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Mediaciones sociales que comprometen al amor en los jóvenes
María Amparo Novo Vázquez y Miguel Arenas Martínez
 
 

Relaciones de género y mediación de la intimidad y el amor

Persistencia de prácticas de asimétricas

Sin duda, las transformaciones objetivas que existen desde hace tres décadas en la situación de la mujer y las relaciones de género, en los últimos años parecen llegar a un cierto estancamiento. En ese sentido, es notable la persistencia de roles tradicionales en esferas de la vida cotidiana ligadas con el mundo interno, así como la continuidad de modelos clásicos de relaciones entre hombres y mujeres y, más aún, el mantenimiento de estructuras simbólicas que mantienen “naturalizadamente” esas relaciones (Bourdieu, 2000: 14). Es decir, avances en algunos campos relativos al ámbito público y estancamiento en otros primordiales que obligan a una mirada bifronte, pues justo es reconocer los logros, desde el protagonismo de la mujer y los movimientos feministas, pero también señalar lo que queda por conseguir. Aquí, en el decurso de la cotidianeidad el amor se vuelve terrenal, y sentimiento y pensamiento sirven recíprocamente a la modulación de las relaciones más cercanas.

padres

De principio, los discursos emitidos aparecen en gran parte como igualitarios: no existen cortes y espacios en los que se den discusiones o desencuentros explícitos profundos en las relaciones. Por ello, no pensamos que los grupos que se realizaron en su momento, actuarían como dispositivos extraordinarios de consenso entre chicos y chicas con relación a sus vidas y relaciones cotidianas, a modo de prácticas sociales adaptadas para evitar el conflicto. Más bien, las conversaciones y el desarrollo de la secuencia discursiva exigida en este tipo de contenidos, terminaron por reflejar su situación relacional y, por ende, las posiciones relativas entre chicos y chicas, en ese universo del género, del espacio íntimo y del amor. Así, la valoración anticipada es que, en general, consolidan y avanzan las situaciones y relaciones igualitarias, pues gran parte de los temas en los que están implicados por su experiencia vital en el ámbito público (ocio y diversión, amistades, estudios, formación, trabajo, relaciones de pareja, etc.) son tratados por ambos sexos con fluidez comunicativa y constituyen avances primordiales que contrastan con épocas precedentes en las que las mujeres debían supeditar su vida a los intereses de la familia, siendo el empleo un factor imprescindible para ocupar y desarrollarse en el espacio social público (Alberdi, Escario y Haimovich, 1984: 45).

En segunda instancia, reconociendo las mejoras en esos campos citados, el análisis discursivo nos lleva a afirmar que esa situación de entendimiento no puede hacerse extensible al conjunto de la experiencia vital de los jóvenes. En el momento actual parece haber un estancamiento en las relaciones de género igualitarias que afecta sobremanera al ámbito interno, un statu-quo más o menos admitido socialmente que enreda las relaciones entre hombres y mujeres, prefigurando la ordenación intima y amorosa que chicos y chicas van a tener.

“– Eso es una cosa que quiero reivindicar y que se plantee: no asumimos la misma responsabilidad. – No, yo hay veces, que si mi marido no trabaja en ese momento se queda con ellos (con los hijos). Pero, si no puede porque tiene una reunión, y yo tampoco en ese momento... – Que lo asumes tú,  ¿A qué sí? – Sí. – ¡Ves! – Yo asumo la responsabilidad de decir: tengo que llamar al médico. Me da a la una. No puedo. ¿Pido permiso?, ¿No lo pido? – Se sigue con el  rol de hace unos años” (Grupo de discusión 1, páginas 42-43. 22-30 años).

La paradoja es que las conquistas están significando una acumulación de obligaciones y actividades de los mundos externo e interno que terminan por agotar a las mujeres (Gil Calvo, 1991: 80): compromiso para realizar y tirar de los cambios comentados y acumulación de tareas con una responsabilidad y costes morales que recae sobre ellas. Según sus propias opiniones, el cambio está valiendo la pena, pues la autonomía e independencia son básicas en la vida de las personas pero, a su vez, el precio pagado es muy alto: “a las mujeres nos exigen muchísimo más” y no sólo en los trabajos y ocupaciones del mundo externo.

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