Parentescos raros: encuentros que reinventan lo humano
Vol. 26, núm. 4 agosto-octubre 2025
Parentescos raros: encuentros que reinventan lo humano
Ivonne Lujano Vilchis Cita— Donna Haraway
No hay mejor manera de continuar celebrando los 25 años de la Revista Digital Universitaria que leyendo este número, que nos propone recorridos por el complejo entramado de relaciones entre los humanos y nuestro entorno. Esta edición es como un espejo que refleja múltiples ángulos de nuestra humanidad, que no podría ser tal sin las fuerzas naturales y los seres que habitan el planeta.
Al leer los textos que componen este número, no pude dejar de pensar en el fascinante libro Seguir con el problema, de la pensadora norteamericana Donna Haraway. La aguda pluma de Haraway nos sitúa en el momento complejo que vivimos en términos de crisis planetaria e insiste en nuestra (creciente) tarea de vivir (y morir) con responsabilidad, creando lazos, parentescos, líneas de conexión y cooperación con otros seres que habitan la Tierra. Pero, ¿cómo emparentarnos con los otros (humanos y no humanos) si no nos conocemos? ¿Cómo acercarnos a ecosistemas tan distantes como la selva o el fondo del mar, especialmente si vivimos en entornos urbanos? La ciencia es un vehículo para ello, pues nos ayuda a conocer y entender las necesidades de otras especies y ecosistemas, desmontando la perspectiva antrópica, es decir, esa mirada profundamente egoísta que nos hace enfocarnos únicamente en las necesidades humanas.
Varias colaboraciones de este número nos invitan a pensarnos en parentesco con el mar, las plantas y animales tan majestuosos como el jaguar. Gracias a “¿Dónde viven los jaguares? Historias de lo salvaje cerca de nosotros”, sí, como el fabuloso cuento de Sendak, aprendemos que convivir con estos felinos —quienes habitan más cerca de los humanos de lo que pensamos— puede ser una tarea muy compleja; pero también nos muestra que la educación ambiental comunitaria es una herramienta poderosa para dejar de ver a estos animales como amenaza y contribuir a proteger su hábitat.
Conocer el mar y sus profundidades para implementar acciones en pro de su cuidado es la invitación que nos hacen varios textos de esta edición. “Caballitos de mar sin estómago: diseño evolutivo a la carta” nos sorprende con los detalles de la curiosa anatomía de estos peces —sí, ¡los caballitos de mar son peces!— que, gracias a largos procesos evolutivos, han adaptado su sistema de absorción de alimentos mediante una compleja técnica rápida de succión. En “Todos a bordo: el mar y la sostenibilidad alimentaria” conocemos los riesgos que la pesca inmoderada puede traer a los ecosistemas marinos y cómo algunas alternativas de crecimiento económico dentro de los límites de la naturaleza son viables. Tal es el caso de la pesca artesanal, que puede ser sujeta a certificaciones para empoderar a productores y consumidores y reconocer el valor de esta práctica y los productos que de ella se derivan. “Arrecifes de coral y cambio climático: una relación fracturada” también se enfoca en nuestra responsabilidad de vivir emparentados con los ecosistemas marinos, presentando acciones concretas para frenar la destrucción de los arrecifes por el aumento de la temperatura del mar como consecuencia del cambio climático. Destacan el control de la contaminación y la pesca, así como el monitoreo de programas de protección y restauración.
En la misma línea de rescate del diálogo entre humanos y océano, Rosenda Aguilar Aguilar, en “¿Y para qué sirve el mar?”, plantea una reflexión directa y cercana: muchas veces sólo vemos el mar como fuente de recursos o diversión, olvidando que es un ecosistema vital que brinda servicios esenciales y que sufre graves daños por nuestra actividad, como la contaminación y la sobreexplotación. Se urge a cambiar la mirada antropocéntrica para cuidar mejor el océano y pensar en las futuras generaciones.
También emparentarnos con las plantas es una forma de vivir mejor. Los humanos hemos estrechado lazos con plantas desde hace siglos, y algunas de ellas nos son muy familiares, como la salvia. En México habitan 300 especies, la mayoría silvestres, como nos relata “De la semilla al sorbo: la historia secreta de la chía y sus primas”. Esta colaboración nos ofrece datos interesantes sobre la historia de nuestro parentesco con estas plantas, que en tiempos prehispánicos se utilizaron para elaborar atole, tortillas, tamales y pinoles.
En este número, la rdu apuesta por la convivencia de epistemologías y saberes, y así como incluye trabajos basados en prácticas y conocimientos de la medicina occidental, también encontramos “¿Te espantaste? Así se cura el susto en la Sierra de Puebla”, que aborda el bienestar del cuerpo-territorio desde los saberes originarios de América. Además, invita a explorar recursos de información valiosos, como la Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana. Otras colaboraciones se enfocan en el conocimiento del cuerpo y las fuerzas naturales del entorno para preservar la salud. Por ejemplo, “Horarios de alimentación y entrenamiento: ¿afectan a nuestra salud?” explora la relación de los movimientos de la Tierra y los astros con el bienestar físico y mental, y la importancia de organizar horarios de comida, sueño y ejercicio según nuestro cronotipo, es decir, si somos más activos de día o de noche. Para valorar aún más el ejercicio físico, “Sarcopenia: lo que la edad le hace a tus músculos” aborda esta enfermedad que afecta a personas adultas mayores, explicando que se puede prevenir y tratar con ejercicio y una dieta balanceada rica en proteínas.
En su ensayo, Donna Haraway habla de que, para vivir responsable y recíprocamente con otros, necesitamos generar parentescos raros, más allá de nuestra propia especie o los miembros con quienes compartimos información genética. La adopción es quizá un ejemplo claro de la creación de lazos de parentesco para ejercer el derecho a vivir en familia. En “Más que amor: lo que implica realmente adoptar a niñas, niños y adolescentes” conocemos la importancia de priorizar el bienestar de las infancias y adolescencias en estos procesos, por encima de los deseos y necesidades de las personas adultas que desean adoptar. Crear parentescos implica un profundo autoconocimiento para poder generar lazos significativos y recíprocos. “Live-actions y Disney: historias que hablan de nosotros” invita a explorar nuestra memoria afectiva, es decir, los recuerdos que despiertan emociones como la nostalgia. Relata cómo se ha usado la nostalgia para recrear obras cinematográficas que en otros tiempos nos hicieron sentir certidumbres y emociones luminosas, especialmente en tiempos pandémicos, cuando activar recuerdos fue una estrategia de supervivencia emocional.
¿Y cómo sabemos esto sobre nuestra memoria afectiva y otros rasgos de nuestra especie? ¿Cómo nos estudiamos a nosotros mismos? Una forma es a través de metodologías cualitativas, que se basan en técnicas como la observación y la entrevista. “Mirar lejos, mirar cerca: enseñar investigación cualitativa en psicología” destaca la importancia de que futuros profesionales conozcan a profundidad el contexto de los sujetos, incluyendo la diversidad de perspectivas y significados que influyen en sus procesos psicológicos. Por otro lado, la investigación cuantitativa, basada en cálculos y técnicas estadísticas, nos ayuda a comprender la complejidad humana. Por ejemplo, “Comparación del rendimiento en un examen diagnóstico aplicado prepandemia y transpandemia” presenta un estudio donde se contrastaron resultados de una prueba aplicada a dos grupos de estudiantes de la unam, uno de 2019 y otro de 2020. El estudio muestra mejoras en el rendimiento del grupo de 2020, posiblemente relacionadas con cambios en hábitos de estudio y el uso de tecnologías para organizar mejor tiempos y actividades. Otro texto aborda las tecnologías en nuestra vida; en “Brecha digital y violencia: el relámpago de la psicología” se analiza cómo las disparidades en el acceso a tecnología e información constituyen una forma de violencia estructural, y se propone desde la psicología promover estrategias de autocuidado digital.
El crisol de voces de las autoras y autores de esta edición nos muestra la infinidad de formas en que podemos construir y relatar nuestros lazos de parentesco con otros. No podríamos enriquecernos con esta diversidad de conocimientos sin el arduo trabajo de escritura que hay detrás de cada colaboración. De ello nos habla “No es (sólo) gramática: escribir también es cuidarse”, una reseña del manual Prácticas universitarias de lectura y escritura, de Areli Flores Martínez. Destaca lo accesible y empático del manual, aspectos clave para el desarrollo de la voz propia en la escritura, como la del joven autor de esta colaboración, estudiante universitario. Esta reseña y el manual son producto de procesos de formación para escribir no solo en contextos académicos, sino como forma de expresión y libertad.
Espero que disfruten todas estas voces que, desde muy diversas disciplinas y niveles de experiencia, contribuyen a difundir conocimientos que nos ayudan a comprender que, quizá, tenga razón Donna Haraway: para encontrar el balance entre nuestras necesidades y los límites del planeta es necesario construir líneas de conexión y solidaridad. La rdu es, en este sentido, un vehículo que nos conecta, así que… ¡larga vida a esta revista universitaria!