Asimismo,
si un docente recoge evidencia de que los niños
que ven programas científicos por la televisión
obtienen mejores notas que los que sólo ven
comiquitas, puede establecer la siguiente aserción:
La
anterior aserción marca el inicio de su investigación.
Es el hecho que va a probar, a demostrar.
Indicadores
para evaluar la evidencia
Es recomendable evaluar la evidencia. La página
web del Departamento de Comunicación de la
University of Washington, intitulado ARGUMENTATION
muestra una serie de indicadores para evaluar la
evidencia en las fuentes impresas y digitales: actualidad,
imparcialidad, que exprese hechos y no opinión,
credenciales del autor. Estos indicadores se expresan
mediante preguntas que guían la evaluación
que debe hacer el autor de su escrito en proceso
de producción (o de afinamiento) o para medir
la fiabilidad de una fuente consultada:
Is
the information current?
Is the source biased?
Is the author expressing fact or opinion?
What are the credentials of the author?
(¿Está la información actualizada?
¿La fuente es imparcial?
¿El autor expresa un hecho o una opinión?
¿Cuáles son las credenciales del autor?)
(Traducción nuestra)
Con
relación a esta cuestión se puede
aseverar que la mayor debilidad de los artículos
que se someten a la consideración de los
árbitros es que los escritores no evalúan
críticamente la confiabilidad de la evidencia.
Es frecuente leer en los trabajos que se citan autores
que no son líderes en la investigación
del tópico en estudio o pioneros de la investigación.
Éstos son referidos por segundas fuentes,
lo cual sólo resulta admisible cuando el
segundo autor haya criticado, refutado o encontrado
algún tipo de debilidad o fortaleza que lo
haya inducido a plantearse el asunto o tema bajo
una óptica distinta y así poder brindar
al que indaga nuevos argumentos o perspectivas diferentes
a las del primer autor. Lo aconsejable es tanto
consultar directamente el trabajo original para
precisar el dato en el marco de su propio contexto,
como acudir a la fuente primaria, es decir, a los
creadores de paradigmas y premisas que se han asumido
como ciertas dentro de una comunidad del conocimiento.
Situación todavía más lamentable
se observa cuando, en el contexto de los trabajos
de investigación en el área educativa,
se citan, por intermedio de un segundo autor, datos
extraídos de obras de investigadores, renovadores,
creadores de paradigmas, de la estatura de Piaget,
Ausubel o Vigotsky.