Vol. 26, núm. 5 noviembre-enero 2026

Voces de Maratuma: entre la esquizofrenia y la escritura

Mariel Anahí Pérez Rodríguez Cita

Resumen

A veces, las historias reales se pueden plasmar en pequeños cuentos, posibilitando el traslado de los tiempos y sintiendo paisajes y texturas a través de la escritura. Pero hay historias que no alcanzan con los cuentos: historias fugaces, dolores solitarios, personajes insipientes que terminan llenando de consuelo nuestros corazones. La siguiente historia compila diversas anécdotas de personas que viven con esquizofrenia, cuya soledad los acompaña y que, a veces, la sociedad desconoce. Conozcamos estas historias de personas con esquizofrenia, condensadas bajo un mismo nombre: Maratuma.
Palabras clave: esquizofrenia, historias de vida, salud mental, soledad, aislamiento, estigma social.

Voices of Maratuma: Between Schizophrenia and Writing

Abstract

Sometimes real-life stories can be captured in short tales, allowing the passage of time to be experienced and landscapes and textures to be felt through writing. Yet some stories cannot be fully conveyed through tales: fleeting stories, solitary pains, insipid characters that end up filling our hearts with comfort. The following narrative compiles various anecdotes of people living with schizophrenia, whose solitude accompanies them and whose experiences are sometimes unknown to society. Let us explore these stories of people with schizophrenia, condensed under a single name: Maratuma.
Keywords: schizophrenia, life stories, mental health, solitude, isolation, social stigma.


La historia desglosada en El apartamento 12 nace de la necesidad urgente de dar voz a aquellas personas que permanecen silenciadas bajo el peso del estigma, el desconocimiento y la soledad (Mannarini et al., 2022). Maratuma es el personaje central de la historia, quien representa no solo a una persona con esquizofrenia, sino a muchas otras cuyas vidas y experiencias quedan relegadas a los márgenes del discurso social, a la exclusión e incomprensión. En la actualidad, la enfermedad mental suele reducirse a diagnósticos clínicos (Huertas, 2011). Este texto propone una narrativa alternativa: la de la vida subjetiva, con altibajos, contradictoria, que resiste al olvido con su historia propia.

La principal motivación surge del trabajo clínico, humano y ético con personas diagnosticadas con esquizofrenia, pero también de la inquietud literaria por narrar relatos que no patologicen el dolor, sino que lo hagan poéticamente habitable. El apartamento 12 busca contrarrestar la deshumanización con la que frecuentemente se aborda la “locura”, principalmente la esquizofrenia, intentando narrar el sufrimiento sin encerrarlo en etiquetas, mostrando que detrás del síntoma hay una historia, una infancia, una memoria que se aferra a objetos tan pequeños como una cajita musical. Al mismo tiempo, el personaje logra encontrar, a través de la escritura, un dispositivo de ayuda e introspección.

Trabajar con personas con diagnósticos psiquiátricos me ha enseñado que la vida puede doler en silencio y que sus palabras requieren que la sociedad las conozca sin la necesidad de revestirlas de ominosidad. Usualmente, el sufrimiento de las personas con algún diagnóstico psiquiátrico aparta su humanidad de la sociedad (Mannoni, 2000). Y ante ello cabe preguntarnos: ¿por qué tememos tanto a la locura? ¿Por qué negamos la humanidad de quienes no pueden seguir el ritmo social? La historia de Maratuma refleja una experiencia universal: el deseo de ser escuchado, comprendido, de que nuestras palabras perduren incluso cuando nuestra voz se apaga.

El apartamento 12 es, por tanto, un homenaje y un recordatorio a quienes han sido expulsados del lenguaje, a los que transforman el dolor en escritura, a los que sobreviven en los márgenes de la memoria colectiva. Su pertinencia radica en la posibilidad de abrir un espacio de escucha, empatía y reflexión sobre la salud mental, el estigma y la dignidad humana.

El apartamento 12

Maratuma vivía apartado de la ciudad ordinaria, lejos del bullicio callejero, de los automóviles y principalmente de los seres humanos. Su piel era delgada, helada y delicada; su cabello era como el viento: difuso y rebelde; su voz, un poco muda. De pequeño, prefería quedarse en su habitación, pequeñita y con escasa calidez. Sus padres peleaban casi con la misma frecuencia que las horas de un reloj.

A la edad de cuatro años presenció un evento áspero, que nombró: “La evanescencia”. Tenía una pequeña cajita musical, que daba marcha a ella para silenciar los ruidos estrepitosos de su hogar. Maratuma había dejado los cuatro años hace más de treinta años. La pequeña cajita musical la conservaba, aunque no tangiblemente, pues en lo más recóndito de sus memorias se encontraba ella, esperándolo para hacerse sonar.

Maratuma consideraba que la cajita musical había sido transformada; quizá ya no era precisamente música la que se hacía oír. En algunas ocasiones escuchaba pequeñas vocecitas, pero ¡vaya que aminoraban el malestar! Aunque también el lorazepam, risperidona, aripiprazol, sertralina y clozapina. Este manjar tenía varios efectos secundarios: las palabras salían de su boca lentas, barridas y, a veces, diferentes. También sus ojos no podían enfocarse en un punto específico; divagaban un poco, principalmente su ojo derecho. El sentido del oído se agudizaba tanto que podía escuchar la puerta del frigorífico abrirse en la casa de sus vecinos, lo que lo irritaba demasiado, y por las noches, el sonido de su ritmo cardíaco le robaba el sueño.

Maratuma decía que había perdido algo, ese pequeño impulso que te hace moverte, comer o caminar, y que le llaman “felicidad”. Pareciera que algún día la tuvo, pero después la perdió. Las personas consideran que la felicidad viene dada desde el nacimiento y que la tristeza llega como una enfermedad sin aviso aparente, incrementándose poco a poco, y que con ayuda de medicamentos se puede curar. Pero Maratuma no estaba muy convencido de ello; para él, la felicidad no estuvo desde su nacimiento.

La evanescencia

Los padres de Maratuma jamás desearon concebir hijos. A la edad de veinticinco años, la madre quedó embarazada; en aquel momento entristeció y su cuerpo empezó a cambiar. Nueve meses después nació Maratuma, un bebé físicamente sano y, aunque en general su madre lo procuraba, lo alimentaba y lo vestía, no lo amaba. Su padre nunca estuvo presente; trabajaba demasiado, pero cuando se encontraba en casa, la violencia física y psicológica era perpetua. Cuando Maratuma celebraba su cuarto cumpleaños, los padres discutieron más de lo habitual, golpeando el padre tan fuerte a la madre que Maratuma ni siquiera pudo llorar.

Presenciando aquel evento, su garganta se cerró junto con sus ojos y su corazón. Ese día, su pequeña cajita musical se guardó para siempre en sus memorias. Ese momento quedó borrado de la historia de Maratuma, o quizá así lo hubiera deseado.

Caja de música
Fuente. Foto de Sara en Pexels.

Quizá te preguntes cómo lo sé. Bueno, Maratuma fue ingresado a una casa hogar, donde conoció a su terapeuta, quien lo ayudó en su proceso de readaptación. En ocasiones, las historias y los traumas no se borran; queda una huella siempre.

Digamos que la vida se va dibujando en un papel calca, que sirve para copiar en otra hoja lo que escribes en la primera. Queda una copia casi idéntica; al papel calca le queda una marca, aunque a simple vista no se vea. Y así es como la evanescente historia de Maratuma cobró lucidez cuando se la contó a su terapeuta. En la casa hogar solamente estuvo hasta los quince años; después fue desalojado y dejado a su suerte. Nunca más se le vio, aunque a veces su terapeuta le recuerda e intenta escribir su historia en un par de hojas sueltas.

Maratuma creció más solitario que acompañado. Las personas lo refutaban, a veces se burlaban de él, y lo que siempre sucedía era el juicio y rechazo de los demás hacia él. Las personas son crueles cuando la ignorancia se apodera de ellas. Maratuma no era ignorante; todo lo contrario, sabía perfectamente que aquella sombra del recuerdo evanescente lo acechaba. Y su pasado no estaba completamente borrado como él lo hubiese querido. La pregunta que lo ocupaba la mayor parte del tiempo, y su ardua incertidumbre, vacilaba en lo siguiente: “¿Cómo se puede liberar del pasado evanescente?”

En diversos intentos por responderse, para recordarse y saberse presente, Maratuma reposaba en el apartamento 12, el último piso de aquel condominio, el más cercano al cielo y el más lejano al suelo. Mientras la pregunta permanecía como un eco sonoro, escribió lo siguiente:

Dicen que la muerte es natural, que todos pasamos por ella. A veces intento sentarme a escribir, escribir algo profundo, que perdure o ayude a los demás, pero más bien con la escritura termino ayudándome yo; profundizo en aquello que no se puede decir con palabras habladas, perduro a través de mi escritura. Quisiera recordar aquello que me ha condenado.
Yo me ayudo con escribir: recuerdo y se plasma en una historia, quizá en un cuento, quizá en simples oraciones sin sentido. También dicen que lo primero que se olvida es la voz; yo tuve miedo de olvidar su voz. Recuerdo cuando falleció y corrí preguntando a los cuatro vientos si olvidaría su voz. El viento me respondió diciendo que no, que al cerrar los ojos podría escuchar la voz de mi muerto. Qué curioso el tiempo, que no permite conservar momentos nítidos, que no frena, que no se pausa, pero que trae vestigios fragmentados que pueden trasladarme en el tiempo.
Si pausaras el tiempo para quedarte eternamente allí, ¿qué lugar escogerías? Yo, tal vez, escogería algún día donde existiera naturalmente, donde ni siquiera pensara que algún día se convertiría en un recuerdo agradable. Porque ahí, donde estaba sin pensar en un futuro, ahí se encontraría lo más valioso de la vida: la vida misma, aquella que tiene altibajos, que hace sufrir, pero al final se guarda en la memoria.
Dicen que el dolor es pasajero, como si fuera un tren que pasa bajo un programa determinado de tiempo. Me atrevo a decir que no es así. El dolor puede ser grande, sin tiempo ni lógica; puede permanecer en silencio o puede gritar tan fuerte que queme un bosque. El dolor puede enmudecernos o salir sin filtro en cualquier momento. El dolor puede esperar, pero no para siempre. Puede durar mucho, aunque tampoco para siempre.
El duelo, en cambio, debe durar un tiempo, se debe vivir, porque si no se hace, dicen que uno se enferma. Pero, para mí, enfermarse consiste en saberlo y, aun así, ocultarlo. En cambio, el duelo no se puede ocultar, porque cada día, cada año, existe la ausencia para recordarnos que se ha ido. Uno se enferma de las palabras no dichas a tiempo, de la culpa, del amor frustrado, del tiempo desperdiciado. Uno se enferma porque no puede llegar al epicentro del duelo, de la ausencia y de la presencia que queda de aquellas experiencias sin cuerpo.
Algunas personas dicen oír voces de aquellos que se han ido, incluso pueden verlos cuando ya se han marchado. Será una dicha o una desdicha; para ellos, una desdicha; para otros, una dicha. Al final, uno se queda con su propia voz, resonando en ecos, reflejada en consuelos, compartida en risas solitarias o enmudecidas.
A veces los ecos se pueden convertir en palabras que van saliendo junto con los recuerdos; por eso escribo. Aunque las letras no tengan voz, mi voz queda en cada letra, para aquellos que la necesiten, para mí, que lo necesito.

El reflejo del espejo

Una historia escrita por Maratuma en un invierno empezaba describiendo una familia conversando a un costado de una cálida fogata, los regalos increíbles que se daban entre ellos y un pequeño niño al fondo sollozando. Maratuma se detuvo un momento; las manos ya no respondían y la escritura se detenía junto con su respiración. Vaciló y abruptamente se levantó de la silla para mirar por tres segundos aquel reflejo.

Las historias escritas estaban tan distorsionadas que no sabía cuál era la verdadera, si alguna vez fue niño o si alguna vez enfermó. El tiempo parecía roto, con surcos descompuestos; sus pensamientos eran tan opacos que su nombre le parecía tan lejano a él. Durante tres segundos, su reflejo se esfumó. Maratuma se miró, miró su reflejo, y en el reflejo capturado por sus ojos se demostró el quiebre de su vida: una mirada vacía, un rostro ominoso, una piel con vestigios inefables de angustia, grietas que mostraban el correr de los años, y la soledad incipiente retornando en su reflejo.

En tres segundos recorrió con sus ojos el reflejo incompleto. La cajita musical resonó en su interior; las voces, sonidos, llantos, risas y silencios se revivieron tanto que no pudo más que apartarse de su reflejo. Consternado recordó que su vida sucedió con amargura; su enfermedad lo consumió, dejándole sin reflejo. Sus memorias eran tan inciertas que prefería vivirse a través de su escritura: deformada, acomodada, distorsionada. Las burlas de los otros retumbaban como llantos. Maratuma, solitario, con preguntas y mil dudas, con angustias acalladas bajo sus escrituras, sufrió durante tres décadas. Aceptó que sus memorias escritas en aquellos muros altísimos eran falsas y entendió el tergiverso de sus historias acomodadas en fantasías que ocultaban el desamparo y el dolor exasperante.

Su historia evanescente gritó implacablemente su reconocimiento. Entendió que vivía en un mundo de rechazo, de aquellos que gozaban a costa de su llanto, y comprendió que la vida le era tan difícil que su único refugio se encontraba en sus memorias. Una gran incomprensión de la sociedad, que acarrea el estigma hacia aquellos que permanecen en silencio o ríen a los cuatro vientos “sin sentido”, permeaba su vida desde hace tres décadas.

En el apartamento 12, en el infinito sigilo de la madrugada, Maratuma cerró sus ojos como si intentara dormir, quedándose eternamente en un sueño donde jamás la soledad fuera su consuelo, ni las burlas o el rechazo acecharan sus pasos. Esa madrugada, la cajita musical, sus voces y él dejaron de escucharse para siempre.

Para todos aquellos a quienes la agonía les ha robado sus memorias, donde sus voces se han mudado a su interior, resonando por su salvación.

Escucha el audio: El apartamento 12 (narración sonora).

El apartamento 12

Recursos adicionales

Referencias

  • Huertas, R. (2011). En torno a la construcción social de la locura: Ian Hacking y la historia cultural de la psiquiatría. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, 31(111), 437-456. https://dx.doi.org/10.4321/S0211-57352011000300004.
  • Mannarini, S., Taccini, F., Sato, I., y Rossi, A. A. (2022). Understanding stigma toward schizophrenia. Psychiatry Research, 318, 114970. https://doi.org/10.1016/j.psychres.2022.114970.
  • Mannoni, M. (2000). El psiquiatra, su “loco” y el psicoanálisis. Siglo xxi.


Recepción: 2024/06/06. Aceptación: 2025/08/15. Publicación: 2025/11/03.

Introducción

Las tecnologías digitales permiten integrar texto, imágenes, audio y video en los mensajes que utilizamos para informarnos, comunicarnos y aprender. ¿Cómo incide esta combinación de medios en la forma en que percibimos la información y generamos un significado a partir de ella? ¿Facilita la comprensión del mensaje? ¿Y el aprendizaje?

A partir de la investigación de diversos psicólogos cognitivos sobre la percepción y la memoria, Richard Mayer propuso una teoría para explicar cómo nuestro cerebro procesa contenidos multimedia y aprende de ellos. Fue concebida con la intención expresa de ayudar a profesores y diseñadores instruccionales a crear materiales educativos que favorezcan el aprendizaje.

En la actualidad, conocer la Teoría del Aprendizaje Multimedia de Mayer no sólo resulta útil para quienes trabajamos en el sector educativo. Todos nosotros consultamos y elaboramos recursos multimedia —como presentaciones digitales, infografías, gifs, videos y memes— para nuestras comunicaciones cotidianas en el ámbito escolar, profesional y personal. Conocer cómo funciona nuestro cerebro nos ayudará a diseñar mejor nuestros materiales multimedia.

Uno de los retos principales en el diseño de mensajes es la capacidad limitada de la memoria de trabajo. Si incluimos demasiada información en un momento dado, corremos el riesgo de saturar las capacidades del receptor. Richard Mayer y sus colegas han propuesto una serie de principios que nos ayudan a elaborar mensajes efectivos y han realizado investigaciones durante las dos últimas décadas para comprobar el efecto que tiene cada principio en el aprendizaje.

Principio

¿Qué propone?

¿Por qué facilita el aprendizaje?

Coherencia

Eliminar cualquier información superflua del mensaje (incluidos elementos de formato como dibujos, marcos, viñetas)

Para evitar el uso innecesario de los recursos de la memoria de trabajo

Señalamiento

Señalar los elementos importantes del mensaje

Para facilitar que sean identificados y transferidos a la memoria de trabajo

Contigüidad

Colocar elementos relacionados cerca unos de otro

Para evitar que la memoria de trabajo tenga que invertir recursos en identificar esas relaciones

Segmentación

Dividir la información en bloques

Para que los contenidos puedan ser procesados en la memoria de trabajo

Pre-entrenamiento

Introducir los términos nuevos así como cualquier información necesaria

Para que esta información pueda ser aprendida y no tenga que ser procesada también en la memoria de trabajo

Modalidad

Presentar las palabras de manera hablada

Para aprovechar los dos canales de la memoria sensorial y de trabajo

Multimedia

Presentar palabras e imágenes, y no sólo palabras

Personalización

Utilizar un lenguaje conversacional

Para evitar el uso innecesario de recursos de la memoria de trabajo que implica comprender términos complejos


Fuente: adaptación de Mayer, R. (2010).

En estas investigaciones, Mayer y sus colegas compararon en qué medida la aplicación de un principio incidió en la capacidad de las personas de aprender un procedimiento y aplicarlo en la solución de problemas. El efecto atribuido a cada principio es reportado como un número: entre mayor sea el número, mayor el efecto.

Para crear material multimedia efectivo, revisa el cuadro anterior e identifica los principios que han demostrado mayor efecto y la próxima vez que tengas que preparar una presentación o una infografía, aprovecha el conocimiento científico que ha generado esta teoría.

Si quieres saber más:

Lee un artículo que explica con mayor detalle la Teoría de Aprendizaje Multimedia y los principios que se desprenden de ésta, te recomendamos:

Latapie Venegas, I. (2007). Acercamiento al aprendizaje multimedia. Investigación Universitaria Multidisciplinaria, 6(6) p. 7-14. Recuperado de: <http://mc142.uib.es:8080/rid=1LSRTKTS2-Z35XP7-1Y5/aprendizaje%20multimedia(mayers).pdf>.

Observa alguno de los videos en que Richard Mayer explica su teoría (sólo disponibles en inglés).

Green, T. (2014). Talking multimedia learning with Richard Mayer. Video disponible en: <https://www.youtube.com/watch?v=Q5eY9k3v4mE&t=14s>.

Harvard University (2014). Research based principles for multimedia learning. Video disponible en: <https://www.youtube.com/watch?v=AJ3wSf-ccXo&t=48s>.

Bibliografía

Orwell, George. 2017. The Collected Essays, Journalism, And Letters Of George Orwell, Vol. 4. Nueva York: Harcourt, Brace, Javanovich. p. 128.

Plath, Sylvia (2005). The Bell Jar. Nueva York: Harper Perennial Modern.
Juan Palomino y Ana Paula Ojeda  

Tres libros con un mismo eje

Una de las formas en las que se expresa la enorme riqueza y diversidad cultural del país, son los mitos, leyendas y relatos de los diversos grupos indígenas que lo han habitado a lo largo de la historia. La memoria colectiva y las narraciones de cada comunidad son parte fundamental de su identidad, ya que además de generar un sentido de pertenencia, dan forma y sustento a sus prácticas. A pesar de las grandes diferencias entre cada uno de los pueblos indígenas, hay ciertos rasgos comunes compartidos en toda Mesoamérica, tanto en el pasado prehispánico, como en la actualidad. En esta colección buscamos divulgar algunas de esas historias compartidas, haciendo una sola narración en la que se integren las diversas versiones y dimensiones del mismo mito.
La memoria colectiva y las narraciones de cada comunidad son parte fundamental de su identidad, ya que además de generar un sentido de pertenencia, dan forma y sustento a sus prácticas.
En cada libro se da a conocer, a través de las narraciones míticas de algún animal en particular, lo que éste simbolizaba en la época prehispánica. Sin embargo, intentamos tender lazos entre estas narraciones místicas y las culturas actuales, pues la manera de interpretar y experimentar el mundo sigue vivo y vigente en nuestras sociedades. Con este fin, a partir de los textos de algunos académicos que han hecho investigaciones sobre los temas, hacemos adaptaciones que sintetizan estos contenidos para hacerlos accesibles a un público más amplio, tanto infantil como adulto, intentando que no pierdan la complejidad simbólica y la riqueza de la que estas historias son fruto.
Los animales desde la cosmovisión indígena Por distintas, pero afortunadamente compatibles razones, tanto a Ana Paula como a mí nos interesan las narraciones míticas. Estos libros son el punto en el que nuestros intereses convergen y, a mi juicio, se enriquecen. Pensamos que las narraciones míticas generalmente suelen divulgarse de forma muy pobre, y más aún en el ámbito editorial infantil. Se cuentan estas historias como si fueran cosas del pasado que han perdido su vigencia, y que en todo caso hablan de otros, pero ya no de nosotros, ni de los grupos indígenas actuales.
En cada libro se da a conocer, a través de las narraciones míticas de algún animal en particular, lo que éste simbolizaba en la época prehispánica.
La hegemónica visión racionalista y cientificista del mundo actual ha hecho que leamos los mitos de manera superficial y literal. En lugar de pensar en que para comprender lo que estos pueden tener de originario y verdadero, es necesario actualizarlos y leerlos simbólicamente, los tomamos como la versión ingenua de personas que no habían abierto totalmente los ojos. Para nosotros no es así, creemos que los mitos tienen mucho que decir de nosotros y del mundo que vivimos, y en estos libros queremos hacer presente eso. Pensamos en los animales porque son atractivos para los niños y porque la lectura de sus historias, esperamos, puede enriquecer lo que significan para ellos; pero no queremos contar estas narraciones apelando sólo a lo que de ellas es exótico o curioso, más bien queremos conservar y manifestar la forma en la que estos personajes –que son símbolos de fuerzas y procesos de la naturaleza–, se insertan en cosmovisiones complejas que nos pueden hablar de nosotros mismos. Además de esto, el propósito de estos libros es hacer notar cómo estas narraciones –que existen desde hace cientos de años–, siguen de un modo u otro vigentes en la forma de vivir, comer, celebrar, curar y pensar de muchos grupos indígenas actuales. Ya que suele valorarse y reconocerse el pasado prehispánico sin prestar atención a las culturas indígenas actuales.
 La ilustración y el texto, un diálogo enriquecedor
Para nosotros, el papel de la ilustración en estos libros es una forma de actualizar las historias. En primer lugar, porque además de recurrir a elementos, colores y estilos característicamente mexicanos, buscamos no sólo reproducirlos, sino proponer una estética que signifique y sea interesante para un lector actual. También pensamos en la ilustración como una forma de enriquecer lo que dice el texto al establecer un diálogo con él, en el que ambos lenguajes hablan de lo mismo, pero dicen cosas diferentes. Finalmente, la ilustración hace atractivos estos libros para un público amplio y permite un acercamiento a la historia desde distintas dimensiones y, también, desde distintos niveles de lectura. De esta forma, para un niño pequeño pueden ser atractivas y sugerentes las imágenes, aunque no comprenda todo lo que dice el texto. El quehacer como ilustrador Para mí un ilustrador es un lector y un intérprete. Lo que intento hacer al ilustrar un libro, es que la imagen dialogue con el texto para enriquecer la experiencia del lector. No se trata de aclarar ni revelar el contenido de un libro, sino de sugerir y de provocar una lectura activa. En mi caso la ilustración no nació de un amor original por los libros ilustrados ni por la literatura infantil, que empecé a leer más bien ya adulto; pero, curiosamente, y después de muchos afortunados accidentes, es en este campo donde llegué a encontrar lo que reúne casi todos mis intereses. Actualmente me representa una agencia española de ilustración que se llama Pencil y trabajo de manera independiente para varias editoriales. También coordino, junto con Santiago Solis, Abril Castillo y Jesús Cisneros, un diplomado de ilustración en la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM. En cuanto a los proyectos editoriales actuales, estoy trabajando en las ilustraciones de un par de libros de otros autores y preparo con Ana Paula el siguiente título de la colección de mitos de animales.
Sobre los libros Ladrón del Fuego. Editado por Ediciones Tecolote y CONACULTA, 2013. Libro sobre el mito, común a toda Mesoamerica, que narra cómo el tlacuache robó el fuego para entregarlo a los humanos. Jaguar, Corazón de la Montaña. Editado por Ediciones Tecolote y CONACULTA, 2014. Libro sobre el significado que ha tenido el jaguar en la mitología mesoamericana. Sobre todo, en el área maya. Monos, mensajeros del viento. Editado por Ediciones Tecolote y CONACULTA, 2015. Libro sobre los mitos acerca de los monos mesoamericanos, en especial en su relación con la escritura, las artes y con el cacao como semilla sagrada. Para ver mi trabajo podrían poner el siguiente link: www.facebook.com/juanpalominoilustrador fin

Galería

 
Ana María del Pilar Martínez Hernández y Tania Itzel Nieto Juárez Aportes de Vasconcelos a la educación mexicana Aportes de Vasconcelos a la educación mexicana José Vasconcelos fue un hombre multifacético, como rector de la Universidad Nacional realizó acciones que rebasaron ampliamente el ámbito universitario. Trabajó por la restitución y organización de una Secretaría de Educación que tuviera alcance y atribuciones en todo el país. Desde la Universidad impulsó una ambiciosa campaña de alfabetización, la cual complementó con la edición masiva de publicaciones clásicas, logrando que el gobierno pusiera al servicio del Departamento Universitario las prensas de la Nación, de las que salieron miles de ejemplares de libros de autores clásicos y mexicanos. Así mismo, creó el Departamento de Desayunos Escolares que inició su servicio el 9 de mayo de 1921. Como secretario de educación llevó las ideas de la Revolución a la educación del pueblo mexicano: Duplicó el número de escuelas, de maestros e impulsó la educación indígena. Estableció y promovió la escuela rural y las misiones rurales para mejorar el nivel de vida del campesinado mexicano. Impulsó la educación técnica e industrial para los habitantes de las ciudades. Aumentó el número de bibliotecas de diverso tipo: fijas y ambulantes, rurales y urbanas, las cuales dotó de libros que permitieran popularizar la alta cultura y fortalecer la instrucción escolar. Abrió la enseñanza secundaria y superior a un mayor número de estudiantes. La formación integral que concebía, incorporó la práctica de la gimnasia y el arte dentro y fuera de las escuelas; transformó las prácticas educativas, sacándolas de las aulas. Rescató edificios de valor histórico, que se destinaron a tareas de gestión –como el que alberga la SEP–, educación y difusión de la cultura, y llevó el arte a sus muros. Generó una nueva estética nacional, fomentando el desarrollo y la renovación de la pintura, la escultura, el teatro, la danza y la música –la que apoyó con la creación de orfeones y orquestas–; logró que se revaloraran las artes populares mexicanas. Rescató y reorganizó los institutos de cultura artística superior como la Antigua Academia de Bellas Artes, el Museo Nacional y el Conservatorio de Música. Fundó y editó la revista El Maestro. Editó las antologías Lecturas Clásicas para Niños y Lecturas Clásicas para Mujeres, ésta última preparada por la educadora chilena Gabriela Mistral.

Vol. 18, Núm.8 noviembre-diciembre 2017.

Un giphybook para B@UNAM en su X aniversario

Jackeline Bucio García Cita

Amantes de la cultura del remix y seguidores de las oportunidades del mundo digital, presentamos este giphybook (o librogif) como parte de las celebraciones de los diez años del Bachillerato en línea (B@UNAM). Navegaremos a través de algunos hitos en la vida de este modelo educativo: el nacimiento de la idea, la incredulidad sobre la efectividad de la educación a distancia, la llegada a tierras lejanas, etcétera. Nuestra idea fue tramar un relato ad doc a partir de diversas creaciones GIF que generosos (e ingeniosos) internautas han donado al ciberespacio.

Esperamos que los lectores disfruten esta narración de bucles animados que engloban nuestra visión sobre nuevas formas de lectura, el aprendizaje en línea y la cultura de compartir y reutilizar recursos educativos abiertos.

Palabras clave: B@UNAM, remix, GIF, narrativa digital, aprendizaje en línea, lectura digital.

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Revista Digital Universitaria Publicación bimestral Vol. 18, Núm. 6julio-agosto 2017 ISSN: 1607 - 6079