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Aventuras, caballeros y locuras: la literatura caballeresca

Sueños y maravillas en los libros de caballerías españoles1

Paola Zamudio Topete
Deutsch: Hl. Georg und der Drache
  • Uno
  • Dos
  • Tres

Introducción

El monstruo es caleidoscopio de muchas formas y cualquier definición depende de la manera en que es visto, percibido, pensado, soñado o reflexionado por el hombre. Las palabras y su significado yacen ahí, en esa construcción tan arbitraria hecha por los sentidos y aunque el concepto de monstruo no es una cuestión cerrada, tiene una línea, un patrón conceptual que permanece inamovible por mucho tiempo y que se liga generalmente con la trasgresión que este ser hace de cualquier orden conocido. El monstruo siempre será un ente desvinculado de lo normal, ajeno a cualquier orden natural. Como señala José Manuel Pedrosa (2002): “Se considera un ser monstruoso a aquél que se diferencia de los de cualquier especie por la anormalidad de su constitución física, de su tamaño o de determinadas costumbres, y porque esa anormalidad se contrapone de modo inarmónico […] a la normalidad del resto de los seres”.

Es precisamente esta anormalidad lo que se resalta en la mayoría de las descripciones de los libros de caballerías del siglo XVI, en las que el monstruo es un ser de formas y colores diversos, desmesurado y con una bestialidad y apetito insaciable debido a su origen incestuoso, muchas veces teñido de sangre, características que cualquier novela de suspenso envidiaría.


Pero lo más significativo de estos monstruos híbridos es que poseen un nombre que los individualiza y los pone a la par del héroe protagonista que lucha con ellos para reafirmarse como el mejor caballero del mundo. Finalmente, en esta reafirmación de la predestinación del caballero se encuentran algunos sueños, cuyos temas pueden ser el amor, la guerra, el nacimiento o la muerte, entre otros, y que sirven como enlaces entre los distintos episodios o capítulos del libro o como motores de la acción narrativa. Además, los sueños también son una parte importante de las maravillas caballerescas y se presentan de manera constante a través de imágenes cifradas. Frecuentemente en éstos se presentan unicornios, grifos, dragones, leones, ángeles o simplemente voces que dan órdenes o anuncian eventos esenciales para los caballeros que los sueñan. Puede decirse, incluso, que en algunas ocasiones el héroe necesita del sueño para legitimar su trayectoria caballeresca.

Sueños hay muchos, pero ahora, se comenzará con los monstruos.

1 Este trabajo se realizó en el marco del Proyecto PAPIIT (núm. IN403614), «Teoría y análisis de los textos breves en la Literatura caballeresca hispánica» de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico y de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Asimismo, es parte de las actividades del Seminario de Estudios sobre Narrativa Caballeresca (PIFFyL2015-018).

Monstruo híbrido

Los monstruos híbridos de los libros de caballerías se construyen con una combinación abrumadora de formas en la que se mezcla una serie de elementos tomados tanto de la tradición clásica como de los bestiarios medievales. Sin embargo, los autores les agregan características innovadoras que los individualizan y crean en el lector una idea de una fealdad absoluta. En este sentido destaca el caso del gigante Cinofal, que combina en su cuerpo la cara de can y las orejas enormes de los panotis, o el caso de Patagón, que también tiene cara de can como en el caso de los cinocéfalos, pero que posee pies de ciervo. Este último monstruo además es significativo porque también se inserta en la tradición de los hombres salvajes que según el autor del Primaleón viven: “ansí como animales y son muy bravos y esquivos y comen carne cruda de lo que caçan por las montañas” (MARÍN PINA, 2001).

Ya desde la Antigüedad clásica los hombres salvajes se describían como hombres no civilizados, que vivían principalmente en los bosques o en las montañas y que se alimentaban de los productos del campo o de la carne cruda2. Asimismo, solían ser feos, descorteses, lascivos, violentos y regularmente se vestían con pieles, con hojas o con su pelo sucio y largo. Ésta es precisamente la imagen que se da de Patagón quien, además, habla una especie de lengua que ni el caballero Primaleón ni sus compañeros entienden.

El lenguaje o carencia de él se convierte entonces en un rasgo más de construcción monstruosa que los autores del género utilizan constantemente. La mayoría de sus monstruos braman, aúllan o lanzan ruidos atronadores o alaridos, pero en ninguno de ellos existe el habla como tal. Lo significativo es que, a pesar de esto, muchos de ellos, sobre todo los que tienen partes humanas, entienden las palabras del caballero aunque no puedan contestarlas.

Además de este modelo de monstruos híbridos, también existe otro que se construye a partir de la imaginación de los autores en el que la enumeración y combinación de elementos juega un papel importante. Este es el caso de la bestia serpentaria cuya figura tiene el tamaño de un caballo, orejas de cebra, brazos de león y cabeza de tigre. Sobre este punto hay que señalar que la construcción de la descripción de los monstruos híbridos demoníacos, en los que también hay una enumeración de elementos, es por demás significativa ya que en todos ellos se hace patente la figura del diablo, ya sea de manera literal o por medio de elementos que tradicionalmente se asocian con él. En el primer caso se encuentra la bestia ladradora, cuyo sonido característico es producto de la maldición de Galaz que: “hizo una oración a Dios y dijo que los diablos ladrasen en su vientre [de su hermana], porque mentía y que ladrasen como canes” (MARÍN PINA, 2001). Lo mismo sucede con el endemoniado fauno, quien también tiene al diablo inscrito en su cuerpo porque: “tiene una legión de demonios en el cuerpo, que en figura de hombres armados le salen por su grande boca, y hacen grandíssimo daño por donde él anda”.

Así, puede decirse que la imagen a la que se enfrentará el caballero es la encarnación del mal y tiene un sentido más religioso. En el caso de la bestia ladradora el simbolismo es aún más fuerte porque el caballero que termina con su vida es: “tan amigo de nuestro Señor que le dará su virginidad tan maravillosa” (MARÍN PINA, 2001).


[...] las representaciones oníricas en los libros de caballerías son necesarias en el camino amoroso del caballero, pues al llegar la aventura a su fin, éste ha conquistado las virtudes tan necesarias para ser un buen esposo y amante.
En el Lisuarte de Grecia de Juan Díaz, la descripción del centauro sin piedad dice que este monstruo: “Desde la cabeza hasta el ombligo era hombre, y desde abajo cuerpo de caballo con pies, manos y cola; dándose a entender su gran maldad por tal figura”, y más adelante: “era muy deforme de rostro”. Aunque la descripción en este caso no es muy detallada, sí resalta la maldad que yace en la parte animal de este ser, cuya importancia radica en su hibridez, su combinación humana y bestial, misma que lo dota tanto de inteligencia como de instinto.

El monstruo ha nacido y su descripción comprueba su existencia en el universo del libro. No es una imagen difusa o sin sentido sino un ser cuya misión es luchar con el caballero para que éste pueda restaurar el orden del mundo, ese orden perdido por el pecado y la maldad. El combate con estos seres ayuda al héroe a conseguir fama, el monstruo muere y sólo queda en la memoria, aunque como un recordatorio de los límites imprecisos entre la realidad y la maravilla.

2 Para el tema del salvaje, véase López Ríos, 1952.

Sueños caballerescos

Los libros de caballerías no son la excepción en el tema del sueño y a través de numerosas obras y páginas los caballeros sueñan con las mujeres que aman e incluso, de manera simbólica, se les anuncian hechos futuros de su relación amorosa.

Aunque es evidente que el amor es un tema inherente a todas las obras del género, Feliciano de Silva plasmó la fuerza de este sentimiento en algo tan significativo como los sueños, pues es a través de ellos que el autor enseña sus creencias y poética amorosa. El caballero, como cualquier hombre enamorado, recorre de manera alegórica los prados y palacios del dios Amor, conoce sus soldados, su mundo y su poder; su recorrido deja al lector con la conciencia de que este sentimiento es indispensable para la vida y aun para la muerte, pues ¿no es el amor, como dice Quevedo, una libertad encarcelada que dura hasta el postrero paroxismo?

Chivalry
Chivalry by Frank Dicksee
En muchos sueños el caballero sueña con su amada, quien le reclama por su falta de amor o le incita para que vaya en su búsqueda. Así sucede con Palmerín, quien sueña durante diez noches a su futura esposa, o con Amadís de Grecia, quien incluso es torturado la pasión que siente hacia no sólo hacia una mujer, sino hacia dos: Niquea y Luscela, sentimiento que incluso se enfatiza con el tercer sueño de la obra, en el que el caballero se encuentra dividido y en donde se muestra con imágenes clarísimas la forma en que las dos mujeres se pelean por su cuerpo y alma, y en la que sólo una sale vencedora: “tirando la una por la una parte y la otra por la otra parecíale que la hermosa mano de Niquea le arrancava el alma metiéndosela por el fuego, y quedávale el cuerpo muerto en los braços de la princesa Luscela” (DE SILVA, 2007).

Aunado a esto, el que la amada se presente en sueños es una condición necesaria para fortalecer el amor pues, como dice Andrés el Capellán, éste puede nacer o crecer si uno de los amantes sueña con el otro. La presencia física no es necesaria porque el amor es una pasión innata que se origina por la belleza del objeto amado y la percepción que tiene el que ama, debido a lo cual “se desea, sobre todas las cosas, poseer los brazos del otro y, en estos abrazos, cumplir de común acuerdo, todos los mandamientos del amor” (EL CAPELLÁN, 1985). Por supuesto, el sentido de la vista tiene en este proceso un papel central, ya que cuando el amante ve a la amada, su imagen se transmite a la imaginación y entonces el corazón comienza a anhelar de una forma obsesiva.

Cabe decir que la importancia del poder de la mirada en el enamoramiento es un tópico tratado ampliamente durante la Edad Media y el Renacimiento, pues el brote amoroso del trovador cortesano surgía repentinamente, como un flechazo a partir de la belleza de su dama, como explica Baltasar Castiglioni: “aquellos espíritus vivos que salen por los ojos, por ser engendrados cerca del corazón, también cuando entran en los ojos donde son enderezados con saeta al blanco, naturalmente se van derechos al corazón, y hasta allí no paran, y allí se asientan como en su casa, y allí se mezclan con los otros que ya estaban dentro” (citado por ACEBRÓN, 2004). Además, los ojos están fuertemente marcados por la cultura porque “eran el espejo del alma, daban muestras de los sentimientos que animaban al hombre y describían o representaban más que los gestos o la forma de vestir” (FOSSIER, 2008).

Así, puede decirse que las representaciones oníricas en los libros de caballerías son necesarias en el camino amoroso del caballero, pues al llegar la aventura a su fin, éste ha conquistado las virtudes tan necesarias para ser un buen esposo y amante. Cada sueño o representación simbólica que hay en él es un testigo que habla con sus propias palabras. La imagen evocada surge como el deseo que tiene el caballero hacia su amada y la imagen impresa en su memoria descansa en lo más profundo de su espíritu. El relato onírico plasma de manera más fehaciente el sentimiento amoroso. La imagen del caballero es ahora la del fiel y constante enamorado cuyo peregrinaje culmina en los brazos amorosos de aquella a la que ama.

Conclusiones

Aunque en las novelas de caballerías todos los monstruos son en cierto sentido un solo monstruo porque responden a un mismo esquema, que es lo que les ha permitido perpetuarse, también poseen características que los individualizan, tales como el nombre, su historia y construcción física. Es a través de estos rasgos que los autores crean seres más duraderos en la mente de los lectores y enfatizan la lucha moral entre el bien y el mal que yace en muchos libros de caballerías. El didactismo no puede desligarse de la construcción del monstruo híbrido, pues es a través de su imagen, contraria a la del héroe, representante de los valores positivos, que se plantea la lucha entre el demonio y Dios. Este rasgo queda muy claro en la contraposición caballero-antagonista, donde se resalta la antonimia belleza-fealdad. Mientras los personajes son nobles que se presentan “en todo el esplendor de su belleza” (CIAVARELLI), el traidor posee cualidades negativas asociadas con el demonio y se expone en “la miseria de su fealdad y pequeñez espiritual”.

Los sueños, por su parte, además de permitir avanzar a los personajes en conocimientos, no sólo cumplen con una función estilística o estructurante porque dirigen los pasos del héroe y son motores de la acción, sino también con una función ideológica, porque a través de ellos se conoce la forma en que concibe el mundo el protagonista, quien, a pesar de la confianza ciega que tiene en el fenómeno onírico, es un creyente devoto que lucha por las mismas cosas que los demás caballeros del mundo: fama, amor o linaje. Su diferencia fundamental radica en el arma que utiliza para vencer obstáculos y conocer el futuro, misma que se le presenta una y otra vez en el dintel mágico de la noche: el sueño. fin

Bibliografía

ACEBRÓN, Julián, Sueños y ensueños en la literatura castellana medieval y del siglo XVI, Cáceres: Universidad de Extremadura, 2004.

—————————, Aventura nocturna: claves del sueño en la literatura castellana medieval y del siglo XVI, Lérida: Universidad de Lérida, 2001.

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Paola Zamudio Topete
Profesora de la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM

Paola Zamudio Topete Obtuvo la licenciatura en Lengua y Literaturas hispánicas por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Posteriormente se tituló como maestra en Letras Españolas por la misma Universidad y actualmente lleva a cabo su doctorado en el Posgrado en Letras con la tesis: Variación, conservación e innovación del tópico onírico en los libros de caballerías del siglo XVI. Es profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM en la que imparte la materia de Literatura española medieval y profesora de la maestría en Letras de la Universidad Anáhuac. Es miembro de la asociación hispánica de literatura medieval y de la Asociación Internacional de Hispanistas.

Ha publicado varios artículos entre los que se encuentran: "No dejarás con vida a la hechicera". La imagen de la bruja y su influencia en cinco personajes de caballerías castellanos; “Canciones eróticas de voz masculina en la antigua lírica popular hispánica”; “Entre la visión y el sueño: la voz del cielo en el Zifar”; y “El nombre y la muerte: dos motivos en la creación del monstruo híbrido de los libros de caballerías”.

Actualizado hasta agosto, 2015.


ZAMUDIO Topete, Paola, "Sueños y maravillas en los libros de caballerías españoles", Revista Digital Universitaria, 1 de agosto de 2015, Vol. 16, Núm. 8. Disponible en Internet: <http://www.revista.unam.mx/vol.16/num8/art62/index.html> ISSN: 1607-6079.

Sueños y maravillas en los libros de caballerías españoles

Paola Zamudio Topete

Los libros de caballerías guardan entre sus páginas innumerables maravillas: centauros, sirenas o faunos; monstruos demoníacos, armaduras mágicas, islas misteriosas o fuentes encantadas, que son sólo algunos escenarios en los que el caballero debe luchar para restaurar el orden o para encontrar sus aventuras guardadas. Además de estas maravillas, en estas obras también se encuentra un tema controversial en la Edad Media: los sueños, que en los libros de caballerías tienen como propósito anunciar el nacimiento del héroe, su muerte, su amor futuro, el resultado de una batalla o, incluso, la forma en que una enfermedad aparentemente incurable puede llegar a su fin.

Como hacer un análisis exhaustivo de cada una de las maravillas de los libros de caballerías sería un trabajo imposible, en este artículo se analizarán sólo dos: los sueños y el monstruo híbrido.

Palabras clave: sueño, magia, monstruo híbrido, libros de caballerías.