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La espuma, presente en nuestra vida cotidiana

La espuma en tres poemas

Alicia García Bergua
La espuma en tres poemas
  • Uno
  • Dos
  • Tres

Introducción

Dice Xavier Villaurrutia en su Introducción a la poesía mexicana que el lenguaje en manos del poeta moderno deja de ser un instrumento lógico y se convierte en un instrumento que cambia el significado usual de las palabras. Yo diría que no lo cambia del todo y que ese significado usual se vuelve un recipiente que se llena de contenidos no usuales, como le suele suceder a la ciencia con muchas palabras. Casos paradigmáticos de estos cambios que hacen los poetas en el lenguaje es el de la palabra rosa o la palabra tigre. La palabra espuma no tiene ese lugar en la poesía moderna, pues es una figura casi siempre absorbida por imágenes siempre más poderosas, como la del mar, o por la idea implícita de que las palabras utilizadas en la poesía son como burbujas en las que por momentos vislumbramos otros significados. También la espuma está muchas veces implícita en ese tiempo que es tema de muchos poemas, que se va y se deshace.

La espuma y la rosa en Xavier Villaurrutia

Aquí quisiera hablar de la coexistencia de las palabras “rosa” y “espuma” en un solo poema, “Nocturna rosa”, de Xavier Villaurrutia, para evidenciar cómo vocablos tan distintos se relacionan en una imagen para describir la rosa del poeta increada, sumergida, nocturna, inmaterial y hueca. Una rosa que:
Es la rosa del tacto en las tinieblas,
es la rosa que avanza enardecida,
la rosa de rosadas uñas,
la rosa yema de los dedos ávidos,
la rosa digital,
la rosa ciega.

Es la rosa moldura del oído,
la rosa oreja,
la espiral del ruido,
la rosa concha siempre abandonada
en la más alta espuma de la almohada.
Aquí tanto la espuma como la rosa pierden su significado referencial para convertirse en la cima del lugar donde está tendida esa rosa increada: la almohada, que a su vez, por tener una cima, se convierte en montaña.

Esta transformación en el poema de la rosa, la espuma y la almohada, hace pensar en el tipo de juego con el significado de las palabras que se hace en el contexto de un poema y no en la poesía en general, porque también en muchos poemas se usan las palabras con su significado usual. La pregunta sería entonces por qué Villaurrutia utiliza en su poema una imagen como “la más alta espuma de la almohada”.

Dice Xavier Villaurrutia en su Introducción a la poesía mexicana que el lenguaje en manos del poeta moderno deja de ser un instrumento lógico y se convierte en un instrumento que cambia el significado usual de las palabras.
Podría parecer que la rima haya tenido algo que ver con la selección de esta palabra, sin embargo, también es importante considerar que el poeta estuviera pensando en una manera de hablar de esa rosa erótica en el contexto concreto y limitado de la alcoba, el contexto de mucha de la poesía de este poeta. En ese escenario no puede aparecer naturalmente una montaña sino como parte de un sueño muy alejado de esta rosa, entonces, la almohada es una especie de montaña íntima, con una cima y, al contrario de todas ellas, accesible e inmediata. Pero entonces, ¿cómo hablar de esta cima, cómo darle una imagen creíble y eficaz? La espuma resulta aquí una palabra perfecta. No hubiera podido ser, por ejemplo, nube, nieve ni neblina, porque éstas tienen significados que no sólo podrían haber rebasado a la rosa, que es el carácter principal de este poema, y a la personal y humilde montaña de la almohada, sino porque, además, podrían haberle dado un contorno frío, vago y metafísico al hecho de estar en contacto con esa cima a través de la rosa moldura del oído, la rosa oreja, como la llama el poeta, una rosa que escucha y también habla despierta como si estuviera dormida, una rosa de la que mana una sombra proveniente de la entraña del poeta que se pliega y expande. Pero alcanzar esa cima no es tampoco el objetivo del poema, sino la descripción de esa rosa increada que el poeta empieza a definir mediante la negación de otras rosas como la sedienta, la sangrante llaga, la coronada de espinas, la de la resurrección.

La palabra espuma ocupa en este poema un lugar muy limitado de significación para su envergadura en contraste con la palabra rosa que se extiende por todo el poema. Es como si esta última hubiera usurpado las funciones de la espuma real invadiendo todos los espacios de significación y espuma se hubiera vuelto pese al contexto sensual del poema, una palabra recatada y silenciosa; una cima desde la que la rosa escucha y habla como prolongación entrañable.

Este poema refleja muy bien espíritu poético del escritor que, por una parte, parece sumarse a una tradición universal, en este caso con el primer verso “Yo también hablo de la rosa”, para subvertirla siempre de una manera íntima y singular. En este poema, por ejemplo, la rosa no es aquella de la que todos han hablado, sino otra que él va construyendo mediante unos versos que niegan lo dicho de la rosa en otros poemas y que a la vez hacen al lector entrar en otro ámbito totalmente concebido con las palabras, el de esa rosa inmaterial. Hay en este sentido un gran paralelismo entre “Nocturna rosa” y “Muerte sin fin”, de José Gorostiza.

Espuma y soledad en Pablo Neruda

Uno de los últimos libros que escribió Pablo Neruda, en 1958, cuando se estaba instalando con Matilde Urrutia en Isla Negra, fue Estravagario, cuyo título él inventó y quiere decir algo así como divagaciones extravagantes. Una estrofa del poema “Aquí vivimos”, del mismo libro, dice:
La soledad abierta allí cantaba
y yo, perdido y puro,
mirando hacia el silencio
abrí la boca, dije,
“Oh madre de la espuma,
soledad espaciosa,
fundaré aquí mi propio regocijo,
mi singular lamento”.
El mar aquí se torna femenino y es madre y no padre de la espuma para dar lugar a la imagen de soledad espaciosa. Y aquí tampoco alude al mar como ese gran cuerpo de agua que es, sino a su hija, la espuma que es la parte del mar en contacto con el aire para después referirse a ella como soledad espaciosa. Dice en otra estrofa:
Gracias doy a la tierra
por haberme
esperado
a la hora en que el cielo y el océano
se unen como dos labios
porque no es poco, no es así? haber vivido
en una soledad y haber llegado a otra,
sentirse multitud y revivirse solo.
El poeta transita de una soledad a otra en este poema, va de una soledad entre la multitud humana a una ante el mar, y entonces la espuma relacionada con la soledad también se transforma y se vuelve sagrada porque es puesta en el contexto de la soledad del hombre ante la naturaleza:
Así, pues, nadie puede equivocarse
no hallar mi casa sin puertas ni número,
allí entre las piedras oscuras
frente al destello
de la sal violenta,
allí vivimos mi mujer y yo,
allí nos quedaremos.
Auxilio, auxilio! Ayuden!
Ayúdenos a ser más tierra cada día!
Ayúdenos a ser
más espuma sagrada, más aire de la ola!
Aquí de nuevo sucede, como en el primer caso de la espuma y la rosa, que aunque la espuma está siendo definida como tal en la primera parte del poema, al final se convierte junto con la ola en un espacio anímico sagrado que existe sólo en la mente. Muchos de los poemas de este libro son una visión retrospectiva, humorística y un poco desencantada de la vida y de sí mismo, que Neruda sólo pudo haber tenido desde esa soledad que él se dio al final para escribir.

Pablo Neruda.
Pablo Neruda durante su sesión de grabación en la Biblioteca de Congreso el 20 de junio de 1966. Foto: Wikimedia Commons.
En los poemas de Estravagario hay, además, una dispersión de la identidad del poeta, tanto en la materia como en las experiencias recobradas, que hace muy creíble la petición de los dos últimos versos de este poema de ser e irse sencillamente como todo lo que es parte de la naturaleza, como nosotros mismos. Y es en este contexto que nuestra soledad es más legítima y profunda, no entre los seres humanos que condenan a otros al aislamiento. Y es por ello, quizá, que en este poema hay al final una petición de auxilio y de compañía, como diciendo que frente al mar todos somos humanos y estamos solos pero también juntos, aunque sólo sea en pensamiento. Es esto lo que sacraliza los espacios: aunque haya en ellos una sola persona, se puede sentir en ellos la comunidad humana.

Hay en muchos de los poemas de este libro un deseo de despojamiento de todos los bienes artificiales de hombres y mujeres modernos –por ejemplo, la ropa y el calzado– y un empeño deliberado de reducir incluso la propia existencia al absurdo, es decir, a esa memoria vaga, evanescente, visceral, anecdótica y graciosa que nos queda de los hechos, y un deseo de reafirmar lo esencial e indispensable de la vida: haber estado aquí realmente, como todos, con todos y ser todos de alguna manera.

Un poema sobre la propia espuma

En la poesía de Jorge Carrera Andrade, poeta ecuatoriano contemporáneo de Neruda y Villaurrutia, hay un gran juego metafórico que echa mano del modernismo y del simbolismo, movimientos poéticos del siglo XIX y principios del XX que dieron lugar a la poesía vanguardista, que utiliza muy libremente todos los recursos de la rima y la imagen sin privilegiar ninguno y que está centrada en la creatividad lingüística de cada poeta. Según Vladimiro Rivas Iturralde, quien introduce y selecciona los poemas de un Material de lectura de la UNAM dedicado a este poeta poco conocido en México, para Carrera Andrade “El mundo está afuera, resplandeciendo en formas y colores amaestrados por las inagotables y sorprendentes metáforas.”

Jorge Carrera Andrade.
Jorge Carrera Andrade. Foto: Wikimedia Commons.
Quisiera terminar citando un poema de este poeta, “Aquí yace la espuma”, cuyo tema es, precisamente, la espuma. Si en los poemas anteriormente citados había una asimilación de la palabra espuma para convertirla finalmente en parte de un íntimo paisaje anímico donde el significado cambia, aquí el movimiento es exactamente el contrario, una necesidad de abarcar el hecho físico de la espuma a una escala humana y personal, no amorosa, pues en el yo lírico no se exacerba más que el sentimiento de gran asombro que le provoca la contemplación de la espuma del mar.

En este poema la espuma se convierte en una figura humana, la de una monja dulce, que vive en ese hospital que es el mar y que desciende hasta la arena por los escalones que forman las olas: “La espuma, dulce monja, en su hospital marino/ por escalones de agua, por las gradas azules/ desciende hasta la arena con pies de luna y lirio.” Pero esta dulce monja tiene en este poema dos caras, la de vendar las heridas de las rocas y la de enterrar todo: “¡Oh Santa revestida con vellones de oveja!/ Les dan una final cura de cielo/ a las rocas heridas tus albísimas vendas:”, contra “También, obrera nívea, eres enterradora:/ Llevas hasta la arena en paletadas/ montones de cadáveres de pálidas gaviotas.” Esta espuma, al igual que la de Neruda, es sagrada y tiene una castidad como la de la monja, que le permite participar de la eternidad, nacer y renacer, ser parte del sueño, del olvido y de la muerte. Esto la emparenta con el mar siempre recomenzado del “Cementerio marino” de Paul Valery, en el que las palomas, que en el caso del poema de Valery forman un techo, tienen un papel: “¡Frontera del abismo, guardada por palomas!/ Tu ejército nevado avanza hacia la tierra/ ¡oh monja capitana! en batallas de aurora.”

La noción de la espuma en este poema nos permite acceder íntimamente a lo que es realmente inaccesible y está mucho más allá de nosotros, lo que aquí se considera el festín de la naturaleza:
¡Oh monja panadera! De cristalinos hornos
fríos de eternidad, sacas infatigable
tus grandes panes blancos y esponjosos.
Despliegas el mantel de un festín de infinito
en donde el horizonte, en su plato de nubes,
sirve el manjar del sueño y del olvido.
El tema de este poema es metafísico y en él se celebra el hecho de existir entre fuerzas inmensas y finalmente arrolladoras de la vida humana; la expansión de llevar la conciencia a un lugar donde ella simplemente contempla con asombro sin poder hacer nada, como es el caso del “Cementerio marino”, antes citado, o del poema “Nada más”, de Jorge Guillén, que dice:
Esta arena en que escucho el oleaje,
La tierra con el aire sobre el agua
Más lejos, invisibles,
Espacios tras espacios
Vacíos con tinieblas
O con terribles luces,
Definitivamente
Más allá de los hombres
De su saber, su alcance…
La diferencia entre el poema de Carrera Andrade y el de Guillén es que la aproximación del primero a la espuma, con versos juguetones al estilo modernista, pero llenos de la carga metafísica de su asombro, hace que uno tenga la sensación de que eso que para Jorge Guillén está más allá de los hombres, se vuelve para Carrera Andrade accesible, entrañable y humano gracias a palabras como “dulce monja”, “hospital”, “panadera”, “hornos”, “mantel”, “manjar”, “festín” y “panes blancos y esponjosos”. Al igual que Neruda, Carrera Andrade, con sus versos, trata de tender un lazo en medio de esa soledad del ser humano frente a la naturaleza, y ese lazo es el de la comunidad de la especie, pues qué son sino eso los panes, los manjares, los festines y, por supuesto, la poesía.

Poemas

Nocturna rosa
Xavier Villaurrutia
A José Gorostiza
Yo también hablo de la rosa.
Pero mi rosa no es la rosa fría
ni la de piel de niño
ni la rosa que gira
tan lentamente que su movimiento
es una misteriosa forma de quietud.

No es la rosa sedienta
ni la sangrante llaga
ni la rosa coronada de espinas
ni la rosa de la resurrección.

No es la rosa de pétalos desnudos
ni la rosa encerada
ni la llama de seda
ni tampoco la rosa llamarada.

No es la rosa veleta
ni la úlcera secreta
ni la rosa puntual que da la hora
ni la brújula rosa marinera.

No, no es la rosa rosa
sino la rosa increada,
la sumergida rosa,
la nocturna,
la rosa inmaterial,
la rosa hueca.

Es la rosa del tacto en las tinieblas
es la rosa que avanza enardecida,
la rosa de rosadas uñas,
la rosa yema de los dedos ávidos,
la rosa digital,
la rosa ciega.

Es la rosa moldura del oído,
la rosa oreja,
la espiral del ruido,
la rosa concha siempre abandonada
en la más alta espuma de la almohada.

Es la rosa encarnada de la boca,
la rosa que habla despierta
como si estuviera dormida.
Es la rosa entreabierta
de la que mana sombra,
la rosa entraña
que se pliega o se expande
evocada, invocada, abocada,
es la rosa labial,
la rosa herida.

Es la rosa que abre los párpados,
la rosa vigilante, desvelada,
la rosa del insomnio desojada.

Es la rosa del humo,
la rosa de ceniza,
la negra rosa de carbón diamante
que silenciosa horada las tinieblas
y no ocupa lugar en el espacio.


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Aquí vivimos
Pablo Neruda

Yo soy de los que viven
a medio mar y cerca del crepúsculo,
más allá de las piedras.

Cuando yo vine
y vi lo que pasaba
me decidí de pronto.

El día ya se había repartido,
ya era todo de luz
y el mar peleaba
como un león de sal,
con muchas manos.

La soledad abierta allí cantaba,
y yo, perdido y puro,
mirando hacia el silencio
abrí la boca, dije:
“Oh madre de la espuma,
soledad espaciosa,
fundaré aquí mi propio regocijo,
mi singular lamento.

Desde entonces jamás
me defraudó una ola,
siempre encontré sabor central de cielo
en el agua, en la tierra,
y la leña y el mar ardieron juntos
durante los solitarios inviernos.
Gracias doy a la tierra
por haberme esperado
a la hora en que el cielo y el océano
se unen como dos labios,
porque no es poco, no es así? haber vivido
en una soledad y haber llegado a otra,
sentirse multitud y revivirse solo.

Amo todas las cosas,
y entre todos los fuegos
sólo el amor no gasta,
por eso voy de vida en vida,
de guitarra en guitarra,
y no le tengo miedo
a la luz ni a la sombra
y porque casi soy de tierra pura
tengo cucharas para el infinito.

Así, pues, nadie puede equivocarse
no hallar mi casa sin puertas ni número,
allí entre las piedras oscuras
frente al destello
de la sal violenta,
allí vivimos mi mujer y yo,
allí nos quedaremos.
Auxilio, auxilo! Ayuden!
Ayúdennos a ser
más espuma sagrada, más aire de las olas!


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Aquí yace la espuma
Jorge Carrera Andrade

La espuma, dulce monja, en su hospital marino
por escalones de agua, por las gradas azules
desciende hasta la arena con pies de luna y lirio.

¡Oh Santa revestida con vellones de oveja!
Les dan una final cura de cielo
a las rocas heridas tus albísimas vendas.

¿De dónde tanta nieve caminante,
tantas flores saladas
y despojos de cirios y camisas de ángeles?

¡Oh monja panadera! De cristalinos hornos
fríos de eternidad, sacas infatigable
tus grandes panes blancos y esponjosos.

Despliegas el mantel de un festín de infinito
en donde el horizonte, en su plato de nubes,
sirve el manjar del sueño y del olvido.

También, obrera nívea, eres enterradora:
Llevas hasta la arena en paletadas
montones de cadáveres de pálidas gaviotas.

Ruedan sobre la orilla tus vanas esculturas
que pronto se deshacen
en un mármol soluble, en ingrávidas plumas.

Móvil, caída nube, al chocar con la tierra
expiras, pero se alza entre las rocas
cual fantasma gaseoso tu presencia.

Arremangado el manto sonante, casta monja
recorres suspirando
tu plantación errante de magnolias.

¿Con material de garzas y medusas
tu flotante y blanquísimo cimiento
va a sostener acaso la ideal arquitectura?

¡Frontera del abismo, guardada por palomas!
Tu ejército nevado avanza hacia la tierra
¡oh monja capitana! en batallas de aurora.

En la arena o las rocas hallas tu fresca tumba
mas vuelves a nacer a cada instante
y sin pausa atesoras en las conchas tu albura.

De las fieras del mar balsámica saliva
acaricia tus plantas de cristal y de hielo,
¡Santa Espuma, difunta en las gradas marinas!

Bibliografía

CARRERA ANDRADE, Jorge, Material de Lectura UNAM, serie poesía moderna núm. 44 [en línea]: <http://www.materialdelectura.unam.mx/images/stories/pdf5/jorge- carrera-andrade-44.pdf>

NERUDA, Pablo, Estravagario, Barcelona: Random House Mondadori, col. Debolsillo, 2013.

VILLAURRUTIA, Xavier, Nocturna rosa, México: Dirección General de Publicaciones CONACULTA, 2013.

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2013 Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons
Alicia García Bergua
Dirección General de Comunicación de la Ciencia de la UNAM.

Alicia García Bergua Es una de las coordinadoras del sitio www.cienciorama.unam.mx y realiza además trabajos de asistencia editorial en la revista ¿Cómo ves? en la Dirección General de Comunicación de la Ciencia de la UNAM.

Estudió filosofía, escribió dos obras de teatro y un guión de cine y ha hecho divulgación científica en la UNAM desde 1975. Sus libros de poesía son: Fatigarse entre fantasmas, (Ediciones Toledo, 1991); La anchura de la calle (Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, colección Práctica Mortal, 1996); Una naranja en medio de la tarde (Libros del Umbral/ Pablo Boullosa, 2005); Tramas (Calamos-INBA, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2007), El libro de Carlos (editorial Juan malasuerte, 2007) y Ser y seguir siendo (Textofilia editores) 2013. Publicó en 2009 el libro de ensayos Inmersiones, en la Dirección de Literatura de la UNAM. Miembro del Sistema Nacional de Creadores desde 2001.

GARCÍA Bergua, Alicia "La espuma en tres poemas" Revista Digital Universitaria [en línea]. 1 de mayo de 2014, Vol. 15, No.5 [Consultada:]. Disponible en Internet: <http://www.revista.unam.mx/vol.15/num5/art35/index.html> ISSN: 1607-6079.

La espuma en tres poemas

Alicia García Bergua

La palabra “espuma” parece ser parte natural de la poesía, pero, pese a estar en muchos poemas, en la poesía moderna en español no tiene el lugar de la palabras “tigre” o “rosa”. En los poemas cobra distintos pesos y significados interesantes de explorar. En este ensayo me propongo observar lo que le pasa a la palabra “espuma” en tres poemas con tres poéticas muy diferentes: “Nocturna rosa” de Xavier Villaurrutia, “Aquí vivimos” de Pablo Neruda y “Aquí yace la espuma” de Jorge Carrera Andrade.

Palabras clave: Villaurrutia, Neruda, Carrera Andrade, Valery, Jorge Guillén, poesía moderna, rosa, espuma, simbolismo, modernismo, movimiento poético.