Otro hombre es posible: GENDES y los hombres en la igualdad de género

Vol. 21, núm. 4 julio-agosto 2020

Otro hombre es posible: GENDES y los hombres en la igualdad de género

Mauro A. Vargas Urías Cita

Resumen

Este artículo plantea un recuento general de la creación y existencia de gendes, una organización de la sociedad civil mexicana fundada para impulsar la igualdad sustantiva desde el trabajo con hombres. Inicia explicando los factores estructurales que configuran la cultura machista como un problema histórico, justificando así el surgimiento de esta iniciativa de intervención, para luego dar cuenta del andamiaje institucional y metodológico que sostiene el trabajo de la asociación, desagregado en la descripción de varias estrategias que impulsa este colectivo. Finalmente, este texto termina exponiendo algunos desafíos que, desde esa apuesta institucional, se identifican como razones para continuar y lograr la premisa de implicar a los hombres en la consecución efectiva de la igualdad de género.
Palabras clave: hombre, perspectiva de género, masculinidades, cultura machista, igualdad sustantiva, cambio cultural, gendes.

Another man is possible: GENDES and men in gender equality

Abstract

This article covers a brief summary of the origin, creation and existence of gendes, a Mexican civil society’s organization meant to foster gender equality work with men. It begins by recounting the structural factors that create the Macho culture as a historical issue, thus justifying the creation of this intervention initiative. We will learn about its institutional structure and the methodologies sustaining its work, and we will break down various strategies used to reach its goals. Finally, this text ends by exploring some challenges encountered throughout the development of this initiative, that are also reasons to continue, in order to involve men in the effective achievement of gender equality.
Keywords: masculinity, masculinities, macho culture, gender perspective, men, gender equality, cultural change, gendes.

Un problema histórico

México es un país en el que persisten creencias tradicionales sobre ser mujer y ser hombre, creencias que establecen representaciones que invaden el imaginario –individual y colectivo– y configuran identidades sociales que, a la vez, influyen en los pensamientos y prácticas de las personas, moldeando así un determinado orden social. Desde un análisis filtrado por la perspectiva de género, los rasgos que enfatizan la diferencia sexual de las personas siguen siendo usados como argumentos para justificar divisiones y tratos diferenciados, que culminan en desigualdades. A su vez, estos inician al marcar la separación de las personas al llegar al mundo como mujeres y hombres, en tanto “formas de existir el cuerpo” (Halberstam, 2010, p. 89). Continúan con distinciones basadas en otras características y condiciones, que se traducen en mecanismos simbólicos, silenciados y normalizados de discriminación hacia las mujeres en un primer plano.

Algunos ejemplos de ello son: que se les dificulte el camino para acceder a ciertas oportunidades de desarrollo (jugar, estudiar, destacar en el trabajo, figurar en la arena política, académica o empresarial, etcétera), que las mujeres ganen menos que los hombres por funciones similares, que no logren ejercer su derecho a una sexualidad libre de prejuicios, que no puedan sentirse seguras al transitar en espacios públicos, o que les sea muy complicado lidiar con estereotipos que insisten en colocarlas como sumisas, madres abnegadas, responsables de un hogar, cuidadoras, lo que limita en muchos casos su derecho a elegir y a construir proyectos de vida apegados a sus deseos.

De manera simultánea, vivir siendo hombre en nuestro país conlleva el goce de disfrutar ciertos privilegios y, a la vez, exige el desafío de afrontar todos los días pruebas, riesgos y demostraciones de hombría, que suelen pasar desapercibidas en las interacciones sociales. Esta cultura machista es, también, fuente de desigualdades, violencias e injusticias que se imponen en todos los ámbitos. El ejercicio acrítico de la masculinidad hegemónica (Connel, 2003, p. 36), que se impone en México, implica vivir bajo un rígido orden social de género que decreta formas de pensar al dictar códigos, traducidos en mandatos, a partir de los cuales los varones, supuestamente, tenemos que actuar: los hombres debemos ser fuertes, proveedores, competitivos, audaces, inteligentes, dominantes, heterosexuales, indolentes, autoritarios, jerárquicos y emocionalmente controlados.

En este contexto, lo débil, lo sensible, lo empático o lo afectivo son rasgos que adquieren connotaciones negativas y llevan al menosprecio, porque se les relaciona con la “feminidad” (Badinter, 1993, p. 68). Por el contrario, las demostraciones de fuerza, poder, control, dominio, o de sometimiento de las, los y lo demás, se exaltan como símbolos de logro y de éxito.

Los impactos que derivan de esta forma cultural de ser y relacionarse afectan tanto a los propios hombres que se apegan a estos mandatos como a quienes los rodean, con costos cada vez más elevados para la sociedad. Esto porque aferrarse a dicho modelo machista implica contribuir (por acción u omisión) a la desigualdad tanto de género como económica, a la descomposición del tejido social, al descuido del medio ambiente o al crecimiento de problemáticas como la violencia en casa, el acoso y hostigamiento sexual en todos los ámbitos, el narcotráfico, la trata de personas y otras muestras de delincuencia organizada.

Este modelo hegemónico masculino genera, de manera muy marcada, riesgos para las mujeres cercanas a hombres que ejercen su masculinidad desde el sexismo. Ante creencias machistas como: “mis derechos son más importantes que los de las mujeres”, “ellas son inferiores”, “la crianza y el cuidado de los niños es cosa de ellas”, “nos están quitando trabajos”, “los problemas empezaron porque ellas dejaron el hogar”, “ni saben enseñar ni pueden gobernar”, “lo que pasa en mi casa es cosa mía”, entre otras, las consecuencias se traducen en prácticas de maltrato, principalmente contra mujeres, hijas e hijos, con daños para su salud integral; nula participación del hombre en la anticoncepción; contagio de infecciones de transmisión sexual, por resistencia a medios de prevención; escaso acompañamiento en el embarazo; limitada participación en la crianza, cuidados, o abandono de hijas e hijos.

Si bien las mujeres son quienes sufren de manera más contundente los efectos de la desigualdad de género, como violencia en sus hogares y en espacios públicos, los mandatos de género conllevan también severos impactos para los hombres. Al interactuar entre ellos, la práctica de este modelo masculino machista impone a cada uno el ejercicio de una hombría heteronormada y “medible” en la competitividad, la puesta a prueba, la confrontación y el riesgo. En otras palabras, se activa la violencia intragenérica con consecuencias como las siguientes: heridas y muertes por peleas, accidentes o guerras; lesiones durante gestas deportivas; alto estrés por incursión en redes delictivas; frustración emocional al competir con modelos ideales; discriminaciones derivadas de la homofobia –ataques contra los considerados “menos hombres”: niños, viejos, femeninos, tímidos, torpes o cobardes–.

Pese a todo lo anterior, la sociedad y los gobiernos conceden poca importancia al impulso de esquemas de intervención para poblaciones masculinas. Se previene poco (y se atiende menos) a los hombres desde propuestas que modifiquen estas ideas y cambien conductas para avanzar hacia formas alternativas de construirse, que promuevan el ejercicio de masculinidades verdaderamente igualitarias.

En nuestro país, los hombres todavía no son plenamente reconocidos como sujetos genéricos, toda vez que se sigue viendo a la perspectiva de género –sobre todo en el sector público– como un enfoque para visibilizar sólo a las mujeres, sin tomar en cuenta que su definición también incluye, desde una mirada integral, la evidencia de que el análisis de la construcción de género de los hombres es tan significativa y relevante como la que pasa en el proceso de ser mujer y que las formas en que esto ocurre impactan lo privado y lo público. Por tanto, si bien en este artículo consideramos que es importante en este momento histórico que se prioricen las medidas de atención para el adelanto de las mujeres, lo que deseamos enfatizar es que tales esfuerzos deben complementarse con acciones que también involucren a los hombres en la consecución de la igualdad sustantiva.

Los diagnósticos que han dado paso a la formulación de ciertas leyes, políticas, programas y acciones, desde cualquier sector, reconocen que las causas estructurales de las desigualdades, discriminaciones y violencias contra las mujeres se encuentran en el modelo patriarcal o machista que permea la sociedad y que ejercen activamente los hombres. Sin embargo, la perspectiva que se mantiene es la de un carácter punitivo sobre ellos, reduciéndolos al ámbito de la violencia de género y social, y al rol de agresores. En este sentido, es pertinente resaltar el hecho de que las intervenciones públicas aún no incorporan la perspectiva de género desde un enfoque dirigido a transformar las masculinidades machistas en las que los hombres configuran y activan sus identidades. De esta manera, se queda inconcluso el logro de la igualdad sustantiva, mientras no se implique de manera asertiva y responsable a los varones.

El proyecto social

En este marco, en 2003, un pequeño equipo de profesionales fundó –para luego constituirla legalmente en 2008– una asociación civil llamada gendes (Género y Desarrollo, a.c.). Se trata de una instancia ciudadana orientada a problematizar la cuestión masculina, elaborar análisis y aportar soluciones para estos desafíos, priorizando el trabajo con y para hombres, pero colocando, de forma enfática y prioritaria, la premisa de contribuir al desarrollo de un México seguro, equitativo e igualitario para las mujeres.

Como ya se había afirmado en párrafos anteriores, los hombres han sido ignorados como grupo sujeto de atención en las políticas enfocadas a impulsar la igualdad de género, por lo que existen escasas estrategias específicas dirigidas a ese conjunto poblacional.

Sin embargo, desde nuestra perspectiva, muchos problemas sociales (inseguridad y crecimiento de la delincuencia organizada, violencia e inequidad de género, rompimiento del tejido social, etcétera) tienen su origen, entre otras causas, en los antivalores que sustenta el modelo dominante de ser hombre en nuestro país.

El caso de la violencia de género es ilustrativo: el enfoque preponderante consiste en difundir entre las mujeres sus derechos, atender a las víctimas, empoderarlas y, a la par, sancionar a los hombres agresores. Sin embargo, nos parece que sería vital sumar estrategias para prevenir, mediante iniciativas que eduquen a las nuevas generaciones de varones con premisas que sustenten la igualdad y el respeto; o acciones para sensibilizar a los hombres jóvenes y adultos sobre las consecuencias de sus ejercicios de discriminación y violencia hacia las mujeres (cuando así ocurre); así como estimular la participación de aquellos que no se afilian al machismo, pero no saben cómo coadyuvar para colaborar con otros; y así avanzar, con pasos claros, hacia la responsabilidad de construir entornos seguros en los que todos se relacionen con las mujeres de maneras diferentes: empáticas, respetuosas, solidarias, verdaderamente igualitarias.

Es importante resaltar que no se ha promovido de manera amplia y sistemática un enfoque de masculinidad dedicado a transformar la cultura machista en nuevos paradigmas que, gradualmente, generen el desarrollo de formas de pensamiento que lleven a los hombres a practicar relaciones igualitarias entre los géneros y ellos mismos. En este sentido, nuestro ámbito de trabajo consiste en investigar la manera en que socialmente se construye la masculinidad, o más correctamente, las masculinidades (Instituto Nacional de las Mujeres [inmujeres], 2007, p. 92). Esto con el fin de diseñar, aplicar y evaluar diferentes estrategias que, desde la perspectiva de género sumada a metodologías y marcos conceptuales complementarios, contribuyan a que hombres de diferentes edades, condiciones y contextos reflexionen sobre la manera en que ejercen su masculinidad, los costos afectivos, familiares, sociales e incluso económicos que ello genera cuando lo hacen desde el machismo. El objetivo es llegar a la exploración de formas de ser varones alternativas a las autoritarias y violentas, es decir, aprender a escuchar, compartir, dialogar, acordar, en lugar de imponer.

gendes es el acrónimo que emerge al fusionar las palabras género y desarrollo, pues desde nuestra perspectiva son conceptos complementarios que no deben disociarse en un país que se presume democrático. No basta el cambio individual (como asumir el desafío personal de renunciar a los privilegios que a cada varón nos otorga la cultura patriarcal imperante), también debemos comprometernos a impulsar procesos que avancen hacia la transformación social, incidiendo en otros hombres mediante el enfoque de políticas públicas, y yendo más allá, en el sistema de creencias que sostiene el actual Estado, lo cual implica enriquecer el marco legal vigente y aportar elementos para que las instancias públicas, los espacios académicos, las empresas privadas y los medios de comunicación (entre otros agentes socializadores) adopten estrategias y programas que involucren a los hombres en las políticas de igualdad.

Los medios para impulsar el cambio social

En estos años hemos logrado, como equipo institucional, aportar elementos teórico-metodológicos y de intervención directa para avanzar hacia los desafíos que la temática implica. Hemos desarrollado investigaciones sobre la amistad masculina, sobre el involucramiento de los hombres en el delito de la trata de personas, o sobre la violencia masculina en las rutas migratorias, por citar algunos temas. Asimismo, hemos creado guías y manuales para trabajar de manera preventiva las dinámicas de relación igualitaria entre niñas y niños en diferentes etapas, la prevención del VIH y del embarazo adolescente con enfoque en masculinidades, o la prevención del delito en varones adolescentes y jóvenes, así como el impulso de noviazgos libres de violencia.

Ofrecemos de manera permanente atención a hombres dispuestos a erradicar la violencia como instrumento de socialización, mediante su adherencia a grupos de reeducación que hemos logrado replicar en 16 ciudades de cuatro países (Bolivia, Estados Unidos, Panamá y Uruguay). También hemos generado aportes para el cambio estructural, al participar en diferentes coyunturas electorales y aportar propuestas de política pública desde las masculinidades, para reformar el marco legal vigente y complementar algunas acciones concretas de gobierno en sus tres niveles (federal, estatal y municipal).

Todo lo anterior está debidamente documentado en publicaciones electrónicas e impresas que nos sirven de base para activar propuestas de sensibilización, a través de campañas de comunicación, conferencias, talleres, seminarios, programas de radio o para difundir mensajes mediante el uso de nuestras redes sociales. Asimismo, realizamos procesos de transferencia metodológica a profesionales de distintos sectores, mediante capacitaciones, talleres, foros, congresos, diplomados, y al colaborar con diversas instancias académicas.

La manera en que hemos logrado sustentar tanto trabajo ha sido mediante el diseño de una estructura institucional que brinda certidumbre y desde la cual activamos un plan de gestión de recursos que, al impulsar estrategias diversificadas, ha permitido darnos a conocer y lograr financiamientos que han venido creciendo de manera sostenida. Hemos cuidado dichos financiamientos con mecanismos de orden y transparencia, que nos permiten proyectar una imagen de confianza que se constata con los resultados que entregamos a nuestras diferentes audiencias.

Los desafíos

Pasando a un plano personal en este escrito, no tengo ninguna duda: el tema de las masculinidades es, en lo profesional, mi sentido de vida. Hoy por hoy es la base en la que me apoyo para impulsar el avance de gendes. Así es y así será por un tiempo más en mi vida, tal vez por otros 10 o 15 años. No me veo pronto en otra parte, aunque también considero que es importante no aferrarse y, eventualmente, “soltar” estos espacios para continuar aportando otras novedades desde el mismo tema.

Empezamos con muy pocos recursos, algunos ahorros que nos permitieron afrontar los costos necesarios para constituirnos legalmente, realizar un ejercicio de planeación inicial, diseñar una imagen institucional, rentar y equipar un espacio y otras acciones básicas que fueron necesarias para materializar la idea organizacional. Poco a poco, hemos fortalecido este proyecto institucional con la conformación de un equipo de trabajo que hoy incluye a 19 profesionales de tiempo completo y varios más que, cada año, apoyan con trabajo voluntario, estancias y pasantías académicas o de servicio social. Contamos ya con un espacio totalmente equipado que nos permite brindar diversas estrategias de atención directa y, a la vez, mantener nuestra dimensión administrativa. Hemos logrado un posicionamiento significativo en los ámbitos nacional e iberoamericano, y contamos con varias publicaciones, reconocimientos y premios nacionales e internacionales, que dan cuenta de los impactos que hemos alcanzado.



Video. ¿Qué buscamos en GENDES A.C.?


No obstante, el desafío es aún enorme y exige de un esfuerzo indeclinable. De manera puntual, colocaríamos los siguientes elementos como aspectos que requieren ser considerados para fortalecer procesos que apunten hacia un cambio social en materia de igualdad (Vargas, 2018, p. 26):

  • Primero, destacaríamos la importancia de que al hacer uso de la perspectiva de género, tal enfoque no debe limitarse sólo al trabajo con mujeres. Si bien compartimos el argumento de que las acciones para ellas deben ser siempre prioritarias, lo que proponemos es que es fundamental complementar tales procesos con el análisis de las masculinidades, fomentando la implicación de los hombres en la igualdad de género. Hay que dejar en claro que al hablar de igualdad en este contexto, no se alude, evidentemente, a una igualdad biológica, sino a la importancia de promover el que todas y todos podamos ejercer nuestros derechos y gozar del acceso a cualquier tipo de oportunidad para impulsar nuestro desarrollo humano, sin menoscabo del sexo ni de otros factores identitarios.
  • Segundo, no dejamos de considerar el hecho de que el machismo también afecta a los mismos hombres. Esto no implica dejar de ver que las mujeres sufren en mayores grados los impactos negativos de esta cultura patriarcal. Sin embargo, para generar cambios, es preciso resaltar que los varones, de igual forma, se ven afectados por la imposición de roles estereotipados, que los marcan y los inducen a colocarse en situaciones de riesgo y de rezagos emocionales, que dificultan la comprensión empática de muchas de sus acciones, con alto costo para ellos y para quienes los rodean.
  • Por tanto, los hombres deben ser sujetos de atención. En general, las políticas públicas y empresariales son miopes al género, pues no lo consideran como un factor que pese tanto como otros. Bajo esta omisión, políticas que deberían dirigirse a ellos no toman en cuenta el género de los hombres ni sus especificidades, limitándose así su diseño e instrumentación. De ahí la carencia, por ejemplo, de estrategias que fortalezcan medidas efectivas para la corresponsabilidad del trabajo en casa (crianza, cuidados, tareas domésticas, etcétera), la escasez de medidas preventivas para niños o adolescentes, las limitaciones para escalar los procesos de reeducación para hombres que han ejercido violencias no severas, o las dificultades para promover el cuidado de la salud masculina, tanto física como emocional.
  • Asimismo, es preciso crear alternativas concretas para impulsar el cambio social. Promover cambios en la cultura requiere de paciencia para tolerar un ritmo más lento que el que la realidad exige. La masculinidad tradicional o machista es un rasgo no deseable que deja a muchos varones con la interrogante de qué significa eso de materializar la igualdad de derechos y cómo compartir espacios y oportunidades en la vida cotidiana. Necesitamos explicar con mayor claridad y generar conciencia que invite a la reflexión.
  • Finalmente, el trabajo con hombres desde la perspectiva de género con enfoque en las masculinidades es fundamental para lograr la justicia social y de género.

Avanzar hacia la consecución de la igualdad sustantiva en México requiere de esfuerzos compartidos que, desde el origen de gendes, nos hemos propuesto impulsar. Lograr el cambio cultural que necesita nuestra sociedad implica retos estructurales y simbólicos que muevan conciencias y se traduzcan en prácticas distintas a las que las normas tradicionales de género nos siguen imponiendo. Tal cambio, si bien complejo y enorme, es posible sumando alianzas significativas.

El acercarnos a contextos universitarios, razón que estimula la redacción de este artículo, nos brinda la oportunidad de traspasar el umbral académico para comunicarnos con estudiantes y docentes. Ellas y ellos, desde diferentes disciplinas, pueden sensibilizarse para incidir, a partir de sus áreas de aplicación, en la configuración de formas distintas de socializar como mujeres y hombres profesionales con perspectiva de género, conociéndose y re-conociéndose hasta transformarse y ser capaces de modelar actitudes genuinamente respetuosas, empáticas, equitativas e igualitarias, dondequiera activen sus saberes.

Referencias

  • Badinter, E. (1993). xy. La identidad masculina. Alianza.
  • Connell, R. (2003). Masculinidades. pueg-unam.
  • Instituto Nacional de las Mujeres (inmujeres). (2007). Glosario de género. http://cedoc.inmujeres.gob.mx/documentos_download/100904.pdf
  • Halberstam, J. (2010). Masculinidades femeninas en la globalidad. En Muñiz, E. (Coord.), Disciplinas y prácticas corporales. Una mirada a las sociedades contemporáneas. uam-a-Anthropos. https://www.gendes.org.mx/publicaciones
  • Vargas, M. (Coord.). (2018). Suma por la igualdad. Propuestas de agenda pública para implicar a los hombres en la igualdad de género. gendes.

Sitios de interés



Recepción: 26/04/2020. Aprobación: 29/05/2020.

Show Buttons
Hide Buttons

Revista Digital Universitaria Publicación bimestral Vol. 18, Núm. 6julio-agosto 2017 ISSN: 1607 - 6079