La milpa mazahua: la cosmovisión de dos generaciones

 

Vol. 25, núm. 4 julio-agosto 2024

La milpa mazahua: cosmovisión de dos generaciones

Miguel Ángel Silva Flores y Eunice Véliz Cantú Cita

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Resumen

Este ensayo trata de la milpa mazahua, un sistema agrícola tradicional, vista a través de dos generaciones de campesinos durante la pandemia. La milpa mazahua es un sistema agroecológico que sostiene a la comunidad con maíz, frijol y calabaza (en colaboración con el ganado bovino y equino, que fertilizan el suelo mediante rotación). A pesar de las influencias modernas y del uso de insumos químicos, algunas prácticas tradicionales persisten y la milpa sigue siendo vital para la economía y la alimentación de los campesinos.

Palabras clave: agricultura, agroecología, milpa, revolución verde.

The mazahua milpa: cosmovision of two generations confined

Abstract

This essay is about the Mazahua milpa, a traditional agricultural system, viewed through two generations of farmers affected by the pandemic. The Mazahua milpa is an agroecological system that sustains the community with maize, beans, and squash (in collaboration with cattle and horses that fertilize the soil through rotation). Despite modern influences and the use of chemicals, some traditional practices persist and the milpa remains vital for the rural economy and food supply.

Keywords: agriculture, agroecology, milpa, Green Revolution.


La revolución verde

La revolución verde fue un modelo de modernización del agro mexicano que Estados Unidos promovió y que consistía en la introducción de paquetes tecnológicos que incluían semillas mejoradas, riego, agroquímicos, maquinaria y equipo agrícola, asesoría técnica e investigación para incrementar la productividad agrícola (Pichardo, 2006). Gracias a este “milagro mexicano” la agricultura nacional adquirió un papel protagónico en nuestra economía de 1940 a 1970: aumentaron los rendimientos, ingresos y utilidades en algunos cultivos (Hernández, 1988), y se logró expandir la frontera agrícola con una agricultura más intensiva (Romero, 2002; Herrera, 2006).

La revolución verde cambió los modelos de producción. Pronto prevalecieron cultivos de importancia económica en lugar de cultivos básicos. Con ello comenzó la mecanización en el campo, y los sistemas de riego se convirtieron en una necesidad que trajo consigo la explotación de los mantos freáticos, antes sólo usados para consumo animal y humano. Así, este modelo de producción fomentó una visión reduccionista del monocultivo de hortalizas (papa, jitomate, chile, entre otros), abandonando parcial o definitivamente la siembra del maíz, frijol, calabaza, propios de la milpa.

La milpa

El vocablo milpa proviene del náhuatl milpan de milli “parcela sembrada” y pan “encima de”. Ésta incluye más de tres especies sembradas al mismo tiempo, es decir, es un policultivo. En la milpa, el eje es el maíz, al que típicamente se le acompaña con frijol y calabaza; aunque, también puede estar asociado con chilacayote, haba, quelites cenizos, entre otros. Además, implica saberes relacionados con los sistemas agrícolas tradicionales: conocimientos ambientales y rituales agrícolas que, en conjunto, conforman una memoria o patrimonio bioculturales (Toledo y Barrera-Bassols, 2009; Boege, 2010).

La milpa mazahua

Hay varios tipos de milpa y esto depende de las características de suelo, del clima, de las especies disponibles, de las tradiciones y saberes locales, así como de los gustos y necesidades alimenticias del campesino. Aquí tratamos la milpa mazahua, propia del pueblo originario San Miguel Xooltepec, en el Estado de México. Ahí la milpa es considerada actividad primordial, pues fomenta la convivencia familiar y comunitaria que, mediante su ejecución cíclica anual, permite recrear la memoria colectiva en torno al cultivo de la tierra, mediante la cual se entrelazan conocimientos campesinos y creencias que se aplican para conseguir su buen desarrollo y abundante productividad (Vásquez et al., 2017).

Ilustracion de maiz maduro

El mazahua es uno de los 68 pueblos indígenas de México. Su cultura se extiende por trece municipios localizados hacia el Noroeste del Estado de México, parte de Michoacán y en los límites con Querétaro, los cuales tienen interacciones naturales y socioculturales entre sí (Serrano et al., 2011). La propiedad de la tierra en esta región es diversa: va desde la ejidal, la comunal, la privada o la combinación de algunas de ellas. Esta zona ha sufrido transformaciones en los últimos treinta años: construcción de nuevas carreteras, invernaderos en las comunidades (algunos abandonados) y casas con estilo norteamericano, resultado de la migración y el establecimiento de algunos centros comerciales en las cabeceras municipales (Skoczek, 2010; Serrano et al., 2011).

San Miguel Xooltepec, que pertenece al municipio de Donato Guerra, tiene fuertes raíces tradicionales mazahuas. No obstante, sufre la influencia y las consecuencias de la cercanía con Valle de Bravo, pueblo cuyo motor económico gira en torno al turismo y la migración de extranjeros que encuentran un espacio agradable para establecerse.

La cosmovisión de la milpa en San Miguel Xooltepec desde la mirada retrospectiva de la generación adulta del campo contrasta con la visión de los jóvenes campesinos que, en algunos casos, no consideran o no tienen este quehacer como preponderante o principal. Para ellos, las actividades agrícolas no son relevantes en los núcleos familiar y comunitario: algunos están enrolados en actividades ajenas a la parcela como la construcción, el comercio, la artesanía, etcétera, dejando el trabajo en la milpa como actividad complementaria, vespertina o de fines de semana. A pesar de ello, la milpa sigue siendo el sostén primario de la economía campesina y base de la alimentación de este poblado (Kato et al., 2009).

Según lo refiere la generación adulta, como consecuencia de la influencia la revolución verde, el sistema de milpa tradicional que se practicaba en algunas regiones fue pervertido y tentado para incluir en sus prácticas insumos químicos, los cuales se usaron para el control del gusano (insecticidas) o para calentar la tierra (fertilizantes). Sin embargo, existen modelos productivos más conservados que no fueron seducidos por las “bondades” del modelo hegemónico implantado, pero en los que, incluso, con el paso del tiempo, han permeado algunas actividades de producción intensiva.

La milpa en la pandemia

Bajo el confinamiento que produjo la pandemia y que limitó la movilidad de la población, fue posible convivir con una familia de San Miguel Xooltepec, integrada por dos generaciones: una adulta y una joven, de más y menos de 40 años, respectivamente (ver figura 1). Esto nos permitió conocer los cambios que ha sufrido la milpa a través del tiempo, vistos desde la cosmovisión de dos generaciones de campesinos mazahuas que se vieron en la necesidad de vivir en el encierro durante la pandemia.

La generación adulta considera que la milpa es un sistema complejo que no sólo es productivo, sino que es parte de su ser y “el sentir de sus sentires”. Se trata de un pedazo de cielo terrenal del cual cosechan lo que necesitan para saciar parte de sus necesidades alimentarias, es en donde con amor siembran el maíz, el frijol y la calabaza: “la tríada mesoamericana”. Además, el predio agrícola a menudo es parte del solar aledaño a la vivienda.

En esta zona, desde su compleja cosmovisión de la milpa —particularmente en esta familia—, se considera al ganado como un elemento esencial, ya sea mayor (bovino y equino) o menor (ovino, porcino y aviar). Esto es porque permite labrar la tierra antes y durante la siembra.

Al término del ciclo del cultivo, con el rastrojo se hacen mogotes1 en la misma parcela. Entonces, de tener una función solo para el cultivo, el terreno se convierte también en corral de pastoreo. Esta actividad, que pareciera no tener trascendencia, es parte medular del proceso agroecológico, pues, mientras sirve como un lugar para alimentar al ganado, el suelo se va abonando con las excretas de los animales, y adquiere un suministro paulatino y sistemático de materia orgánica, con lo que se cierra el ciclo energético y de vida. Esta práctica de pastoreo entre los esquilmos2 de la cosecha se replica por dos o tres ciclos, en tanto que la otras parcelas con que cuenta el núcleo familiar se dejan descansar y en su momento reemplazarán a las parcelas en uso.

A pesar de conservar estas prácticas, hoy por hoy la milpa también presenta rasgos que se adoptaron como consecuencia de la revolución verde, como la adición de fertilizantes de síntesis química, o bien algunos insecticidas que se emplean para el control de plaga:

—Así le hacia mi papá y yo veía que mi abuelo también así sembraba: no se usaban químicos y se daban buenas siembras. Ahora se le tiene que echar, aunque sea poquito, fertilizante para que dé la milpa.

La generación adulta, con rangos de edad que van de entre los 40 y 60 años, percibe el uso de los insumos de síntesis química como “un mal necesario”, ya que considera que, a pesar de llevar a cabo algunas prácticas agroecológicas como la rotación, labranza con yunta, semillas criollas, entre otras, no se puede cosechar sin ellos. En contraparte, los integrantes de la generación de personas con menos de 40 años creen que se puede tener la esperanza de cosechar la milpa si se fortalecen la capacitación y los modelos de organización, mientras que, al mismo tiempo, se accede a retomar esas prácticas.

—Dice mi papá que debemos usar esos químicos, que son muy poquitos; pero yo creo que la tierra sí da y que es mejor no usarlos y usar cosas biológicas.

El ciclo de cultivo en San Miguel Xooltepec sucede de la siguiente manera. Entre mayo y julio se hace la siembra del maíz, frijol, calabaza y haba, con yunta y tapa pie (con coa o pala). Los hombres abren el surco con la yunta mientras que las mujeres depositan la semilla en el surco y la cubren con su pie (de ahí la frase “sembrar a tapa pie”).

Para arrimar tierra,3 a finales de julio y mediados de agosto, cuando la planta tiene de 20 a 30 centímetros de altura, se lleva a cabo la primera escarda, es decir, se echa tierra a la milpa y se quita la hierba. En el deshierbe participa toda la familia: hombres, mujeres, niñas y niños. Además, en esta actividad se aplica abono, que puede ser tierra de monte (humus), estiércol de animal o fertilizantes químicos. En este trabajo, los hombres conducen la yunta mientras que las mujeres, niños y niñas levantan las plantas de maíz que llega a tirar la cultivadora, además de que, de manera manual, aplican el fertilizante.

Entre agosto y principios de septiembre se hace la segunda escarda corriente4. Se le llama así porque la tierra que mueve el arado jalado por la yunta le llega a “la pata” del maíz, sin la necesidad de ir deshierbando. Por último, en noviembre y diciembre se cosecha la milpa de manera manual; en esta labor participa y comulga toda la familia.

En cada fase del cultivo de la milpa, la mujer —además del rol conferido en la parcela— es la encargada de cocinar para quienes trabajan desde la preparación de la tierra hasta la cosecha. De esta manera, tiene un rol fundamental en el proceso y en la comunión especial del binomio mujer-milpa.

Antes de que termine el ciclo de la milpa existe un período intermedio de cosecha, que estará a cargo de las mujeres, niños y niñas. En él, la familia puede obtener los beneficios económicos de la calabaza tierna para su comercialización en el mercado municipal. La calabaza que no se vende y que llega a madurar se cosechará para consumo familiar: en dulce, para alimento de puercos, o para la extracción de semilla y su potencial comercialización. De igual manera, el maíz se cosecha como elote tierno para su consumo o comercialización; además, como subproducto, se sacará la hoja para la manufactura de tamales en las festividades venideras.

En cambio la mazorca que se pisca5 es almacenada en un tipo de granero muy particular al que llaman sincolote, propio y característico de esta zona. Aquí, además de preservar el alimento se resguarda la simiente o semilla para el próximo ciclo. Por ello, tiene una asociación religiosa: porque hay una comunión y convergencia de rituales transgeneracionales mediante los que se dan gracias a Dios con la deposición en la parte superior de una cruz de arvenses, tratando de asegurar, a través del sincolote, la fertilidad de la semilla conferida a su cobijo.

Reflexión final

A pesar de los disturbios en la práctica y de la influencia de la agricultura intensiva y hegemónica, ambas generaciones conservan intacto y sin brecha generacional el amor a la tierra y a la parcela, que visualizan como una red de un todo: de relaciones intrincadas entre los seres vivos como una totalidad indivisible, en la que confluyen cultivos-animales-hombre-suelo-agua, para que la vida se manifieste en su esplendor. Así, la milpa es un orden universal fundamentado en el conjunto del todo y no en las partes aisladas; la agroecología es una propuesta de seres y saberes.

En un nuevo paradigma, las personas que se dedican al campo deben considerarse unidades culturales más allá de unidades de producción: seres que se unen incluso en situaciones adversas como las que provocó la pandemia que los recluyó en ese mundo: su mundo ancestral de toda la vida, el de siempre, en el que la independencia y la soberanía alimentaria se manifiestan lejos de los estantes y anaqueles de los centros comerciales y cerca de la tierra y de su cultural campesina que posee su propia identidad. En esta cultura colectiva y familiar, estas personas construyen su propia historia a partir de sus acciones individuales. Es en la memoria colectiva donde radica la herencia histórica de las comunidades, y, en muchos casos, como el que aquí comentamos, esta memoria se transmite verbalmente de las voces con más años de experiencia a las más jóvenes.

Agradecimientos

Agradecemos a la familia Miguel Segundo, encabezada por Josafat y Victoria, y a sus hijos Diego y Rodolfo Miguel Segundo, por su disposición para compartir sus saberes y sus sentires en torno al ombligo de su mundo y origen ancestral: su parcela, su milpa.

Eternamente agradecidos…

GALERÍA

Referencias

  • Boege, E. (2010). El patrimonio biocultural de los pueblos indígenas de México. Hacia la conservación in situ de la biodiversidad y agrodiversidad en los territorios indígenas. Instituto Nacional de Antropología e Historia, Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas. https://tinyurl.com/y64s6w8u
  • Hernández, X. E. (1988). La agricultura tradicional en México. Comercio Exterior, 38(8), 673-678. https://tinyurl.com/yahv9ud6
  • Kato, T. A., Mapes, C., Mera, L. M., Serratos, J. A., y Bye, R. A. (2009). Origen y diversificación del maíz: una revisión analítica. Universidad Nacional Autónoma de México; Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad. https://tinyurl.com/mpzteza2
  • Vásquez González, A. Y., Chávez Mejía, M. C., Herrera Tapia. F., y Carreño Meléndez, F. (2017). Ritual agrícola Mazahua en el escenario del patrimonio biocultural. En F. Carreño Meléndez, C. Rodríguez Soto y J. A. Castellanos Suárez (Coords.), Patrimonio biocultural. Experiencias integradoras (pp. 101-126). http://www.siea.uaemex.mx/cedes/libros/patbiocultural.pdf
  • Pichardo, G. B. (2006). La revolución verde en México. Agrária, 4, 40-68. https://doi.org/10.11606/issn.1808-1150.v0i4p40-68
  • Romero, P. E. (2002). Un siglo de agricultura en México. Textos Breves de Economía. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Económicas. http://ru.iiec.unam.mx/1769/1/UnSigloAgriMex.pdf
  • Serrano Barquín, R. Gutiérrez Cedillo, J. G., Cruz Jiménez, G., y Madrigal Uribe D. (2011). REGIÓN MAZAHUA MEXIQUENSE: una visión desde Sistemas Complejos para la evaluación Multicriterio-Multiobjetivo. Gestión turística, (16), 95-125. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=223322452005
  • Skoczek, M. (2010). Transformaciones socioeconómicas en el Noroeste del Estado de México (1980-2010). Revista del cesla, 2(13), 491-501. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=243316493009
  • Toledo, V., y Barrera-Bassols, N. (2009). La memoria biocultural. La importancia ecológica de las sabidurías tradicionales. Editorial Icaria.

Recepción: 04/09/2023. Aceptación: 01/05/2024.

 

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Revista Digital Universitaria Publicación bimestral Vol. 18, Núm. 6julio-agosto 2017 ISSN: 1607 - 6079