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Aventuras, caballeros y locuras: la literatura caballeresca

“¿Qué haré con esta espada?”: las claves de la literatura caballeresca en Portugal

Pedro Álvarez Cifuentes
King Arthur and Lancelot
  • Uno
  • Dos
  • Tres

Introducción

Todo comienzo es involuntario.
Dios es el agente.
El héroe se asiste a sí mismo, vario
E inconsciente.

A la espada en tus manos hallada
Tu mirar desciende.
«¿Qué haré con esta espada?»
La alzaste, y se hizo.

Fernando Pessoa, “El Conde D. Henrique”

El misterio y la sutil fascinación que desprenden los poemas del poeta portugués Fernando Pessoa en su libro Mensagem, publicado en 1934, toman como principal fuente de inspiración el universo de la caballería medieval (GARCEZ, 2012). Sin lugar a dudas, a pesar del paso de los siglos, el largo periodo del medievo sigue cautivando a los lectores actuales. Lamentablemente, la riqueza expresiva de los libros de caballerías en lengua portuguesa ha pasado desapercibida a la crítica y al gran público durante demasiado tiempo. Entre las muchas causas que pueden explicar este fenómeno, el especialista español Aurelio Vargas Díaz-Toledo (2012a) apunta los frecuentes problemas de acceso a las novelas de caballerías portuguesas ―que permanecen inéditas, o cuyas ediciones modernas no resultan accesibles―; la compleja historia editorial de los textos, tanto en lo que respecta a los impresos como a los manuscritos; su considerable extensión y la profusión de personajes y tramas laberínticas que se superponen a lo largo de centenares y centenares de páginas, colmadas de aventuras y prodigios. Es hora de que ese injusto olvido colectivo llegue a su fin.

El triunfo de la caballería de papel

Los libros de caballerías constituyen uno de los géneros más populares y fecundos en el conjunto de las letras ibéricas de la Edad de Oro, tanto en lo que se refiere al dominio español como al portugués. El propio Don Quijote de la Mancha no se cansaba de indicar al canónigo de Toledo sus taumatúrgicas virtudes:
Cualquiera parte que se lea de cualquiera historia de caballero andante ha de causar gusto y maravilla a cualquiera que la leyere. Y vuestra merced créame y, como otra vez le he dicho, lea estos libros, y verá cómo le destierran la melancolía que tuviere y le mejoran la condición, si acaso la tiene mala (CERVANTES, 2011).
Para el maestro de medievalistas Martín de Riquer (2008), los libros de caballerías suponen “una pervivencia del heroísmo novelesco medieval”. Se trata de una serie de narraciones en prosa, por lo común de gran extensión y vertiginosa estructura, que relatan las peripecias de un individuo extraordinario y de insólito destino, el caballero andante, que recorre el mundo luchando contra toda suerte de malhechores, hechiceros, gigantes y monstruos, en tierras exóticas y fabulosas, y que defiende a ultranza los valores del honor y la justicia (RIQUER, 2008). Mª del Carmen Marín Pina apunta (1994) que hay que buscar las raíces de este género literario en la caballería,
…esa institución profana después cristianizada y sacralizada que se convirtió en una forma de vida y de pensamiento, en toda una cultura y en una forma de comunicación que lucha por vivir de diferentes formas más allá del otoño de la Edad Media.
La importancia de los libros de caballerías en la historia de la literatura europea es un hecho incuestionable1. La vigencia del género se extiende a través de centurias y llega a influir, de forma más o menos remota, el desarrollo de la novela moderna, la producción narrativa romántica, e incluso prefigura el lenguaje cinematográfico del siglo XX. A pesar del constante menosprecio de la crítica académica (OSÓRIO, 2001; VARGAS, 2006), el apogeo de la literatura caballeresca entre los siglos XVI y XVII cautivó a generaciones de lectores y salpicó el panorama editorial de media Europa, al mismo tiempo que ejercía una considerable influencia sobre la realidad social de la época2.


La novela de caballerías3 tiene su primer origen en el norte de Francia, en los romans en verso de Chrétien de Troyes sobre el rey Arturo y los caballeros de la Mesa Redonda. Se trata, como es bien sabido, de la llamada “Materia de Bretaña”, que representa un hito fundamental en el proceso de prosificación que moderniza la literatura medieval a partir del siglo XIII, y cuyo punto de inflexión supone la aparición de los cinco libros del Lancelot en prose o Vulgata (GARCÍA GUAL, 1988; CORREIA, 2013). Es a partir de la centuria siguiente cuando este tipo de relatos empiezan a popularizarse en la Península Ibérica, donde alcanzarán un gran éxito que los hará perdurar hasta, por lo menos, bien entrado el siglo XVII. En breves rasgos, José Manuel Lucía Megías perfila la relevancia histórica de la literatura caballeresca:
…un género con casi dos siglos de vida, compuesto por más de setenta títulos diferentes, de los que se hicieron decenas de ediciones durante los siglos XVI y XVII, y se imprimieron miles de ejemplares, difundidos por toda Europa y América; género que es una de las columnas vertebrales de la industria editorial hispánica del siglo XVI [...] y que conforma la base del imaginario de la ficción en español (cuando lo español se convirtió en el modelo cultural y literario de la Europa de su tiempo) y del nacimiento de la novela moderna (2001).

1 Tras unos tímidos inicios, la bibliografía acerca de los libros de caballerías ―tanto en el dominio iberorrománico como en el resto de Europa― ha crecido exponencialmente en los últimos años. Puede consultarse el repositorio de bases de datos bibliográficas <http://clarisel.unizar.es/>, dirigido por los profesores José Manuel Cacho Blecua y Mª Jesús Lacarra. En lo que se refiere al panorama específicamente portugués citamos, apenas a modo de ejemplo, los trabajos críticos de Moisés (1957a y 1957b), Finazzi-Agrò (1975), Paixão (1996) Almeida (1998) Santos (2001), Lucía Megías (2001 y 2012), Fernandes (2006), Alpalhão (2009), Romero (2012) y, de manera especial, Vargas Díaz-Toledo (2006, 2007a y 2007b, 2008, 2012a y 2012b). Sobre la considerable presencia de mujeres en este elenco de investigadores, reflexiona el propio Vargas Díaz-Toledo (2006): “não deixa de ser curioso o facto de a esta geração de mulheres [...] se estar a dever a recuperação de um género esquecido que no Renascimento foi devorado, sobretudo, pelo público feminino”.

2 “Ningún héroe novelesco se ha impuesto a la admiración de las gentes con tanta brillantez y pujanza como se impuso el Amadís a la sociedad del XVI. Hay que llegar a las novelas de Walter Scott para encontrar un mérito semejante, a la vez literario y mundano, para el cual no hubo fronteras en Europa” (MENÉNDEZ PELAYO, 1905).

3 No se adoptará aquí la distinción terminológica entre “libros de caballerías” y “novelas caballerescas” propuesta por Riquer (1964). En el dominio portugués, la especialista Isabel Almeida (1998) prefiere las designaciones “livros de cavalarias, histórias fingidas ou crónicas fabulosas”, y rechaza también la fórmula “novela de cavalarias”.

Sobre Amadises y Palmerines

¡Parece que las mentiras y fábulas griegas se van pasando a España! Gonzalo Fernández de Oviedo

Muy divulgados a merced de la invención de la imprenta4, los libros de caballerías se multiplicaron en la Península Ibérica durante el siglo XVI gracias al éxito editorial del Amadís de Gaula ―“el padre de toda esta máquina”, como lo definiría con acierto Lope de Vega―, que movió a escritores y a impresores a ofrecer a un amplio público, ávido de lecturas, nuevas narraciones que recrearan las hazañas de todos sus héroes favoritos.

Tal y como se conoce actualmente, el Amadís de Gaula fue escrito por el español Garcí Rodríguez de Montalvo (ca. 1450-1505), y la edición más antigua que se ha conservado es la de Zaragoza de 1508. Para componer su Amadís, Rodríguez de Montalvo se basó en una versión anterior en tres volúmenes que no ha sobrevivido hasta nuestros días. La apasionada polémica sobre su supuesto origen portugués o castellano todavía no sido zanjada de manera definitiva. Se ha apuntado que, aunque el núcleo primitivo del Amadís pudiera haber tenido un autor portugués ―tal vez el mítico Vasco de Lobeira, nombrado caballero por el rey D. João I de Portugal tras la batalla de Aljubarrota en 1385 (THOMAS, 1920)―, lo más probable es que las principales características psicológicas y literarias que le granjearon el aprecio perenne del público europeo hayan sido introducidas por el propio Montalvo, motivo por el cual el mayor mérito autorial corresponde al regidor castellano5.

Carlos V en Mühlberg
Carlos V en Mühlberg, by Titian
El éxito sin parangón del Amadís de Gaula propició la aparición de una serie ininterrumpida de nuevos libros de caballerías, cuyos autores pretendían continuar el modelo original, narrando las peripecias de héroes que eran hijos, nietos y bisnietos del propio Amadís, el cual habría tenido como descendientes a Esplandián, Lisuarte de Grecia, Amadís de Grecia, Florisel de Niquea, Rogel de Grecia, Esferamundi, entre otros, todos ellos protagonistas de su propia novela.

A este subciclo de los Amadises vino a sumarse en la Península Ibérica el subciclo de los Palmerines ―o “dos Palmeirins” en portugués―, constituido por entregas más o menos independientes que también narran las aventuras de los miembros de una misma dinastía legendaria, cuyo ancestro sería el rey Primaleón de Macedonia, del cual descendería su hijo Florendos, su nieto Palmerín de Oliva y su bisnieto Primaleón, que a su vez sería el padre del caballero Platir. Por su parte, Palmerín de Oliva habría tenido una hija, la infanta Flérida, quien ―desposada con el rey Duardos de Inglaterra, como se representa en la Tragicomedia de Don Duardos de Gil Vicente (ca. 1522)― habría sido la ascendiente de otros personajes caballerescos como Floriano del Desierto, el sabio Daliarte, Palmerín de Inglaterra, don Duardos II, el bravo Clarisol de Bretaña o el emperador Beliandro de Constantinopla (MARÍN PINA, 1996; ÁLVAREZ-CIFUENTES, 2014). La saga de los Palmerines estaría compuesta por tres primeras novelas en lengua castellana ―el Palmerín de Oliva, el Primaleón y el Platir― y, por lo menos, otros cinco títulos en lengua portuguesa: el Palmeirim de Inglaterra de Francisco de Moraes, el Dom Duardos Segundo de Diogo Fernandes, el Clarisol de Bretanha de Baltasar Gonçalves Lobato, la Crónica do D. Duardos de Gonçalo Coutinho y la Crónica do Imperador Beliandro.

Tanto en España como en Portugal, los libros de caballerías gozaron del favor apasionado del público, afectando a todas las capas y estamentos de la sociedad. Ciertas personalidades históricas parecen haberse visto profundamente influenciadas por el idealismo caballeresco, como es el caso, por ejemplo, del emperador Carlos V y su esposa Isabel de Portugal, de sus hermanas las infantas Juana y María de Austria, la reina Isabel de Valois, Santa Teresa de Ávila y San Ignacio de Loyola o el rey D. Sebastião de Portugal (CHEVALIER, 1976; SARAIVA y LOPES, 1991; LUCÍA MEGÍAS, 2008a). El mismo René Descartes todavía habría sucumbido a la lectura de una traducción francesa del Amadís de Gaula.

4 “No hay ciudad editorial, no hay taller hispánico que no se haya acercado a los libros de caballerías en algún momento, ya que constituían un éxito (casi) asegurado” (LUCÍA MEGÍAS, 2008b). En Portugal, “apesar da [...] inegável irregularidade, [...] a publicação de aventuras terá gozado de especial favor relativamente ao que se verificou com outros géneros (teatro, poesia, conto): em Lisboa, mas também, de forma pontual, em Évora e Coimbra, diversos impressores e livreiros nela apostaram, por vezes reiteradamente, decertos animados pela perspectiva de um negócio que se previa de êxito seguro” (ALMEIDA, 1998).

5 “En tiempo menos discreto que el de agora, aunque de más hombres sabios, llamaban a las novelas cuentos. Éstos se sabían de memoria y nunca, que yo me acuerde, los vi escritos, porque se reducían sus fábulas a una manera de libros que parecían historias, y se llamaban en lenguaje puro castellano caballerías, como si dijésemos hechos grandes de caballeros valerosos. Fueron en esto los españoles ingeniosísimos, porque en la invención ninguna nación del mundo les ha hecho ventaja, como se ve en tantos Esplandianes, Febos, Palmerines, Lisuartes, Florambelos, Esferamundos y el celebrado Amadís, padre de toda esta máquina, que compuso una dama portuguesa” (VEGA, 2003). Se ignora de qué fuente saca el Fénix de los Ingenios la atribución del Amadís a una mujer portuguesa. Sobre la fama del Amadís en Portugal, comentaba Menéndez Pelayo (1905) que “no faltaban aficionados delirantes, precursores de don Quijote, que la tuviesen por tal [histórica], extremándose en esto los portugueses, tan encariñados con este libro que estimaban como suyo”. El estudio fundamental sobre la novela atribuida al regidor Garci Rodríguez de Montalvo sigue siendo el de Cacho Blecua (1979), que actualiza en su edición (Rodríguez de Montalvo 2004). Un atractivo análisis sobre las claves del éxito del Amadís es el de Lucía Megías (2008a).

Los hitos caballerescos en Portugal

Los libros de caballería portugueses están íntimamente ligados a sus equivalentes en lengua castellana, con recorridos casi paralelos. En lo que respecta a Portugal, fueron el rey D. Afonso III (1210-1279) y sus galantes compañeros ―llegados de Francia a partir de 1246― los que introdujeron en suelo lusitano el gusto por las historias fantásticas pertenecientes al ciclo bretón (BRAGA, 2005; CORREIA, 2013). Así, en el Livro Velho de Linhagens (1270-1280) ya se hace referencia a episodios y personajes de la Materia de Bretaña. A partir de la misma época se ha registrado, asimismo, la frecuente aparición de muchos naturales portugueses bautizados con nombres procedentes de la tradición artúrica6. Por su parte, el Cancioneiro da Biblioteca Nacional (antiguamente denominado Colocci-Brancuti) se abre con cinco canciones en gallego-portugués que son imitaciones de lais bretones, en las cuales también se menciona al rey Arturo, a Tristán, a la reina Iseo y a Lanzarote. A pesar de que las versiones portuguesas de los textos artúricos se hayan perdido en gran medida, sabemos de la existencia de un Livro de Tristão, un Livro de Galaaz y un Livro de Merlim en la biblioteca del rey D. Duarte (1391-1438). La posibilidad de que estos textos estuvieran redactados en portugués viene reforzada por la existencia de una traducción portuguesa de finales del siglo XIII o inicios del XIV del original francés de la Post-Vulgata, la llamada Demanda do Santo Graal.

Prensa de imprenta
Título: La prensa de imprenta con tipos móviles.
Autor: Patrice Aude
A lo largo del siglo XVI la novela de caballerías pierde en densidad humana y religiosa ―elementos propios de las primeras narraciones de inspiración francesa pertenecientes a la Materia de Bretaña, como El baladro del sabio Merlín (1498) u obras vinculadas al ciclo de la Demanda do Santo Graal como, por ejemplo, la Estória de Vespasiano (1496), cuyo trasfondo espiritual acaba diluyéndose― y se convierte en un reflejo de los ideales de la sociedad cortesana y galante (SARAIVA y LOPES, 1991). El periodo correspondiente al gobierno de los Felipes ―Felipe II (1556-1598), Felipe III (1598-1621) y Felipe IV (1621-1665), esto es, el cénit de la Casa de Austria― coincide con la mayor producción de textos caballerescos peninsulares, a medio caballo entre los siglos XVI y XVII. Por su parte, las cortes de los reyes D. Manuel I (1469-1521), D. João III (1502-1557) y del legendario D. Sebastião (1554-1578) ejercerán un papel esencial en lo que atañe a los ejemplos en lengua portuguesa, como se verá a continuación.

No obstante, la cultura del Siglo de Oro peninsular sigue estando condicionada por los paradigmas de comportamiento medieval, lo que se refleja de manera nítida en su producción literaria. Como apuntábamos, la impresión del Amadís en 1508 daría inicio a una nueva ola en la producción de las novelas de caballerías que en ese momento ―gracias a la difusión en caracteres de imprenta― podían llegar a un público más amplio y menos restringido que el de la corte. Desde un punto de vista cronológico, la novela de caballerías más importante del siglo XVI en Portugal ―impresa por vez primera en 1522, esto es, contemporánea de los autos cortesano-caballerescos del dramaturgo Gil Vicente, y reeditada en 1553 y 1601― es la Crónica do Imperador Clarimundo, donde os reis de Portugal descendem, del historiador João de Barros (1496-1570), que supone la primera manifestación impresa del género en tierras lusas.

Característicamente medieval por su contenido, su estructura y sus códigos estéticos y estilísticos, la génesis de la Crónica do Imperador Clarimundo está marcada por el entusiasmo suscitado por los descubrimientos y la expansión ultramarina de los portugueses. La obra, que finge haber sido traducida del húngaro, narra las hazañas del caballero Clarimundo ―que llegará a convertirse en rey de Hungría, emperador de Constantinopla y ancestro legendario de la Casa Real portuguesa― y propone una exaltación de la corona y de la construcción de la identidad nacional (PAIXÃO, 1996).

A continuación, ha de destacarse la Crónica do famoso e muito esforçado cavaleiro Palmeirim de Inglaterra, de Francisco de Moraes (ca. 1500-1576). Este Palmeirim de Inglaterra tuvo gran éxito en Portugal7 y fue rápidamente traducido al español, al inglés, al italiano y al francés. Aunque revela una clara influencia del Amadís, su irrebatible superioridad se ve justificada por la excelencia de su estilo, resaltada por el propio Miguel de Cervantes:
Esa palma de Inglaterra se guarde y se conserve como a cosa única, y se haga para ello otra caja como la que halló Alejandro en los despojos de Dario, que la diputó para guardar en ella las obras del poeta Homero […]. Todas las aventuras del castillo de Miraguarda son bonísimas y de grande artificio; las razones, cortesanas y claras, que guardan y miran el decoro del que habla, con mucha propiedad y entendimiento (2011).

[...] la cultura del Siglo de Oro peninsular sigue estando condicionada por los paradigmas de comportamiento medieval, lo que se refleja de manera nítida en su producción literaria.
La primera edición del Palmeirim de Inglaterra apareció probablemente en torno a 1544 (ALPALHÃO, 2008), pero resultan de gran interés las ediciones posteriores, que incluyen una dedicatoria a la infanta D. Maria, la hija menor del rey D. Manuel I de Portugal8. Como ella, muchas otras mujeres de la nobleza se convirtieron en las principales lectoras y mecenas de la literatura caballeresca, un público selecto y exquisito que pareció ir aumentando con el paso del tiempo. Además del proemio a la infanta D. Maria, en el ámbito portugués cabe mencionar el prólogo de la Selva de Cavalarias Famosas de António de Brito da Fonseca, dirigido a D. Jerónima Falcão de Castro, y la dedicatoria perdida de la Argonáutica da Cavalaria, de Tristão Gomes de Castro, a D. Francisca de Aragão, condesa de Vila Nova de Ficalho y antigua musa del propio Luís de Camões (VARGAS DÍAZ-TOLEDO, 2012a). También D. Helena de Castro, condesa de Vila Pouca de Aguiar por matrimonio, habría conservado con mimo los cuadernos de la novela inédita de su padre D. Álvaro da Silveira, las actualmente perdidas Aventuras do gigante Dominiscaldo (ALMEIDA, 1998).

El siguiente ejemplo portugués digno de mención lo constituye el Memorial das Proezas da Segunda Távola Redonda, del comediógrafo Jorge Ferreira de Vasconcelos (1515-1585), el autor de las piezas Eufrósina, Ulissipo y Aulegrafia. Dedicado al malogrado infante D. João ―el padre del rey D. Sebastião, muerto prematuramente en 1554 a la edad de diecisiete años―, el Memorial surge en 1567 en el ámbito de la corte real con la intención de convertirse en un verdadero speculum principis, al vincular desde un punto de vista pedagógico las proezas de los caballeros del rey Arturo con la historia reciente de Portugal (LUCÍA MEGÍAS, 2001). Algunos indicios apuntan a la posibilidad de que una versión primitiva de la obra ya hubiera circulado unos años antes bajo el título Triunfos de Sagramor.

En 1587 aparece en el taller lisboeta de Marcos Borges la primera edición del Dom Duardos Segundo ou Terceira e Quarta Parte do Palmeirim de Inglaterra, de Diogo Fernandes, que narra las aventuras de este hijo de Palmeirim. A su vez, las aventuras de su nieto Clarisol son retomadas en 1602 por Baltasar Gonçalves Lobato en el Clarisol de Bretanha, que incide en la fusión de la mitología clásica y las leyendas de origen celta y perfila una figura cada vez más estereotipada del caballero andante. Este Clarisol de Bretanha fue dedicado a D. Diogo da Silva, quinto conde de Portalegre y mayordomo mayor del rey Felipe III. A inicios del siglo XVII, la popularidad del género parece haber alcanzado su máxima cota en Portugal. Por otra parte, además de las obras netamente portuguesas, también se han de tener en cuenta las numerosas novelas castellanas que son publicadas por impresores afincados en Portugal, principalmente en ciudades como Lisboa, Évora o Coimbra (LUCÍA MEGÍAS y SALES DASÍ, 2008; VARGAS DÍAZ-TOLEDO, 2012a).

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Hoja del manuscrito del Libro de Alexandre
En la última década, las pesquisas pioneras de Aurelio Vargas (2010 y 2012a) han permitido sacar a la luz otro campo de investigación hasta el momento menos explorado por la crítica, esto es, las novelas de caballerías portuguesas que no llegaron a ser impresas sino que tan sólo se han conservado en versión manuscrita, un soporte muy habitual para las obras que se consideraban de menor valor literario. Este novedoso corpus, datado generalmente entre finales del siglo XVI y la primera mitad del XVII, estaría compuesto por novelas como la anónima Crónica do Imperador Maximiliano; la trilogía Crónica de D. Duardos, continuación alternativa del Palmeirim de Inglaterra que se conserva bajo diferentes títulos y suele ser atribuida al hidalgo D. Gonçalo Coutinho (FERNANDES, 2006; ROMERO, 2012); la Argonáutica de Cavalaria del madeirense Tristão Gomes de Castro (VARGAS DÍAZ-TOLEDO, 2007b); la extensa Crónica do Imperador Beliandro, dividida en cuatro partes de cronología divergente y atribuida ―por lo menos parcialmente― a la pluma de la condesa da Vidigueira, doña Leonor Coutinho de Távora, una de las primeras mujeres novelistas en Portugal (ÁLVAREZ-CIFUENTES, 2012 y 2014); la continuación portuguesa del Belianís de Grecia, posiblemente escrita por el cortesano D. Francisco de Portugal, comendador da Fronteira; y la tardía História do príncipe Belidor Anfíbio e da princeza chamada Corsina, datada en la primera mitad del siglo XVIII (VARGAS DÍAZ-TOLEDO, 2012a). A este variado corpus habría que añadir, por supuesto, todas las novelas perdidas y los muchos textos inéditos en lengua portuguesa que aún no han sido descubiertos.

Así, a pesar del consabido tópico de la decadencia del género, se puede constatar que el gusto del público portugués por las novelas de caballerías perdura por lo menos hasta principios del siglo XVIII. Libros de éxito asegurado siguen apareciendo en letras de molde, como es el caso de la Crónica do Imperador Clarimundo ―que fue llevada a la imprenta dos veces en el siglo XVIII, en 1742 y en 1791―, mientras que el Palmeirim de Inglaterra apareció en tres volúmenes en 1786 (ROMERO, 2012). Por su parte, el Memorial das Proezas da Segunda Távola Redonda no volvió a ser publicado hasta 1876.

6 “Se encuentran una doña Iseo Perestrello, otra doña Iseo Pacheco de Lima. No faltan los nombres de Ginebra y Viviana, y hay, sobre todo, gran cosecha de Tristanes y Lanzarotes: Tristán Teixeira, Tristán Fogaça, Tristán de Silva, Lanzarote Teixeira, Lanzarote de Mello, Lanzarote de Seixas, Lanzarote Fuas, sin que falte un Percival Machado y varios Arturos, de Brito, de Acuña, etc.” (MENÉNDEZ PELAYO, 1905). Sobre la antroponimia caballeresca puede consultarse la reciente monografía de María Coduras Bruna (2015).

7 La inmensa popularidad de la novela de Francisco de Moraes viene demostrada por anécdotas cortesanas como la que hace referencia al hidalgo D. Simão da Silveira y a cómo “na primeira noite do dia de suas vodas, em se lançando na cama ambos [ele e a esposa por quem tanto esperara, D. Guiomar Henriques], pedio D. Simão huma vella, e se pos a ler por Palmeirim de Inglaterra” (apud OSÓRIO, 2001).

8 Francisco de Morais alega que su propósito de dedicar la obra a la hija del rey D. Manuel fue “cousa que alguns houveram por erro, afirmando que histórias tão vãs não hão-de ter assento tão alto” (apud ALMEIDA, 1998).

Conclusiones: Las profecías de Fanimor

A Vitória vendo-se posta em tão alto pináculo, olhando para todas as
partes da terra, para a que lhe melhor parecer se deixará dali cair, com tanto
ímpeto, que quanto achar diante tudo ficará dos Portugueses (Barros, 1953).

Existe, en definitiva, un amplio abanico de textos que demuestran de manera fehaciente el considerable éxito de la literatura caballeresca en Portugal, “siguiendo la estela de la castellana o a espaldas de la misma” (LUCÍA MEGÍAS y SALES DASÍ, 2008). En la Crónica do Imperador Clarimundo de João de Barros, las profecías del sabio Fanimor, Señor de las Posadas del Sol, anuncian la futura gloria del pueblo lusitano y las increíbles hazañas que esperaban la llegada de los monarcas portugueses. A partir de los pronósticos en octava rima del mago adivino del Clarimundo, los libros de caballerías se multiplicaron, tanto en soporte impreso como manuscrito, para gran deleite del público.

En el ámbito del reino de Portugal ―en un momento clave en el que la historiografía y la epopeya diseñaban la ideología heroica de la expansión ultramarina, en aquel contexto de “Sonho de Império” / “Império de Sonho” (LOURENÇO, 1986)―, la novela de caballerías, progresivamente alejada de la realidad social y nacional, entretenía la imaginación de los lectores con aventuras fantásticas, inverosímiles, que se desarrollaban en un universo paralelo lleno de dinastías de héroes imposibles, modelos de honra, coraje, fuerza y elocuencia (SARAIVA y LOPES 1991,). En las novelas portuguesas, el ámbito geográfico de las aventuras tiende a alargarse sobre todo hacia Oriente y el continente africano, lo que, en el contexto de los descubrimientos, lo vuelve al mismo tiempo más real y más sugerente, desvelando territorios de fábula como Trapisonda, Samarcanda, Babilonia, las islas de Maldiva, entre otros. Al mismo tiempo, la acumulación de elementos maravillosos e hiperbólicos se acentúa y, ante la frecuente confusión de géneros e hipotextos, los personajes de la mitología grecorromana y asiática y la literatura pastoril empiezan a mezclarse con los procedentes de las leyendas célticas.


Indudablemente, los libros de caballerías portugueses se alimentan de un imaginario que dio forma y sentido al estilo de vida de la nobleza europea durante varios siglos.
No obstante, los libros de caballerías de la segunda mitad del siglo XVI evidencian las primeras señales de decadencia en lo que se refiere al proceso de actualización mítica de la figura del caballero andante, un proceso que culminará Miguel de Cervantes con su retrato del hidalgo enloquecido y entrañable en Don Quijote de la Mancha. Este prejuicio de la decadencia del género ―el cual parte, sin duda, de las críticas de los humanistas y moralistas hacia las “historias fingidas”― podría explicar, en parte, el desinterés o menosprecio de los manuales de historia de la literatura en relación a la prosa de tema caballeresco9.. Sin embargo, gran parte de esa falta de interés del público actual y de la crítica académica por la literatura de caballerías reside precisamente en la dificultad de encontrar ediciones accesibles de los textos. Hasta tiempos muy recientes, apuntan atinadamente Lucía Megías y Sales Dasí (2008), tan sólo las novelas salvadas de la quema cervantina dispusieron de ediciones modernas.

Indudablemente, los libros de caballerías portugueses se alimentan de un imaginario que dio forma y sentido al estilo de vida de la nobleza europea durante varios siglos (SANTOS, 2001). La alteración de las condiciones sociales y culturales y la crisis de valores morales que se instauró en Occidente a partir de la Baja Edad Media, sin embargo, acabaron convirtiendo el género en literatura de consumo y en una simple válvula de escape para el público. Aun así, cabe destacar que el constante entusiasmo de los lectores portugueses por las caballerías de papel se hace patente al evaluar el considerable número de novelas impresas y manuscritas que circularon en Portugal entre los siglos XVI y XVII, y cuyas trazas siguen inspirando a autores del XX como el propio Fernando Pessoa. Siguiendo las profecías de Fanimor, la espada y la victoria recaen en manos portuguesas. fin

9 “O livro de cavalarias, outrora de grande impacto e difusão, se queda hoje mais vagamente famoso do que conhecido” (ALMEIDA, 1998). James Ray Green (1980) había estimado que los libros de caballerías seguían siendo “mencionados por muchos y leídos por pocos en nuestra época”. Tobias Brandenberger advierte, sin embargo, que los tiempos están cambiando: “los libros de caballerías se han ido convirtiendo de género denostado en objeto apreciado de los estudios sobre la literatura áurea” (BRANDERBERGER, 2012). Con respecto al panorama portugués, Vargas Díaz-Toledo (2012b) lamenta: “apesar dos esforços dos últimos anos, fica evidente que ainda estamos muito longe de ter um conhecimento, mais ou menos amplo, do verdadeiro lugar que ocupam os livros de cavalarias dentro da narrativa portuguesa dos séculos XVI e XVII”.

Bibliografía

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ALPALHÃO, Margarida Maria de Jesus Santos, O Amor nos livros de cavalarias. O Palmeirim de Inglaterra de Francisco de Moraes: edição e estudo, tesis de doctorado, Lisboa: Universidade Nova de Lisboa, 2009.

ÁLVAREZ-CIFUENTES, Pedro, “La Crónica do Imperador Beliandro: una novela inédita” en Estudios de Literatura Medieval. 25 años de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval, edición de Antonia Martínez Pérez y Ana Luisa Baquero Escudero, Murcia: Universidad de Murcia, 2012, pp. 51-58.

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Pedro Álvarez Cifuentes
Profesor del Departamento de Filología Clásica y Románica de la Universidad de Oviedo, España

Pedro Álvarez Cifuentes El doctor Pedro Álvarez Cifuentes es profesor del Departamento de Filología Clásica y Románica de la Universidad de Oviedo. Tras licenciarse en Filología Románica (Universidad de Oviedo, 2007, con Premio Fin de Carrera de la Universidad de Oviedo y Premio Nacional de Terminación de Estudios Universitarios otorgado por el Ministerio de Educación del Gobierno de España), ha completado su formación con la titulación en Filología Hispánica (Universidad de Oviedo, 2009, también con Premio Fin de Carrera) y Filología Portuguesa (Universidad de Salamanca, 2011). Recientemente ha obtenido el título de Doctor (Universidad de Oviedo, 2014) con la tesis titulada “La Crónica do Imperador Beliandro: edición y estudio del ms. ANTT 875”, con calificación “Sobresaliente Cum Laude” y Mención Internacional de Doctorado. Sus principales líneas de investigación abordan el estudio de la novela de caballerías en Portugal entre los siglos XVI y XVII y la influencia del género caballeresco en el público femenino.

Actualizado hasta agosto, 2015.


ÁLVAREZ Cifuentes, Pedro, "“¿Qué haré con esta espada?”: las claves de la literatura caballeresca en Portugal", Revista Digital Universitaria, 1 de agosto de 2015, Vol. 16, Núm. 8. Disponible en Internet: <http://www.revista.unam.mx/vol.16/num8/art65/index.html> ISSN: 1607-6079.

“¿Qué haré con esta espada?”: las claves de la literatura caballeresca en Portugal

Pedro Álvarez Cifuentes

Los libros de caballerías constituyen una parte esencial de la producción literaria del Renacimiento y Barroco en Portugal a causa de su riqueza inventiva y su fuerza de sugestión, pero han sido injustamente olvidados tanto por el público como por la crítica académica. En el presente artículo se contextualiza la aparición de la literatura caballeresca en la Península Ibérica, haciendo especial hincapié en lo que respecta al reino lusitano, y se enuncian los principales títulos y características del género en lengua portuguesa, de gran relevancia en el contexto de la expansión ultramarina.

Palabras clave: literatura de caballerías, Siglo de Oro, literatura portuguesa, materia de Bretaña, descubrimientos.