Vol. 24, núm. 2 marzo-abril 2023

Ballenas jorobadas: mensajeros transoceánicos en la coyuntura climática

Lili Pelayo González, Enrique Martínez Meyer, Guillermina Alcaraz Zubeldia y Lenin E. Oviedo Correa Cita

Resumen

Las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero están causando un calentamiento del océano que tiene graves consecuencias para la biodiversidad marina. Entre las especies más vulnerables al cambio climático se encuentra la ballena jorobada, cuyas poblaciones se distribuyen en todos los océanos del mundo y realiza migraciones desde las zonas polares y templadas, donde se alimenta, hasta las áreas tropicales, donde se reproduce. El cambio climático ha alterado la disponibilidad de las presas de la ballena, provocando cambios en la duración de sus migraciones, su distribución, su estado de salud y su reproducción. Como resultado, algunas poblaciones de esta especie se encuentran En Peligro, aunque aún se conoce poco sobre los efectos precisos del cambio climático en su ecología y su población. Para abordar esta problemática, es necesario llevar a cabo estudios interdisciplinarios que permitan obtener información sobre la ballena jorobada desde diferentes perspectivas, a fin de construir estrategias de mitigación que estén alineadas con el enfoque de Una Salud y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ods).
Palabras clave: cambio climático, ballena jorobada, mamíferos marinos, objetivos de desarrollo sostenible.

Humpback whales: transoceanic messengers in the climatic situation

Abstract

Anthropogenic greenhouse gas emissions are causing ocean warming with serious consequences for marine biodiversity. Among the species most vulnerable to climate change is the humpback whale, whose population is distributed throughout the world’s oceans and migrates from the polar and temperate zones, where it feeds, to tropical areas, where it reproduces. Climate change has altered the availability of whale prey, causing changes in the duration of their migrations, their distribution, their state of health, and their reproduction. As a result, some populations of this species are endangered, although little is yet known about the precise effects of climate change on their ecology and population. To address this problem, it is necessary to carry out interdisciplinary studies that allow obtaining information on the humpback whale from different perspectives, in order to build mitigation strategies that are aligned with the One Health approach and the Sustainable Development Goals (sdg).
Keywords: climate change, humpback whale, marine mammals, Sustainable Development Goals.

Las ballenas jorobadas: migrantes y mensajeros marinos

Las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero están provocando cambios en el clima y el calentamiento del océano. Los organismos marinos más afectados por las condiciones cálidas son aquellos con alta fidelidad espacial y con preferencias de temperatura específicas. Dado lo anterior, se espera que los organismos marinos eviten áreas con condiciones ambientales desfavorables o busquen nuevos hábitats acordes con su preferencia térmica.

La ballena jorobada (Megaptera novaeangliae) es una especie que se encuentra en todos los océanos del mundo y que realiza migraciones desde las zonas polares y templadas hasta la franja tropical (ver figura 1). La ballena jorobada se alimenta en zonas costeras frías y productivas durante el verano, para almacenar reservas energéticas que le permitan migrar hacia zonas de reproducción en el invierno. Estos organismos llegan a aguas cálidas, tranquilas y someras ubicadas en la franja tropical para aparearse, parir y amamantar a los recién nacidos (Meynecke et al., 2021).

Poblaciones de ballenas jorobadas y su categoría de protección

Figura 1. Poblaciones de ballena jorobada y su categoría de protección bajo el Acta de Especies en Peligro. Clasificación basada en NMFS y NOAA (2016). Crédito: elaboración propia.

Durante la migración y la reproducción, las ballenas jorobadas se abstienen de comer y dependen exclusivamente de sus reservas energéticas para llevar a cabo ambos procesos. En este sentido, las ballenas jóvenes, machos y hembras adultas sin cría son los primeros en emprender la migración hacia las zonas de alimentación, mientras que las hembras con cría son las últimas en hacerlo. Esto se debe a que deben invertir más tiempo en el amamantamiento para garantizar que la cría se desarrolle adecuadamente, aumente sus reservas energéticas y, por ende, tenga una mayor probabilidad de supervivencia durante su primera migración (ver figura 2).

Ballena jorobada adulta

Figura 2. Ballena jorobada adulta.
Crédito: elaboración propia.

Las ballenas jorobadas se caracterizan por su alta fidelidad hacia las áreas de alimentación y reproducción, así como por sus rutas migratorias definidas y sincronización marcada en sus tiempos de migración. Debido a que estos hábitats se encuentran separados por más de 5000 km, las ballenas pasan gran parte del año migrando. Durante su viaje, siguen las zonas costeras en busca de aguas tranquilas para minimizar el gasto energético durante el nado, descansar y amamantar a sus crías que emprenden su primer viaje (ver figura 3). Sin embargo, la proximidad a la costa expone a estos mamíferos a riesgos de origen natural y humano, que pueden ser letales.

Ballena jorobada migrando

Figura 3. Ballena jorobada migrando.
Crédito: elaboración propia.

Después de la prohibición de la caza ballenera en 1985, las poblaciones de ballena jorobada han estado en proceso de recuperación, y en la actualidad, la mayoría de ellas están creciendo. Por esta razón, su categoría de protección actual es “Sin Riesgo”. Sin embargo, existe una población que se encuentra en la categoría “Amenazada” y cuatro especies que están catalogadas como “En Peligro” (ver figura 1). Las razones principales por las que estas poblaciones aún no se han recuperado están relacionadas con diversos riesgos: como el enmalle en redes de pesca, las colisiones con embarcaciones, el ruido antropogénico, la presencia de contaminantes y eventos de calentamiento marino anormales que alteran la disponibilidad y calidad de sus presas. Por tanto, es fundamental entender su dinámica poblacional y cómo responden a los cambios en las condiciones ambientales para desarrollar estrategias de conservación más efectivas.

Mensajes del verano: más calor, menos comida

La mayoría de las poblaciones de ballena jorobada se alimenta en zonas donde ocurren afloramientos de aguas ricas en nutrientes. Estas condiciones favorecen la productividad primaria y, por ende, el crecimiento de las poblaciones de organismos que forman parte de su dieta. Sin embargo, en eventos de calentamiento marino anormales, como “El Niño” y las olas cálidas marinas1, la productividad marina disminuye y con ella la densidad de zooplancton, que es el principal alimento de las ballenas jorobadas. Como resultado, estos mamíferos deben desplazarse hacia zonas costeras o latitudes más altas para encontrar alimento, lo que aumenta su gasto energético y los expone a mayores riesgos, como el enmalle en redes de pesca (Santora et al., 2020).

Las poblaciones de ballena jorobada están siendo impactadas por fenómenos como “El Niño” y las olas cálidas marinas, lo que ha llevado a la necesidad de modificar su dieta y distribución. En las últimas cinco décadas, algunas de las poblaciones planctónicas que conforman su alimentación han migrado más de 1000 km hacia los polos debido al cambio climático. Este desplazamiento, sumado a la alteración del ciclo de vida y la fenología de las especies planctónicas, ha generado un desajuste entre la máxima abundancia de presas y la presencia de las ballenas. Condiciones cálidas anormales están adelantando el período de mayor abundancia de zooplancton y están reemplazando a las especies de zooplancton de agua fría por organismos de aguas cálidas de baja calidad alimentaria debido a su baja concentración de lípidos. Es fundamental considerar estos cambios para establecer estrategias de conservación efectivas y proteger a las ballenas jorobadas en el futuro. (Richardson, 2008).

La alimentación en áreas cercanas a la costa, donde se ubican y desarrollan asentamientos humanos, también incrementa la ingesta de presas con altos niveles de contaminantes orgánicos persistentes, como pesticidas y compuestos clorados. La alteración de su alimentación ocasiona que las ballenas jorobadas no almacenen suficientes reservas energéticas (baja condición corporal) y que aumente la concentración corporal de contaminantes. La bioacumulación de contaminantes orgánicos persistentes puede alterar la respuesta endócrina, suprime la actividad del sistema inmune, causa cáncer, produce irritación de la piel y los ojos, congestión pulmonar, daño neurológico, trastornos hepáticos, disminuye la tasa de reproducción y el estado de salud de las crías (Weir y Pierce, 2013).

Si las ballenas jorobadas no tienen suficientes reservas energéticas y no se encuentran en buen estado de salud, su capacidad para completar la migración hacia sus zonas de reproducción, gestar y cuidar a sus crías a través de la lactancia disminuye notablemente. Además, si las ballenas llegan a sus zonas de reproducción en un estado de salud inadecuado, es más probable que adelanten el inicio de la migración hacia las zonas de alimentación, lo que acorta su tiempo de estancia en las zonas de reproducción, lo que a su vez puede tener un impacto negativo en las crías recién nacidas (ver figura 4).

Cría de ballena jorobada

Figura 4. Cría de ballena jorobada durante su primer invierno.
Crédito: elaboración propia.

Mensajes del invierno: más calor, menos amor

Los eventos de calentamiento marino son cada vez más frecuentes e intensos, lo cual acerca a las ballenas jorobadas al límite de su tolerancia térmica, lo que puede reducir la capacidad de mantenimiento o recuperación de sus poblaciones. De acuerdo con los modelos climáticos, 35% de sus áreas de reproducción experimentarán anomalías en la temperatura marina superficial mayores a 1 °C para fines del siglo xxi (von Hammerstein et al., 2022).

Las ballenas jorobadas migran a zonas tropicales para maximizar la inversión de energía en la reproducción y no en la termorregulación (Meynecke et al., 2021). Las áreas de alimentación de esta especie presentan una temperatura superficial promedio de 5-18 °C. Durante la migración las ballenas jorobadas experimentan cambios graduales de temperatura, hasta llegar a las zonas de reproducción, que suelen alcanzar temperaturas entre 21-28 °C.

Los cambios de temperatura afectan la fisiología y el comportamiento reproductivo de las ballenas jorobadas adultas, ya que los machos producen señales acústicas y cantos para atraer parejas (ver figura 5). El inicio regular del canto se relaciona con la temperatura superficial del mar, por lo que cuando ocurren eventos de calentamiento, la distribución y densidad de individuos cambia y los machos no cuentan con la proximidad necesaria con otros machos para poder aprender y practicar las canciones, ni tampoco son escuchados por las hembras adultas (Kowarski et al., 2022).

Despliegues de cortejo de macho adulto en hábitat reproductivo

Figura 5. Despliegues de cortejo de macho adulto en su hábitat reproductivo.
Crédito: elaboración propia.

La disminución en el canto de las ballenas jorobadas es un reflejo de que los niveles de testosterona no han alcanzado el umbral mínimo, lo cual se relaciona con temperaturas marinas elevadas y con la ocurrencia de florecimientos algales. Los florecimientos algales generan neurotoxinas (ácido domoico) que pueden suprimir el comportamiento de canto, causar enfermedades y eventualmente la muerte.

Otra afectación relacionada con la reproducción de las ballenas jorobadas provocada por el cambio climático es la disminución en el número de nacimientos, ya que una hembra puede requerir un año de descanso si su condición corporal no se repone. También se han registrado cambios en la esperanza de vida, puesto que la nutrición —amamantamiento durante las primeras semanas— y el crecimiento durante las primeras etapas de vida pueden afectar el tamaño corporal adulto, así como sus capacidades fisiológicas (ver figura 6).

Cría de ballena jorobada próxima a migrar

Figura 6. Cría de ballena jorobada próxima a emprender su primera migración.
Crédito: elaboración propia.

Crucemos el océano fomentando la interdisciplina

La ballena jorobada es considerada una especie longeva y, por ende, centinela del océano. A pesar de que las poblaciones de esta especie se están recuperando a partir de la prohibición de la caza ballenera, existen poblaciones que permanecen en estado crítico debido al cambio climático y otros estresores antropogénicos. Por lo tanto, es importante incorporar información desde distintas disciplinas para tener un panorama más amplio de la ecología de las ballenas jorobadas y de la calidad de los ecosistemas marinos.

La aproximación “Una salud” es un enfoque unificador integrado que procura equilibrar y optimizar de manera sostenible la salud de las personas, los animales y los ecosistemas (fao, s. f.). Este enfoque ha cobrado relevancia a nivel mundial al promover esfuerzos interdisciplinarios para solucionar y mitigar las preocupaciones englobadas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas, donde están incluidos la vida marina y el cambio climático por requerir acciones inmediatas.

Algunas de las metas incluidas en estos objetivos son:

  1. 1. Aumentar los conocimientos científicos y desarrollar la capacidad de investigación con el fin de mejorar la salud de los océanos.
  2. 2. Incorporar medidas relativas al cambio climático en las políticas, estrategias y planes nacionales, así como mejorar la educación, la sensibilización y la capacidad humana e institucional respecto de la mitigación del cambio climático y la adaptación a él, la reducción de sus efectos y la alerta temprana (ods, 2023).

Los estudios interdisciplinarios permitirán llenar vacíos en la información ecológica y poblacional de la ballena jorobada, posibilitando el diseño e implementación de estrategias adecuadas para mitigar los impactos del cambio climático en esta especie y favorecer su conservación.

Referencias

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  • Santora, J. A., Mantua, N. J., Schroeder, I. D., Field, J. C., Hazen, E. L., Bograd, S. J., Sydeman, W. J., Wells, B. K., Calambokidis, J., Saez, L., Lawson, D., y Forney, K. A. (2020). Habitat compression and ecosystem shifts as potential links between marine heatwave and record whale entanglements. Nature Communications, 11(1). https://doi.org/10.1038/s41467-019-14215-w
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  • ods (Objetivos de Desarrollo Sostenible) (2023, 2 marzo). 17 Goals to Transform Our World. https://www.un.org/sustainabledevelopment/


Recepción: 10/11/2022. Aprobación: 15/02/2023.

Vol. 24, núm. 2 marzo-abril 2023

El parque como cura de la ecoansiedad

Karen Hinojosa Hinojosa y Amanda Melissa Casillas Zapata Cita

Resumen

La ecoansiedad es un impacto psicológico a la salud derivado del cambio climático. Sus efectos se dan de formas diferenciadas en poblaciones vulnerables. Es importante conocer estrategias de mitigación para avanzar hacia un mundo con mayor justicia climática. Entre ellas están los parques y áreas verdes en las ciudades, pues, por una parte, mitigan el cambio climático al reducir las temperaturas, captar agua de lluvia y fomentar la biodiversidad; por otra, propician la relajación, reducen la ansiedad, favorecen la salud mental, educan sobre la naturaleza local y contribuyen a la construcción de redes locales. El parque en sí mismo ofrece oportunidades valiosas: a la población, para restablecer su salud física y mental, y al medio ambiente, de saneamiento y regulación. A pesar de los múltiples beneficios de la acción climática en los parques, existe cierta renuencia debido a que los esfuerzos de escala reducida pocas veces son percibidos como una contribución a gran escala, a pesar de que sí pueden sumar de forma colectiva entre toda la sociedad.
Palabras clave: ecoansiedad, mitigación, cambio climático, parque, justicia climática.

The park as a cure for eco-anxiety

Abstract

Eco-anxiety is a psychological impact on health derived from climate change. Its impacts occur in differentiated ways in vulnerable populations. It is important to know mitigation strategies to move towards a world with greater climate justice. Parks and green areas in cities can function as mitigation strategies. On one hand, they mitigate climate change by reducing temperatures, capturing rainwater, and promoting biodiversity; on the individual level they promote relaxation and mental health, reduce anxiety, educate about local nature, and encourage local networks. The park itself offers the population valuable opportunities: to the population, of restoring their physical and mental health; to the environment, sanitation and regulation. Despite the multiple benefits of climate action in parks, there is some reluctance as small-scale efforts are rarely perceived as a large-scale contribution, even though they can indeed add up collectively across society.
Keywords: eco-anxiety, mitigation, climate change, park, climate justice.

La ansiedad climática y sus impactos en poblaciones vulnerables

Tu corazón está palpitando, tienes la respiración acelerada, te hace falta el aire. Sientes claustrofobia, náusea, ganas de salir corriendo. Dolor y desesperación. Puedes intuir que se aproxima un ataque de pánico. En su versión más extrema, sientes que te vas a morir.

Lo que acabamos de describir es más o menos como se siente la ansiedad. Ésta es una emoción que experimentamos cuando nos sentimos amenazados. Todas las personas la hemos experimentado de vez en cuando, es sano y normal, pues nos alerta del peligro (Vanin, 2018), lo que puede hacer que busquemos más información sobre la situación que nos acontece y encontremos posibles soluciones. No obstante, por más racional que sea, cuando la ansiedad se convierte en una constante puede tener repercusiones negativas en nuestra salud y bienestar, particularmente en los años formativos.

La ecoansiedad o ansiedad climática es aquella que nos genera el cambio climático (Albrecht, 2011). Las emociones relacionadas con ella, a lo largo de la vida, son las mismas: preocupación, miedo, ira, tristeza, desesperación, culpa y vergüenza, así como esperanza. Sin embargo, en infancias y juventudes a estas emociones se pueden sumar tanto un sentimiento de traición por la inacción de los adultos, como impotencia por su incapacidad de actuar (Hickman et al., 2021).

Por tanto, el cambio climático tiene implicaciones importantes para la salud y el futuro de las infancias y juventudes. Por la etapa de vida en la que se encuentran, la combinación de mucha exposición a la información, comprensión en desarrollo y poco poder para limitar sus efectos negativos, les hace vulnerables a la ansiedad climática.

Entre los mayores de edad, la ansiedad climática tiende a disminuir a partir de los 35 años (Gifford y Gifford, 2016). Sin embargo, en adultos, la ecoansiedad nos puede mover a tomar decisiones como no procrear hijos, aunque se les desee, por temor a su futura calidad de vida (Reátegui Lozano, 2022). El cambio climático también puede despertar un proceso de duelo ecológico por la pérdida de condiciones ambientales que se han experimentado en el pasado.

Aunque la mayoría de los estudios sobre los impactos de la ansiedad climática se han realizado en una población caucásica (Clayton y Karazsia, 2020), otro grupo en el que ha sido muy estudiada es entre los miembros de las culturas Inuit y Sami, en la región ártica del norte de Europa, pues están sufriendo transformaciones climáticas de forma acelerada. Sus culturas están íntimamente relacionadas con la naturaleza y el territorio, con una subsistencia fuertemente ligada al pastoreo. Entre los jóvenes que se dedican a esta actividad, uno de cada tres ha contemplado el suicidio, dadas las tasas de mortalidad de su ganado por el incremento en temperaturas (Jaakkola, 2018).

Quienes habitan territorios que han sufrido grandes transformaciones por el cambio climático, quienes han tenido que desplazarse por el cambio climático, así como quienes sienten una conexión profunda con la naturaleza, también son más susceptibles a sufrir ansiedad climática (Clayton, 2020). Es un fenómeno en crecimiento en el interés científico (Panu, 2020), y que se espera continúe así conforme más se sienten los efectos del cambio climático.

De la ansiedad a la acción climática

El Panel Intergubernamental del Cambio Climático (The Intergovernmental Panel on Climate Change o ipcc) ha concluido que el cambio climático ya está afectando cada región habitada en nuestro planeta (2021). Por ello, cada vez es más frecuente el mensaje sobre la necesidad de sensibilizarnos ante él. Sin embargo, la cantidad de información respecto al cambio climático puede ser agobiante y puede generar parálisis por la incapacidad de procesar tanto la información como las emociones complejas que en nosotros despierta (O’neill y Hulme, 2009).

Nos quejamos como sociedad de la falta de acción generalizada ante el cambio climático, pero a menudo no consideramos cómo la prevalencia de este tema y el tono en el cual se comunica está afectando a juventudes e infancias. En la encuesta más grande que se ha realizado a la fecha sobre la ansiedad climática en las juventudes, con perspectivas recopiladas de más de 10,000 jóvenes en más de 10 países, se encontraron niveles significativos de angustia psicológica asociada con el cambio climático, exacerbada por la falta de acción rápida de sus respectivos gobiernos (Coffey et al., 2021).

Acción climática es, desde las instituciones públicas o privadas, cualquier medida, política, o programa con miras a reducir los gases de efecto invernadero, construir resiliencia al cambio climático o apoyar y financiar esos objetivos (Cognuck González y Numer, 2020; Naciones Unidas, 2022). Desde la perspectiva individual se trata de cualquier actividad que ayude a adaptarnos, mitigar los efectos negativos, o ser resilientes al cambio climático.

La acción climática colectiva, como las iniciativas que se llevan a cabo en los parques y espacios públicos, es efectiva de tres maneras. Primero, facilita el aprendizaje social y provoca cambios en las actitudes y comportamiento de la comunidad. Segundo, puede allanar el camino para innovaciones políticas. Y tercero, en el caso de las iniciativas institucionalizadas, puede influir en la política climática local (Winkelmann et al, 2022).

Un factor crítico para realizar acción climática es la educación orientada a la acción, que empodere a la población a generar estrategias tangibles que pueda implementar colectivamente, en lugar de la información limitada a la sensibilización o el miedo. Este proceso de acción climática en un lugar natural cercano como es un parque tiene un papel significativo y una agencia para los niños y adolescentes, lo que permite respuestas adaptativas, en lugar de maladaptativas, a la ansiedad climática (Crandon et al., 2022).

El parque como factor de mitigación de la ecoansiedad y del cambio climático

Un elemento urbano que no sólo mitiga los efectos negativos del cambio climático, sino que reduce nuestra ecoansiedad, se encuentra en los parques. Un parque, cuando incluye vegetación nativa, fomenta la biodiversidad (Ikin et al., 2015) y regenera la salud medioambiental en el contexto local.

Los parques son parte de la infraestructura verde urbana, al integrarse a una serie de espacios interconectados entre sí que permiten la conservación de los ecosistemas y sus funciones ambientales. Asimismo, proveen servicios ecológicos a las ciudades, lo que contribuye a la mitigación del cambio climático, al regular la temperatura, mejorar la calidad del aire, absorber el agua de lluvia y preservar los espacios naturales que sirven de refugio a especies de la región (Vásquez, 2016).

O, poniéndolo de manera más simple: pasar tiempo en un parque puede ser un antídoto para la ansiedad climática. En esta misma línea, estos espacios benefician a la salud mental de las personas. Las plantas y arbolado dispuestos en estos lugares recobran en el ser humano su vínculo con la naturaleza y sirven como tratamiento psicológico para liberar el estrés y la ansiedad (Fierro y Totaro, 2009).

Las medidas para hacer frente al cambio climático pueden ser muy diversas y tener efectividad a corto y largo plazo. De igual forma, las acciones encaminadas a la adaptación de sus efectos buscan disminuir la vulnerabilidad y optimizar la capacidad de resiliencia de la población (Emilsson y Ode Sang, 2017). Los servicios ambientales que proveen los parques en las ciudades ayudan en esta capacidad de afrontar los efectos generados por la alteración del clima (Pimienta Barrios y Robles Murguia, 2014).

En este sentido, los parques tienen un rol importante en educar y sensibilizar a la población sobre la naturaleza, comprender sus ciclos y procesos ecológicos (Olivos Aragonés y Navarro, 2013), particularmente para quienes habitan en ciudades densamente pobladas, donde la presencia de vegetación generalmente es mínima y está concentrada en estos espacios. Al conformar una porción de las áreas verdes urbanas y funcionar como lugares de acceso público, los parques permiten a diversos grupos de edad relacionarse con elementos naturales. Así, la posibilidad de visitar estos espacios para realizar actividades recreativas y de esparcimiento es esencial para la población. Desde un enfoque social los parques facilitan la convivencia e interacción de los habitantes y refuerzan su sentido de comunidad (Borja i Sebastià y Muxí Martínez, 2003).

Estos espacios embellecen y mejoran la percepción del paisaje urbano. Los árboles son los elementos más notorios en las áreas verdes urbanas, y su valor ornamental tiende a elevar la plusvalía de los asentamientos en donde se ubican y concentran (Irarrázaval, F., 2012). Además, los árboles también mejoran la calidad ambiental y la salud de las personas (Carrillo-Niquete, et. al, 2022; ver figura 1).

Figura 1. Beneficios medioambientales, personales y sociales de la acción climática en los parques.
Crédito: elaboración propia.

Conclusión

La ansiedad climática probablemente cobrará un papel importante en la sociedad en el futuro cercano, impactando de forma diferenciada a poblaciones vulnerables. Ante este escenario, el parque ofrece oportunidades valiosas: a la población, de restablecer su salud física y mental; al medio ambiente, de saneamiento y regulación. Por medio de la educación ambiental que se genera en el parque, se busca aminorar las repercusiones ambientales del cambio climático, a partir de fomentar una conciencia en la población, que conlleve a acciones favorables hacia el medioambiente. Algunos ejemplos de acción climática en el parque son talleres de conocimiento de vegetación nativa, instalación de huertos comunitarios, caminatas o rodadas al parque, talleres de compostaje o reciclaje, así como jornadas de reforestación que permitan aumentar el arbolado urbano, entre otras.

A pesar de los múltiples beneficios de la acción climática en los parques, existe cierta renuencia, debido a que los esfuerzos de escala reducida pocas veces son percibidos como una contribución a gran escala, a pesar de que efectivamente pueden sumar de forma colectiva entre toda la sociedad. Se trata de acciones que por su escala barrial son poco vistosas, pero que por su cercanía a la vida cotidiana tienen potencial de impacto profundo. Un factor determinante para visibilizar efectos de la acción climática a profundidad, por encima de desarrollar actitudes y comportamientos proambientales, son las modificaciones al estilo de vida de la población (De Castro, 2002; Moraga Núñez, 2022). La acción climática en el parque nos ofrece eso: aprendizaje, sensibilización, sanación de nosotros y del medio ambiente desde la cotidianidad.

Referencias

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Recepción: 10/11/2022. Aprobación: 15/02/2023.

Vol. 24, núm. 2 marzo-abril 2023

La huella del cambio climático en la vida

Rafael Ojeda-Flores y Guillermo Murray-Tortarolo Cita

Resumen

¿Qué pasaría si un meteorito fuera a estrellarse contra la Tierra en estos momentos? Este ha sido un tema recurrente en distintas películas a través de los años (Armagedón, Impacto profundo y la reciente producción de Netflix, No mires hacia arriba), y de nuestra imaginación desde que supimos cómo llegaron a su fin los dinosaurios. Pero ¿y si no se tratara de un meteorito literal, sino uno metafórico, uno que también pone en riesgo nuestra existencia, pero de manera más gradual? ¿Qué tal la crisis climática, las enfermedades pandémicas o la pérdida masiva de biodiversidad?

Haciendo un símil, la emergencia climática puede ser considerada como el asteroide de la actualidad. Uno que está cambiando el mundo, y, como tal, la profundidad de su impacto ya es medible en de todos los niveles de organización de la vida: desde la genética, la fisiología y la historia de vida de los organismos, pasando por las distribuciones y dinámicas a nivel poblacional y la estructura de las comunidades animales y vegetales, hasta el funcionamiento de prácticamente todos los ecosistemas de la Tierra. En una revisión de literatura científica encabezada por el Dr. Brett Scheffers de la Universidad de Florida y publicada recientemente en la revista Science, se expone la relación entre el cambio climático y la alteración de más de 30 procesos ecológicos propios de ecosistemas terrestres y acuáticos a distintas escalas organizacionales, es decir, desde cambios en los individuos a nivel genético hasta la modificación de biomas completos. De estos hallazgos es de lo que te venimos a platicar hoy: cómo el cambio climático está alterando la vida desde los genes hasta los biomas.
Palabras clave: cambio climático, adaptación, cambio de distribución, cambio ecosistémico.

The imprint of climate change on life

Abstract

What would happen if a meteor were to hit the Earth right now? This has been a recurring theme in different films over the years (Armageddon, Deep Impact and the recent Netflix production, Don’t Look Up), and in our imaginations since we learned about the dinosaurs’ extinction. But what if we were talking not about a literal meteorite, but a metaphorical one, one that also puts our existence at risk, in a more gradual way? How about the climate crisis, pandemic diseases or the massive loss of biodiversity?

The climatic emergency can be consider as the asteroid of today. One that is changing the world, and as such, the depth of its impact is already measurable through all levels of organization of life: from genetics, physiology, and the life history of organisms, through distributions and dynamics at the population level and the structure of animal and plant communities, to the functioning of practically all ecosystems on Earth. In a review of scientific literature led by Dr. Brett Scheffers of the University of Florida and recently published in Science, the relationship between climate change and the alteration of more than 30 ecological processes typical of terrestrial and aquatic ecosystems is exposed. It is precisely of these findings that we will talk about today: how climate change is altering life from genes to biomes.
Keywords: climate change, adaptation, distribution change, ecosystem change.

Calentando la evolución

Los organismos cambian todo el tiempo. Pero hoy sabemos que muchas especies están evolucionando, es decir, están cambiando a nivel genético como respuesta a la presión impuesta por el cambio climático, en particular debido al incremento de temperatura de los ambientes donde se desarrollan. Así, algunos insectos han aumentado su tolerancia a temperaturas elevadas, algunos peces han evolucionado mediante la modificación de su comportamiento migratorio, y muchas otras especies han cambiado sus áreas de distribución expandiéndose o contrayéndose altitudinal y latitudinalmente. En consecuencia, se han generado zonas de hibridación, es decir, zonas en donde están reproduciéndose individuos de especies distintas, aunque relacionadas, que se habían mantenido separadas durante cientos o miles de años, y que hoy están coincidiendo y generando una descendencia mezclada (Hoffmann y Sgrò 2011).

Esa es la situación de un par de especies de ardillas voladoras norteamericanas del género Glaucomys y de un par de truchas del género Oncorhynchus, por mencionar algunos ejemplos. Pero tal vez el caso más interesante es el de los denominados osos grolares, resultado de la mezcla de osos polares (Ursus maritimus) y osos pardos (Ursus arctos) o grises o grizzli (Ursus arctos horribilis). Se han documentado individuos híbridos de estas especies en Canadá y Estados Unidos (ver figura 1). En este caso es muy notorio que el cambio climático está detrás del surgimiento de estos animales híbridos, pues ante la escasez de alimento y la reducción de la capa de hielo del círculo polar, los osos polares migran hacia el sur donde se encuentran con osos pardos, que a su vez expanden su área de distribución hacia el norte durante los inviernos cada vez menos fríos (Elmhagen et al., 2015).

Oso grolar

Figura 1. Oso grolar. Animal híbrido entre oso pardo o gris y oso polar.
Crédito: Corradox, 2006.

Cambiar de forma y comportamiento

Además de las adaptaciones genéticas, las especies pueden hacer frente a los cambios ambientales cuando a través de los años se favorecen diferencias en su aspecto, forma, funciones y comportamiento. Un ejemplo interesante es la coloración, que se vincula con el camuflaje, la termorregulación y la protección frente la radiación uv. Debido al cambio climático, en años recientes varias especies de insectos, entre las que destacan mariposas y libélulas, así como distintos grupos de aves, han tenido un cambio en su coloración.

Dado que la amenaza climática se asocia con un aumento de temperatura y de radiación uv, y que las coloraciones oscuras juegan un papel en la protección contra estos rayos, los individuos que las expresan pueden verse menos afectados por el calentamiento global. Esto es porque se ha descrito que los genes involucrados en la producción de pigmentos de melanina confieren resistencia ante una serie de factores estresantes, como las temperaturas elevadas (Roulin, 2014). Así, para varias especies de estos insectos, se ha registrado un aumento en la proporción poblacional de los individuos oscuros (Roulin, 2014).

Acerca de la forma, probablemente el cambio más significativo a nivel individual ligado al cambio climático es la modificación del tamaño de los organismos. En particular, el tamaño de algunas especies se está reduciendo ante el incremento de la temperatura planetaria (Hoffmann y Sgrò, 2011). Por ejemplo, se ha registrado una reducción de hasta 8% del tamaño corporal en varias especies de salamandras del género Plethodon en las últimas décadas (Caruso et al., 2014). De igual forma se ha detectado una disminución de tamaño en algunas especies de aves paseriformes1 y se está estudiando cómo la disminución del tamaño en sus crías se relaciona con una mayor tasa de supervivencia (McCoy 2012).

Asimismo, se han registrado variaciones en la forma de algunos animales. Un grupo de investigación de la Universidad de California encontró evidencia de cómo el cambio climático ha modificado el comportamiento alimenticio de ardillas norteamericanas del género Tamias, que se distribuyen en el parque nacional Yosemite (Walsh et al., 2016). Con el paso de varias generaciones, esto ha propiciado cambios en la estructura de su cráneo (Walsh et al., 2016). De esta manera, el cambio climático, al modificar la vegetación y la abundancia de las distintas especies de plantas que constituyen la dieta de las ardillas, también está afectando la forma de sus cráneos, como parte de una respuesta adaptativa.

Más de unos, menos de otros

La mayoría de las funciones naturales que realizamos los organismos vivos ocurren dentro de ciertos rangos de temperatura. Este rango, también conocido como temperatura óptima, varía entre las diferentes especies, pues es resultado de la historia evolutiva de cada una. A pesar de estas diferencias, una aparente constante es que el incremento de temperatura ambiental a nivel global está forzando la adaptación evolutiva hacia temperaturas extremas, es decir, está impulsando distintos ajustes fisiológicos en muchas especies, como cambios en la proporción de sexos o la modificación de los niveles de tolerancia térmica (Ospina-Alvarez y Piferrer, 2008). En particular, los organismos denominados ectotermos, es decir, aquellos que no son capaces de regular su temperatura interna de manera autónoma, están experimentando este tipo de alteraciones (Gao et al., 2016).

Por ejemplo, en varias regiones del mundo se han detectado cambios en las proporciones de machos y hembras en animales acuáticos como peces y tortugas marinas. Esto se debe a que la determinación del sexo de sus crías depende de la temperatura de incubación, por lo que el aumento de la temperatura ambiental puede modificar la proporción de hembras o machos que nacen en cada camada. Un ejemplo son las lagartijas del género Bassiana (ver figura 2), que ahora adelantan el tiempo de anidación o eligen tipos de suelo o zonas más frescas para colocar sus huevos. Sin embargo, mediante estudios de campo se ha detectado que estos ajustes para enfrentar el calentamiento ya resultan insuficientes para mantener la proporción natural de sexos entre sus crías (Telemeco et al., 2009).

Eslizón oriental de tres líneas

Figura 2. Bassiana duperreyi o Acritoscincus duperreyi, comúnmente conocida como eslizón oriental de tres líneas.

A volar (y a nadar, y a correr) a otro lado

Tal como buscamos comodidad al cambiar de posición bajo una sombrilla en un buen día de playa, las especies se desplazan debido al estrés generado por el cambio climático. Se estima que, en promedio, a nivel global, se modifica el límite de su rango de distribución 20 km por década: 6 km para las especies terrestres y 72 km en las marinas, dado que en los sistemas acuáticos existe mayor conectividad y menor número de barreras por sortear (Comte y Grenouillet, 2013). En este orden de ideas, un estudio de 50 años en el sureste de Australia describió desplazamientos importantes de distintos invertebrados que son compatibles con el cambio climático registrado en el mismo período (Pitt et al., 2010). También un grupo de investigación japonés detectó cómo en 80 años se han desplazado muchas especies de peces tropicales y distintos tipos de corales que constituyen especies clave en los ecosistemas oceánicos (Yamano et al., 2011).

Así, se han descrito patrones de desplazamiento. Por una parte, está el efecto de tropicalización, es decir, la expansión del área de distribución de especies de climas cálidos hacia regiones que solían ser identificadas como templadas. Un ejemplo son los peces tropicales que ahora se encuentran alterando el ecosistema del mar mediterráneo y están afectando redes alimenticias en la región del canal de Suez (Comte y Grenouillet, 2013). Por otra parte, la borealización se refiere al desplazamiento hacia el Norte de especies adaptadas a climas templados. Ésta ocurre en particular en distintas especies de peces, pues han cambiado su distribución en regiones las árticas, aunque también se han descrito alteraciones en la distribución de aves y mamíferos carnívoros y ungulados2 en Escandinavia (Elmhagen, 2015).

Además de los cambios de distribución Sur-Norte, otra expansión importante es el desplazamiento altitudinal, es decir, el cambio de localización de poblaciones hacia sitios de mayor altura. Ésta ha sido bien documentada en distintas especies de plantas, aves e insectos. Se han registrado desplazamientos de entre 50 y 100 m en los últimos 50 años (Chen, 2009). En algunos artrópodos, como mosquitos o garrapatas, que suelen ser vectores de ciertas enfermedades, la alteración de sus rangos de distribución modifica la dinámica de muchas enfermedades infecciosas, como los brotes de zika y chikungunya de las últimas décadas (Pecl, 2017; ver figura 3).

Mosquito portador de virus

Figura 3. Aedes aegypti, mosquito portador de los virus que causan zika y chikungunya.

A nivel población: ciclos inusuales

Hay una serie de expresiones de la naturaleza que desde pequeños solemos asociar con la llegada de la primavera y que celebramos en los colegios del mundo entero: la floración de las plantas, el nacimiento de las crías de muchas especies animales y el despertar del letargo invernal de otras. Estos eventos están variando notablemente como consecuencia del cambio climático.

La floración de las plantas, la eclosión y emplumamiento de las aves, así como la migración, la hibernación y muchos otros procesos cíclicos característicos del reino animal, y de los seres vivos en general, están estrechamente relacionados con la variación estacional e interanual del clima. Debido a la modificación de los ciclos climáticos estacionales, el inicio de estos procesos se está desplazando a un ritmo de entre dos y hasta poco más de cinco días por década (Hurlbert y Liang, 2012).

Entre los hallazgos vinculados con la alteración de estos procesos podemos destacar el crecimiento y cambio de los árboles. La duración de su temporada de crecimiento y los tiempos en los que suelen perder las hojas en invierno o el retoñar a la primavera del año siguiente han cambiado en más de la mitad de las especies que componen el total de la cobertura vegetal terrestre (Pecl et al., 2017).

Asimismo, muchas aves insectívoras exhiben alteraciones reproductivas y alimenticias debido a la modificación del comportamiento de los insectos que comen, como orugas y polillas. En cuanto a los ecosistemas marinos, una respuesta ante el incremento de temperatura del agua y la modificación del comportamiento de los hielos polares es adelantar las floraciones anuales de fitoplancton, cuya importancia es enorme dado que constituye la base de las redes alimenticias en los océanos y, por lo tanto, repercute en una gran cantidad de ciclos biológicos marinos, incluyendo muchas especies de crustáceos y peces asociados con pesquerías.

En los animales terrestres destaca la alteración de los eventos migratorios de muchas especies de anfibios, reptiles, aves y mamíferos, cuyo arribo a los sitios de migración en primavera tiende a adelantarse, y sus tiempos de retirada en otoño, a retrasarse. Puesto que la migración en la mayoría de los casos se relaciona con los ciclos reproductivos, también se han documentado cambios importantes en este ámbito en varias especies animales. A nivel planetario, se ha estimado que más de 80% de las especies terrestres y más de 40% de las marinas exhiben actualmente modificaciones en sus ciclos biológicos debido a la alteración climática antropogénica (Chambers et al., 2013).

En la totalidad del ecosistema

Los efectos que el cambio climático imprime sobre los distintos niveles de organización biológica que hemos descrito hasta ahora resultan acumulativos y exponenciales. Esto es porque la modificación de poblaciones, y de las interacciones entre especies, y entre comunidades y ambiente repercuten considerablemente sobre los procesos ecosistémicos.

Los ecosistemas son sumamente complejos y dinámicos, dado que su composición, es decir, la riqueza y diversidad de sus elementos bióticos y abióticos, así como sus interacciones y funciones, se reflejan a través de múltiples procesos que, de igual manera, son dinámicos y complejos. La estabilidad planetaria y nuestra propia supervivencia depende del funcionamiento de los sistemas naturales a través de los servicios ecosistémicos que proveen. Estos, junto con el funcionamiento y la estabilidad de la gran mayoría de los ecosistemas terrestres y marinos, muestran signos graves de alteración debido al cambio climático.

El mayor problema surge cuando la resiliencia de los ecosistemas es insuficiente para mantener sus procesos, lo que puede favorecer lo que se conoce como un cambio de estado. Para ejemplificarlo, podemos referirnos a la muerte masiva de corales, que cambia por completo el ecosistema de arrecifes coralinos a tal grado que son incapaces de regresar al estado anterior, es decir, el estado funcional.

Otro ejemplo documentado son las alteraciones propiciadas por el cambio climático en Alaska, donde se han acumulado suficientes transiciones ecosistémicas para considerarse conjuntamente como alteraciones a nivel bioma3, pues las condiciones anteriormente de tundra están cambiando a condiciones propias de bioma boreal4 (ver figura 4). Otro ecosistema altamente impactado por el cambio climático ha sido el desierto en el norte de México y el sur de Estados Unidos, que ha sufrido una sequía por más de 20 años, la peor registrada en al menos 800 años. Sus consecuencias van desde la pérdida de poblaciones de varias especies, hasta la reducción del tamaño de la vegetación.

Paisaje de bosque boreal en Quebec

Figura 4. Paisaje de bosque boreal en Quebec, Canadá.

De cuando el impacto es en mi jardín…

Hemos repasado una lista no menor de efectos, esencialmente negativos, que el cambio climático tiene sobre los distintos niveles de organización de la vida. ¿Pero cómo es que lo anterior se vincula con nuestra vida cotidiana?

Dado que el cambio climático está comprometiendo la funcionalidad de los sistemas naturales, los beneficios que obtenemos de estos, es decir, las aportaciones de la naturaleza o servicios ecosistémicos, se están empobreciendo a una velocidad nunca vista. Entre algunos de los más destacables y urgentes de atender podemos mencionar a los relacionados con la alimentación.

En años recientes se ha registrado una notable disminución de la productividad agrícola relacionada con la pérdida de diversidad genética de los cultivos más importantes a nivel mundial: maíz, arroz, trigo, café, entre otros. Además de esta disminución de variabilidad genética, que conlleva una menor resistencia a plagas y otras afectaciones, la variación en los patrones de lluvia con las consecuentes inundaciones, heladas y sequías han afectado negativamente los sistemas de producción agropecuarios, lo que compromete la seguridad alimentaria a nivel mundial. Aunque, por otro lado, vastas regiones boreales que eran inviables para la agricultura hasta hace pocas décadas, ahora se han vuelto cultivables.

La crisis climática también altera los patrones de floración y junto con la crisis de los polinizadores (vinculada, obviamente con el cambio climático, pero también con la pérdida de hábitat, contaminación y uso indiscriminado de agroquímicos) se han perturbado los procesos de polinización y, por consiguiente, de reproducción de muchas plantas que son parte primordial de las redes alimenticias a nivel global. Respecto a los sistemas marinos, hemos mencionado que el cambio climático está induciendo una reducción en el tamaño de los peces y, por ende, en la productividad de las pesquerías que suministran cerca de 20% del consumo humano de proteína a nivel mundial.

Con relación a la salud humana, animal y ecosistémica, sabemos que la inestabilidad climática se vincula fuertemente con cambios en el tamaño poblacional y el rango de distribución de muchas especies de insectos, algunas de las cuales actúan como vectores de enfermedades y plagas para cultivos forestales, agrícolas y pecuarios. La alteración de las dinámicas de distribución y transmisión de enfermedades infecciosas ha marcado las últimas dos décadas y las enfermedades transmitidas por artrópodos son particularmente sensibles al cambio climático, debido a que su comportamiento se modifica rápidamente cuando aumenta la temperatura. Entonces, enfermedades relacionadas con parásitos, bacterias o virus, como los virus del Zika, chikungunya o dengue, entre muchas otras, suelen expandirse y adaptarse a nuevos entornos. Además de afectar la salud humana, la modificación de los patrones de comportamiento y distribución de artrópodos también altera la salud de los cultivos agrícolas y la producción de madera.

Además, la afectación de los ecosistemas por la crisis climática induce la reducción o extinción de grandes áreas boscosas, lo cual disminuye el suministro de muchas materias primas como madera, y servicios como el secuestro de carbono5. Además, propicia cambios en la calidad del agua y el volumen de las cuencas hidrológicas. Esto tiene tremendos impactos sobre la calidad de vida de las personas, puesto que somos enteramente dependientes de sistemas ecológicamente funcionales, capaces de proveer bienes y servicios ecosistémicos.

De nuestros propios niveles de organización (y compromiso)

Comencemos con la premisa más importante de todas: estamos obligados a minimizar los impactos del cambio climático. De la misma manera que la huella climática se registra a múltiples escalas, la atención a esta crisis debe trascender nuestro propio entorno local. Se requiere de compromisos y acciones que se extiendan de lo individual a lo colectivo, de lo privado a lo público, de lo local a lo global, de lo nacional a lo internacional; abarcando los niveles de organización gubernamental y no gubernamental, y las esferas científicas, académicas, pero, sobre todo, las industriales, empresariales y políticas.

Dejar de negar y atender de frente a la amenaza climática debe ser una prioridad política fundamental para todas las personas y todas las naciones, pues la biodiversidad y nuestra sobrevivencia dependen de ello. Citando a Neil deGrasse Tyson: “Los dinosaurios nunca vieron venir ese asteroide. ¿Cuál es nuestra excusa?”

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Sitios de interés



Recepción: 12/9/2018. Aprobación: 4/10/2018.

Vol. 24, núm. 2 marzo-abril 2023

Un futuro de océanos desiertos: pesca, acuicultura y cambio climático

Lizbeth Ferrer Miranda, Adriana Lucía Trejo Albuerne y Francisco de Jesús Guerra Martínez Cita

Resumen

Los procesos derivados del cambio climático han provocado perturbaciones en diferentes ecosistemas, uno de ellos es el marino. En los últimos años el sector pesquero ha sido fuertemente impactado, puesto que las diferentes especies de consumo han recibido de manera directa modificaciones del ecosistema. Dichos cambios sumados con la sobreexplotación de los recursos han provocado alteraciones sociales, económicas y ambientales alrededor del mundo. A pesar de que existe un apoyo por parte de la acuicultura, éste no ha sido suficiente, pues también esta práctica recibe impactos ambientales. Por ello, es necesario visibilizar la importancia del problema para crear estrategias de mitigación y adaptación.
Palabras clave: cambio climático, pesca, acuicultura, vulnerabilidad, adaptación.

A future of desert oceans: fishing, aquaculture and climate change

Abstract

The processes derived from climate change have caused disturbances in different ecosystems, including the marine one. In recent years, the fishing sector has been strongly impacted since the different species of consumption have directly received ecosystem changes, that together with the overexploitation of resources have caused social, economic and environmental alterations around the world. Even though there is support from aquaculture, this has not been enough, because this practice also receives environmental impacts. Therefore, it is necessary to make visible the importance of the problem in order to create mitigation and adaptation strategies.
Keywords: climate change, fishing, aquaculture, vulnerability, adaptation.

Introducción

Desde hace miles de años la pesca de captura se ha practicado como una actividad de subsistencia para la humanidad, y, aunque se desconoce con exactitud su origen, su progreso es innegable. En un principio la actividad pesquera se practicaba de manera artesanal a nivel de comunidades o poblados pequeños. Posteriormente, iniciaron procesos de comercialización, que provocaron la explotación del recurso pesquero.

A medida que se acrecentaba la carrera por los recursos acuáticos, se comenzaron a sobreexplotar las pesquerías, lo que provocó un evento de declive que dejó a las poblaciones marinas con poca capacidad de recuperación. Es así como el desarrollo de la pesquería ha alcanzado niveles de producción considerables que hoy en día la ubican como una actividad que favorece la sobreexplotación de los recursos pesqueros. En este contexto, ha surgido una importante problemática: las poblaciones de peces están al borde del colapso.

En este sentido, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (fao, 2022) señala que la producción de peces de captura mantuvo una tendencia de aumento exponencial de 1950 a 1990, alcanzando niveles máximos, que se han mantenido en años recientes en alrededor de 80 millones de toneladas al año. Hoy en día, la reducción en la producción de peces de captura ha sido compensada con un aumento de la acuicultura de aguas continentales y marinas (ver figura 1).

Figura 1. Producción mundial de la pesca de captura y la acuicultura.
Crédito: fao, 2022.

Aunque en gran medida el declive y hasta el colapso de algunas pesquerías ha sido consecuencia de una sobreexplotación por parte de la humanidad, en las últimas décadas se ha presentado un proceso que impacta notoriamente la producción pesquera: el cambio climático. En la actualidad, las modificaciones climáticas que normalmente tardarían de miles a millones de años en presentarse se han acelerado producto de las actividades antropogénicas, causando un aumento en la concentración de los Gases de Efecto Invernadero (gei) como son: dióxido de carbono, metano, vapor de agua, óxido nitroso, hidrofluorocarbonos, entre otros.

También, el cambio climático provoca un desequilibrio ambiental, económico, social y de diversas índoles a nivel global. Uno de los procesos que conforman el cambio climático es el calentamiento global , es decir, el aumento en la temperatura promedio en la superficie terrestre. De igual manera, hay un aumento de temperatura sobresaliente en los océanos, ya que son los grandes reguladores térmicos del planeta.

Se cuenta con la certeza de que con el calentamiento global se ven afectados los primeros 700 m en la columna de agua (ipcc, 2019), región en donde se encuentran una gran parte de los recursos pesqueros. Además, hay una diversidad de ecosistemas importantes para dicha actividad que están siendo perjudicados por los cambios en la temperatura, acidificación de los océanos y aumento del nivel medio del mar.

Actualmente, la pesca de captura en aguas marinas y la acuicultura marina representan un sector importante para la seguridad alimentaria de todo el mundo, además de ser una fuente de empleo para millones de personas (ver tabla 1). Dentro de ellas, más de 50% se dedica a la actividad tiempo completo o de manera parcial, en caso de la pesca y 30% en la acuicultura.

Tabla 1. Empleo a nivel mundial de los pescadores y acuicultores por región.
Crédito: elaboración propia a partir de fao, 2022.

Importancia mundial de la pesca y acuicultura

La fao (2022) define acuicultura como el cultivo de organismos acuáticos que pueden ser de origen marino o de agua dulce. No se enfoca únicamente en animales, también existe una producción de plantas comestibles, como las algas. Esta práctica ha tenido un gran crecimiento durante las últimas décadas, ya que se cultivan más de 500 especies acuáticas. Tan sólo en el año 2018 la acuicultura de aguas continentales y marinas representó el 75% de la producción mundial de peces.

Estos niveles de producción responden al consumo de pescado que ha ido en crecimiento: en 1961 era de 9.0 kg per cápita y para 2020 se elevó a 20.2 kg (fao, 2022). Sin embargo, el consumo no es igual para todos los países, pues depende de diversos factores sociales como costumbres, accesibilidad en términos económicos y geográficos, así como la producción y la mercantilización, entre otros.

Respecto a cuestiones económicas y sociales, se estima que en 2018 existió una producción anual valuada en 401 mil millones de dólares, producto del trabajo de alrededor de 59 millones de personas relacionadas con la industria de la pesca y acuicultura. La pesca tanto continental como marina se realiza, en su mayoría, con embarcaciones de pequeña escala, es decir, pesca ribereña o de mediana altura , de la cual no se puede tener demasiada información debido a las irregularidades que podrían presentar las estadísticas de los datos de cada nación.

Sin embargo, las estimaciones para 2018 sugieren que el número de embarcaciones descendió con respecto a 2016, contrario con las capturas de ese mismo año, en el que existió un incremento. Esto es porque los pescadores que continúan con la actividad invierten más tiempo y dinero en nuevas artes de pesca y tecnologías que ayudan a incrementar sus capturas. En cambio, otros pescadores disminuyen su actividad debido a que no obtienen los mismos beneficios que hace algunos años, por lo que pierden esta fuente de empleo y migran a otras actividades remuneradas.

Efectos del cambio climático en la pesca y acuicultura

El cambio climático tiene consecuencias directas e indirectas en los ecosistemas marinos y sus organismos, por ende, estas repercutirán en la actividad pesquera de varias formas.

Nivel medio del mar

En el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (ipcc, por sus siglas en inglés), se enfatiza el evidente aumento del nivel medio del mar1. Por ejemplo, durante el período de 1993 a 2015 la tasa de aumento fue de 3.66 mm por año. Sin embargo, las proyecciones a futuro indican que será de 15 mm al año. En la actualidad, la principal causa del aumento se debe al deshielo de los polos. Por ende, esto afectará diversos ecosistemas como dunas, estuarios, manglares, lagunas costeras, desembocaduras de ríos, etcétera. En la parte continental, la pesca también se verá afectada por la intrusión salina y la pérdida de reservas de agua dulce.

Respecto a los ecosistemas marinos, los más afectados son los arrecifes de coral y los pastos marinos, ya que son muy vulnerables a cambios en la disponibilidad de luz. Por ello, al quedarse en zonas más profundas, difícilmente se mantendrán en una condición estable. La reducción de su productividad provoca menor presencia de especies, ya que emplean estos ecosistemas como zonas de refugio, de anidación, alimentación o como sitios de reproducción. La mayoría de las especies presentes en estos ecosistemas, desde peces hasta crustáceos y moluscos, son de importancia comercial. Así, el primer sector afectado será la pesca artesanal, lo que repercutirá en la economía local.

Acidificación de los océanos

La acidificación de los océanos traerá consecuencias similares a las de la elevación del nivel del mar. El océano tiene un nivel de pH que se encuentra en un intervalo de 7.9 y 8.3, es decir un pH básico (Rojas et al., 2015). Pero el pH marino se ha modificado por el exceso de CO2 en la atmósfera. El mar absorbe el CO2 y es transformado en ácido carbónico, lo que a su vez provoca la liberación de iones de hidrógeno. Cuando aumenta la concentración de los iones de hidrógeno el pH oceánico se reduce, esto se denomina acidificación de los océanos . Los iones de hidrógeno libres en el mar se unen con los iones de carbonato y forman bicarbonato, y su formación reduce la presencia de iones de carbonato, materia prima para que los calcificadores marinos (corales, moluscos, crustáceos) formen sus conchas y esqueletos.

En 2013 el ipcc informó que a partir de la revolución industrial el pH del océano disminuyó 0.1 unidades, y se pronostica que para el año 2100 llegará hasta 0.5 unidades. A primera vista puede parecer un cambio leve, sin embargo, la escala de pH se mide a escala logarítmica , esto quiere decir que el cambio entre cada una de las unidades equivale a 10 veces mayor concentración que la unidad anterior.

Si el pH continúa disminuyendo, todos los organismos se verán afectados metabólicamente. Por ejemplo, aquellas especies sin capacidad de adaptación al cambio se extinguirán de manera local. Esto tendrá grandes repercusiones en la cadena trófica y modificará la productividad de los ecosistemas marinos, con un impacto sobre las especies de importancia comercial. En cuanto a la acuicultura, la producción de moluscos se verá afectada ante la ausencia de iones de carbonato, lo que podría representar pérdidas de más de 17 mil toneladas por año (fao, 2020).

Calentamiento de los océanos

El calentamiento oceánico representa una de las mayores preocupaciones que se tienen en la actualidad respecto al cambio climático. Desde el año 2005 el océano se ha calentado muy rápido, el ipcc indica que en los 75 m superficiales del océano el calentamiento ha variado entre 0.9 y 0.13°C, mientras que para los 200 m esta elevación es de 0.04 °C. Esto ha provocado una fuerte estratificación en la columna de agua que no permite las surgencias de nutrientes, un proceso necesario para los productores primarios. Asimismo, el aumento en la temperatura, los cambios en la salinidad y la falta de oxígeno han provocado el comienzo de la migración de organismos marinos de todas partes de la cadena trófica, especialmente desde los trópicos hacia latitudes más altas.

Implicaciones socioeconómicas

Las poblaciones humanas costeras serán afectadas de manera considerable. Las capturas pesqueras a pequeña escala se ven cada vez más reducidas ante la ausencia de nutrientes o la modificación de su cadena trófica. Ahora es más frecuente la pesca de captura de especies tropicales o de aguas cálidas en áreas diferentes a su distribución conocida, ya que son las que están migrando.

Es sabido que las pesquerías de pequeña y mediana escala dependen de los recursos cercanos a la costa y no disponen de la infraestructura para seguir la migración de las especies; esto limita su capacidad de recuperación ante el inminente e inevitable impacto del cambio climático. Las embarcaciones de mayor tamaño o pesca de altura también se verán afectadas por la movilidad de los organismos. Si bien están mejor preparadas para estar en altamar, el esperado aumento en la frecuencia e intensidad de tormentas y huracanes tropicales incidirá en la productividad de la pesquería, ya que no sólo se pueden seguir los bancos de peces, sino que es necesaria una distribución espacial en donde se defina quiénes pueden pescar; lo que provocaría una serie de problemáticas entre naciones y por consiguiente hará más complicada la gobernanza pesquera (Daw et al., 2009).

Además, una reducción en las capturas afectará directamente la producción acuícola, lo que provocará un desbalance económico a nivel local y en algunos casos internacional para las especies que se comercializan a grandes escalas como el salmón noruego y chileno. Esta reducción en la producción pesquera impactará la acuicultura debido a que su producción basa su alimentación en harinas de pescado como primera fuente de proteína. Esto representa un área de oportunidad para la búsqueda de nuevas alternativas que sustituyan la harina de pescado o en su caso disminuyan su uso, lo cual ayudará a aumentar la productividad y la independencia de los sistemas acuícolas de la pesca.

Adaptación y mitigación ante el cambio climático

Las repercusiones sobre la actividad pesquera y acuícola, producto del cambio climático y el calentamiento global, son inevitables. Por lo tanto, es necesario proponer estrategias para la adaptación a los cambios esperados, así como medidas que promuevan la construcción de resiliencia. Si bien hay cambios que eventualmente ocurrirán, se pueden conservar ecosistemas en buen estado, lo que aumentará la resiliencia y su capacidad de adaptación a las nuevas condiciones.

Como medida de adaptación ante el cambio climático es preciso establecer y fortalecer las gobernanzas pesqueras nacionales e internacionales lo más rápido posible. De igual manera, es necesario replicar modelos exitosos de gestión de recursos naturales que permitan a las localidades mejorar sus prácticas frente a los cambios esperados. Por ejemplo, desde hace varias décadas los pescadores han utilizado estrategias de adaptación tales como la diversificación de las pesquerías, artes de pesca e incluso medios de vida, lo cual ha demostrado que las localidades tienen mayor resiliencia ante impactos inesperados.

También se requieren de investigaciones trans e interdisciplinarias a nivel local que tomen en cuenta todos los sectores, principalmente actores directos como los pescadores y acuicultores. De este modo, se asegura que las medidas de manejo sean más eficientes, en especial para aquellas especies que se encuentran en una situación vulnerable. No es necesario esperar que una pesquería llegue al punto de inflexión para comenzar planes de ordenación. Igualmente, es necesaria una participación mundial si se pretende tener pesquerías sostenibles.

El escenario actual acentúa el llamado hacia la construcción de resiliencia de las comunidades costeras y reitera el compromiso académico, institucional y civil para generar medidas que promuevan la adaptación frente a los cambios esperados.

Agradecimientos

Este trabajo fue realizado con el apoyo del Programa de Apoyo a Proyectos para Innovar y Mejorar la Educación unam-dgapa-papime pe303822.

Referencias

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Recepción: 15/11/2022. Aprobación: 15/02/2023.

Vol. 24, núm. 2 marzo-abril 2023

Cambio climático y diversidad sexogenérica: reducir la vulnerabilidad también es cuestión de equidad

Francisco Almonacid Buenrostro Cita

Resumen

El cambio climático tiene una gran afectación sobre los grupos vulnerables, incluidas las personas que conforman la diversidad sexogenérica. En este artículo se explora la relación entre la vulnerabilidad ante el cambio climático y la diversidad sexogenérica en distintos contextos; también se presentan algunos ejemplos de los impactos desbalanceados del cambio climático para estos grupos. Es importante visibilizar este tema con la finalidad de perfilar alternativas que permitan reducir la inequidad y la vulnerabilidad ante el cambio climático para esta población. En este trabajo se identifican algunos de los factores considerados como causantes de dicha vulnerabilidad y se mencionan algunas alternativas para reducirla.
Palabras clave: diversidad sexogenérica, cambio climático, vulnerabilidad.

Climate change and gender diversity: reducing vulnerability is also a matter of equity

Abstract

Climate change will affect vulnerable groups, including sexual and gender-diverse communities. This text aims to explore the relationship between vulnerability to climate change and sexual and gender diversity. Even though this topic is becoming increasingly relevant, there is a theoretical gap in its approach. It is critical to analyze it in order to outline alternatives that will allow reducing inequity and vulnerability to climate change for this population. Here, we identify some of the factors considered as causing this vulnerability. In addition, we mention some alternatives to reduce vulnerability to climate change.
Keywords: sexual and gender diversity, climate change, vulnerability.

Introducción

Los reportes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, por sus siglas en inglés ipcc (2021), señalan que los grupos vulnerables se verán afectados en mayor medida a causa de los impactos del cambio climático. Entre las causas se encuentran la inequidad y marginalización ligadas al género (United Nations y Framework Convention on Climate Change, 2019). En el caso de las poblaciones que integran a la diversidad sexogenérica, la afectación provoca una mayor vulnerabilidad que se traduce en estigma social, falta de empleo formal y acceso limitado a espacios seguros (Goldsmith y Bell, 2022).

Es decir, para las poblaciones que integran la diversidad sexogenérica, la vulnerabilidad ante el cambio climático constituye una amenaza a sus medios de vida, su salud y seguridad. De esta situación todavía no hay suficiente documentación, existen pocos textos que hablen de cómo estas poblaciones se ven afectadas por el cambio climático (Vinyeta et al., 2015). Lo cual, más que negar que exista una relación entre ambas cuestiones, es una prueba de la invisibilidad sistemática que origina que estas comunidades se enfrenten a desafíos únicos para hacer frente al cambio climático (Borderon et al., 2021; Dwyer y Woolf, 2018), así como a otros peligros que se ven agravados por las experiencias de discriminación y violaciones a los derechos humanos en su vida cotidiana (por ejemplo, Takács, 2006).

Con la finalidad de contribuir a subsanar ese vacío en la literatura, en este texto se identifican algunos de los factores a los que se asocia la vulnerabilidad de las poblaciones que integran a la diversidad sexogenérica ante el cambio climático. También se describen algunos ejemplos que consideran que la reducción de esta vulnerabilidad contribuye a la equidad de género.

La relación entre la población de la diversidad sexogenérica y la vulnerabilidad que enfrentan ante el cambio climático

Como punto de partida, consideramos que el término diversidad sexogenérica hace referencia a una categoría de subalternidad, porque proporciona un corpus teórico-analítico que se centra en los sectores que se consideran marginados y en las clases inferiores de las sociedades (ver Carbalido Coria y Torres Cruz, 2014). También, diversidad sexogenérica se refiere a todas las posibilidades que tienen las personas de asumir, expresar y vivir su sexualidad, así como su identidad y su orientación sexual (González Barreda y Raphael de la Madrid, 2019; ver video 1).



Video 1. ¿En qué consiste y cómo se nombra la diversidad sexual? (Cultura UNAM, 2019).


De hecho, este concepto permite la inclusión de otras identidades, como la idea de tercer género que existe en otros países no occidentales (ver Castañeda Camey et al., 2020); aunado a las categorías ampliamente usadas para referirse a las personas lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersexuales (ver video 2).



Video 2. Terminologías LGBTI (Comisión Interamericana de Derechos Humanos, 2018).


En este sentido, debemos señalar que por primera vez México cuenta con una encuesta nacional sobre diversidad sexual y de género, la endiseg (inegi, 2022). La figura 1 muestra algunos de los datos más relevantes contenidos en ella. Se destaca el porcentaje y número de personas que se identifican como parte de la diversidad sexogenérica, el rango de edades, su estado civil, y las principales entidades que concentran la mayor cantidad de personas que son parte de la diversidad sexogenérica.



Datos INEGI 2022 encuesta nacional diversidad sexual y de género

Figura 1. Datos relevantes presentados en la encuesta nacional sobre diversidad sexual y de género.
Crédito: elaboración propia a partir de datos del INEGI (2022).

Teniendo esto en mente, para tratar de entender cómo afecta el cambio climático a las poblaciones que integran la diversidad sexogenérica debemos de enfatizar que éste afecta a las personas de manera diferente, y los más discriminados son los más afectados, alterando su capacidad para garantizar sus derechos a la seguridad y el acceso a la justicia social (Whitley y Bowers, 2023). Incluso se ha documentado que, en general, las poblaciones de la diversidad sexogenérica tienen menor seguridad financiera que sus contrapartes heterosexuales y cisgénero (DeFilippis, 2016) y, por lo tanto, menor capacidad para responder ante eventos climáticos.

Es decir, los eventos como olas de calor extremo o huracanes afectan de manera desproporcionada a las comunidades vulnerables, en particular, a las personas de la diversidad sexogenérica (Castañeda Camey et al., 2020, p. 143; Kivioja et al., 2023, p. 2). Esto es importante porque, entre los adultos jóvenes, las personas de la diversidad sexogenérica tienen un riesgo mayor de quedarse sin hogar que las personas que no son parte de estas poblaciones (ver Takács, 2006). Asimismo, las personas transgénero son más propensas a quedarse sin refugio debido a la discriminación que sufren en los espacios destinados para cuando ocurre un desastre (Takács, 2006, p. 3). Estas poblaciones vulnerables corren el riesgo de hipotermia, hipertermia, dificultad respiratoria por el humo de los incendios forestales y enfermedades infecciosas por inundaciones, entre otras condiciones (Reta, 2022).

De manera adicional, durante los desastres naturales, es posible que las familias homoparentales y lesbomaternales no reciban apoyos destinados para este fin si el Estado no las reconoce como parejas legítimas en los marcos normativos que operan al respecto (Whitley y Bowers, 2023). De forma similar, las personas no binarias no siempre tienen acceso a servicios específicos, pueden ser rechazadas en los refugios de emergencia o enfrentar otros desafíos para recibir ayuda durante los esfuerzos de rescate y recuperación (Castañeda Camey et al., 2020, p. 143). El estigma en torno a la diversidad sexogenérica provoca que algunos miembros de la comunidad desconfíen de buscar ayuda por temor a ser discriminados o condenados al ostracismo (Badgett, 2014).

Factores a los que se asocia la vulnerabilidad ante el cambio climático

Después de haber considerado algunos datos sobre las poblaciones de la diversidad sexogenérica y las afectaciones que sufren a causa del cambio climático, ahora revisaremos cuáles son los factores a los que se asocia la vulnerabilidad ante el cambio climático. Para ello, la figura 2, basada en los trabajos de Gee y Payne (2004) y Goldsmith y Bell (2022), muestra algunos de los principales factores causantes de la vulnerabilidad ante el cambio climático. Si bien no pretende ser exhaustiva, ilustra la complejidad asociada a la vulnerabilidad que enfrentan las poblaciones de la diversidad sexogenérica. De este modo, la vulnerabilidad ante el cambio climático es causada, principalmente, por factores institucionales, factores personales y factores ambientales que actúan como estresores.



Factores asociados a la vulnerabilidad ante el cambio climático para poblaciones LGBTIQ+

Figura 2. Factores asociados a la vulnerabilidad ante el cambio climático para las poblaciones de la diversidad sexogenérica.
Crédito: elaboración propia a partir de los trabajos de Gee y Payne (2004), y Goldsmith y Bell (2022).

Además, los factores asociados a la vulnerabilidad en muchas ocasiones se conjugan entre sí, dando como resultado entornos cada vez más precarios para las personas. En palabras de Vinyeta et al.:

Las mujeres y poblaciones de la diversidad sexogenérica pertenecientes a comunidades originarias se ven afectadas en mayor medida porque interseccionan su raza y su género, dando lugar a un conjunto de retos ambientales y socioeconómicos que afectan su resiliencia ante el cambio climático. (2015, p. 21)

Por su parte, los determinantes sociales de la salud, como las condiciones de vivienda, las oportunidades económicas y el acceso a la atención médica, pueden afectar negativa y desproporcionadamente a la población de la diversidad sexogenérica, y además reducen su capacidad para responder al daño ambiental. Por ejemplo, obtener la atención médica necesaria (Goldsmith y Bell, 2022).

Reducir la vulnerabilidad ante el cambio climático es una cuestión de equidad

Para comenzar a reducir la vulnerabilidad ante el cambio climático se requiere de un cambio de paradigma que permita atender esta problemática y que incorpore la perspectiva de equidad de género1. Para ello, son prioritarias las acciones que disminuyan la vulnerabilidad que las poblaciones de la diversidad sexogenérica presentan frente al cambio climático. Dicho cambio de paradigma debe de verse reflejado e ir acompañado de modificaciones en las políticas implementadas desde el Estado. Esto no es un asunto menor, pues, al menos en el caso de México, en términos generales, el Estado ha actuado como el principal mediador entre la naturaleza y la sociedad (Boyer y Cariño Olvera, 2018). Trazar esa ruta es una tarea necesaria, sobre todo para reducir las brechas de desigualdad. De este modo, se considera que una manera viable de reducir la vulnerabilidad, en términos de lo que expresa el reporte del ipcc (2022), sobre impactos, adaptación y vulnerabilidad, es justo a través de la implementación de políticas públicas. Principalmente, porque las poblaciones de la diversidad sexogenérica han sido objeto de políticas federales y locales que conducen a altos niveles de discriminación institucional en sectores como la vivienda, el empleo, y la salud (Goldsmith y Bell, 2022).

Entre los ejemplos de cambios que consideran una cuestión de equidad la reducción de la vulnerabilidad ante el cambio climático, se encuentra la integración de consideraciones de género en políticas, planes y acciones climáticas nacionales (United Nations y Framework Convention on Climate Change, 2019). Estos tienen en cuenta como grupos vulnerables a las comunidades urbanas pobres, rurales y remotas, personas lgbtiq+, y mujeres. En el mismo sentido, Roy et al. (2022) identifican que las acciones de adaptación al cambio climático deben de incorporar de manera intencional objetivos centrados en el género en las etapas de priorización, diseño, planificación e implementación, para que tengan impactos positivos en la igualdad de género (Kivioja et al., 2023). En otro ejemplo, la empresa estatal de petróleo y gas de México, Pemex (Petróleos Mexicanos), ha implementado, con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud), una estrategia institucional de inclusión social para crear conciencia sobre la igualdad de género y la no discriminación, y para empoderar a las mujeres y empleados lgbtiq+ en sus lugares de trabajo (Castañeda Camey et al., 2020, p. 122).

Por todo esto, las acciones orientadas a la reducción de la vulnerabilidad en el contexto del cambio climático deben asegurar, como condición necesaria, la igualdad de derechos, oportunidades y trato igualitario para las personas que integran las poblaciones de la diversidad sexogenérica. Además, las acciones deben aplicarse de manera local y en los casos donde exista la oportunidad de modificar los ordenamientos aplicables en la materia. Esto incluye los instrumentos que contemplen la mitigación y adaptación al cambio climático, así como las estrategias locales y los programas de acción climática, al igual que los instrumentos que orientan la atención a las personas de la diversidad sexogenérica para garantizar las medidas de adaptación y mitigación al cambio climático.

Conclusiones

La vulnerabilidad ante el cambio climático que enfrentan las personas que forman parte de la diversidad sexogenérica tiene múltiples causas. Aún queda mucho por avanzar, debido a que hoy la inclusión aún está limitada por las barreras del modelo que no contempla por completo a las poblaciones de la diversidad sexogenérica, y que mantiene invisibilizados los desafíos que viven frente a los impactos del cambio climático.

Existe la posibilidad de que se orienten las acciones necesarias para reducir la vulnerabilidad en el contexto del cambio climático, las cuales deben asegurar la igualdad de derechos, oportunidades y trato equitativo para comunidad de la diversidad sexogenérica.

Además, las políticas climáticas, las estrategias locales y los programas de acción climática, así como los instrumentos que dan atención a las personas de la diversidad sexogenérica, representan un área de oportunidad. Esto permite enfrentar los desafíos que representan los impactos del cambio climático, especialmente para grupos vulnerables como el que conforman la diversidad sexogenérica.

Referencias

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Recepción: 15/11/2022. Aprobación: 15/02/2023.

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Revista Digital Universitaria Publicación bimestral Vol. 18, Núm. 6julio-agosto 2017 ISSN: 1607 - 6079