentar y nutrir (...) que aparezca el hombre, la humanidad sobre la superficie de la tierra”. Así dijeron (...) Se juntaron, llegaron y celebraron concejo en la oscuridad y en la noche; luego buscaron y discutieron, y aquí reflexionaron y pensaron. De esta manera salieron a luz claramente sus decisiones y encontraron y descubrieron lo que debía entrar en la carne del hombre (…) A continuación entraron en pláticas acerca de la creación y la formación de nuestra primera madre y padre. De maíz amarillo y de maíz blanco se hizo su carne; de masa de maíz se hicieron los brazos y las piernas del hombre. De agua su sangre. Únicamente masa de maíz entró en la carne de nuestros padres...” (Popol Vuh, 2003: 99-100).
Con todo ello, es posible ver que las conchas eran un elemento recurrente en los rituales de autosacrificio; tanto como recipiente captador de sangre o en los cinturones en los que se ve una combinación de la cabeza del pez Xoc y una concha gigante de Spondylus (Schele y Miller, Op. Cit.: 71).

Por otra parte, la concha también aparece relacionada con la guerra, puesto que el glifo utilizado para indicar una acción guerrera entre ciudades es llamado “concha estrella” (Thompson, 1950; Schele y Miller, Op. Cit.). Un ejemplo de éste lo encontramos en la estela 16 de Dos Pilas, en la que se lee una inscripción sobre la batalla sostenida por esta ciudad contra la de Seibal, cuyo rey fue hecho prisionero. En dicha estela aparece el glifo concha estrella, que indica campaña militar o guerra (Schele y Miller, Op. Cit.: 215).

Uno de los fines primordiales de las campañas militares era la obtención de prisioneros, que se destinaban como víctimas de sacrificio y en el cual, como ya vimos, la concha es recurrente. Acerca de lo anterior, podemos mencionar un panel de piedra tallada, procedente del valle del Usumacinta, en el que se aprecia una escena donde aparece un Señor al que uno de sus guerreros le está presentando tres cautivos; este personaje sostiene en la mano derecha una concha, probablemente de Spondylus (Ibid.: 226) (Figura 6).

También, otro de los contextos rituales donde más encontramos a la concha, es en el caso de los escondrijos o cachés; pequeñas ofrendas donde los mayas colocaban collares, cuentas, trompetas, etc., que fueron depositados para los dioses y, consecuentemente, para solicitar o agradecer favores.

Por otra parte, nos parece interesante mencionar el hecho de que Kan era la palabra yucateca utilizada para designar el color amarillo, pero tiene varios homónimos, como precioso, necesario o muy estimado. De esta forma, Kan también era usada para designar a las cuentas de concha utilizadas como moneda. Es posible, en vista de que el género Spondylus era muy apreciado entre los mayas, y que las cuentas se elaboraban con este material, que de ahí recibieran dicho nombre, además de que, como ya vimos, las conchas eran consideradas preciosas por su origen marino (Thompson, Op. Cit: 275).

Al parecer, la concha también podía significar culminación o final, y por lo mismo se utilizaba como numeral cero. Cuando se la usa de esta forma, da la impresión de no tener relación alguna con el inframundo, aunque bien puede estar representando la idea de muerte: en el final; la ausencia total (Ibid.:186).

La concha en el panteón maya

Panel tallado donde se observa que el personaje de la derecha sostiene una concha
Figura 6. Panel tallado donde se observa que el personaje de la derecha sostiene una concha. Museo de Arte Kibell. Tomado de Schele y Miller 1992:234.
Dentro del simbolismo maya, la concha representa la tierra, el agua, la muerte, el inframundo y la oscuridad; por lo mismo, es un atributo de las deidades que habitan este plano del universo. Es posible que de esta asociación se derive del hecho de que: es sobre el agua que flota el cocodrilo terrestre, cuya espalda es la su­perficie del mundo (Thompson, Op. Cit.: 49-173-278).

De igual manera, como atributo de los dioses, encontramos representada a la concha en sus tocados o vestuario. A continuación, presentamos una relación de las deidades con que aparece vinculada:

El Dios Solar

En la iconografía maya el Dios Solar aparece representado con nariz roma, con un ornamento en forma de espiral, lengua serpentina, dientes incisivos centrales, colmillos que le sobresalen de la boca y, en ocasiones, lleva barba felina. Cuando se manifiesta de manera zoomorfa "su boca se convierte en un hocico y presenta una voluta, de las orejas le cuelgan pendientes de concha, material del inframundo, y los colmillos le salen de detrás de las orejas" (Montoliú, 1981: 30-31).

En los casos en que al glifo del Dios Solar se le suman conchas como prefijo, esta deidad se convierte a su forma nocturna, como Señor de la noche. De esta manera, el glifo consiste en la cabeza del Dios Solar o el símbolo cuatripartita, Kin, rodeado por tres conchas o motivos vegetales que simbolizan la tierra (Thompson, Op. Cit.: 49, 173). Así, esta deidad puede estar relacionada tanto con un aspecto benevolente, cuando se liga con el calor, la lluvia, la vegetación, la abundancia del maíz y la apicultura; o con un aspecto maléfico, en los casos del calor destructivo, lluvias nefastas, enfermedades y catástrofes (Ibid. 32).

Es muy probable que esta relación de la deidad solar con las conchas, propias de los dioses del inframundo, surja de la creencia que tenían los antiguos mayas; que durante la noche el sol viajaba por el inframundo, desde el oeste hasta el este, para volver a su punto de nacimiento por la mañana.

Dios GI

Es uno de los dioses de la Tríada de Palenque, de los cuales se consideraban descendientes directos los reyes de esta ciudad. Éste, es el más viejo de los tres dioses y tiene el mismo nombre que su padre. Uno de los glifos del nombre puede leerse Hun Ahpú, lo que lo relaciona con uno de los héroes mitológicos del Popol Vuh (Schele, Op. Cit.: 48). Se lo encuentra asociado con el planeta Venus, aunque también se lo identifica con el sol. Se trata de una deidad de la danza, la decapitación y tiene una fuerte vinculación con el mar. Se la representa con bigotes de pez gato y en ocasiones lleva en sus mejillas aletas de pez, sus cejas son onduladas, tiene ojos cuadrados, nariz roma y su diente frontal generalmente es reemplazado por un diente de tiburón (lo que quizá pudiera estar relacionado con los hallazgos mayas de fósiles de tiburón o la pesca de este animal). Usa orejeras de concha y un tocado con el símbolo del monstruo cuatripartito (Schele, Op. Cit: 48: Coe, 1978: 34) (Figura 7).

Dios GI bailando
Figura 7. Dios GI bailando. Dibujo a partir de una foto de Justin Kerr Shele y Miller 1992:299.

Chac Xib Chac

Porta orejeras de concha, una diadema de concha y su cabello va recogido. Sus brazos y piernas están marcados con motivos acuáticos y generalmente sostiene un hacha. Al parecer, se trata de una advocación de GI, por lo que en sus atributos es muy similar, excepto que se lo representa, usualmente, zoomorfo. Y al igual que a GI, se le asocia con la danza y el sacrificio (Schele, Op. Cit.: 49).

Dios GIII

Otro de los dioses de la Tríada de Palenque; tiene una fuerte relación con el Dios Solar y, de hecho, posee los mismos atributos, por lo que tal vez se trata de una advocación de éste.

Dios Jaguar del Inframundo

Se trata de una advocación de GIII (similar a GI); posee la misma nariz roma, cejas onduladas, ojos cuadrados, dientes incisivos en forma de "T" y, generalmente, lleva bigotes de pez gato.

Dios A

Se lo identifica con el dios de la muerte, que sin duda es el dios más importante del inframundo. A esta deidad se le atribuía el punto cardinal sur, Yax, en cuyo glifo el elemento más importante es la sección de una concha y un pequeño Ahau invertido (Thompson, Op. Cit.: 251).

El Dios del Número Cero

Como se mencionó, el cero se representaba con una concha, misma que está ligada con el dios que rige este numeral. Se trata de una deidad del inframundo, relacionada con el sacrificio. Se lo representa de forma antropomorfa, aunque su mandíbula inferior es una mano humana (Schele, Op. Cit.: 54).

Dios N

Es otra de las deidades del inframundo; un dios anciano que emerge, o porta una concha. También se lo representa de cuerpo completo, usando un pectoral elaborado con una sección de concha (Thompson, Op. Cit: 133). Se lo personifica llevando un tocado de redeci­llas, tiene orejas de reptil y está relacionado con la cruz de Kan (Schele, Op. Cit.: 54).

En algunas vasijas en las que aparece se lo ve emergiendo de una concha. Desde fuera, aparece uno de los gemelos míticos del Popol Vuh, quien parece tratar de jalarlo hacia el exterior de su concha, para sacrificarlo. Lo anterior lo podemos apreciar en una vasija del museo de la Universidad de Princeton y otra del museo de Durham (Figura 8).

Dios N saliendo de una concha
Figura 8. Dios N saliendo de una concha.Dibujo a partir de una foto de Justin Kerr Shele y Miller 1992:299.

El Dios Mam

Es una deidad anciana, frecuentemente asociada a una concha, de la que emerge o que carga en su espalda, junto con el símbolo del año. Probablemente se trata de una advocación del dios N (Thompson, Op. Cit.: 12,173).

La Diosa Lunar

Cónyuge del Dios Solar. Representa la parte femenina y luminosa de la tierra. Es la diosa del tejido, de las aguas terrestres fértiles; es una deidad de la procreación, el nacimiento y los pecados carnales (Montoliú, 1989: 56-57). Como diosa del parto se la vincula con las conchas, posiblemente debido a la relación que se da con el hecho de que los niños surgen del vientre materno y los moluscos de sus conchas.

Los Bacabes

Son dioses benéficos que se encargaban de enviar la lluvia que alimentaba las cosechas de maíz; regando la tierra con sus grandes calabazos (Montoliú, Op. Cit: 57).

Landa nos habla de los cuatro Bacabes, identificados con los puntos cardinales. Eran los encargados de sostener las esquinas del cielo, cada uno identificado con un color diferente (Op. Cit.: 62). En algunas representaciones, como en la página 41 del Códice de Dresde, se ilustran a los Bacabes asociados a una concha de caracol, debido, probablemente, a su vinculación con la lluvia y la agricultura.

Thompson ha supuesto que Cib era el día dedicado a los Bacabes, ya que su forma simbólica se representa con una sección de concha de caracol, que recuerda a aquellas utilizadas por estas deidades (Thompson, Op. Cit.: 85-86).

Conclusión

Como se ha visto, el simbolismo de la concha entre los mayas era muy variado. Se puede decir que cumplía la función de mediadora, por ser un elemento de origen acuático y misterioso, entre los tres planos del universo, ligándolos uno con otro gracias a su relación con ellos: con el inframundo, como elemento de los dioses; con el plano terrestre, al ser un símbolo de parto, recipiente captador de sangre en los autosacrificios, y en la guerra, como elemento recurrente, ya sea en los atuendos o como glifo, en el caso de la concha-estrella, y con el cielo, al relacionarse con la deidad solar y su ciclo de descenso al inframundo y renacimiento fin

Bibliografía

ANDREWS VI, E. Wyllys. The Archaeological Use and Distribition of Mollusca in the Maya Lowlands. Publication #34, Middle American Research Institute, Tulane University, New Orleans. 1969

BARTHEL, Thomas S. “El complejo ‘emblema’” en Estudios de Cultura Maya Vol. VII. Centro de Estudios Mayas, Instituto de Investigaciones Filológicas, Universidad Nacional Autónoma de México. pp. 159-193. 1968

Códice de Dresde. Fondo de Cultura Económica. México. 1983

Códice Tro-Cortesiano. Edición facsimilar, introducción de Manuel Ballesteros Gaibrois, estudio crítico de Miguel Rivera Dorado. Ministerio de Cultura, Quinto Centenario, Testimonio, Compañía Editorial. Madrid. 1992

DE LA GARZA, Mercedes. La Conciencia Histórica de los Antiguos Mayas. Centro de Estudios Mayas, Universidad nacional Autónoma de México. México. 1975

DE LANDA, Diego (Fray). Relación de las cosas de Yucatán. México: Editorial Porrúa. 1986

MALBRÁN Porto, América. “Reflexiones en torno a ciertos atavíos representados en dinteles mayas” en Tlaloc ¿Qué? Nº2. Pp. Boletín del Seminario El Emblema de Tláloc en Mesoamérica. Año 1. Abril-Junio. Instituto de Investigaciones Estéticas, Universidad Nacional Autónoma de México. Pp.18-26. 2011

MARCUS, Joyce. Mesoamerican Writing Systems Propaganda, Myth, and History in Four Ancient Civilizations. Princeton University Press. Princeton, New Jersey. 1992

MORLEY, Sylvanus G. La Civilización Maya. México: Fondo de Cultura Éconómica. 1992

Popol Vuh. Traducción de Adrián Rencinos. México: Fondo de Cultura Económica. 2003

SCHELE, Linda y Mary Ellen Miller. The Blood of Kings. Dynasty and Ritual in Maya Art. Thames and Hudson. London. 1992

THOMPSON, J. Eric S. Maya Hieroglyphic Writing, Introduction. Carnegie Institution of Washington. Publication #589. Washington D.C. 1950

Un Comentario el Códice Dresde, Libro de Jeroglíficos Mayas
. México: Fondo de Cultura Económica. 1988

COMENTARIOS

SÍGUENOS
2013 Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons
América Malbrán Porto
Actualmente cursa el Programa de doctorado en Estudios Mesoamericanos
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).


América Malbrán Porto Maestría en Estudios Mesoamericanos Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Con la tesis “ Análisis Iconográfico de Representaciones Acuáticas en Teotihuacan y otros sitios Mesoamericanos” Dirigida por el Dr. Jorge Angulo Villaseñor.

Licenciada en Arqueología, egresada de la Escuela Nacional de Antropología e Historia; con la tesis “Las Ofrendas de Concha de Xcaret Quintana Roo; Análisis del material malacológico de un sitio maya en el Estado de Quintana Roo”.

Directora del Centro de Estudios Sociales y Universitarios Americanos S.C. (CESUA) en México D.F.

Miembro del Seminario Los Rostros de Tlaloc en Mesoamérica, dirigido por la Dra. María Elena Ruiz Gallut, Instituto de Investigaciones Antropológicas.

Ha participado en diversos proyectos arqueológicos en México y Argentina como el Proyecto de Arqueología Urbana dirigido por Eduardo Matos Moctezuma y el Proyecto Arqueológico Casa Ezcurra de Daniel Schavelzon, respectivamente.

Directora del Equipo de Arqueología Histórica del Almirante Brown, Provincia de Buenos Aires del año 1996 al 2000.

Jefatura del Área de Control y Seguimiento del Centro INAH Guerrero. Desde el 1 de abril de 2002 hasta el 31 de diciembre de 2002.

Profesor de asignatura en el Colegio de Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México donde imparte las asignaturas Historia de América Antigua, Problemas Indígenas Latinoamericanos y Afroamérica.

Profesor de la Escuela Nacional de Antropología Historia, INAH-SEP

Cita de acuerdo a la Norma ISO 690-2

MALBRÁN Porto, América "El simbolismo de la concha entre los mayas" Revista Digital Universitaria [en línea]. 1 de mayo de 2013, Vol. 14, No.5 [Consultada:]. Disponible en Internet: <http://www.revista.unam.mx/vol.14/num5/art03/index.html> ISSN: 1607-6079.

El simbolismo de la concha entre los mayas

América Malbrán Porto

Por sus características y cualidades naturales, belleza, tamaño, dureza y variedad de color; así como por los distintos hábitats en que se encuentran, tanto acuáticos como terrestres, el uso que han tenido las conchas ha sido muy amplio. Uno de estos usos, y tal vez uno de los más difundidos y estudiados, ha sido el ornamental. Sin embargo, las características simbólicas asociadas a estos materiales son muchas y de gran importancia. En este trabajo se abordarán algunas de las representaciones simbólicas que tuvo este elemento dentro de la sociedad maya y su fuerte vinculación con la religión.

Palabras clave: Concha; simbolismo; religión; mayas.