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Introducción

Jorge F. Hernández, escritor, historiador, articulista, pero ante todo un apasionado de la historia, me recibe en su casa con mucha amabilidad. Accedió brindarme un espacio en su agenda para hablar sobre Octavio Paz, pero a través de su plática encuentro también a un pensador muy crítico, del pasado y del México actual. No me asombra encontrar que su casa está repleta de libros, apilados en todos los rincones, cientos, tal vez miles. Y su afición por recolectar objetos es visible también en la oficina donde realizaré la entrevista: una de las paredes está tapizada, repleta de pequeñas imágenes de artistas, intelectuales, escritores, no hay espacio para una más. Más adelante él mismo me explicará porqué necesita recordar todos los días la existencia de estos personajes. Entre papeles, una computadora, el celular, no puede faltar en su escritorio una abundante taza de café (servida en algo más parecido a un plato de cereal). Y bueno, para empezar necesito saber cuál fue su primer acercamiento a la lectura de Octavio Paz, Jorge Hernández enciende un cigarro y me contesta:

A Octavio Paz lo leí, creo que por obligación, porque nos hicieron leerlo en la preparatoria. Algo me llamó la atención y descubrí que mi papá tenía varios libros de él y en esa época, en la que yo quería leer todo lo que se podía, me fijaba mucho en leer autores que habían sido ya leídos por mi papa y mis tíos. Entonces me llamó la atención que Octavio estaba en los estantes de todas las personas que yo conocía, a lo mejor eso me dio mucha confianza para tratar de descubrirlo más. Yo siempre he envidiado a los poetas, desde niño, y cuando descubrí que en realidad era poeta, porque yo ya había leído El laberinto de soledad, había leído Corriente alterna, había leído prosa, pero cuando leí sus poemas ahí me volví loco, y luego cuando estaba en la carrera ya sabía perfectamente quien era él y conocía todos los libros que había publicado hasta este momento.

Posteriormente hace una pausa y afirma con cierta nostalgia:

Yo creo que eso tiene que ver con la vejez, pero nosotros tuvimos la fortuna de vivir cuando todavía Paz, Ibargüengoitia, Cortázar estaban publicando. Es muy diferente ahora, para un joven que está en la prepa y tienen que enfrentarse a las obras completas de un autor que lamentablemente ya no está. Y en el caso de Octavio, en el caso de Ibarguengoitia eso duele. Yo quisiera amanecer hoy con la noticia de que Ibarguengoitia saca otro libro o una novela y lo que da mucho coraje es saber que eso ya no va a ser posible.

 

 

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