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Vol. 24, núm. 2 marzo-abril 2023

Más allá de la negación: aceptar nuestro papel en el cambio climático

Harumi Takano-Rojas Cita

Resumen

Una de las dificultades para actuar frente al cambio climático es reconocerlo como un problema que nos afecta como individuos, a nuestras comunidades y a nuestro entorno. En este artículo se exploran algunas de las razones que se han identificado desde disciplinas como la sociología, la psicología y la comunicación pública de la ciencia, por las que resulta difícil percibir el cambio climático como un problema y responder a él. Se explica también la importancia de apropiarnos del problema y se ofrecen ejemplos de cómo la percepción del cambio climático puede limitar o favorecer nuestra respuesta al problema.
Palabras clave: cambio climático, historias climáticas, percepción, apropiación, acción climática.

Beyond denial: accepting our role in climate change

Abstract

One of many difficulties regarding climate change action is recognizing it as a problem that directly affects us as individuals, our communities, and our environment. In this article, I explore several reasons identified from disciplines like sociology, psychology, and public communication of science, why perceiving and responding to climate change might be difficult for most of us. I also explain the importance of making the problem our own and examples on how climate change perception can limit or enhance our response to the problem.
Keywords: climate change, climate stories, perception, appropriation, climate action.

Nosotros y el clima

¿Alguna vez te has preguntado cuál es tu relación con el clima?, ¿piensas en él seguido o en días particularmente calurosos? O ¿quizás sólo si hay una inundación que entorpece tu camino a la universidad? Tal vez eres un entusiasta climático y revisas el pronóstico todos los días antes de salir de tu casa. También es posible que te sea completamente indiferente y que únicamente pienses en el clima si alguien más lo menciona, o si se te atraviesa un número especial de una revista sobre cambio climático.

¿Consideras que la relación de otras personas con el clima sea similar a la tuya?, ¿cómo será la de alguien que vive en la ciudad o en el campo?, o bien ¿la de un estudiante de música o de tu compañero que decidió ser biólogo? Nuestra relación con el clima depende mucho del entorno, de los cambios en el paisaje, del lugar donde vivimos, de nuestros conocimientos y experiencias, y de qué tanto dependen nuestras actividades cotidianas de las condiciones meteorológicas.

Pensando en el mundo

Los ganaderos, agricultores y pescadores, por ejemplo, suelen recordar cómo era el clima antes con respecto a hoy en día, porque de eso ha dependido que modifiquen o no sus actividades, que tengan buenas cosechas o que el ganado crezca sano. Las personas que vivimos en la ciudad, por el contrario, solemos ser ajenos al clima y a sus cambios, sobre todo porque los años con más o con menos lluvia, con más o con menos calor, no suelen modificar de manera importante nuestras actividades diarias.

Percibir el cambio climático

La manera en que percibimos el clima y el cambio climático es importante, porque determinará el tipo de acciones que, como sociedad, tomemos para responder ante él (Urbina, 2012; Whitmarsh y Capstick, 2018). Sí, para empezar, no percibimos el cambio climático como un problema que nos afecta, es muy probable que no hagamos nada para solucionarlo. Como dijera José Luis Lezama, en su libro La construcción social y política del medio ambiente: “Un problema puede tener una existencia física, pero si no es socialmente percibido y asumido como tal, termina siendo socialmente irrelevante” (2004, p.15).

Muchos investigadores, sobre todo desde la sociología, la psicología y la comunicación pública de la ciencia, comenzaron a darse cuenta de que, a pesar de que había muchísima información sobre cambio climático, la respuesta de las personas no correspondía con la urgencia del problema (Norgaard, 2011; Urbina, 2012). A través del análisis de entrevistas individuales y grupales, talleres, encuestas, textos, imágenes y otros medios, las y los investigadores, se dieron a la tarea de entender cómo se estaba percibiendo el cambio climático en diferentes grupos sociales, y si esta percepción afectaba su respuesta al mismo.

Algo que encontraron frecuentemente, es que muchas veces asociamos el cambio climático con imágenes de osos polares sobre trozos de hielo a punto de deshacerse, con inmensos incendios que se salen de control o con huracanes sumamente destructivos (Höijer, 2011; González-Gaudiano, 2012). Pero el cambio climático es una criatura que tiene muchísimas caras y estos son sólo algunos de sus gestos más exagerados. Si uno vive en la Ciudad de México, imágenes como esas pueden parecer muy ajenas a nuestra realidad cotidiana. Pero si vivimos en algún lugar de la costa, donde el nivel del mar está aumentando o donde los huracanes son más frecuentes, quizás tendremos más presente el impacto que el cambio climático puede tener en nuestras vidas (Ávila y González, 2014).

Cambio climático

Imagen 1. Algunas imágenes que solemos ver asociadas al cambio climático.
Fotografías de: istock.com/Binikins, extrema izquierda; istock.com/RoschetzkyIstockPhoto, central izquierda y central derecha; istock.com/AndrewMcArthur, extrema derecha.

Así como podemos sentir que es un problema lejano en el espacio, también podemos sentirlo lejano en el tiempo. Cuando escuchamos las consecuencias que tendrá el cambio climático en el 2050 o en el 2100, nos pueden parecer fechas muy lejanas y solemos darle más importancia a los problemas más inmediatos que nos están afectando en el presente (González-Gaudiano, 2012; Urbina, 2006). ¿A poco no nos pasa lo mismo con los trabajos finales? Apenas unos días antes de la fecha de entrega, estamos estresados porque nos tomamos todo el semestre con demasiada calma, creyendo que habrá tiempo de sobra para hacerlo.

¿Y qué decir del sea un problema global?, ¿no nos hace sentir pequeñísimos el pensar que se trata de un problema tan grande? Muchas veces, es tan abrumadora la complejidad y la magnitud del problema que nos deja sintiéndonos impotentes, creyendo que no hay nada que podamos hacer, o que nuestras acciones no tendrán un impacto. Esa misma sensación es la que después puede llevarnos a buscar a otros culpables y a señalar a otros que deben tomar responsabilidad y resolver el problema (Bonatti et al., 2019; Whitmarsh y Capstick, 2018). Y no es que todos tengamos la misma responsabilidad (Poma, 2018), pero el que haya empresas, países o personas más responsables del problema, no nos exime de nuestra responsabilidad individual.

Otro aspecto que se ha detectado en las investigaciones es que la percepción varía mucho entre los científicos, los gobernantes y el público no científico, ya que sus conocimientos, sus valores y las cosas que les interesan son muy diferentes (Moloney et al., 2014). Esto puede parecer muy obvio, pero vale la pena tenerlo presente porque, como puedes ver, la percepción depende mucho del lugar donde uno vive, de los lugares y de las actividades que nos son importantes, del tipo de educación que tenemos, y de las creencias y sentimientos que compartimos con las personas cercanas a nosotros (amigos, familiares o colegas, por ejemplo).

En investigaciones recientes, se ha explorado también el papel de las emociones en la respuesta al cambio climático (Norgaard, 2011; Poma, 2018). Tal vez has escuchado de un fenómeno de ansiedad climática, sobre todo entre los jóvenes, relacionado con la sensación de preocupación, nerviosismo o miedo al pensar en las consecuencias del cambio climático (Schiffman, 2022). Estas emociones pueden actuar como un arma de doble filo: pueden motivarnos a actuar, como sucedió con Greta Thunberg y el movimiento Viernes por el futuro, o pueden llevarnos a minimizar o negar el problema.

Marcha Viernes por el futuro

Imagen 2. Jóvenes en la marcha Viernes por el futuro en la Ciudad de México, 2019.

Como puedes ver, hay muchas razones por las que alguien podría decir “¡el cambio climático no tiene nada que ver conmigo!”. Pero lo cierto es que nos afecta a todos y es importante asumir el cambio climático como un problema y apropiarnos de él.

Apropiarse del problema

¿Qué significa apropiarse del problema? Significa reconocer la forma en que nos afectará a nosotros y reconocer que lo que hagamos o dejemos de hacer es importante.

Podremos preocuparnos por la calidad de vida de las generaciones futuras, pero si no creemos que nuestras acciones hoy tienen un efecto sobre ese futuro, no haremos nada para modificarlo. Podremos estar convencidos de que la temperatura de la Tierra está aumentando, pero mientras no reconozcamos cómo eso nos afecta a nosotros, a las personas, los lugares y las actividades que nos importan, es muy posible que no tomemos cartas en el asunto.

Por ejemplo, en un estudio realizado en la costa de Jalisco, los autores encontraron que, aunque la mayoría de las personas encuestadas perciben un incremento en la temperatura y están familiarizadas con el término “cambio climático”, son pocos los que creen que este problema afectará a sus actividades cotidianas (López-Fletes et al., 2015). En este y otros estudios, las y los investigadores destacan que, si la población no percibe el riesgo del cambio climático, difícilmente apoyarán y participarán en las acciones de mitigación y adaptación para responder al problema.

Por el contrario, hay evidencia sobre comunidades campesinas en todo el mundo que ya perciben cambios en la temperatura o en la precipitación, y reconocen la manera en que estos cambios afectan a sus cultivos. En algunas de estas comunidades ya se han hecho modificaciones en sus prácticas para adaptarse a los cambios del clima: modificando sus fechas de siembra, diversificando sus cultivos o implementado tecnologías que permiten ahorrar agua, por poner algunos ejemplos.

Estudiantes con Doña Victoria

Imagen 3. Estudiantes con Doña Victoria haciendo un recorrido reconociendo los efectos del cambio climático en el campo.
Fotografía de Harumi Takano-Rojas.

Lo cierto, es que el cambio climático está presente en cada decisión que tomamos, porque cada decisión implica el uso de más o menos recursos y la emisión de más o menos gases a nuestra atmósfera, y esas acciones son tan simples como decidir movernos en coche o en transporte público, comprar productos nuevos o usados, desechar o reparar, comer carne todos los días o una vez a la semana, comprar lo local o bien en el supermercado. Pero, acciones como hablar sobre el cambio climático con nuestros amigos y familiares, participar en organizaciones sociales enfocadas a la acción climática, o conocer cómo este problema afecta a personas en contextos diferentes al nuestro (ya sea que vivan en otros lugares, que se dediquen a diferentes cosas, que sean expertos en el tema, o que, sin serlo, nos aporten una nueva perspectiva), son igualmente importantes para reflexionar, involucrarnos y apropiarnos del problema.

Sabemos que estar consciente de todo lo que implica el cambio climático puede ser abrumador, pero no dejemos que el miedo nos paralice. Los retos que nos pone este problema y los cambios que tendremos que hacer como individuos y como sociedad, invitan a imaginar nuevas formas de ser y estar en nuestro planeta, que pueden ser muy esperanzadoras. Naomi Klein (2015) lo expresa muy bien:

Estoy convencida de que el cambio climático representa una oportunidad histórica (…). En el marco de un proyecto dirigido a reducir nuestras emisiones a los niveles recomendados por muchos científicos, tendríamos una vez más la posibilidad de promover políticas que mejoren espectacularmente la vida de las personas, que estrechen el hueco que separa a ricos de pobres, que generen un número extraordinario de buenos empleos y que den un nuevo ímpetu a la democracia desde la base hasta la cima (p. 24).

Si quieres saber más sobre el tema, te recomiendo leer:

Referencias

  • Ávila, B. y González, E. (2014). Percepción social de los eventos climáticos extremos: una revisión teórica enfocada en la reducción del riesgo. Trayectorias 16(39), 36-58.
  • Bonatti, M., Lana, M., D’Agostini, L., de Vasconcelos, A., Sieber, S., Eufemia, L., da Silva-Rosa, y T., Schlindwein, S. (2019). Social representations of climate change and climate adaptation plans in southern Brazil: Challenges of genuine participation. Urban Climate, 29, 100496.
  • González Gaudiano, E. (2012). La representación social del Cambio Climático. Una revisión internacional. Revista Mexicana de Investigación Educativa 17(55), 1035-1062.
  • Höijer, B. (2011). Social Representations Theory. A new theory for Media Research. Nordicom Review 32(2), 3-16. https://doi.org/10.1515/nor-2017-0109.
  • Klein, N. (2015). Esto lo cambia todo. Paidós.
  • Lezama, J. (2004). La construcción social de los problemas ambientales. En J. Lezama (Ed.), La construcción social y política del medio ambiente (pp. 9-72). El Colegio de México.
  • López-Fletes, C., Chávez-Dagostino, R., Davydova-Belitskaya, V., y Cornejo-Ortega, J. (2015). Percepción de la población costera de Jalisco, México, sobre el cambio climático. Memorias, 13(23), 81-91. http://dx.doi.org/10.16925/me.v13i23.1151.
  • Moloney, G., Leviston, Z., Lynam, T., Price, J., Stone-Jovicich, S., y Blair, D. (2014). Using social representations theory to make sense of climate change: what scientists and nonscientists in Australia think. Ecology and Society, 19(3), 19. http://dx.doi.org/10.5751/ES-06592-190319.
  • Norgaard, K. (2011). ‘People want to protect themselves a little bit’: Emotions, denial, and social movement nonparticipation. Sociological Inquiry, 76(3), 372-396. https://doi.org/10.22201/ceiich.24485705e.2018.15.63843 .
  • Poma, A. y Gravante, T. (2021). Sentir, pensar y actuar frente a la emergencia climática. Una guía para conocernos mejor y poder actuar. Justicia Energética, Greenpeace.
  • Schiffman, R. (2022, 6 de julio). ¿Qué es la ansiedad climática y cómo puede superarse? National Geographic. https://bit.ly/42l0zZu
  • Urbina, J. (2006). Dimensiones psicológicas del cambio ambiental global. En J. Urbina y J. Martínez (Comp.) Más allá del cambio climático: las dimensiones psicosociales del cambio ambiental global (pp. 65-78). ine-semartnat, Facultad de Psicología unam.
  • Urbina, J. (2012). Percepción y comunicación de riesgos ambientales y su aplicación en la adaptación al cambio climático. Ciencia (octubre-diciembre), 42-49.
  • Whitmarsh, L. y Capstick, S. (2018). Perceptions of climate change. En Clayton, S. y Manning, C. (Eds.) Psychology and Climate Change. Human Perceptions, Impacts and Responses (pp. 13-33). Elsevier Inc.


Recepción: 04/11/2022. Aprobación: 17/02/2023.

Vol. 24, núm. 2 marzo-abril 2023

Escuelas por el reciclaje: un proyecto local con visión global

Zuleyma Espinoza Vélez y Ana Cristina Gómez Cita

Resumen

Durante un debate en una escuela primaria en la ciudad de La Paz, Baja California Sur, se planteó una pregunta: “¿Qué puedo hacer con mi botella de plástico?”. Los estudiantes dieron varias ideas y soluciones para abordar esta problemática, lo que nos inspiró a llevar a cabo el proyecto “Escuelas por el Reciclaje”. La iniciativa busca fomentar la conciencia ambiental y el trabajo comunitario, para que los estudiantes entiendan que pueden contribuir a solucionar los problemas de residuos que afectan a nivel global. Aunque el proyecto aún está en sus primeras etapas, después de 9 meses hemos logrado recolectar 370 kg de residuos en playas, producir 50 kg de papel reciclado a partir de papel recolectado en nuestra escuela, capacitar a 70 estudiantes de primaria, 25 de secundaria, 100 de preparatoria y 40 docentes. El proyecto ha sido más que una simple iniciativa de limpieza de playas o recolección de material reciclado; los estudiantes han aprendido a contar y clasificar los tipos de residuos, así como a medir su impacto utilizando metodologías de campo como la de Ocean Conservancy.
Palabras clave: residuos, reciclaje, plástico, estudiantes, cambio climático.

Schools for recycling: a local project with a global perspective

Abstract

During a debate at an elementary school in the city of La Paz, Baja California, a question was posed: “What can I do with my plastic bottle?” The students gave various ideas and solutions to address this problem, which inspired us to carry out the “Schools for Recycling” project. The initiative seeks to promote environmental awareness and community work, so that students understand that they can contribute to solving waste problems that affect the world. Although the project is still in its early stages, after 9 months we have managed to collect 370 kg of waste on beaches, produce 50 kg of recycled paper from paper collected at our school, train 70 primary school students, 25 secondary school students, 100 high school and 40 teachers. The project has been more than a simple initiative to clean beaches or collect recycled material; students have learned to count and classify types of waste, as well as measure their impact using field methodologies such as the Ocean Conservancy’s.
Keywords: waste, recycling, plastic, students, climate change.


Primero que nada, queremos presentarnos, somos Zule y Ana Cris, biólogas que estamos cursando el programa de Educación y Liderazgo de Enseña por México a.c, en la ciudad de La Paz, Baja California Sur. Durante dos años nos integramos a una comunidad educativa con el objetivo de generar un impacto positivo en la misma a través de un proyecto. Es aquí donde inicia nuestra aventura.

Todo comenzó en el aula de una primaria en La Paz, donde tuvimos una pequeña discusión sobre el destino de una botella de plástico. El debate escaló hasta llegar a la pregunta: ¿cómo afectan los plásticos de nuestra escuela al medio ambiente? Decidimos entonces realizar una investigación y descubrimos que por cada kg de plástico virgen que se produce se emiten 3.5 kg de dióxido de carbono, sin contar los Gases de Efecto Invernadero (gei) que genera el gas metano por su descomposición (Rodríguez, 2019; zeo, 2020).

Según Sambeth y colaboradores (2016), el reciclaje tiene algunos beneficios como: el ahorro de energía, la reducción de emisiones gei en rellenos sanitarios, la disminución de la contaminación del aire, suelo y agua. ¿Entonces, podría ser la clave el reciclaje?

De acuerdo con los datos del informe “What a Waste 2.0” publicado por el Banco Mundial (Kaza et al., 2018), solo se recicla el 4.5% de los residuos en la región de América Latina y el Caribe. A nivel mundial, el mismo estudio señala que en los países de ingresos bajos, el 90% de los desechos no se gestionan adecuadamente y esto da como resultado el aumento de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero. Es por ello que, si se continúa con la falta de gestión adecuada de los residuos, se prevé que las emisiones aumenten a 2600 millones de toneladas de CO2 equivalente para el año 2050.

Fotografía 1. El proyecto “Escuelas por el reciclaje” tiene como objetivo pensar a nivel global y actuar a nivel local en La Paz, bcs.
Fuente. Elaboración propia.

Con todos estos datos a nivel global y con la conciencia de que no podíamos quedarnos de brazos cruzados, decidimos tomar acciones locales y fundar el proyecto “Escuelas por el reciclaje”, un programa que en un principio tenía como objetivo brindar educación ambiental a través de pláticas y talleres sobre reciclaje.

El proyecto poco a poco fue escalando gracias a nuestros estudiantes, hasta que se llevaron a cabo acciones en la comunidad, como limpiezas de playas utilizando metodologías de campo como la de Ocean Conservancy —que es una organización internacional que reúne a voluntarios para limpiar y proteger las costas. En estas limpiezas se delimitaron los tipos de residuos, sus cantidades y sus impactos. Además, se llevaron a cabo iniciativas como el reciclaje de papel, clubes de ciencias enfocados en el medio ambiente y cursos tecnológicos de creación de prototipos con materiales reciclados, como Engineers For The Week de META. Todas estas acciones fueron apoyadas con nuestra dirección y asesoría.

Fotografía 2. La capacitación en la separación de residuos se lleva a cabo mediante juegos dirigidos a estudiantes de diferentes niveles.
Fuente. Elaboración propia.

Hasta el día de hoy, hemos logrado impartir el taller de reciclaje en cuatro escuelas —dos de nivel primaria, una de secundaria y una de nivel bachillerato. En total, se han colectado 370 kg de residuos en la playa, 50 kg de papel reciclado —papel que recolectamos dentro de las instalaciones educativas— y hemos capacitado a 70 estudiantes de primaria, 25 de secundaria y 100 de preparatoria, así como a 40 docentes de los tres niveles educativos. Hasta el momento, también hemos colaborado con 4 asociaciones civiles, obteniendo de estas alianzas: contenedores de residuos para su posterior reciclaje y un punto de acopio en un bachillerato, donde se separan botellas de pet y aluminio principalmente.

En nuestro camino, hemos enfrentado muchos retos debido a que hay pocas recicladoras en la ciudad, así como confusión acerca de la correcta separación de los residuos o personas dentro de la comunidad educativa reticentes al apoyo de este proyecto. Sin embargo, los resultados nos motivan a seguir realizando acciones encaminadas a reducir los impactos que generan los residuos en nuestra comunidad. Esperamos que en el futuro este proyecto nos permita realizar un estudio sobre el cálculo de huella de carbono para determinar en qué medida nuestra iniciativa incide en la mitigación del cambio climático.

Fotografía 3. Los estudiantes registran los residuos encontrados en la playa mediante la metodología de Ocean Conservancy.
Fuente. Elaboración propia.

Referencias

  • Rodríguez. Emely. (Junio de 2019). ¿Cómo incide el plástico en el cambio climático? https://bit.ly/3yZou3t.
  • zeo. (Zero Emissons Objetive). (2020, 21 enero). ¿Cuánto CO2 emite el plástico? https://plataformazeo.com/es/cuanto-co2-emite-el-plastico/.
  • Kaza, S., Yao, L. C., Bhada-Tata, P., y Van Woerden, F. (2018). What a Waste 2.0: A Global Snapshot of Solid Waste Management to 2050. World Bank Publications. https://doi.org/10.1596/978-1-4648-1329-0.
  • Sambeth, J. E., Vázquez, P. G., Gallegos, M. V., Fuentes, C. A., Marcoccia, C., e Igal, K. (2016). Reciclaje y cambio climático. En V Congreso Internacional sobre Cambio Climático y Desarrollo Sustentable (La Plata, 14, 15 y 16 de septiembre de 2016). https://bit.ly/3LMGu8T.


Recepción: 11/11/2022. Aprobación: 16/02/2023.

Vol. 24, núm. 2 marzo-abril 2023

Encendiendo las luces: una llamada de acción para salvar a las luciérnagas

Carla Isabel Arreguín Magaña y Leticia Gómez Mendoza Cita

Resumen

Dentro de los efectos más discutidos sobre el cambio climático está su repercusión en la pérdida de biodiversidad. Uno de los grupos más olvidados en este aspecto son los insectos, vulnerables debido a su alta sensibilidad a las variaciones en el clima y en su hábitat. Las luciérnagas no son la excepción, pues requieren de alta humedad y rangos de temperatura específicos para poder desarrollarse. En este trabajo te contamos los impactos del cambio climático en las luciérnagas que viven en los santuarios de Nanacamilpa en Tlaxcala y, con ello, las implicaciones en el ecoturismo local. Se presentan también algunas acciones a llevar a cabo para mitigar estos impactos.
Palabras clave: cambio climático, luciérnaga, Nanacamilpa, Tlaxcala.

Turning on the lights: a call to action to save fireflies

Abstract

Among the most discussed effects on climate change is its impact on biodiversity and, although less noticeable, specifically on insects due to their high sensitivity to variations in climate and habitat. Fireflies are no exception, as they require high humidity and specific temperature ranges to develop. This paper discusses the impacts of climate change on fireflies living in the Nanacamilpa sanctuaries in Tlaxcala and, with it, the implications for local ecotourism. Some actions to be carried out to mitigate these impacts are also presented.
Keywords: climate change, firefly, Nanacamilpa, Tlaxcala.

Introducción

Cuando pensamos en cambio climático casi de inmediato visualizamos la imagen de un oso polar sobre un trozo de hielo derritiéndose. Sin embargo, uno de los grupos biológicos más perjudicados por el cambio climático son los insectos, quienes por mucho tiempo han pasado desapercibidos en esta problemática.

Los insectos, al ser altamente vulnerables a los cambios de temperatura y la precipitación, son blanco de transformaciones en su organismo y su comportamiento (Cornelissen, 2011). Más allá de su importancia en los procesos de obtención de alimento, gracias a la polinización, habrá quienes cuestionen su cercanía a los seres humanos y de su importancia en las sociedades. Sin embargo, estas dudas son resueltas fácilmente, ya que: las culturas humanas, a lo largo de los siglos, han mostrado su admiración ante ciertas especies de insectos. Pensemos, por ejemplo, en los egipcios que consideraban a la especie Scarabaeus sacer como fuente de fortuna (Kritsky, 2014), misma que forman parte de los escarabajos, orden taxonómico al que pertenecen las protagonistas de esta historia: las luciérnagas. Estos pequeños insectos también están experimentando cambios en su hábitat, por lo que su papel en los ecosistemas está siendo afectado por el cambio ambiental.

¿Qué son las luciérnagas y cómo se desarrollan?

Las luciérnagas, gusanos de luz o bichos de luz (figura 1), pertenecen a la familia Lampyridae , con más de 2000 especies conocidas. Su particular capacidad para emitir luz es usualmente la manera en que atraen a su pareja, aunque también la usan para alertar sobre posibles amenazas. En algunas especies, la bioluminiscencia está sujeta a características específicas, como el sexo o alguna fase de su ciclo vital, sin embargo, en su mayoría, todos los individuos adultos lo hacen desde un órgano especializado del abdomen. Habitualmente, los machos se pueden vislumbrar en las noches volando para encontrar hembras con quienes aparearse, mientras ellas se posan entre arbustos, plantas y el suelo, donde emiten una luz más tenue y corta, en respuesta al macho que la sobrevuela (Frierson Faust, 2017).

Luciérnaga Photinus pyralis

Figura 1. Luciérnaga Photinus pyralis.
Fotografía: Terry Priest, 2006.

En la figura 2 se observa que las luciérnagas se encuentran en casi todos los continentes y en diversos tipos de ecosistemas, por lo que existen especies adaptadas a climas tropicales y a climas templados, así como las hay acuáticas o terrestres y de actividad diurna o nocturna. En su mayoría, las luciérnagas que se encuentran en México son terrestres y, aunque cada una tiene sus particularidades, su ciclo de vida es similar. Generalmente, el ciclo empieza cuando las hembras dejan sus huevos a mediados de verano para eclosionar antes del otoño. Después, se vuelven larvas, periodo en el que se alimentan con gran cantidad de gusanos y babosas. La etapa pupal ocurre poco antes de que se vea a los machos volar en búsqueda de pareja en junio y julio (Frierson, 2017).

Mapa de registros de luciérnaga

Figura 2. Mapa de registros de luciérnaga por país (elaboración propia con base en el Sistema Nacional de Información Biológica, SNIB).

Luciérnagas y cambio climático

El cambio climático no solamente afecta la distribución de especies, sino también factores internos a su metabolismo. El caso de las luciérnagas es particular, ya que están altamente condicionadas a la temperatura y la precipitación. En primera instancia, la bioluminiscencia, su rasgo más distintivo, es dependiente de la temperatura: cuando las temperaturas son las ideales, requieren de menor energía para producir luz. Asimismo, requieren de gran cantidad de agua durante su ciclo vital, por lo que la humedad es la condicionante por excelencia en todo su desarrollo. Si estos parámetros ambientales no están en los rangos adecuados, las poblaciones de luciérnaga decaen.

Bajo condiciones cálidas y secas en ciertas temporadas del año, el desarrollo larvario se vuelve complicado y, por lo tanto, la vida útil de los adultos se reduce (Evans et al ., 2018; Frierson, 2017). De esta forma, se considera que estos pequeños animalitos son indicadores de ambientes sanos gracias a su baja tolerancia a los cambios en las condiciones ambientales (Frierson, 2017). Dada su alta vulnerabilidad, los efectos del cambio climático y otras problemáticas ambientales empiezan a considerarse una amenaza para la subsistencia de las luciérnagas. Aunque su estado todavía no es del todo claro, científicos alrededor del mundo han comenzado a unir esfuerzos para conocer y hacer saber la categoría de riesgo de cada especie, estando algunas ya en peligro o en situación vulnerable en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (uicn) (Lewis et al ., 2020).

El Santuario de las Luciérnagas

El Santuario de la Luciérnaga (figura 3), es un centro ecoturístico dedicado a la conservación de los bosques que conforman el hábitat de las luciérnagas que ahí viven, las cuales son endémicas de la región. Está ubicado en el municipio de Nanacamilpa, Tlaxcala y abarca un total de 26 centros de avistamiento repartidos a lo largo de 600 hectáreas, bajo una organización comunitaria en Áreas Destinadas Voluntariamente a la Conservación. El municipio, generalmente, posee temperaturas entre los 12 y 14 grados centígrados (°C), y una precipitación que oscila los 700 y 800 milímetros (mm). Cada verano, miles de turistas viajan de otros estados de la República para los avistamientos de luciérnaga en el Santuario. Esta actividad turística representa una derrama económica importante para los pobladores (aproximadamente, $400,000 pesos por temporada de avistamiento) (García et al ., 2018) y, como tal, para la conservación del bosque (inegi, 2009). Sin embargo, las constantes sequías y el aumento de las temperaturas han modificado el comportamiento natural de las luciérnagas, que se han desplazado a mayores alturas donde pueden encontrar las condiciones óptimas para su reproducción. Esto ha traído consigo poblaciones de insectos escasas, donde antes era común observarlas en grandes cantidades, afectando gravemente la percepción de los turistas y, por lo tanto, la economía local.

Santuario de la Luciérnaga, Nanacamilpa

Figura 3. Senderos que se ofertan en algunos centros de avistamiento del Santuario de las Luciérnagas, Nanacamilpa, Tlaxcala.
Autora C. Arreguín, 2022.

¿Cómo se puede ayudar?

Aunque no se pueda revertir el cambio climático a nivel individual, se puede ayudar en la aplicación de medidas y acciones que sirvan para contrarrestar sus efectos o, en todo caso, ayudar a propiciar espacios amigables para ciertas especies. Dado que estos escarabajos luminosos se pueden encontrar en diversos ecosistemas, incluyendo jardines y áreas periurbanas, es necesario aplicar las recomendaciones que se enlistan a continuación, mismas que ayudarán a optimizar, enriquecer y destinar espacios donde las luciérnagas se puedan desarrollar. Las medidas se pueden adecuar a cualquier tipo de inmueble o estilo de vida, ya que no se trata de sugerencias absolutas, sino que las personas pueden implementar las que mejor se adapten a sus circunstancias particulares.

  • Limitar la luz artificial. Dado que la comunicación de las luciérnagas se da exclusivamente con patrones luminosos, usar irresponsablemente la luz puede confundirlas. Por ello, se recomienda limitar su uso o utilizar herramientas de bloqueo de luz, como cortinas o persianas; es posible optar por filtros de luz de colores azul o rojo en las luminarias exteriores, estos filtros disminuyen el daño.
  • Ser un turista responsable. Si tiene la oportunidad de visitar algún centro de avistamiento dentro o fuera de México, es indispensable respetar el ecosistema y atender las indicaciones, señalizaciones y normas de conducta correspondientes. Es pertinente recordar que la cantidad de luciérnagas en determinadas veladas no es responsabilidad de los guías y personal a cargo, sino de las condiciones que se presentan en su momento, tales como la luz de la luna, la presencia de lluvia, la humedad en el bosque y la temperatura del ambiente.
  • Agregar o mantener plantas y hojarasca. La vegetación es una de las mejores formas de propiciar espacios para luciérnagas, ya que representan refugio y escenarios de apareamiento. Sin embargo, debe considerarse el tipo de vegetación que existe de manera natural en la zona donde se encuentre, puesto que puede haber especies que sean perjudiciales. Así, se recomienda investigar qué plantas son las mejores para el área que se piensa destinar. Asimismo, si ya cuenta con algunas plantas o árboles, trate de no retirarlos. Lo mismo aplica para la hojarasca que se encuentra en el suelo, pues estas mantienen la humedad y temperatura del suelo y del ambiente.
  • Agregar fuentes de agua cercanas. Esto ayudará no solamente a mantener la humedad presente, sino también el ambiente. Si es que ya se cuenta con alguna, mantenerla adecuadamente.
  • Inscribirse a redes de monitoreo. Existen grupos de científicos y personas alrededor del mundo que han destinado sus esfuerzos a crear redes de monitoreo de poblaciones de luciérnagas, a las cuales, muchas veces, puede acceder cualquier persona interesada. Algunas son más especializadas que otras, pero tienen como objetivo común registrar la presencia de especies. Esto ayudará a los científicos y organizaciones públicas y privadas a interpretar la situación actual y futura e implementar medidas. México ya cuenta con redes de monitoreo que permiten hacer este tipo de estudios mediante la Red Nacional de Fenología MX, cuyo propósito es recabar, interpretar y compartir información en relación con el clima y las especies.
  • Impulsar políticas a favor del medio ambiente. Como ciudadanos, se puede instar a que los gobiernos consideren leyes y normas en materia de cambio climático y en pro de un medio ambiente sano, lo cual, significa también promoverlo para la biodiversidad y, por lo tanto, para las luciérnagas (Xerces Society, 2020; Xerces Society, 2020).

Encendiendo las luces

Sin duda, las luciérnagas nos han hecho suspirar innumerables veces en aquellas noches de verano. El Santuario de la Luciérnaga de Santa Clara, Nanacamilpa intenta salvaguardar un futuro para ellas y para las generaciones venideras que las desean redescubrir. Aunque es difícil actuar desde la individualidad, ser sensibles ante la problemática que implica el cambio climático es fundamental para visualizar el panorama completo y tomar acción desde nuestras posibilidades. Quizás, desde este lugar, podamos dejar de encender los focos sobre su estado de amenaza y volver a iluminar con luz de luciérnagas.

Referencias

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Agradecimientos

Al proyecto dgapa – papiit in-308220 “Vulnerabilidad agrícola y forestal ante el clima en la Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca”. Y a la Red Nacional de Fenología MX, iniciativa de donde se origina este artículo.



Recepción: 12/9/2018. Aprobación: 4/10/2018.

Vol. 24, núm. 2 marzo-abril 2023

Descortezadores y cambio climático: una relación preocupante

Erika Gómez-Pineda y M. Isabel Ramírez Cita

Resumen

Los escarabajos descortezadores son pequeños insectos que viven, se alimentan y se reproducen debajo de la corteza de los árboles. Estos insectos juegan un papel renovador en la salud de los bosques, ya que eliminan los árboles débiles y enfermos dejando únicamente a los más fuertes y sanos. Sin embargo, debido al aumento de las temperaturas y a la mayor ocurrencia de sequías, actualmente los brotes de escarabajos descortezadores ocurren con mayor frecuencia de la habitual, se extienden con mayor facilidad y tienen la capacidad de matar muchos árboles en poco tiempo. En México, los descortezadores son considerados un problema de importancia nacional, ya que constituyen el segundo agente de mayor perturbación forestal, especialmente en los bosques templados del centro del país. Tan solo en Michoacán y Estado de México, los brotes aumentaron de 38 en 2009 hasta rebasar los 1,000 en 2021. Este rápido aumento de los brotes de descortezadores implica un nuevo reto en los programas de manejo forestal, pues hay que desarrollar acciones tempranas que ayuden a frenar la expansión de estos insectos y, por tanto, el daño en los árboles.
Palabras clave: sequía, descortezadores, bosque templado, cubierta forestal, cambio climático.

Debarkers and climate change: a worrisome relationship

Abstract

Bark beetles are small insects that live, feed, and reproduce under the bark of trees. These insects play a renewing role in forest health by eliminating weak and sick trees, leaving only the strongest and healthiest. However, due to increasing temperatures and greater occurrence of droughts, bark beetle outbreaks now occur more frequently than usual, spread more easily, and could kill many trees in a short period of time. In Mexico, bark beetles are considered a problem of national importance as they are the second largest agent of forest disturbance, especially in the temperate forests of central Mexico. In just Michoacán and State of Mexico, outbreaks increased from 38 in 2009 to surpass 1,000 in 2021. This rapid increase in bark beetle outbreaks presents a new challenge in forest management programs, as early actions must be developed to help curb the expansion of these insects and the resulting damage to trees.
Keywords: drought, debarkers, temperate forest, forest cover, climate change.

Introducción

Los descortezadores son pequeños escarabajos que habitan y se reproducen debajo de la corteza de los árboles, donde se alimenta del tejido que conduce los nutrientes (el floema) que el árbol produce para su propia sobrevivencia. Los descortezadores adultos miden entre 2.2 y 9 milímetros, son de color café claro, rojizo o negro, y viven de 4 a 6 semanas, por lo que pueden tener hasta ocho generaciones en solamente un año. En México las principales especies de descortezadores pertenecen a los géneros Dendroctonus, Hylastes, Scolytus e Ips, que atacan y colonizan diversas especies de árboles, especialmente coníferas que se encuentran en los bosques templados de nuestro país1 (Armendáriz-Toledano et al., 2018; semarnat, 2018).

De manera general, el ataque a los árboles por estos insectos se da cuando las hembras adultas cavan una perforación en la corteza del tronco y se establecen en el floema, que es de donde se alimentan (Figura 1A). Atraído por las feromonas que esta libera, el macho sigue a la hembra a través del grumo de resina que el árbol produce como defensa ante el ataque de las hembras (Figura 1B, 1C). Dentro del árbol, estos escarabajos se reproducen y la hembra deposita sus huevos a cada lado de la galería —el nombre que se le da a los surcos que hacen dentro del árbol— que va formando mientras se alimenta. Cuando las larvas salen de los huevecillos, a medida que estas se alimentan, van formando más galerías individuales (Figura 1D) hasta convertirse en adultos y salir del árbol. Durante todos los días del año, siempre y cuando las temperaturas excedan los 15 °C, los adultos vuelan en búsqueda de nuevos hospederos que atacar (Macías-Sámano et al., 2021).

Nos podemos dar cuenta de que un bosque está bajo ataque de descortezadores cuando los árboles empiezan a mostrar los siguientes síntomas:

  • En los árboles recién colonizados, la coloración del follaje aún es verde, aunque se ven grumos frescos de resina blanca o rojiza sobre el tronco o las ramas, así como desechos tipo aserrín en la corteza y en la base del árbol. A esta etapa se le conoce como Fase 1 de infestación.
  • Una vez que los descortezadores se reproducen y alimentan dentro del árbol, hay un cambio de coloración del follaje de verde a verde amarillento o verde limón. A esto se le conoce como Fase 2.
  • En la Fase 3, el follaje de los árboles es de color rojo o café-rojizo, y a lo largo del tronco presenta una gran cantidad de orificios de salida por donde emergieron las nuevas generaciones de insectos descortezadores. Por lo general, el árbol ya está muerto y la corteza se desprende con facilidad (Macías -Sámano et al., 2021).
Ataque a árboles

Figura 1. A) hembras alimentándose dentro del tronco, B) macho entrando al árbol a través del orificio hecho por la hembra, C) grumos de resina a lo largo del tronco, D) galerías individuales hechas por las larvas. (A, B y D tomadas de semarnat, 2018; C foto de Rony Albanes, inab, tomada de Macías-Sámano et al., 2021).

Históricamente los insectos descortezadores han jugado un papel regulador en la salud de los bosques, ya que son agentes biológicos encargados de eliminar árboles débiles y enfermos, y dejar solo a los individuos más fuertes y sanos. A su vez, los árboles muertos y en desintegración contribuyen a la salud de los bosques gracias al reciclaje de nutrientes (Turner, 2010).

No obstante, el papel renovador de los descortezadores ya no ha sido tan “normal” pues ahora sus brotes ocurren con mayor frecuencia, son más grandes y atacan más árboles, lo que genera severos daños al bosque. Esta alteración en la ocurrencia de descortezadores se debe principalmente a los efectos del cambio climático, tanto sobre las poblaciones de estos insectos como sobre los árboles que atacan y que son sus hospederos.

Efecto directo del cambio climático

Para que las larvas de los descortezadores se conviertan en adultos, es necesario que la temperatura no baje de los 0 °C. En ciertas especies de descortezadores, cuando la temperatura desciende por debajo de los 0 °C, las larvas de estos insectos reducen su ritmo de desarrollo y, si la temperatura cae por debajo de los -5 °C, mueren por congelamiento. En el caso de los adultos, estos frenan su reproducción y desarrollo, e incluso pueden morir cuando la temperatura alcanza los -12 °C (Lombardero et al., 2000). Es decir, las temperaturas invernales han sido uno de los “controles poblacionales” más efectivos al evitar que todas las larvas y los adultos sobrevivan. Sin embargo, debido a que la temperatura media del planeta se ha elevado más de 1° C (respecto al período 1850-1900,2 OMM, 2022), ahora los inviernos son más calientes, provocando una mayor sobrevivencia de las larvas. A su vez, el incremento de las temperaturas en verano acelera el desarrollo de los adultos y aumenta su capacidad reproductiva, lo que incrementa su fecundidad y los lleva a tener más generaciones al año (Raffa et al., 2008).

Fases de infestación

Figura 2. Etapas de coloración que indica la fase de infestación del arbolado por un brote del descortezador Dendoctonus frontalis. La flecha blanca indica la dirección hacia donde se expande el brote.
Imagen modificada a partir de Durán y Poloni, 2014; Macías-Sámano et al., 2021.

Efecto indirecto del cambio climático

El principal mecanismo de defensa de los árboles contra el ataque de descortezadores es la resina: sustancia viscosa y pegajosa compuesta por una mezcla de ácidos resínicos, trementina y agua en diferentes porciones y concentraciones. Los árboles producen la resina a través de la fotosíntesis y la almacenan bajo presión en conductos especializados llamados canales resiníferos. De esta manera, cuando los árboles son atacados, generan un “chorro” de resina que expulsa a los atacantes fuera de su tronco y evita que vuelva a entrar porque, al contacto con el aire, la resina se endurece y sella los orificios de entrada (Arregui y Pérez, 2015). Sin embargo, el aumento en la temperatura ha estado acompañado de la disminución en la precipitación, con lo que se producen sequías más calientes, severas y frecuentes, que dejan poca humedad disponible en el suelo y que a la vez aumentan la evapotranspiración de los árboles. Esto genera un estrés fisiológico en los árboles que poco a poco los debilita hasta verse comprometida su actividad fotosintética y, por lo tanto, la producción de resina. Sin su mecanismo de defensa, los árboles son más vulnerables al ataque y colonización de una creciente población de escarabajos descortezadores (Kolb et al., 2019).

Descortezadores y sequía en algunos bosques templados de México

Considerando solo cuatro especies de coníferas de relevancia ecológica y económica (Abies religiosa, Pinus hartwegii, P. oocarpa, P. pseudostrobus), en Michoacán y Estado de México entre 2009 y 2021 se registró la ocurrencia de 11,151 brotes de descortezadores (Figura 3 y Figura 4).

Brotes de descortezadores

Figura 3. Brotes de descortezadores (puntos) registrados entre 2009 y 2021 en cuatro especies de coníferas de Michoacán y Estado de México.

Entre 2009 y 2016 los brotes que se registraron cada año se mantuvieron en promedio por debajo de los 100, pero después de 2016 estos fueron aumentando gradualmente y en 2019 se registró un promedio de 420, hasta alcanzar un promedio de 1,050 registros de brotes en 2021. De las cuatro especies, Abies religiosa (Oyamel) fue la que registró el mayor aumento (Figura 4).

Brotes de descortezadores

Figura 4. Brotes de descortezadores que cada año se registraron en cuatro especies de coníferas de Michoacán y Estado de México.

Mediante un análisis climático para evaluar la relación de eventos de sequía con la ocurrencia de brotes de descortezadores, encontramos que en las cuatro especies de coníferas observadas los brotes estuvieron asociados a condiciones de sequía durante el mismo año en que surgió el brote, o hasta dos años antes (Gómez-Pineda et al., en preparación). Si tomamos como ejemplo y analizamos las condiciones de sequía del año hasta el cual los brotes se mantuvieron relativamente bajos (2016) y las comparamos con los años con más registros de brotes (2019 y 2021), se puede observar que durante 2016 las condiciones fueron menos secas en comparación con las condiciones de 2019 y 2021, donde incluso se registraron sequías extremas (Figura 5).

Condiciones de sequía

Figura 5. Condiciones de sequía registradas por el Monitor de Sequía en México (conagua, s.f.) en el estado de Michoacán y el Estado de México durante 2016, 2019 y 2021.

Los brotes de escarabajos descortezadores en los bosques templados del centro del país están relacionados con las sequías, lo que sugiere que los efectos del cambio climático podrían exacerbar la magnitud de su impacto en términos de árboles muertos. Aunque la ocurrencia de sequías puede no estar sincronizada con el surgimiento de brotes que conducen a la mortalidad de los árboles —lo que puede tomar hasta dos años en algunas especies estudiadas—, esta desincronización proporciona información valiosa para diseñar medidas tempranas de manejo de descortezadores con el fin de prevenir su propagación y daño a los árboles.

Referencias

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Recepción: 14/11/2022. Aprobación: 16/02/2023.

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Revista Digital Universitaria Publicación bimestral Vol. 18, Núm. 6julio-agosto 2017 ISSN: 1607 - 6079