Vol. 25, núm. 5 septiembre-octubre 2024

Fuera de la caja negra: manglares, aceras, agentes virtuales y otros tópicos

Víctor Jesús Rendón Cazales Cita









Este número de la Revista Digital Universitaria (rdu) ofrece un panorama diverso y profundo de distintas problemáticas, alternativas y posibilidades en áreas cruciales de la vida social y natural. Los trabajos presentados tienen como propósito compartir conocimiento sobre las interacciones entre las actividades humanas que sostienen el modelo económico y político, las respuestas adaptativas de los seres vivos, los cambios en los ecosistemas y las dinámicas de los ciclos naturales. Comprender de manera integral estas interacciones es fundamental para imaginar acciones que favorezcan un mejor equilibrio entre los ámbitos natural y social.




En un contexto global cada vez más interconectado, las situaciones y catástrofes que ocurren en una región del mundo repercuten en otros países, tanto a mediano como a largo plazo. Estas situaciones pueden ser causadas por factores naturales, sociales o la interacción entre ambos, lo que pone en evidencia la interdependencia y vulnerabilidad compartida entre las naciones y los ecosistemas del planeta. Así, fenómenos naturales como huracanes o terremotos pueden afectar directamente las regiones donde ocurren, causando pérdidas humanas y materiales, así como daños a los ecosistemas. Sin embargo, estos impactos también se extienden a otras regiones del mundo de diversas maneras.

Por ejemplo, en el documento titulado “Impacto de los desastres naturales en las cadenas mundiales de suministro” de la Red de Investigaciones y Formación sobre Comercio (Ye y Abe, 2012), se abordan dos casos significativos de los efectos de los desastres naturales con consecuencias sociales en múltiples regiones del mundo: el terremoto en Fukushima y las inundaciones en Tailandia. En este trabajo se señala cómo el terremoto en Japón provocó daños en el reactor de la planta de energía nuclear en Fukushima, afectando la industria manufacturera de automóviles y productos químicos a nivel mundial. Además, la decisión del gobierno japonés de verter al mar agua contaminada con elementos radioactivos no sólo generó preocupaciones internas, sino que ocasionó una alarma mundial sobre la eficacia de las acciones emprendidas y el impacto potencial en los ecosistemas marinos, la pesca y otras actividades económicas.

En el caso de las inundaciones en Tailandia, atribuidas no únicamente a fenómenos naturales, sino a una combinación de factores como la planificación urbana, la deforestación y fallas en los sistemas de gestión de inundaciones, se generó un impacto en las cadenas de suministro de la industria automotriz, electrónica y del acero. Estos casos evidencian las complejas relaciones e interacciones entre las actividades humanas y los fenómenos naturales, así como sus implicaciones en las economías globales.

Este número de la rdu invita a una reflexión crítica y multidisciplinaria sobre cómo las actividades humanas afectan al medio ambiente y cómo los cambios en la naturaleza repercuten en la vida social. Los textos incluidos enfatizan la importancia de poseer conocimientos profundos sobre fenómenos y problemáticas poco conocidos, pero de gran relevancia. El número se compone de 12 textos que desarrollan temas relacionados con la naturaleza, la vida social y la salud humana. A través de estos trabajos se pueden apreciar las diversas interacciones en los ámbitos natural, social y tecnológico, y cómo moldean las realidades contemporáneas, aportando conocimiento a las situaciones complejas que enfrentan las sociedades.

Algunos textos que abordan temas relacionados con la naturaleza nos invitan a repensar, sin prejuicios, el papel de diversos organismos en el equilibrio de los ecosistemas y las consecuencias negativas de la interacción entre elementos incompatibles. Por ejemplo, la colaboración titulada “Los roedores: animales fantásticos y dónde encontrarlos” brinda información relevante sobre las funciones positivas de estos animales, cuestionando la percepción errónea que se tiene de ellos. Asimismo, “Mangles al rescate: cómo estos árboles purifican ecosistemas costeros” ofrece información sobre una técnica que ayuda a mitigar la contaminación de los mares: la biorremediación. Este artículo resalta la importancia de los manglares como organismos estabilizadores que ayudan a remediar los ecosistemas costeros debido a su alta tolerancia a la temperatura, salinidad y presencia de metales pesados.

Otros trabajos nos hablan sobre la interacción de diversos organismos con su ambiente. Por ejemplo, “De los azúcares y de cómo regulan las plantas su propio alimento” muestra cómo las plantas, a través de la fotosíntesis, generan azúcares y su función en el metabolismo vegetal. De igual manera, el trabajo “Sed de respuestas: explorando los misterios detrás de las sequías” aborda las causas de las sequías en diferentes partes del mundo, incluyendo fenómenos como el Niño, las corrientes de chorro y las actividades humanas. El artículo “Los microplásticos como vehículo del cadmio: ¿Una interacción peligrosa para los organismos acuáticos?”, comunica cómo los microplásticos interactúan con metales contaminantes como el cadmio, que se encuentra en altas concentraciones en diversas partes de los océanos, generando un efecto tóxico potencializador. Asimismo, “La ballena gris y su avistamiento en México” ofrece una perspectiva sobre los desafíos que enfrenta esta especie en su hábitat natural debido al creciente turismo. Este trabajo destaca la importancia de seguir las normas establecidas para el avistamiento de ballenas en México, con el fin de proteger a estos mamíferos marinos y minimizar el impacto negativo de las actividades humanas en su comportamiento natural.

Otro conjunto de trabajos de este número se enfoca en diversas problemáticas sociales. Se presentan textos relacionados con la movilidad desde dos perspectivas diferentes: la primera, en un sentido inmediato y cotidiano, como se aborda en el artículo “Obstáculos en el camino: cómo afectan las aceras a la movilidad peatonal”, el cual presenta un problema común, pero pocas veces evidenciado y cuestionado: la obstrucción de las aceras y sus repercusiones en la movilidad peatonal. La segunda perspectiva se relaciona con la posibilidad de acceso y cambio en la posición socioeconómica a partir de la educación en una institución universitaria de alta exigencia. Así, “Movilidad social en El Colegio de México: un estudio de los egresados en Relaciones Internacionales (1960-2010)” comparte un análisis sobre cómo el 29% de los graduados de esta carrera lograron mejores condiciones socioeconómicas respecto a sus progenitores.

Un par de artículos se enfocan en temas relacionados con el contexto educativo. “La inteligencia emocional: una ruta para la igualdad de género” analiza cómo las desigualdades en las respuestas afectivas entre hombres y mujeres influyen en la forma de afrontar situaciones estresantes, y enfatiza la importancia de este tema en la promoción de relaciones de género más equitativas. Otra colaboración sobre aspectos educativos es “TIC en la evaluación del aprendizaje”, que presenta resultados preliminares sobre el proceso de evaluación empleando tecnologías digitales en la asignatura de Matemáticas iv. A través de herramientas como Geogebra, Google Classroom y Quizizz, se analiza cómo realizar evaluaciones auténticas que retroalimenten el proceso de aprendizaje del estudiantado.

El último conjunto de trabajos se enfoca en temas de salud humana, cuyo común denominador es generar información como principal herramienta para la prevención. “¿Qué hay detrás del cáncer? Una mirada desde su origen hasta su tratamiento” es un claro ejemplo de esta idea, ya que enfatiza la necesidad de conocer esta enfermedad como medio para su prevención, detección oportuna y tratamiento. En este texto se presenta información detallada sobre las características, causas, tipos y tratamientos de esta enfermedad.

En el artículo titulado “Dormir bien o dormir con apnea obstructiva del sueño” se resalta la importancia del sueño para el óptimo funcionamiento de nuestro organismo y se analiza la apnea obstructiva del sueño, un trastorno caracterizado por interrupciones en el flujo de aire durante el sueño debido al colapso de las vías respiratorias, lo que impide un descanso reparador. “Tecnología y salud mental: agentes virtuales para intervenciones breves motivacionales” explora el uso de inteligencia artificial en problemas relacionados con el consumo excesivo de alcohol, abuso de sustancias, cambio conductual, falta de motivación, entre otros. Una de las principales implicaciones del uso de estas herramientas es la posibilidad de reducir la brecha de atención en problemas de salud mental a nivel poblacional.

En síntesis, este número de la Revista Digital Universitaria (rdu) presenta una variedad de temas y problemáticas de gran relevancia para académicos, profesionistas y público en general interesados en los retos actuales. Con un lenguaje claro, sencillo y académico, cada uno de los textos invita a reflexionar sobre las múltiples interacciones entre el mundo natural y el social. De igual forma, este número comparte un panorama multidisciplinario cuyo propósito principal es generar y compartir conocimiento de manera accesible al público lector.

Referencias

  • Ye, L., y Abe, M. (2012). The impacts of natural disasters on global supply chains. ARTNeT Working Paper Series, 115. https://n9.cl/ru10i


Vol. 25, núm. 5 septiembre-octubre 2024

De los azúcares y de cómo regulan las plantas su propio alimento

Andrea Romero-Reyes y Elisa M. Valenzuela-Soto Cita

Resumen

En las células de todo ser vivo, es importante mantener los niveles de energía adecuados de acuerdo con sus requerimientos. Para que nuestro cuerpo esté en equilibrio, los humanos podemos cuidar nuestra dieta y realizar actividad física. En cambio, las plantas, transforman la energía proveniente de la luz solar en energía química y azúcares gracias a la fotosíntesis; el almidón y la sacarosa son dos de los azúcares más importantes para las plantas, pues de ahí obtienen la energía necesaria para su adecuado desarrollo. Además de ser autótrofas, las plantas son inmóviles, entonces, ¿cómo regulan las células sus niveles de energía? En este artículo te explicamos cómo algunos azúcares, más allá de proveer energía, le indican a la célula cómo mantener el equilibrio, regulando así el crecimiento de las plantas.
Palabras clave: plantas, azúcares, fotosíntesis, metabolismo vegetal.

About sugars and how plants regulate their own food

Abstract

In the cells of every living being, it is important to maintain adequate energy levels in accordance with its requirements. To keep our body in balance, humans can take care of their diets and do physical activity. On the other hand, plants transform energy from sunlight into chemical energy and sugars thanks to photosynthesis. Two of the most important sugars for plants are starch and sucrose, from which they obtain the energy they need for an adequate development. In addition to being autotrophic, plants are also immobile organisms, so how can a plant cell regulate their energy levels? In this article we will describe how some sugars play a role beyond providing energy, as they can also indicate the cell how to keep balance, thus regulating plant growth.
Keywords: plants, sugars, photosynthesis, plant metabolism.


Introducción

Un ser vivo autótrofo es aquél que es capaz de producir su propio alimento; ejemplos de estos organismos son las cianobacterias, las algas y las plantas terrestres, siendo las últimas las más populares de este grupo. Mediante la fotosíntesis, las plantas usan la luz, el agua y el dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera para sintetizar azúcares. Éstos les permite tener energía para crecer y desarrollarse.

En los humanos, cuando hay un exceso o deficiencia en los niveles de azúcares en el cuerpo, pueden generarse efectos adversos como la diabetes o hipoglucemia (baja de azúcar en la sangre). Por su parte, en las plantas, el desarrollo también puede verse afectado cuando hay un descontrol de los niveles de azúcares en la célula vegetal. Sin embargo, mientras los humanos podemos controlar nuestros niveles de azúcar vigilando los alimentos que ingerimos en nuestra dieta, o haciendo ejercicio para quemar calorías, las plantas no son capaces de ello. ¿Te has preguntado cómo puede una planta controlar el propio alimento que ella misma produce?

Las células obtienen energía a través de las reacciones del metabolismo

El metabolismo es todo el conjunto de reacciones bioquímicas que ocurren dentro de un ser vivo. La función principal del metabolismo es transformar los alimentos en energía y aprovechar los nutrientes para que las células puedan funcionar adecuadamente. Existen dos tipos de reacciones metabólicas: a) las catabólicas, donde las moléculas grandes son degradadas a moléculas más sencillas, y b) las anabólicas, donde se usan las moléculas sencillas para construir compuestos más grandes. En ambos casos, el atp (adenosín trifosfato) y el nadph (nicotinamida adenina dinucleótido fosfato) son fundamentales para todas las reacciones metabólicas, ya que funcionan como energía química en todos los procesos (Taiz y Zeiger, 2002).

Existen diferencias importantes entre el metabolismo de las plantas y el de los animales. Los animales principalmente obtienen energía a partir del consumo de carbohidratos (como el pan o la tortilla en el caso de los humanos). Mediante un proceso conocido como glucólisis, las células transforman los carbohidratos en atp, para así obtener energía para funcionar. Cuando consumimos más energía de la que necesitamos, el exceso de atp se almacena en nuestro cuerpo en forma de grasa, cuya función es guardar la energía para usarse después en tiempos de ayuno. En ocasiones, el consumo de alimentos en exceso puede convertirse en un problema. Si nuestro cuerpo almacena demasiada grasa, pueden aparecer enfermedades como obesidad, diabetes o problemas cardiovasculares, afectando nuestra salud. Por fortuna, una forma de mantener el equilibrio en nuestro metabolismo y cuidar nuestra salud es moderar nuestro consumo de alimentos y realizar actividad física para quemar las calorías extras y mantenernos saludables.

En el caso de las plantas, el control del equilibrio metabólico es algo más complejo. A partir de la fotosíntesis, en las hojas se forman dos productos muy importantes: el almidón y la sacarosa. El almidón está compuesto de cadenas de amilosa y amilopectina (ver figura 1) y se guarda en la hoja como reserva de energía. Por otro lado, la sacarosa, formada de glucosa y fructosa (ver figura 1), se distribuye desde la hoja hacia el resto de la planta para dar energía a las células que no hacen fotosíntesis (Taiz y Zeiger, 2002).

Las plantas no pueden controlar su ingesta de alimentos como tal; aun así, deben equilibrar la producción y degradación de atp. Además, al no tener la capacidad de moverse de su lugar, las plantas siempre están sujetas a las condiciones del medio ambiente que las rodea. Entonces, ¿cómo sabe una planta cuándo gastar o guardar energía? Y, sobre todo, ¿cómo puede sobrevivir cuando el ambiente en el que se encuentra es desfavorable?

Estructura química de los azúcares más relevantes en una planta

Figura 1. Estructura química de los azúcares más relevantes en una planta: almidón, sacarosa y trehalosa. Crédito: elaboración propia

Las hormonas vegetales regulan la distribución de la energía en la planta

A lo largo su evolución, las plantas han desarrollado diversas estrategias para sobrevivir en diferentes ambientes y aprovechar el agua y nutrientes a los que tienen acceso. Cuentan con hormonas vegetales (también llamadas fitohormonas), que funcionan como un sistema de comunicación dentro de la planta, ya que envían señales de una célula vegetal a otra para activar reacciones metabólicas (Taiz y Zeiger, 2002).

Una de las fitohormonas más estudiadas es el ácido abscísico (aba). El aba participa en la etapa de senescencia (envejecimiento de las células), por lo que es más abundante en plantas maduras o que se encuentran en condiciones ambientales desfavorables, como sequía, incremento de la temperatura o congelación, entre otros. Por ejemplo, durante el otoño, el aba incrementa en las plantas, lo que hace que un árbol se prepare para el invierno desprendiéndose de sus hojas. En los cereales, como el trigo, el aba aumenta cuando la planta alcanza su etapa de reproducción (producción del grano), promoviendo la movilización de los azúcares hacia la espiga, los cuales se almacenan como almidón en el grano (Taiz y Zeiger, 2002).

Los azúcares funcionan como señales del estatus energético de una planta

Diversos grupos de investigadores han encontrado que los azúcares no sólo brindan energía, sino que también pueden funcionar como moléculas señalizadoras. Esto significa que algunos azúcares en la célula pueden encender o apagar distintas vías metabólicas de la planta, incluyendo aquellas encargadas de movilizar los azúcares y del uso o acumulación de energía (Lastdrager et al., 2014). Como ya mencionamos, la sacarosa viaja desde la hoja hacia otros tejidos como la raíz o los frutos. Además, ahora se sabe que la sacarosa tiene otra función muy importante dentro de las plantas: la de controlar su metabolismo energético (Figueroa y Lunn, 2016).

La sacarosa es un indicador de la eficiencia con la que está creciendo una planta. En la fotosíntesis, el carbono que se obtiene a partir del CO2 puede tener diferentes destinos, con el siguiente orden de prioridad: 1) regenerar el ciclo de Calvin para que la planta continúe fijando CO2; 2) acumularse como almidón temporalmente en el cloroplasto, o 3) formar sacarosa para viajar a las células no fotosintéticas. Por lo tanto, si la cantidad de sacarosa en la planta es muy alta, significa que la fijación de CO2 en las hojas está siendo eficiente y se está obteniendo suficiente carbono y energía para permitir que la planta aumente su tamaño o biomasa (Figueroa y Lunn, 2016; Taiz y Zeiger, 2002).

Otro azúcar, cuyo estudio ha cobrado bastante importancia en las últimas décadas, es la trehalosa, ya que se descubrió que participa en la regulación del metabolismo vegetal. La trehalosa está formada por dos glucosas unidas entre sí (ver figura 1) y se diferencia de la sacarosa porque se encuentra en cantidades mucho más bajas (hasta mil veces menos) en los tejidos vegetales (Lunn et al., 2014; Paul et al., 2008).

En plantas, el hallazgo de la trehalosa se describió primero en plantas de Selaginella lepydophila (Hook. y Grev.), una especie de un grupo particular de plantas llamado plantas de resurrección. Estas plantas se llaman así porque pueden sobrevivir a períodos largos de sequía gracias a que sintetizan y acumulan grandes cantidades de trehalosa en sus tejidos (Paul et al., 2008).

En el resto de las plantas, la cantidad de trehalosa es demasiado baja o incluso indetectable. Por ello, inicialmente se pensó que la trehalosa no tenía ningún papel importante. Sin embargo, conforme se fueron describiendo los genomas de las diferentes especies de plantas (es decir, la secuencia de cada uno de sus genes), se encontró que todas las plantas cuentan con los genes para sintetizar trehalosa (Paul et al., 2008).

La sacarosa está estrechamente relacionada con la trehalosa. En primer lugar, las reacciones bioquímicas necesarias para sintetizar ambos azúcares son similares, pues ambas requieren que haya glucosa disponible para su producción. Además, ambos azúcares se encuentran en el mismo compartimento celular (citoplasma), por lo que la disponibilidad de carbono en la célula es fundamental para regular su síntesis (Lunn et al., 2014).

La relación entre la sacarosa y la trehalosa se atribuye principalmente al azúcar fosfato intermediario formado durante la síntesis de trehalosa: la trehalosa-6-fosfato (T6P). Se ha demostrado que, al aumentar la sacarosa, el contenido de T6P también incrementa. Esta relación se mantiene constante independientemente de la especie, la edad o las condiciones ambientales a las que estén sometidas las plantas (Lunn et al., 2014).

Cuando aumenta la cantidad de T6P significa que la planta está produciendo una mayor cantidad de sacarosa, lo que, a su vez, significa que hay una gran disponibilidad de carbono y de energía. Lo anterior implica que la planta puede crecer y producir nuevas hojas y frutos. Al contrario, si la T6P disminuye, es porque no hay suficiente carbono para sintetizar sacarosa, indicando que el suministro de energía para la célula es limitado. En esta situación, los procesos de crecimiento se verán afectados, por lo que la planta tendrá menos follaje, frutos y semillas. Por ello, la T6P es una molécula fundamental en la regulación de la distribución del carbono, pues actúa como un indicador del estado energético de la planta (Lunn et al., 2014).

SnRK-1: el control maestro de la regulación en plantas

Existe una proteína que liga a todos los mecanismos de regulación de las plantas entre sí llamada SnRK-1 (sucrose-non fermenting1-related kinase1, por su nombre en inglés). SnRK-1 es la enzima que activa o inactiva las diferentes rutas metabólicas en la célula vegetal (Baena-González y Lunn, 2020).

En los animales, durante un ayuno prolongado, se produce glucagón, una hormona que indica que la disponibilidad de atp es baja. Esto aumenta la concentración de un compuesto llamado amp cíclico (ampc), el cual activa mecanismos para que las enzimas amp-cinasas enciendan las rutas catabólicas; es decir, para que la célula haga uso de sus reservas energéticas (glucógeno y grasa) para obtener atp (Nelson y Cox, 2017.).

En las plantas, la SnRK-1 cumple una función similar a las amp-cinasas, ya que también responde a los cambios en los niveles energéticos en la célula. No obstante, algo que destaca a la SnRK-1 es que también controla la respuesta de las plantas al medio ambiente. La enzima SnRK-1 se activa cuando la disponibilidad de energía es baja (por ejemplo, cuando una planta no cuenta con suficiente agua o luz para hacer fotosíntesis). En estas condiciones, la SnRK-1 enciende aquellos mecanismos catabólicos que movilizan las reservas de carbono para su utilización; en este proceso, se ha propuesto que el aba participa en la activación de la SnRK-1. En el caso contrario, si una planta está en condiciones óptimas para producir suficiente almidón y sacarosa, la presencia de T6P apaga a la SnRK-1, lo que permite que las rutas anabólicas produzcan biomasa para el crecimiento y desarrollo de la planta (Baena-González y Lunn, 2020; Paul et al., 2020; ver figura 2).

Función reguladora de la sacarosa y trehalosa-6-fosfato

Figura 2. Función reguladora de la sacarosa y trehalosa-6-fosfato sobre la enzima SnRK-1 y el control del crecimiento vegetal.
Crédito: elaboración propia.

Lo anterior resalta la importancia de la T6P en el equilibrio del metabolismo energético vegetal y podría explicar por qué la presencia de los genes para producir trehalosa se han mantenido a lo largo de la evolución en todas las especies vegetales (Lunn et al., 2014). Además, se ha propuesto que una razón por la cual la trehalosa se encuentra en tan baja concentración en la mayoría de las plantas, es porque SnRK-1 es altamente sensible a la presencia de T6P, por lo que bastan cantidades pequeñas de T6P para que ésta ejerza su función. Incluso, se ha identificado que un exceso de acumulación de T6P o de trehalosa en la planta puede afectar gravemente su morfología y función, por ejemplo, disminuir considerablemente la producción de hojas (ver figura 3), casi de la misma manera en la cual un exceso de azúcares causa enfermedades en el cuerpo humano (Baena-González y Lunn, 2020; Figueroa y Lunn, 2016).

Diferencias morfológicas entre trigo

Figura 3. Diferencias morfológicas entre trigo (Triticum aestivum L.) nativo y líneas transgénicas transformadas para aumentar su contenido de trehalosa.
Crédito: Andrea Romero-Reyes

Conclusiones

Los azúcares formados en la fotosíntesis no son sólo la fuente de energía para el crecimiento de las plantas, sino que también son importantes para mantener el equilibrio energético y que éstas puedan sobrevivir bajo el ambiente que las rodea. La sacarosa y la trehalosa son fundamentales para el control del metabolismo energético vegetal, ya que gracias a estos azúcares las plantas pueden regular y mantener sus niveles de energía en la célula en equilibrio. A través del vínculo que existe entre la cantidad de sacarosa y T6P, un aumento de T6P inhibirá a SnRK1, favoreciendo el desarrollo óptimo de la planta. Por el contrario, una baja concentración de sacarosa y T6P mantendrá activa a SnRK-1, disminuyendo la producción de biomasa.

Actualmente, diversos grupos de investigadores continúan estudiando el papel de la trehalosa, ya que en este azúcar radica la clave para controlar la distribución de los azúcares en la planta. Este conocimiento será valioso para identificar variedades vegetales que puedan usar su energía y azúcares de manera eficiente para adaptarse a ambientes cambiantes; principalmente en cultivos agrícolas que estén ante la amenaza de las sequías y ondas de calor causadas por el cambio climático.

Referencias

  • Baena-González, E., y Lunn, J. E. (2020). SnRK1 and trehalose 6-phosphate – two ancient pathways converge to regulate plant metabolism and growth. Current Opinion in Plant Biology, 55, 52-59. https://doi.org/10.1016/j.pbi.2020.01.010.
  • Figueroa, C. M., y Lunn, J. E. (2016). A Tale of Two Sugars: Trehalose 6-Phosphate and Sucrose. Plant Physiology, 172(1), 7-27. https://doi.org/10.1104/pp.16.00417.
  • Lastdrager, J., Hanson, J., y Smeekens, S. (2014). Sugar signals and the control of plant growth and development. Journal of Experimental Botany, 65(3), 799-807. https://doi.org/10.1093/jxb/ert474.
  • Lunn, J. E., Delorge, I., Figueroa, C. M., Van Dijck, P., y Stitt, M. (2014). Trehalose metabolism in plants. The Plant Journal, 79(4), 544-567. https://doi.org/10.1111/tpj.12509.
  • Nelson, D. L., y Cox, M. M. (2017). Lehninger principles of biochemistry (7a. ed.). W.H. Freeman.
  • Paul, M. J., Primavesi, L. F., Jhurreea, D., y Zhang, Y. (2008). Trehalose Metabolism and Signaling. Annual Review of Plant Biology, 59, 417-441. https://doi.org/10.1146/annurev.arplant.59.032607.092945.
  • Taiz, L., y Zeiger, E. (2002). Plant physiology (3a. ed). Sinauer Associates.


Recepción: 17/02/2023. Aprobación: 25/01/2024.

Vol. 25, núm. 5 septiembre-octubre 2024

La inteligencia emocional: una ruta para la igualdad de género

Claudia Yenmi Vázquez Valencia y Yolanda Campos Uscanga Cita

Resumen

La inteligencia emocional es el conjunto de capacidades sociales y emocionales que nos permiten enfrentar la vida de forma satisfactoria. Sin embargo, por muchos años, la sociedad ha fomentado estas capacidades de forma distinta en mujeres y hombres, contribuyendo a la desigualdad de oportunidades en diferentes ámbitos. En tiempos de lucha por derechos justos, es necesario generar condiciones para tener acceso a las mismas oportunidades. Por este motivo, el objetivo de este artículo es dar claridad al concepto de inteligencia emocional para entender su importancia, reflexionar sobre las diferencias entre mujeres y hombres, y, finalmente, cambiar ideas, discursos o acciones, lo que permitirá una transformación social encaminada a reducir la brecha de género.
Palabras clave: inteligencia emocional, capacidades emocionales, desigualdad de género.

Emotional intelligence: a route to gender equality

Abstract

Emotional intelligence is the set of social and emotional capacities that allow us to face life successfully. However, for many years society has fostered these capabilities dissimilarly in women and men, contributing to inequality of opportunities in different areas. In times of struggle for fair rights, it is necessary to create conditions to have access to the same opportunities. For this reason, the objective of this article is to clarify the concept of emotional intelligence to understand its importance, reflect on the differences between women and men, and, finally, seek to change ideas, speech or actions, which will allow a social transformation aimed at reducing gender inequality.
Keywords: emotional intelligence, emotional capacities, gender inequality.


Introducción

Imagina que llegas a una de tus clases, cualquiera que sea, y el profesor dice: —Tendremos examen sorpresa—. Esas cosas no deberían pasar, pero vamos, es sólo una suposición. La respuesta común ante esa situación es que, en mayor o menor medida, nos va a ocasionar estrés. Fuera de eso, las respuestas son diversas; imaginemos algunas. Están quienes se paralizan y no saben qué hacer, no hablan, no comentan, únicamente están ahí esperando el momento. Hay quienes empiezan a murmurar con quien tienen a su lado para quejarse del profesor y de su malévolo plan, incluso con frases que no podemos escribir, pero que ayudan a expresar el coraje o la frustración. Puede existir quien tenga ganas de llorar e incluso lo haga, quien se manifieste y diga que no es justo. Habrá quien comience a sudar, aunque sea pleno invierno, o quien salga corriendo al baño porque siente desesperación. Claro que nunca faltan quienes sienten seguridad porque siempre estudian, o quienes expresen tranquilidad porque no habrían estudiado, aunque les hubieran avisado un mes antes. En fin, las posibilidades son diversas.

Ahora, analicemos una situación en particular: una chica llora mientras su amiga la abraza para darle un poco de consuelo. Es probable que te parezca más familiar esta escena que si vieras lo mismo, pero con un par de chicos. Ojo que dijimos “más familiar”, no más apropiado o normal. Y es que desde la infancia se ha relacionado con mayor frecuencia a las mujeres con competencias emocionales, afirmando que, a diferencia de los hombres, son más expresivas y parecen comprender mejor las emociones de los otros.

Aunque actualmente esta visión ha evolucionado, aún se sigue fomentado una educación emocional distinta desde la familia, la escuela y la sociedad. Los juegos de la infancia, los cuentos, la forma de conversar de los padres y las madres con las infancias, sin darnos cuenta, contribuyen a la verbalización y expresión de los afectos con mayor facilidad en las niñas. Esto perdura en la edad adulta, en la que se refuerza esa asociación a través de los roles establecidos por la sociedad, las oportunidades laborales, las demandas del entorno en general, y los estereotipos, en los que incluso es más aceptado o “bien visto” que las mujeres expresen sus emociones.

Regresando a nuestra situación hipotética del examen, podemos tomar todas las respuestas de los estudiantes y darles un nombre: inteligencia emocional. ¿Te suena? Seguro sí.

¿Cómo entendemos la inteligencia emocional?

El concepto de inteligencia no es reciente, para que se den una idea, ya se hablaba de la inteligencia por ahí del siglo iv (Villamizar y Donoso, 2013). Entre ese y nuestro actual siglo xxi, han surgido interesados en darle un significado, averiguar para qué sirve, cómo se mide y por qué es importante. No vamos a detenernos en todos los aportes en el área, pero sí en mencionar que, hasta hace cuatro décadas, se consideraba que la inteligencia era una capacidad general presente en todas las personas, aunque en diferente medida.

Por muchos años, a nadie se le ocurrió decir algo diferente, hasta 1983, cuando Howard Gardner hace su entrada triunfal para decir que la inteligencia no era una capacidad única, que, por el contrario, existían diferentes inteligencias (Gardner, 2016). Este hecho sí que fue relevante. Imaginen a los grandes expertos estudiando sobre la inteligencia, y de pronto llega alguien y les dice: —¡Paren, no es una, son varias inteligencias!

Además se da el lujo de agregar que no se podía reducir la inteligencia a la capacidad para resolver problemas, que era necesario considerar otros aspectos, como la capacidad de percibir el arte, el poder expresarse no sólo con el lenguaje sino también con el cuerpo, la capacidad de relacionarse con los otros, la empatía, el autoconocimiento, etcétera (Gardner, 2016). Hoy puede parecernos más familiar, pero en su momento fue bastante innovador y revolucionario.

¿A dónde queremos llegar con todo esto? Pues resulta que, gracias a la brillante idea de Gardner, que, por cierto, ahora se llama teoría de las inteligencias múltiples, surgió el interés de varias personas por explorar la inteligencia desde esta perspectiva (Villamizar y Donoso, 2103). Y es que a muchos la idea les cayó como balde de agua fría, pero a otros les despertó la curiosidad, y es así como el concepto de inteligencia emocional vio la luz (ver figura 1).

Teoría de las inteligencias múltiples

Figura 1. Teoría de las inteligencias múltiples y origen de la inteligencia emocional.
Crédito: elaboración propia.

Un buen día Daniel Goleman, un psicólogo y escritor estadounidense, publicó su libro Inteligencia emocional: ¿Por qué puede importar más que el cociente intelectual?; decimos un buen día, pero detrás de ese día hay años de trabajo y muchas personas contribuyendo a la causa. La propuesta de Goleman fue más allá de definir esta inteligencia: puso sobre la mesa un tema que causó polémica al dar cabida a nuevas y relevantes expresiones de la inteligencia.

Regresemos a un ejemplo de la escuela, entre las y los estudiantes suele haber quien frecuentemente levanta la mano cuando el maestro hace preguntas, que saca 10, sobre todo en materias que se consideran “difíciles”, que memoriza todo superrápido, y que muchos reconocen como la persona más inteligente del salón. Sí, de hecho, sí es inteligente si consideramos la inteligencia académica, o como decía Goleman en su libro “el cociente intelectual”, ese numerito que nos dice quién es más o menos “inteligente”. Y solemos pensar que esa persona tiene el futuro asegurado.

Luego, está quien que no suele obtener un 10, quizá no le va bien cuando le hace preguntas el profesor, que no destaca por ser “el mejor” o “la mejor” de la clase al menos por esas cualidades. Pero es quien se lleva bien con todos, organiza fiestas, cae bien por ser agradable. Es esa persona que cuando el profesor dijo que había examen sorpresa hasta hizo una broma que causó gracia en el salón. Tendemos a esperar que quizá su futuro laboral no sea tan prometedor como él o la estudiante de 10, pero resulta que años más tarde nos topamos con esa persona y tiene un buen trabajo, incluso mucho mejor que quienes integraban el cuadro de honor. Y entonces nos preguntamos cómo pasó.

Justo eso se preguntó Goleman, y además nos dio una respuesta: la inteligencia general, esa que tiene que ver con los aprendizajes teóricos, la memoria, las cosas “intelectuales”, no lo es todo y no es la más importante. Las habilidades para relacionarse, manejar las emociones, adaptarse a diferentes circunstancias sin morir en el intento, en sí, las habilidades sociales y emocionales, son más determinantes; tanto en este ejemplo del éxito profesional como en la vida en general (Goleman, 2015). Todo eso engloba la inteligencia emocional (ver figura 2).

Importancia de la inteligencia emocional

Figura 2. Importancia de la inteligencia emocional.
Crédito: Elisa Riva.

¿La inteligencia emocional es diferente entre hombres y mujeres?

La respuesta rápida es sí. Biológicamente tenemos diferencias. La predisposición genética, las diferencias en el funcionamiento de algunas estructuras cerebrales y la producción de diferentes hormonas, inciden en el comportamiento y en la manifestación de las habilidades socioemocionales (Rippon, 2020). Sin embargo, el desarrollo de estas habilidades es el resultado de una interacción compleja entre factores biológicos y sociales, siendo estos últimos altamente determinantes y susceptibles al cambio, lo que los hace más interesantes. El entorno familiar, el sistema educativo, las relaciones personales, la cultura, las normas sociales, los medios de comunicación, el contexto económico y los modelos de roles, entre otros, son cruciales en el desarrollo de habilidades y competencias socioemocionales, desde la infancia hasta la vida adulta (Cabello et al., 2016).

Por tanto, nuestra forma de enfrentar el día a día, de responder a lo que sucede, tampoco parece ser igual. ¡Y sí! Aquí entran las diferencias individuales: cada uno de nosotros es pieza única, irrepetible, con su propia genética y experiencias. Pero más allá de lo individual, hombres y mujeres, manejamos de forma distinta nuestros sentimientos, pensamientos y emociones, y, por tanto, nuestras acciones son diferentes.

No es relevante afirmar quienes son más inteligentes, pero sí es importante mencionar que hay estudios que han mostrado que las mujeres tienen mayor capacidad para percibir, manejar y entender las emociones (Cabello et al., 2016; Craig et al., 2009); que tienden a tener mayor motivación y mejor manejo de las relaciones que establecen con otros (Harrod y Scheer, 2005; Joshi y Dutta, 2021), y muestran más empatía (Meshkat y Nejati, 2017). Mientras tanto, los hombres tienen mejor capacidad para ajustarse a nuevas situaciones y pueden resolver problemas que se presentan en la vida diaria con más facilidad (Arteche et al., 2008), enfrentan mejor los momentos de estrés, suelen sentirse más satisfechos consigo mismos o en general con la vida, y se muestran más positivos (Vázquez-Valencia et al., 2022) (ver figura 3).

Diferencias entre hombres y mujeres

Figura 3. Diferencias entre hombres y mujeres producto de la interacción de componentes biológicos y sociales.
Crédito: Gerd Altmann (geralt).

Entonces, somos diferentes y eso no está mal, el problema es cuando estas diferencias se traducen en factores que inciden en la calidad de vida de las personas en función de si se es hombre o mujer. Es decir, desarrollar de manera diferenciada competencias sociales y emocionales, conduce a tener diferentes oportunidades en el área personal, académica y laboral. Por ejemplo, desde la educación primaria, se observa menor autoconfianza y mayor ansiedad en las niñas en áreas relacionadas con la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas; este patrón se reproduce en grados posteriores, y se hace a un más notorio en grados universitarios y posgrados, en los que el porcentaje de mujeres que opta por estas áreas sigue siendo menor. Como es de esperar, estas diferencias se trasladan al ámbito laboral (Cobreros et al., 2024). Esta situación no sólo sucede en este tipo de carreras o áreas de formación profesional, sino en el campo laboral en general, donde aún es común escuchar frases como “ella no soportaría este trabajo tan estresante” o “un hombre no tiene la sensibilidad que se requiere para trabajar aquí”.

Pensando en esto, una solución viable, es fomentar las competencias y habilidades de la inteligencia emocional en las personas, en hombres o mujeres. Aunque seguirán existiendo diferencias individuales, esto puede ser un camino a la reducción de la brecha asociada al género.

Sabemos que el género incluye muchas más expresiones que hombre y mujer, pero nos centramos en estas dos porque partimos de la idea de que, en la crianza temprana, en los primeros años de vida, hasta ahora sigue habiendo diferencias importantes en función de si se asigna, basado en la biología, como hombre o mujer. Éstas pueden ser desde el tipo de actividades y juegos, el estilo de la comunicación verbal y no verbal, el uso de estrategias para fomentar la disciplina y el apoyo emocional que proporcionan los padres. Estas pautas, que no necesariamente se ejecutan de manera consciente por los progenitores, son propias de cada cultura, tienen un significante social y están permeadas por las creencias.

¿Cómo fomentar la inteligencia emocional?

Vayamos al origen sin ahondar tanto. Si consideramos que en la infancia se forjan todas estas capacidades, los padres tienen un papel protagónico. Las interacciones que se establecen entre padres e hijos son proveedoras de recursos básicos para el desarrollo personal, social y emocional, no sólo de cuando somos niños, sino por el resto de nuestra vida (Pinta et al., 2019). El proceso de crianza influye fuertemente en el desarrollo de un adulto saludable, (Liem et al., 2010), en su capacidad para manejar el estrés, en su estado de ánimo (Liem et al., 2010; Ramirez-Lucas et al., 2015) y su autoestima (Zukauskiené, R. Malinauskiené y Erentaité, 2011).

Entonces, podemos empezar por fomentar un proceso de crianza positivo y proveedor de recursos favorables para el desarrollo de esas competencias tanto en hombres como en mujeres. Es decir, fomentar una crianza basada en la comunicación, el razonamiento y la negociación; dando prioridad a la autonomía, el respeto por la individualidad y los intereses de los hijos. Lo anterior, sin dejar de lado la disciplina, que no se debe establecer como una imposición de reglas por cumplir, sino como un modelamiento a través de roles y conductas, donde los hijos tienen claridad de lo que se espera de ellos (García et al., 2019).

En una crianza positiva, padres y madres permiten que las infancias tomen decisiones, acompañando su proceso de razonamiento y otorgando herramientas para un correcto actuar, sin hacer uso del control o la manipulación. Las infancias deben ser guiadas para comprender que las acciones tienen consecuencias y que dichas consecuencias pueden afectarles o a otras personas. De manera que, la crianza positiva parte del entendimiento que tanto padres, madres e infantes tienen derechos y responsabilidades en una relación que es bidireccional (Jorge y González, 2017).

Otro contexto que es fundamental es la escuela, pues desde edades tempranas las personas formamos parte de un proceso de educación formal que, a la par del proceso de crianza de los padres y madres, también otorga recursos para el desarrollo personal, social y emocional. Sin embargo, la base de la educación, por lo menos en México, sigue siendo el desarrollo del coeficiente intelectual, restándole valor a la enseñanza de competencias socioemocionales. ¿Se imaginan un sistema educativo que aparte de enseñarnos aprendizajes teóricos, nos enseñara cómo gestionar nuestras emociones, cómo relacionarnos de forma sana con el entorno y con los demás, que nos brinde las herramientas para ser capaces de tomar decisiones en beneficio de nuestro bienestar? Suena como cuento de hadas, pero hay países donde se intenta, así que es posible.

De esta manera, partiendo de la evidencia que señala la determinante influencia de los procesos de crianza desde la familia o desde el entorno escolar en el desarrollo de competencias sociales y emocionales, es necesario apostar por la evolución de estos entornos y por la generación de condiciones para una crianza respetuosa, que estimule el desarrollo de la inteligencia emocional como una posible ruta para la transformación social. Así, sin importar si desde la perspectiva biológica se asigna el género hombre o mujer, el entorno te brinde las mismas oportunidades.

Conclusión

La intención de hablar sobre la inteligencia emocional y sus diferencias entre mujeres y hombres no es dar poder a los estereotipos con los que tanto luchamos. Lejos de eso, es reflexionar sobre esas diferencias y usarlas a nuestro favor, no como un escudo para ir por la vida justificando nuestro actuar, o como una debilidad que no nos permite avanzar en la lucha por derechos más justos, sino como una carta bajo la manga, que nos permite jugar desde el conocimiento.

La inteligencia emocional es parte de nuestras vidas y necesitamos con urgencia darle su lugar. Seguir con firmeza creando espacios que fomenten de manera más igualitaria las habilidades emocionales y sociales, desde el proceso de crianza, en la escuela, en el ámbito laboral, o desde un plano individual que a final suma a lo colectivo. Ojalá que la próxima vez que escuchemos algo como “no llores, pareces niña” o “eres un exagerado, lloras por todo”, hagamos una pausa, recordemos la necesidad de cerrar la brecha en el desarrollo de la inteligencia emocional, y conscientemente hagamos un cambio en el discurso, en nuestra reacción o simplemente en nuestro pensar. ¡Partamos de ahí!

Referencias

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Recepción: 23/02/2023. Aprobación: 25/07/2024.

Vol. 25, núm. 5 septiembre-octubre 2024

Dormir bien o dormir con apnea obstructiva del sueño

Monserrat Martínez Luna y Alberto Manuel Ángeles Castellanos Cita

Resumen

Los seres humanos realizamos gran cantidad de actividades, que hacen necesario tanto la ingesta de alimentos como el descansar, para poder recuperar la energía y estar listos para un nuevo día. La mejor forma de descansar es durmiendo. Estudios nos han permitido saber que el sueño es primordial para el buen funcionamiento del cuerpo y del cerebro, por lo cual es sumamente importante dormir, y no sólo dormir sino dormir bien. Un buen sueño se basa en el número de horas que dormimos y su calidad. Para lograrlo debemos tener buenos hábitos, que incluyen: un horario regular para dormir, evitar la ingesta de cafeína o alimentos pesados, realizar ejercicio, entre otros. Actualmente conocemos varios trastornos del sueño que obstaculizan un buen dormir, uno de los más prevalentes en la población mexicana es el síndrome de apnea obstructiva del sueño, en el que las vías respiratorias superiores se obstruyen mientras dormimos, produciendo una reducción o detención del flujo de aire. Si detectamos está enfermedad podemos tratarla y recuperar un buen sueño, para alcanzar una buena calidad de vida.
Palabras clave: sueño, apnea, ronquido, obstrucción, poligrafía.

Sleep well or sleep with obstructive sleep apnea

Abstract

Human beings carry out many activities, which make it necessary both to eat food and to rest, to recover energy and be ready for a new day. The best way to rest is to sleep. Studies have allowed us to know that sleep is essential for the proper functioning of the body and brain. Therefore, it is extremely important to sleep, and not just sleep but sleep well. Good sleep is based on the number of hours we sleep and its quality. To achieve this, we must have good habits, which include: a regular sleeping schedule, avoiding the intake of caffeine or heavy foods, exercising, among others. Currently, we know of several sleep disorders that hinder good sleep, one of the most prevalent in the Mexican population is obstructive sleep apnea syndrome, in which the upper airways become obstructed while we sleep, producing a reduction or stoppage of the air flow. If we detect this disease, we can treat it and recover good sleep, to achieve a good quality of life.
Keywords: sleep, apnea, snore, obstruction, polygraphy.


Introducción

El cuerpo humano realiza un sinfín de procesos biológicos a lo largo del día, pero pocas veces nos preguntamos cómo es que funciona alguno de ellos en específico, o si no funcionará, qué cambiaria en nuestro cuerpo.

Uno de los principales procesos que nuestro organismo necesita es el sueño. En este sentido, a pesar de toda la información que existe actualmente, aún falta mucho por descubrir. Informémonos un poco…

Los seres vivos hemos desarrollado relojes internos que nos permiten sincronizar las señales del ambiente con los procesos biológicos del organismo, garantizando que éstos ocurran en la secuencia temporal adecuada. Una de las señales ambientales más importantes es el movimiento de rotación en la tierra, que genera patrones de luz y establece períodos de luz-oscuridad, lo que determina el día y la noche (Foster, 2020). A raíz de ello, se ha establecido el día como el período en el cual realizamos una mayor cantidad de actividades, como trabajar, estudiar, alimentarnos, etcétera, y, por lo tanto, es donde necesitamos una mayor cantidad de energía.

Por el contrario, la noche es el momento para descansar, lo que realizamos a través del sueño. Alrededor de un tercio de nuestra vida lo dedicamos a dormir: se requieren, en promedio para una persona adulta, siete horas diarias de sueño para estar saludables, aunque de acuerdo con la edad, las horas que se duermen se van modificando, por ejemplo, los bebés duermen de 14 a 20 horas diarias, lo que se vuelve la mitad en la adolescencia (Mason et al., 2021). Cuando vamos envejeciendo, por lo general, se disminuye la capacidad para conciliar el sueño y puede haber varios despertares; esto comúnmente lo notamos en nuestros abuelos. Hoy en día, la población ha modificado los horarios de sueño-vigilia y se hace menos común que las personas tengan un horario fijo de sueño, aún más en los trabajadores de turnos nocturnos.

Te preguntarás… ¿Qué es el sueño?

El sueño es un proceso biológico fundamental, en el que existen dos fases: sueño sin movimientos oculares rápidos (no mor) y sueño con movimientos oculares rápidos (mor). El sueño no mor es la primera parte del sueño y se divide en tres etapas: N1 es la transición entre la vigilia y el sueño, N2 implica un sueño poco profundo y N3 representa el sueño profundo (Dijk y Landolt, 2019; Patel et al., 2019). Posteriormente comienza el sueño mor, en el que podemos tener sueños. Estas etapas se alternan varias veces durante la noche.

Mientras esto ocurre, en nuestro organismo se llevan a cabo un sinfín de acciones esenciales y se dan cambios importantes que afectan a varios sistemas: se altera la conciencia, se reduce la actividad muscular, se inhibe la actividad sensorial de casi todos los músculos (Chaput et al., 2022), se conserva y distribuye la energía, se reduce el estrés oxidativo, se eliminan productos de desecho metabólicos del cerebro, se promueve la función inmune, se facilita la homeostasis sináptica y la consolidación de la memoria, entre muchos otros (Krueger et al., 2016).

Entonces, ¿qué pasa si no dormimos bien?

Paciente con problemas de sueño
Figura 1. Paciente con problemas de sueño (insomnio).

Cuando no descansamos de forma adecuada se generan afectaciones importantes en más de un órgano o sistema, y disfunciones cognitivas, metabólicas, cardiovasculares e inmunológicas (Lane et al., 2022). Podemos percibir deterioro en nuestra capacidad para realizar tareas diarias, en especial las que implican memoria, aprendizaje, razonamiento lógico y operaciones matemáticas; además, presentaremos fatiga diurna (Xie et al., 2017), lo que afecta nuestra calidad de vida.

Por fortuna, existen hábitos para tener una buena higiene de sueño: establecer un horario regular para dormir y despertar, tomar siestas que no pasen de 45 minutos, no ingerir alcohol ni fumar por lo menos cuatro horas antes de acostarse, evitar consumir productos que contengan cafeína seis horas antes de ir a la cama, tener una cena ligera, hacer ejercicio regularmente, pero no justo antes de acostarse, utilizar ropa de cama cómoda, y procurar dormir en una habitación con temperatura adecuada, sin ruido excesivo y con la menor cantidad de luz posible (Granados Gurola, 2018).

¿Por qué podemos tener problemas de sueño?

Hasta aquí hemos aprendido un poco del proceso del sueño y cuáles son las ventajas que proporciona a nuestro cuerpo poder dormir las horas necesarias. Pero también es necesario saber qué es lo que puede afectar este importante proceso biológico. La razón más común por la que la capacidad de dormir bien y de forma regular se ve afectada es por los trastornos del sueño, que se pueden clasificar en disomnias, caracterizadas por problemas para conciliar el sueño o permanecer dormido, y parasomnias o actividades anormales durante el sueño (Lane et al., 2022; Xie et al., 2017).

Los trastornos del sueño que más se reportan entre la población son: insomnio y síndrome de piernas inquietas, caracterizado por un impulso de mover las piernas cuando se está en reposo, lo que se agrava por las noches (Gossard et al., 2021). Además, está el síndrome de apnea obstructiva de sueño, que es el más prevalente en México, pues se ha reportado que entre 23 a 26% de mujeres y entre 40.6 a 49.7% de hombres lo padecen (Guerrero-Zúñiga et al., 2018).

Por lo tanto, es importante conocer un poco más a detalle del principal trastorno de sueño, así que hablemos un poco más acerca del síndrome de apnea obstructiva de sueño o saos

¿Qué es el SAOS?

El saos es un trastorno respiratorio del dormir en el que la respiración del paciente se detiene y se reinicia muchas veces durante el sueño debido a colapsos faríngeos, es decir, por la detención u obstrucción del flujo de aire en las vías aéreas superiores. Estos colapsos pueden ser por diferentes causas, una de ellas es el estrechamiento de las vías respiratorias superiores ya sea por cambios estructurales, obesidad o por una reducción de la compensación neuromuscular (Lévy et al., 2015).



https://youtu.be/oFlXNAHaHvM?si=DpP_MLE2Vueze9_U

Video 1. Explicación ilustrativa sobre la apnea obstructiva del sueño (Nucleus Health Videos – Español).


¿Cuáles son los factores de riesgo para padecer SAOS?

Hay varios factores de riesgo que nos hacen candidatos a padecer saos, los más importantes son la obesidad, edad avanzada, pertenecer al sexo masculino, anomalías craneofaciales y de tejidos blandos que producen estrechamiento de las vías respiratorias así como el uso de medicamentos y sustancias (alcohol, medicamentos y narcóticos) (Lévy et al., 2015; Nogueira et al., 2019).

¿Cuáles son los síntomas para tener la sospecha de padecer SAOS?

Los principales síntomas nocturnos son los ronquidos (ruidos producidos por los pilares anteriores y las partes blandas del paladar por el paso de aire a través de área estrechada de la faringe) y las pausas en la respiración que pueden ser presenciadas por otras personas. Entre los síntomas diurnos esta la somnolencia excesiva y el cansancio.

Paciente con somnolencia diurna

Figura 2. Paciente con somnolencia diurna por no dormir adecuadamente debido a problemas de sueño.

¿Cómo se puede tener un diagnóstico?

Para tener un diagnóstico certero sobre el saos necesitamos realizar algunos estudios. Existe una prueba cualitativa autoaplicable muy fácil de realizar, se trata del cuestionario denominado stop-bang, que recopila datos demográficos y antropométricos como edad, sexo y talla de cuello del paciente, estos datos se encuentran entre los factores que favorecen el colapso de las vías respiratorias. Si este cuestionario nos da puntuaciones que indiquen riesgo alto de padecer saos, entonces, deberíamos realizarnos una prueba cuantitativa. En el este enlace puedes realizar el cuestionario stop-bang y calcular tu riesgo de síndrome de apnea obstructiva del sueño.

Existen dos estudios cuantitativos principales: la polisomnografía y la poligrafía. La polisomnografía es el estándar de oro para el diagnóstico de saos; evalúa oximetría, ronquidos, movimiento de cuerpo y piernas, flujo de aire oronasal, excursión del pecho y abdomen, electrocardiograma, electroencefalograma, electro-oculograma y electromiograma. La poligrafía respiratoria incluye todas estas evaluaciones, pero sin electroencefalograma, electro-oculograma y electromiograma. Ambos estudios se pueden realizar en laboratorios de sueño, pero la poligrafía tiene la opción de realizarse en casa, pues el equipo puede ser llevado sin ningún inconveniente y el paciente tiende a estar más cómodo durante la prueba (Nogueira et al., 2019). En México existen varios laboratorios de sueño como la Clínica de trantornos del sueño unam, la clínica del sueño del Hospital Ángeles Xalapa o la Clínica de sueño Cd de México, entre otros.

Estudio de polisomnografía

Figura 3. Estudio de polisomnografía. Del lago izquierdo se representa el cableado del paciente, lo que se realiza para poder iniciar el estudio. Del lado derecho, el paciente dormido mientras se realiza el estudio y se monitorean los registros.

Y si tengo un diagnóstico positivo a SAOS, ¿cuál será el tratamiento?

Para tratar el saos se utiliza la técnica con presión positiva continua en la vía aérea superior (cpap). La terapia con cpap implica dormir mientras se respira aire que está a presiones ligeramente mayores sobre la presión atmosférica ambiental. Esto se produce a través de un pequeño equipo compuesto de un tubo de aire y una mascarilla, ya sea nasal u oronasal. Una presión mayor ayuda a que las vías respiratorias permanezcan abiertas, evitando la obstrucción y favoreciendo que el paciente pueda dormir mejor. Se deberá utilizar el equipo todas las noches para poder evitar los colapsos faríngeos y tener un sueño reparador (Hooper, 2020). También será importante adoptar nuevas posturas a la hora de dormir, perder peso corporal y realizar prácticas de buena higiene de sueño.

Paciente utilizando cpap

Figura 4. Paciente utilizando cpap mientras duerme para tratar su apnea obstructiva de sueño.

Conclusiones

Dormir bien tiene muchos beneficios para nuestro organismo. Sin embargo, muchas veces no le damos la importancia necesaria y no conocemos ni llevamos a cabo las practicas adecuadas para tener un sueño reparador. Ahora que sabemos la importancia de dormir bien y conocemos un poco más acerca del saos, seguramente has pensado en algún familiar o conocido que cumple con al menos un síntoma o factor de riesgo para desarrollarlo. Es importante diagnosticar y tratar esta enfermedad para poder tener un buen sueño, que se traduzca en una buena calidad de vida. Es mejor poner atención a los síntomas y obtener un diagnóstico temprano.

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Recepción: 18/04/2023. Aprobación: 25/07/2024.

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Revista Digital Universitaria Publicación bimestral Vol. 18, Núm. 6julio-agosto 2017 ISSN: 1607 - 6079