Vol. 24, núm. 6 noviembre-diciembre 2023

Lo que aprendí…

Mabel Rangel Mendoza Cita

Resumen

Cómo te ves a ti misma está influenciado por las cosas que te rodean: opiniones, prejuicios, medios de comunicación, amigos, familia, etcétera. Pero cuando pasas un tiempo prolongado aislada del mundo que conoces, todo esto cambia. La pandemia del COVID-19 nos orilló a ser nuestra propia compañía y, en más de un momento, resultó una experiencia extraña; diferentes temas pudieron haber aparecido en nuestra cabeza: la salud mental, la ansiedad y la depresión fueron tópicos constantes de reflexión. Algo es muy claro, cada persona es un mundo y eso se vio reflejado en este período (incluso hoy en día puede que la reflexión continue). Cada persona tuvo su propio camino a seguir, ya sea desde los problemas que enfrentó o sigue enfrentando, o los aprendizajes que decidió agregar a su persona. Somos el resultado de todas esas experiencias, nos hemos convertido en el reflejo del constante cambio, y tenemos un detonante de transformación en común. Puede que no todos se sientan cómodos compartiendo sus reflexiones y retrospectivas, pero quienes lo hacemos esperamos que, más allá de simplemente leer otro punto de vista, los lectores encuentren un punto en común, algo que muestre el factor humano que todos compartimos.
Palabras clave: reflexión, pandemia, covid-19, salud mental, ansiedad, depresión, resiliencia, cambio, experiencias, aislamiento.

What I learned…

Abstract

The way you see yourself is influenced by the things around you: opinions, prejudices, the media, friends, family, etc. But when you spend a long period of time isolated from the world you know, everything changes. The covid-19 pandemic led us to be our own company and, in more than one moment, it turned out to be a strange experience; different topics appeared in our heads: mental health, anxiety and depression were constant objects of reflection. Something is very clear: each person is a world and that was reflected in this period (even today, the reflection may continue). Each person had their own path to follow, either for the problems they faced (or continues to face) or the learning they decided to carry out. We are the result of all these experiences, we have become a reflection of constant change, and we share a transformation trigger. Not everyone may feel comfortable sharing their reflections and retrospectives, but those of us who do, we hope that the reader, beyond simply reading another point of view, will find common ground, something that shows the human factor we all share.
Keywords: reflection, pandemic, covid-19, mental health, anxiety, depression, resilience, change, experiences, isolation.

A tres años y cacho

Ya han pasado más de tres años desde la pandemia del covid-19. No obstante, parte de nuestras vidas siguen paralizadas. Muchos deciden olvidar y simplemente continuar. Cuando viajo en el transporte público, a veces, me quedo viendo los rostros de las personas y algunas preguntas surgen en mi cabeza: ¿cuál es su historia?, ¿habrán superado todo?, ¿aún evitarán temas relacionados con la pandemia como yo lo hago?

Demos la vuelta al reloj: a comienzos de marzo del 2020 me encontraba estudiando Artes Visuales en la Universidad Nacional Autónoma de México (unam); tenía a mis amistades, buenas calificaciones, iba a ir a ver a Harry Styles, acababa de cumplir 20 años (siempre me ha gustado que mi edad coincida con el año en el que nos encontramos). Habíamos estado en un paro escolar desde el semestre pasado y apenas estábamos regresando a las instalaciones, pero no pasó tanto tiempo antes de que nos dijeran que era necesario abandonarlas. Ya corrían rumores de la enfermedad y otros países habían declarado estado de emergencia. Yo comparaba todo con la cuarentena que tuvimos en el 2009 por el H1N1, recordaba que estaba en la primaria y simplemente estuve en casa unos días. Amigas y compañeros tenían esa misma referencia, así que no hubo una gran despedida al irnos de la facultad. No teníamos ni la más mínima idea de todo lo que se nos venía.

Un día antes del cumpleaños de mi hermana menor, fue declarada una pandemia, el 11 de marzo del 2020. Se sintió aún más real cuando hablaban de muertos y de la gente más propensa a enfermarse, o de las medidas de seguridad necesarias. Nunca habíamos vivido algo así; ya no podíamos salir, teníamos temor de dejar la casa.

Recuerdo los sucesos, pero no exactamente cómo me sentía. Había miedo e incertidumbre. Aunque hay algo en lo que soy buena desde que tengo memoria: crear una barrera entre mi persona y el resto del mundo; eso fue exactamente lo que hice, trataba de mantenerme ocupada lo más posible. No me molestó retomar clases en línea ni pasar horas entre clases, tareas y proyectos; entre más ocupada estuviera era muchísimo mejor. Sin embargo, alcancé el famosísimo burn out1.

Todo cambiada cuando no trabajaba y me quedaba quieta. El silencio solamente estaba afuera, dentro de mí era todo lo opuesto: se repetían voces de los reporteros, ya que desde mi cuarto se escucha la tele de la sala de mi casa. Había días en los que desde temprano comenzaba a llorar, pues era lo primero que mis oídos captaban; también a mis compañeros hablando de sus experiencias. Pero había una voz especial, que se la pasaba repitiendo todo lo malo: cómo no me salvaría, cómo no valía la pena vivir ni nada de lo que estaba haciendo.

La primera muerte en mi familia lo sacudió todo: la enfermedad estaba entre nosotros. Ahora la voz ya no podía ser contenida, estaba a todo volumen, todo el día; aún y cuando trataba de contenerla lo más que podía, actuando de manera normal. Yo no hablaba del problema abiertamente, no lo quería reconocer, sentía que si me rendía y hablaba, la poca estabilidad que quedaba se perdería. El trauma2 comenzaba a manifestarse.

Salud mental, ansiedad, depresión…

Estos eran temas relativamente nuevos y, como no eran tan tratados por mi familia o gente que conociera, los asociaba con algo malo. En este período presenté un mayor interés por el tema y comencé a investigar, pero la información me confundía y, por viejos hábitos, me autocastigaba por no entender las cosas. Eso no ayudaba en nada.

Así que a escondidas comencé a buscar un psicólogo. No quería que se supiera, tenía miedo a que me consideraran loca y me encerraran en algún lugar en donde terminaría dependiendo de medicamentos, a ese extremo me daba miedo hablar de todo. Sabía que había un gran estigma rodeando las terapias psicológicas. Las sesiones eran a través de una pantalla, para mantener la costumbre (nótese el sarcasmo).

No es nada glamoroso: es muy doloroso ir tratando de sanar, de tener un verdadero proceso para hacerlo. El peor momento de mi depresión y ansiedad fue mientras estaba en terapia: al principio saqué la mayoría de lo que me molestaba, el siguiente paso fue ir más a fondo, tratar de entender lo que ocurría dentro de mí, qué lo desencadenaba y cómo podría manejarlo para que no me afectara tanto. Es como cuando vez una película, pero no logras entenderla completamente porque le adelantaste a partes importantes, así que debes de verla completa para entender la trama; aun así, al final llegan a haber tramas sin resolver.

Mi cuerpo comenzaba a manifestar su malestar: dolor de cabeza, dolor muscular, aumento de insomnio, ataques de pánico y ansiedad, sensación de abandonar mi cuerpo, llanto, etcétera. De verdad había momentos en los que sentía que no podía más.

En esos momentos encontré refugio en un grupo llamado BTS: era la primera vez en mi vida que personas que yo admiraba admitían batallar igualmente con su salud mental y nos hablaban de ello, no de un modo completamente sombrío, sino también con la esperanza de que todo mejoraría, de que los trastornos mentales no eran defectos. Así ya no me sentía como mercancía dañada, pude admitir con mayor libertad que no me sentía bien, me dormía con mayor facilidad y (aunque suene extraño) feliz, comencé a hacer ejercicio y gané el peso que perdí. La fortaleza que fui obteniendo me ayudó mucho a terminar mi carrera universitaria (ya quería salirme), me inspiré para mis proyectos, pude entenderme un poco mejor a mí misma e ir avanzando. Llegué incluso a hacer ejercicios de respiración coordinados con algunas de las canciones de BTS.


Dibujo de Mabel sobre lo que sentía

Mis padres, mi hermana, otros miembros de mi familia, amistades, reencontrarme con el arte, terapias. Todos fueron elementos puestos sobre la mesa para sentirme mejor. Pero la voz regresaba, aunque con menos frecuencia. Había decidido que era momento de encararla directamente, y vaya sorpresa que me llevé al hacerlo. La voz era yo, yo misma era la emisora y receptora, una parte muy oscura y escondida muy en el fondo. Una parte de mi comenzaba a salir. No le había prestado atención, la tomaba como amenaza, pero me avisaba que algo faltaba, que no podía continuar viviendo exactamente como lo estaba haciendo, y no se refería solamente a la pandemia, sino a mi vida en general. Estaba en una balsa a la deriva y no estaba agarrando los remos.

¿Qué aprendí?

La respuesta varía. Un aprendizaje colectivo puede ser lo valiosos que son el tiempo y la gente que amamos, pero también la convivencia con nosotros mismos nos lleva a tener un cambio notable. El término resiliencia describe perfectamente el final de esta montaña rusa, más que nada porque seguimos aquí y ya no debemos de presionarnos por ser algo que no somos. Siempre vamos a tener fallas, vamos a cometer más de un error, pero al mismo tiempo vamos aprendiendo y obteniendo algo en cada momento, no estamos aquí para ser llevados por la corriente. También debemos de aprender a resaltar sentimientos como la gratitud, la simpatía y la compasión. La escritora Chloé Valdary 3(2023) hace hincapié en ello, pues al final es lo que nos conecta con el resto de la humanidad: el reconocer que compartimos sentimientos y emociones, que no discriminan a nadie para manifestarse.

Aprendí a sentir.

Referencias

Recepción: 30/08/2023. Aceptación: 20/09/2023.

Vol. 24, núm. 6 noviembre-diciembre 2023

Salud mental: vivencias, reflexiones y soluciones para despertar la empatía y la esperanza

Guillermo Martínez-Cuevas Cita

“Ya han pasado más de tres años desde la pandemia del covid-19. No obstante, parte de nuestras vidas siguen paralizadas. Muchos deciden olvidar y simplemente continuar”, nos cuenta la autora de “Lo que aprendí”. Y es que este número de la Revista Digital Universitaria, en consonancia con los tiempos de la pospandemia, se ha enfocado en la salud mental, un tema al que, hasta hace poco tiempo, no se ponía mucha atención.

Con humor y con valor, autoras y autores nos revelan cómo es vivir con ciertas condiciones: “Debí de comenzar explicando mi padecimiento, pero me gusta ser melodramático (lo cual es rasgo del mismo, por cierto). Padezco trastorno limítrofe de la personalidad; los amigos le decimos border”, nos dice, por un lado, el autor de “Debemos escondernos”. Por el otro, el autor de “Cuando el soñar despierto nos separa de la realidad” nos comparte lo desestabilizador que puede llegar a ser su condición: “El soñar despierto es aterrador cuando parece no haber distinción entre lo que se sueña y lo que se vive. El aquí y el ahora se vuelve una idea confusa”.

Además, otra característica común de nuestros autores es que tardaron años en descubrir que aquellas sensaciones podían tener un nombre. Como dice la autora de “Ataques de depresión”: “Sí, nombrar es importante”. Desconocer la propia condición puede producir un desgaste. Por ejemplo, cuando se vive dentro del espectro autista: “El burnout autista proviene del esfuerzo sostenido durante mucho tiempo para adaptarse lo mejor posible al mundo neurotípico”, leemos en “Punto de quiebre y de partida: descubrirse autista”. Esto resulta de especial importancia en las mujeres: los instrumentos diagnósticos no son sensibles al género. Para saber más puede leerse “Perspectivas únicas: el espectro autista en mujeres”. De igual manera, parte del reconocimiento es también darse cuenta de las habilidades con las que se cuenta, derivadas de la propia condición. Así, los autores de “Habilidades extraordinarias: el síndrome de Asperger en el mundo laboral”, nos comparten las capacidades para el trabajo que poseen y que pueden ser muy útiles, como originalidad, enfoque prolongado, capacidad de síntesis y pensamiento abstracto, atención a detalles, veracidad, integridad y sentido de justicia.


Imagen de salud mental

A veces resulta complicado distinguir la línea entre lo que consideramos un trastorno y lo que solamente es una manera de ser en el mundo. Por ejemplo, algunos estudiantes que han visitado hospitales psiquiátricos, para simplemente conversar con los ingresados, se cuestionan por qué una persona está en el hospital. Reflexiones de este tipo pueden derivarse de La nave va o de cómo surcar el mar de asfalto de la salud mental”, colaboración que nos permite ver una fotografía de la vida en una institución de salud mental.

Pero independientemente de los matices, lo cierto es que los trastornos existen y alguien debe de atenderlos. En este sentido, se resalta que el estudiantado de medicina no necesariamente tiene las condiciones para cuidar de su propia salud mental. Así, “Curando a quienes curan: los desafíos emocionales de los estudiantes de medicina” señala la importancia del diagnóstico y de crear ambientes sanos para el estudiantado: talleres, cursos, consejería, grupos de apoyo, eliminar el estigma y promover el autocuidado. Y esto es válido también para los lugares de trabajo. En el video “Salud mental en el trabajo: un camino hacia el equilibrio” se fundamenta “en la perspectiva en la cual, los trabajadores tienen derecho a trabajar en un ambiente sano y seguro, en el que puedan desempeñarse y desarrollarse profesionalmente”. En este material se ayuda a las personas a identificar el síndrome de burnout o “síndrome del quemado”.

Conjuntamente, para crear ambientes saludables, se requiere un compromiso personal: “mantener una red de apoyo social, buscar ayuda profesional cuando sea necesario y cultivar un equilibrio entre el trabajo y el tiempo personal”. Por ello, los autores de “¿De qué hablamos cuando hablamos de cuidar y proteger nuestra salud mental?”, elaboraron una serie episodios de podcast que tienen la finalidad de que la información sea accesible a la población en cualquier momento y lugar. En esta misma línea se presenta “Bienestar emocional y autonomía para la salud mental: Psicoterapia Punk, el pódcast”, una entrevista que nos invita a tomar la vida en nuestras manos y decidirnos a hacer algo: el enfoque de “hazlo tú mismo” acompaña distintos temas de salud mental.

Al intentar mejorar nuestro estado de ánimo, muy probablemente todo mundo ha echado mano de la música. Ahora se sabe que ésta afecta de distintas maneras a las personas: en la atención, las emociones, la comunicación, la cognición y la conducta, lo que se aborda en “Melodías que reconfortan: el poder terapéutico de la música en los trastornos psiquiátricos”. En este artículo y en “Terapia musical, una alternativa para personas con trastornos mentales” es posible conocer cómo la música puede llegar a ser útil en el trastorno bipolar, depresión, esquizofrenia, ansiedad, autismo, Alzheimer o trastorno obsesivo-compulsivo.


Imagen de camino

Sin embargo, la música no es suficiente. Además de los trastornos mentales, una enfermedad física, como el cáncer, también puede producir un enorme malestar, físico y psicológico. Por ello ha surgido la psicooncología, que busca la atención clínica y el desarrollo de investigación en aspectos psicológicos, sociales y espirituales, a lo largo del proceso de salud-enfermedad por el que deben transcurrir las personas afectadas; puede conocerse más en “La importancia de la psicooncología como parte integral del tratamiento en oncología”.

En este sentido, siempre se está en la búsqueda de aprender más acerca de las enfermedades mentales: qué las detona a nivel psicológico y social, y cuáles son sus mecanismos a nivel fisiológico. Esto, con la esperanza de encontrar nuevas intervenciones. Al respecto se habla en “Desvelando misterios: un viaje por la depresión y las posibles soluciones”, artículo en el que, además de comprender más a fondo qué es la depresión, se nos comparte el trabajo que lleva a cabo el equipo de investigación de los autores: “evaluar los efectos antidepresivos de la mecamilamina en un modelo animal de depresión. [Pues] En el sistema nervioso central, la mecamilamina es un antagonista de los receptores a acetilcolina (neurotransmisor implicado en la depresión)”.

Los problemas de salud mental y la necesidad de promover una cultura del cuidado de la salud mental son tan extensos que, en distintas partes del mundo, se ha recurrido a formar personas no especializadas en salud mental con un entrenamiento básico, para atender esta problemática. Sin embargo, esta situación en poco conocida en México, y aquí se presentan dos experiencias ya realizadas: la primera, el “Entrenamiento en Guardianes para la prevención del suicidio en estudiantes”, donde “los participantes adquieren la capacidad de identificar señales tempranas de riesgo suicida, evaluar el nivel de riesgo y entablar conversaciones motivacionales con individuos en riesgo”. La segunda, el apoyo que profesionales de la pedagogía pueden realizar en este campo, en actividades como “diseño de intervenciones psicoeducativas, materiales didácticos y guías; orientación educativa individual y grupal; divulgación; investigación y formación de recursos humanos”, lo cual puede revisarse en “Pedagogía y salud mental: un encuentro necesario”.

Este número de la Revista Digital Universitaria es un llamado que puede tener múltiples implicaciones: despertar curiosidad, informar, disminuir el miedo, aumentar la empatía. Si bien se señalan problemas, se presentan, ante todo, soluciones. Agradecemos a autoras y autores su generosidad al compartir sus conocimientos y experiencia. Esperamos poder contribuir a aumentar la esperanza e invitar a la acción.

Vol. 24, núm. 6 noviembre-diciembre 2023

Desvelando misterios: un viaje por la depresión y las posibles soluciones

Andrea Mondragón García, Fabiola Hernández Vázquez, Carmen Daniela Francia Ramírez, Julieta Garduño y Salvador Hernández López Cita

Resumen

La depresión es uno de los trastornos mentales más comunes de nuestra época, se espera que en el 2030 sea la segunda causa de discapacidad a nivel mundial. Las principales emociones de la depresión son la tristeza y la desesperanza, asimismo, también se pueden presentar malestares físicos, como fatiga y pérdida de apetito. Una de las causas de la depresión es la disminución de los niveles de serotonina en el cerebro. Por ello, el principal tratamiento se basa en el empleo de medicamentos que inhiben selectivamente la recaptura de serotonina (ssri). Sin embargo, el 30% de las personas con depresión presentan resistencia al tratamiento, viviendo incapacitadas por los síntomas. Dicha problemática es la que nos ha conducido a investigar un nuevo blanco terapéutico que brinde una mejor calidad de vida a las personas que viven con depresión. Un ejemplo es la mecamilamina, la cual se ha observado, tiene efectos antidepresivos en modelos animales de estrés crónico impredecible, esto debido a que aumenta la actividad de las células serotoninérgicas del núcleo dorsal del rafe (drn). Los datos obtenidos de nuestra investigación abren la posibilidad de un nuevo tratamiento para pacientes que sufren de depresión mayor.


Palabras clave: depresión, tristeza, anhedonia, serotonina, modelos animales.

Unveiling mysteries: a journey through depression and possible solutions

Abstract

Depression is currently one of the most disabling mental disorders and it is predicted to become the second leading cause of worldwide disability by 2030. Individuals affected by depression experience emotional ailments such as sadness and hopelessness, as well as physical discomforts like tiredness, and loss of appetite. One of the main causes of depression is the reduction of serotonin levels in the brain, making it susceptible to treatment through selective serotonin reuptake inhibitors (ssri). However, 30% of the individuals with depression do not respond to the treatment, remaining disabled by the persisting symptoms. This challenge is the main motivation of our investigation. Our objective is to identify a new therapeutic drug capable of enhancing life quality for those who live with depression. Mecamylamine has been shown to exhibit antidepressant effects in animal models subjected to chronic unpredictable stress conditions. This positive outcome can be attributed to an increased activity of serotonergic neurons located in the dorsal raphe nucleus (drn). These findings hold the potential to offer insights into a more optimistic future for individuals affected by major depressive disorder.


Keywords: depression, sadness, anhedonia, serotonin, animal models.

Introducción

Con frecuencia, nos enteramos de que alguno de nuestros amigos y/o familiares la está pasando mal, que se siente desanimado, triste. El impulso natural que tenemos es recomendarle que le “eche ganas”, que todo va a estar bien. Sin embargo, en muchos casos la persona implicada lejos de sentirse mejor empeora. En este artículo abordaremos qué es la depresión, cuáles son sus posibles causas, cómo se diagnostica y cómo se trata. Asimismo, discutiremos las bases fisiológicas que la explican y por qué su tratamiento resulta a veces complicado. Finalmente, reflexionaremos la importancia de que este trastorno sea estudiado y entendido para poder brindar una ayuda efectiva que promueva que las personas que la padecen tengan una vida plena.

¿Qué es la depresión?

El reconocimiento y la comprensión de la depresión como una condición médica se remontan a tiempos antiguos (300 a.C.) y han evolucionado a lo largo de la historia. Inicialmente, se pensaba que los trastornos mentales estaban influenciados por fenómenos naturales y por espíritus. Posteriormente, Hipócrates, en su doctrina humoralista, empleó el término “melancolía” para describir un profundo y persistente sentimiento de tristeza acompañado de un estado de ánimo bajo y pérdida de interés. No fue sino hasta finales del siglo xviii que se utilizó el término moderno “depresión”, acuñado por Sir Richard Blackmore (Rodríguez, 2010). Pero, ¿cuál es el panorama actual de este padecimiento?

La tristeza es una de las emociones asociadas a la depresión, y diferenciarla de esta última puede ser complicado. Comenzaremos mencionando algunos puntos importantes que ayudarán a entender ambos conceptos. La tristeza produce malestar emocional desencadenado por un evento percibido como negativo; esta emoción puede ser una forma temporal de afrontar situaciones, como cuando esperas aprobar un examen y ocurre lo contrario. Sin embargo, esta sensación puede desaparecer en un periodo corto, y no afecta tu rendimiento ni está acompañada de síntomas físicos (Pérez, 2012; Alcocer, 2016). Por el contrario, la depresión se caracteriza por la presencia de síntomas persistentes. Entre los más comunes se encuentran la pérdida de interés por cosas o actividades que antes generaban placer, trastornos del sueño, fatiga permanente, pérdida de apetito y pérdida de peso. La depresión también se caracteriza por la presencia de emociones como tristeza e irritabilidad, así como pensamientos negativos, por ejemplo, de desesperanza y culpa, e incluso ideación suicida. Entonces, la depresión se ha definido como un trastorno mental que afecta la vida cotidiana de las personas, alterando su estado de ánimo y sus relaciones con otras personas (who, 2023).

Distintos tipos de depresión

Como en todo padecimiento mental, no podemos generalizar y mucho menos pensar que todas las personas que padecen depresión sienten o experimentan exactamente lo mismo. Se reconoce la existencia de varios tipos de depresión, todos caracterizados por emociones que guardan similitud con la tristeza, pero que difieren en función de síntomas específicos.

Por ejemplo, uno de estos tipos es el trastorno depresivo persistente, en el cual se presentan síntomas tales como sensación de desesperanza, baja autoestima y falta de concentración. Dichos síntomas se manifiestan de manera crónica, con una duración de al menos dos años. Existe también el trastorno depresivo mayor, el cual se diagnostica cuando el paciente presenta síntomas durante al menos dos semanas, aunque pueden prolongarse durante meses o años e incapacitan al individuo social y laboralmente. Este tipo de depresión, el más común, presenta resistencia al tratamiento, con medicamentos antidepresivos convencionales, en muchos pacientes.

Otro tipo destacado es la depresión relacionada con el embarazo o postparto, una condición que afecta a una significativa proporción de mujeres. Cerca de la mitad de las mujeres experimenta síntomas, que suelen desaparecer en dos semanas, pero si persisten, se consideran síntomas de depresión postparto (Henshaw, 2003). Además, existen trastornos de depresión asociados con las estaciones del año, donde la luz natural desempeña un papel crucial; no es sorprendente sentir melancolía en días nublados.


Imagen de lo que experimenta una presona con depresión: un snetimiento abrumador de desesperanza y tristeza

Figura 1. La persona con depresión experimenta un sentimiento abrumador de desesperanza y tristeza, que persiste ante cualquier entorno. Crédito: elaboración propia.

En nuestro círculo social, comúnmente se escucha que alguien tiene depresión. Sin embargo, ¿cuántas personas realmente han recibido un diagnóstico de este trastorno? A nivel mundial, se estima que el 3.8 % de la población vive con depresión, siendo más prevalente en mujeres. Y en personas jóvenes, el riesgo de suicidio es una de las consecuencias más graves de este trastorno (who, 2023). Cada 40 segundos, una persona pierde la vida por esta causa a nivel global. En México, las estadísticas son aún más alarmantes, ya que el 15.4 % de la población padece depresión, con una tasa de suicidio de 6.5 personas por cada 100 mil habitantes, siendo la cuarta causa de muerte en personas de 15 a 29 años (inegi, 2021). Se pronostica que para el 2030, la depresión se convertirá en la segunda causa de discapacidad a nivel mundial (Otte, 2008). Ante el creciente impacto de este trastorno a nivel global, es crucial explorar su etiología, es decir, comprender cómo se desarrolla esta condición mental.

Aspectos biológicos de la depresión y su posible tratamiento

Antes de adentrarnos en las teorías que explican el desarrollo de esta enfermedad mental, es esencial comprender algunos aspectos fundamentales de la fisiología de nuestro cerebro, el órgano que controla nuestras emociones y otras funciones. Aunque el cerebro consta de diversas células, las neuronas representan la unidad estructural y funcional más importante, siendo la comunicación entre ellas clave para el adecuado funcionamiento de nuestro organismo. La comunicación neuronal puede asemejarse a una llamada telefónica: una persona (neurona 1) marca un número para compartir información relevante, siendo las palabras de esta persona los neurotransmisores liberados por la neurona 1. La información llega a otra persona (neurona 2), quien procesa la información y emite una respuesta. A diferencia de una llamada telefónica entre dos personas, la comunicación entre neuronas es prácticamente instantánea, ocurriendo en milisegundos.


Imagen de la analogía de la 
    comunicación telefónica entre 
    dos personas y la comunicación 
    entre dos neuronas

Figura 2. Analogía de la comunicación telefónica entre dos personas y la comunicación entre dos neuronas. Crédito: elaboración propia.

Habiendo explicado cómo se comunican las neuronas, exploraremos los neurotransmisores clave (mensajes enviados por las neuronas) implicados en la depresión y las teorías que explican su desarrollo.

La teoría serotoninérgica, considerada la más aceptada, destaca el papel crucial de la serotonina, conocida como el “neurotransmisor de la felicidad”. Un aumento de la serotonina genera bienestar, mientras que su disminución constante se asocia con la depresión. Esta teoría respalda tratamientos que buscan incrementar la serotonina, como la inhibición de su recaptura por las terminales nerviosas.

Otra teoría implica a la dopamina, relacionada con el placer; su aumento provoca sensaciones placenteras, además de un incremento en la actividad motora, mientras que su disminución se asocia con la pérdida de interés y placer, síntomas depresivos. Otro neurotransmisor implicado en este trastorno es la noradrenalina. Los fármacos antidepresivos que aumentan la concentración de este neurotransmisor en áreas específicas del cerebro han demostrado mejorar los síntomas asociados con la depresión.

Además, se reconoce la relevancia de la acetilcolina, una molécula endógena que activa receptores nicotínicos. Estos últimos, denominados así debido a su activación también por la nicotina, principal componente psicoactivo del tabaco, desempeñan un papel crucial. Se ha sugerido que el acto de fumar podría representar una forma de automedicación para la depresión, ya que se ha observado una reducción significativa de los síntomas asociados con este trastorno en quienes fuman (Fluharty, 2013).


Imagen de neurotransmisores que participan en la depresión

Figura 3. Neurotransmisores que participan en la depresión (Modificada de: Nutt, 2008).

Considerando la información presentada, surge la pregunta de por qué el número de personas afectadas por la depresión está en aumento a pesar de que se conocen las causas de esta enfermedad. La respuesta a esta interrogante no es sencilla, ya que la depresión es una enfermedad multifactorial que involucra aspectos ambientales, sociales, genéticos, psicológicos y biológicos. Además, el tratamiento para la depresión no siempre es personalizado ni efectivo para todos los pacientes, lo que puede requerir una combinación de enfoques terapéuticos.

En casos leves a moderados, la terapia psicológica se erige como la primera línea de tratamiento. Sin embargo, cuando no se evidencia mejoría, la intervención de un psiquiatra y la prescripción de medicamentos pueden ser necesarias para restablecer el equilibrio en los niveles de neurotransmisores en el sistema nervioso central. Por consiguiente, la colaboración entre el psicólogo y el psiquiatra emerge como clave para mejorar el estado de ánimo del paciente con depresión. Este hecho resalta la importancia de adoptar un enfoque integral y personalizado para el manejo y tratamiento de esta enfermedad.

Como se mencionó, los medicamentos más utilizados para tratar la depresión son los inhibidores de la recaptura de serotonina (ssri). Sin embargo, el porcentaje de remisión de los síntomas en pacientes tratados con estos fármacos es bajo, ya que aproximadamente el 30% de ellos muestra resistencia al tratamiento, es decir, no experimenta una disminución de los síntomas depresivos al recibir el medicamento (Levinstein y Samuels, 2014). Resulta preocupante que un porcentaje significativo de pacientes sea resistente al tratamiento. Por lo tanto, desde el área de la investigación en ciencia básica, con el uso de modelos animales, se están realizando importantes esfuerzos para desentrañar los mecanismos fisiológicos que originan la enfermedad y encontrar soluciones efectivas que mejoren los síntomas y, en general, la vida de las personas que padecen dicho trastorno.

Uno de nuestros objetivos, como equipo de investigación, es evaluar los efectos antidepresivos de la mecamilamina en un modelo animal de depresión. En el sistema nervioso central, la mecamilamina actúa como un antagonista de los receptores de acetilcolina, un neurotransmisor implicado en la depresión. Podemos imaginar esto como una puerta con una cerradura que se abre con una llave específica (agonista) y permite el paso de personas. Si la cerradura está bloqueada con una llave rota, porque alguien insertó una llave incorrecta, entonces la llave correcta no podrá abrirla. De manera similar, las neuronas actúan como puertas con cerraduras, representadas por los receptores nicotínicos, donde la acetilcolina actúa como la llave correcta. Estos receptores se abren en presencia de un agonista (como la acetilcolina), pero si hay un antagonista, es decir, una “llave incorrecta”, no permitirá que el agonista tenga efecto, evitando que el receptor se abra y permita el paso de señales.

Algunos de los grandes hallazgos en la ciencia han ocurrido por serendipia, y el caso de la mecamilamina no es la excepción. Inicialmente utilizada como antihipertensivo, se observó que, en pacientes con síndrome de Tourette, además de reducir la presión arterial, a bajas dosis también disminuía los síntomas depresivos, lo que llevó al inicio de su estudio (Phillip et al., 2010). Como se mencionó, la teoría predominante de la depresión, centrada en la disminución de los niveles de serotonina, orientó la investigación del mecanismo de acción de la mecamilamina hacia el núcleo dorsal del rafe (ndr), una región cerebral donde el 50 % de las neuronas son serotoninérgicas y constituyen la principal fuente de serotonina hacia el cerebro anterior (Dahlström y Fuxe, 1964). Entre las funciones destacadas de este núcleo se encuentran el procesamiento de estímulos emocionales y la regulación del estado de ánimo. A nivel celular, se ha observado que la mecamilamina promueve la actividad de las neuronas serotoninérgicas en el ndr, sugiriendo un aumento en los niveles de serotonina en todo el cerebro. Probablemente, este mecanismo subyace en los efectos antidepresivos de la mecamilamina.

Una vez conocidos los efectos del fármaco a nivel celular, es crucial evaluarlo mediante el uso de un modelo animal que simule las características del proceso biológico de la enfermedad en los seres humanos. Para el estudio de la depresión, el animal comúnmente utilizado es la rata de la cepa Wistar. Este animal presenta características anatómicas y fisiológicas semejantes al humano, permitiendo la extrapolación de resultados para comprender los mecanismos fisiológicos que explican la depresión (Pangemanan et al., 2023).

Sabemos que una persona que sufre estrés de manera constante, puede padecer depresión. Para estudiar este fenómeno en animales, se utiliza el modelo de estrés crónico impredecible (eci). Éste consiste en la aplicación de distintos estresores a la rata durante al menos 3 semanas. La condición es que cada estresor se aplique de manera aleatoria y no se repita en un lapso de 48 horas. Se denomina estresor a un estímulo que desencadena una respuesta biológica, como la liberación de cortisol, conocido como la hormona del estrés (Godoy et al., 2018).

La aplicación de estos estresores busca aproximar las condiciones que padece un humano en el animal. Se prevé que los estresores no se repitan constantemente para evitar la habituación, una situación en la que el animal ya sabe el estresor que vendrá y se encuentra preparado. Un ejemplo de habituación en humanos puede ser cuando al terminar las actividades del día tomamos el transporte público en la hora “pico” para regresar a casa. Las primeras veces, nos genera estrés e incomodidad, pero con el paso de los días ya sabemos que el transporte estará lleno, por lo que nos acostumbramos y ahora no representa un sentimiento tan negativo como al inicio.

Volviendo a los estudios en animales de laboratorio, el estresor que más se utiliza para generar el modelo de eci es la restricción de movimiento. En este caso, se inmoviliza a la rata en un cilindro durante 1 hora, cuidando que no sufra dolor. Se ha comprobado que este modelo produce conductas tipo depresivo en las ratas (Ampuero et al., 2015).

Este estresor, simula el contexto vivido durante la pandemia por covid-19, en donde debíamos quedarnos en casa. Múltiples estudios han mostrado el impacto que el aislamiento social provocó sobre la salud mental de las personas y muestran que la incidencia de la depresión incrementó (who, 2022; Chen et al., 2021).


Modelo animal de restricción de movimiento que simula el encierro

Figura 4. Modelo animal de restricción de movimiento que simula el encierro en un humano. Crédito: elaboración propia.

Mediante el uso de este modelo, hemos observado que la mecamilamina mejora los síntomas tipo depresivos, sugiriendo su potencial como un nuevo tratamiento farmacológico. Además, podría considerarse en combinación con otros medicamentos antidepresivos cuando los pacientes presentan resistencia a dichos fármacos.

Conclusión

La depresión es un problema importante de salud pública y su estudio se ha abordado desde tiempo atrás. Sin embargo, los esfuerzos por atacar esta enfermedad parecen poco funcionales, ya que su incidencia va en aumento. Dada su naturaleza multifactorial como trastorno mental, su estudio resulta complejo.

En el ámbito de la investigación básica, dedicamos considerables recursos para ampliar el entendimiento de la depresión y desarrollar terapias farmacológicas alternativas que contribuyan al tratamiento de quienes la padecen. Nuestro trabajo se ha enfocado en el estudio de las propiedades antidepresivas de la mecamilamina. Esta podría utilizarse como un medicamento para tratar este padecimiento, ya que su uso en modelos animales, ha arrojado resultados alentadores. No obstante, el camino hacia su aplicación en seres humanos es extenso, demandando una continua dedicación al estudio de sus efectos específicos sobre la depresión.

Agradecimientos

Agradecemos el apoyo y financiamiento del proyecto dgapapapiit, IN216319 del Doctor Salvador Hernández López. Agradecemos a los estudiantes Yaremi Rojano Posada, Adriana Animas Fernández, Enrique Ramírez Sánchez y César Sandoval González que han participado en la realización de los experimentos en modelos animales. Así como al Dr. Omar Hernández González por el apoyo técnico en el trabajo experimental. Finalmente, agradecemos a Roselia Garduño Torres por la elaboración de las figuras que se muestran en el artículo.

Referencias

Recepción: 30/8/2023. Aceptación: 10/11/2023.

Vol. 24, núm. 6 noviembre-diciembre 2023

Ataques de depresión

Morgana Carranco Cita

Resumen

En este texto, la autora describe cómo ha experimentado la depresión. Al mismo tiempo, nos comparte las dificultades de averiguar, comprender y aceptar los trastornos psiquiátricos que padece, así como la importancia de nombrarlos, para poder así enfrentarlos y vivir con ellos. Palabras clave: depresión, trastorno depresivo mayor, trastorno depresivo persistente, neurodivergencia, trastorno por déficit de atención con hiperactividad, TDAH.
Palabras clave: depresión, trastorno depresivo mayor, trastorno depresivo persistente, neurodivergencia, trastorno por déficit de atención con hiperactividad, tdah.

Depression attacks

Abstract

In this text, the author describes how she has experienced depression. At the same time, she shares the difficulties of finding out, understanding, and accepting her psychiatric disorders, as well as the importance of naming them, in order to be able to face them and live with them.
Keywords: depression, major depressive disorder, persistent depressive disorder, neurodivergence, attention deficit disorder and hyperactivity, adhd.

Crisis

Comienza con un pequeño golpe en la boca del estómago, que se propaga en rápida vibración por todo el cuerpo. En seguida, llegan las ganas de llorar y, por supuesto, las lágrimas. Por último, la desesperanza y el sentimiento de que ya no quiero seguir, que sería mejor desaparecer mágicamente. Que vivir es muy cansado y que en realidad no vale la pena. A veces esa sensación desaparece después de un rato de llanto. Otras, se queda por mucho, hasta que mi cuerpo se cansa y, como protección, consigue dormir.

Esto sucede, no como yo lo esperaría, ante los eventos más nimios: el no poder encontrar cierta blusa, que no me respondan un correo, que mi madre me pida —de la manera más educada que existe — que mueva un fólder que había dejado en la mesa durante días. No pasa, como es de suponerse, ante noticias trágicas. La vez que me dijeron que se había muerto mi tío, además de que no lo podría creer, reaccioné de manera muy controlada: estaba entera. Le pregunté a mi tía que cómo estaba y si podía ayudarle en algo, tras lo cual le avisé a mis papás y hermana. Por supuesto que la tristeza terminó por alcanzarme y lo lloré como lo hicieron el resto de mis primos, exceptuando a sus hijos. Pero eran otro tipo de lágrimas: de despedida, de tristeza, de duelo.

Entonces, ¿por qué la vez que tuve que salir tarde del trabajo terminé así? ¿Por qué si mi hermana dice que hizo algo pensando en mí, siento que soy una carga y lloro? ¿Por qué de la nada, si viene a mí un recuerdo bello o desagradable o me encuentro con una situación difícil, acabo en llanto? Llamo a estos momentos ataque de depresión. Los llamo, porque es importante nombrar las cosas, y porque hasta ahora no he encontrado una descripción acertada de ellos. Y sí, si te has topado con algo parecido, podrías tener síntomas de depresión. Te lo digo desde mi opinión experta en experimentarlos.

Según la Organización Mundial de la Salud (oms):

En un episodio depresivo, la persona experimenta un estado de ánimo deprimido (tristeza, irritabilidad, sensación de vacío) o una pérdida del placer o del interés por actividades. […] Estos episodios abarcan la mayor parte del día, casi todos los días, durante al menos dos semanas. ( oms, 2023)

A pesar de que me identifico con todo eso, debo de decir que, por mucho tiempo, no sentí que estuviera propiamente diagnosticada. Mi psicóloga de hace años decía que en la adolescencia había tenido episodios depresivos y, de hecho, lo que ella buscaba evitar en mí, al inicio de la pandemia de la covid-19, era que cayera en uno de ellos. No obstante, nunca escuché de ella las palabras “tienes depresión”, así que a veces aún dudaba de ello, porque ningún experto hasta esa fecha me lo había dicho explícitamente. Sí, nombrar es importante.

Un episodio depresivo sigue siendo depresión, pero puede sólo sucederles a las personas una vez en la vida. No es mi caso. Si tuviera que alinearme con alguna descripción de esas páginas de consulta general, sería con el de la National Institution of Mental Health, de Estados Unidos. Ahí exponen que los síntomas —además de ese sentimiento de tristeza, ansiedad o vacío y pérdida de interés, que muchas de las personas le adjudican— son el pesimismo o falta de esperanza, sentimientos de culpabilidad, inutilidad o impotencia, fatiga o sensación de estar más lento, problemas para concentrarse, recordar o tomar decisiones, trastornos del sueño, cambios alimenticios, irritabilidad, dolores físicos y pensamientos de muerte (2021).


Pensamientos negativos en un ataque de depresión

Yo experimento todos esos de síntomas. A veces los siento al mismo tiempo; otras, aislados o en sus diversas combinaciones. Pero hasta ahora, en mi búsqueda, no he encontrado lo que yo denomino ataque de depresión. Sí hay, en cambio, muchas páginas de otros tipos de ataque: de ansiedad y de miedo. Al principio pensaba que lo que me pasaba era alguno de estos otros tipos; pero no, es diferente.

Es verdad que en los tres tipos hay una suerte de descontrol, pero te llevan a distintos lugares y, por supuesto, tienen diferentes causas. Si tuviera que emparentar el ataque de depresión de manera más cercana con alguno, diría que se parece más al de pánico, puesto que ambos son repentinos y sin causa aparente —o al menos no una causa nombrable—. A pesar de que no presenta la demás sintomatología —sentir peligro inminente, miedo a morir o a perder el control o desmayarte, taquicardia, sudor, temblores, escalofríos, mareos, náuseas, sensación de que te sofocas y te falta de aliento, y dolor en el pecho, abdomen o cabeza (Mayo Clinic, 2018)—, lo otro que tienen en común es la sensación de irrealidad o desconexión.

En ciertas ocasiones me sucede que en un ataque de depresión puedo percibir, si estoy muy atenta, cómo me voy separando de la realidad; y cómo si dejo que se vaya más allá y tome control, entro en un lugar donde no valgo, en el que nadie me quiere y la desesperación es tanta que necesita acabar. Pero he aprendido una técnica para evitarlo: llorar más fuerte y decirme las cosas que son verdad, pero que olvido: que hay gente que me quiere, que todo va a estar bien, que hay cosas peores. Así, cuando tengo energía, poco a poco logro tranquilizarme. Cuando no, simplemente espero que logre dormir pronto.

Detesto cuando tengo un ataque de depresión, pero el nombrarlos me ha ayudado a tener más control sobre ellos, me han hecho ver que presentaban en mí un patrón y que puedo hacer algo para remediarlos. Observar sus variantes y ver si otros los han experimentado. Espero que nunca te hayas sentido así, pero si lo has hecho, que sepas que otros hemos estado ahí, y, más importante, que hemos regresado.

Epílogo

Meses después de haber escrito lo anterior, y como resultado de una búsqueda activa de atención psicoterapéutica y psiquiátrica, por fin me diagnosticaron con todas sus letras: “Trastorno depresivo mayor recurrente” —se considera que es recurrente cuando el estado de ánimo depresivo ha durado por más de dos años y se manifiesta durante la mayor parte del día— (Coryell, 2022).

Como consecuencia, me recetaron un antidepresivo: fluoxetina. Durante el primer mes y medio de tomarla no sentí nada. Pero, de manera muy sutil, con el paso del tiempo, fui notando que los ataques de depresión eran menos fuertes. Que la sensación de tormenta y vacío llegaba, pero no se instalaba en mí. Que iba cediendo, apareciendo menos. Ahora siento que las cosas son más llevaderas. No todo el tiempo. No en todas las situaciones. Pero en general estoy más tranquila.


Imagen de una mujer caminando entre los ataques de depresión

Sin embargo, no sólo tenía depresión. También me detectaron Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (tdah), presentación combinada. Según el dsm, “el tdah es un trastorno del neurodesarrollo definido por niveles problemáticos de inatención, desorganización y/o hiperactividad-impulsividad” (apa, 2014, p. 32). La presentación combinada, como su nombre lo indica, implica síntomas tanto de inatención y desorganización como de hiperactividad-impulsividad. Por ello, en cuanto a la inatención, a menos que el tema me interese mucho, me cuesta trabajo prestar y mantener la atención, tengo algunas dificultades de organización y me falta motivación para realizar actividades que requieren un esfuerzo mental sostenido. Al mismo tiempo, en cuanto a la hiperactividad, es raro que me pueda mantener quieta en un lugar por mucho tiempo: me levanto, cambio de posición y muevo mis pies, aprieto mis manos o jalo mi cabello de manera constante. También, en ocasiones, hablo mucho y si no me controlo interrumpo las conversaciones. Odio esperar mi turno, puedo actuar impulsivamente y suelo preferir las recompensas inmediatas en lugar de las de largo plazo (apa, 2014, pp. 59-61)

Tal vez la conjunción de ambos trastornos psiquiátricos es la razón de que yo experimente de esta forma la depresión. Tal vez mi “baja tolerancia a la frustración, la irritabilidad y la labilidad del estado de ánimo” (apa, 2014, p. 61) que causa el tdah hacen que sea más sensible a los estímulos, que las cosas más pequeñas me hagan sentir tan mal.

A la distancia, ambos diagnósticos tienen mucho sentido y no puedo creer que haya pasado toda mi vida culpándome por rasgos y reacciones que están más allá de mí. No obstante, el nombrar mis condiciones me ha ayudado a conocerme más y a tratar de buscar estrategias para vivir con ellas, tanto psiquiátricas y psicoterapéuticas, como herramientas individuales. Es verdad que encontrar y conservar la salud mental es un proceso, es algo constante; parafraseando a Cortázar, la salud mental se debe de abordar como una novela y no como un cuento: se gana por puntos, no por knock out.

Referencias

Recepción: 06/11/2023. Aceptación: 13/11/2023.

Vol. 24, núm. 6 noviembre-diciembre 2023

Pedagogía y salud mental: un encuentro necesario

Guillermo Martínez-Cuevas Cita

Resumen

La educación en salud mental es de enorme relevancia para la atención de la población, especialmente después de la pandemia. Sin embargo, en muchas organizaciones de prevención y promoción de la salud mental, así como instituciones de tratamiento de los problemas de salud mental, se carece de especialistas en pedagogía, cuyo objeto de estudio es la educación. Este texto señala siete aportaciones que, desde la experiencia del autor, pueden realizar los especialistas en pedagogía al campo de la salud mental: diseño de intervenciones psicoeducativas, materiales didácticos y guías; orientación educativa individual y grupal; divulgación; investigación; formación de recursos humanos, y administración de instituciones de salud mental. La inclusión de estos especialistas se justifica por diversas razones: la escasez de personal en salud mental; las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud de formar personal no especializado en salud mental; la importancia de la educación para el cuidado de la salud, y las habilidades propias de los especialistas en pedagogía.
Palabras clave: pedagogía, salud mental, intervenciones psicoeducativas, educación para la salud, educación en salud mental, servicios de salud mental, centinelas, guardianes.

Pedagogy and mental health: a necessary encounter

Abstract

Mental health education is of enormous relevance for the care of the population, especially after the pandemic. However, in many organizations for the prevention and promotion of mental health, as well as institutions for the treatment of mental health problems, there is a lack of specialists in pedagogy, which its object of study is education. This text points out seven contributions that, from the author’s experience, pedagogy specialists can contribute to the field of mental health: design of psychoeducational interventions, teaching materials, and guides; individual and group educational guidance; dissemination and communication; research; training of human resources, and administration of mental health institutions. The inclusion of these specialists is justified for various reasons: the shortage of personnel; the recommendations of the World Health Organization to train non-specialized mental health personnel, and the importance of education for health care and the skills of pedagogy specialists.
Keywords: pedagogy, mental health, psychoeducational interventions, education for health, mental health education, mental health services, gatekeepers.

El contexto: la nueva realidad en salud mental

—Profe, ¿puedo hablar con usted? —En el pasillo, con su mochila al hombro, ojos expectantes, y una mezcla de temor, vergüenza y esperanza, se acercaban a iniciar la conversación. Luego de escuchar con atención, yo les hacía algunas preguntas para tratar de contactarles con algún lugar que tuviera una combinación de calidad en el servicio y velocidad en la atención, para aliviar el malestar lo antes posible. Nunca había derivado tal cantidad de estudiantes con ideación suicida como el semestre agosto-diciembre de 2022. Nunca me había sentido tan vulnerable, a pesar de mi formación en salud mental, al contemplarles, ahí, con su historia y su dolor. Nunca las y los profesionales dedicados a la psicología clínica y la psiquiatría habían tenido tanta demanda.

Y es que, además de los trágicos decesos, la pandemia de covid-19 provocó el cierre de escuelas, pérdida de empleos, teletrabajo, aislamiento, miedo al contagio e incertidumbre. Esto generó un incremento en los problemas de salud mental: ansiedad, depresión, problemas para dormir, aumento de consumo de alcohol, tabaco y otras drogas, así como el incremento de la violencia familiar (Organización Panamericana de la Salud, 2021). Ante esta necesidad, me propongo aquí describir la manera en que desde la pedagogía puede fortalecerse la atención a la salud mental de la población.

La pedagogía ha sido definida como la ciencia y arte de la educación (Larroyo, 1969; Planchard, 1969). A pesar de este señalamiento, me parece que hay una cantidad muy pequeña de especialistas en pedagogía dedicados al tema de la salud mental. Si bien existe una estrecha vinculación entre educación y salud mental, los equipos para la atención de la salud mental incluyen básicamente especialistas en medicina psiquiátrica, psicología clínica, enfermería y trabajo social. Ante este escenario, ¿es posible el encuentro de dos mundos, la pedagogía y la salud mental?

La respuesta es que es posible y, sobre todo, necesario. Sin embargo, en uno y otro campo hay desconocimiento, a veces temor, y en ocasiones desconfianza, acerca de dicho encuentro. Se impide así la sinergia y se pierden las oportunidades de generar opciones de atención a la población, que, especialmente después de la pandemia, se requieren de manera urgente. En lo personal, son ya veinte años en los que he ayudado a tender puentes entre pedagogía y salud mental. Lo que aquí describo son experiencias que he tenido y observado en otros colegas. Cuando ha sido posible, acompaño el testimonio con vínculos a sitios web, para que el lector pueda consultar la información de primera mano.


Imagen de encuentro

Aportaciones de los profesionales de la pedagogía al campo de la salud mental

—Oye, Guillermo, ¿podrías apoyarnos en una guía para prevenir…? ¿Existirá un taller para…? ¿Por qué no organizan un congreso de…? ¿No habrá un material didáctico sobre…? ¿Habrá investigaciones respecto a…?

Sí, para todo esto hay respuestas. Dejo aquí siete aportaciones que los profesionales de la pedagogía podrían hacer para atender distintas necesidades en el campo de la salud mental.

1ª aportación. Diseño de intervenciones educativas en salud mental

¿Qué debe incluirse en un curso? ¿Con qué extensión? ¿Con qué técnicas didácticas? La decisión sobre los contenidos depende en gran medida de los especialistas clínicos en salud mental. No obstante, los especialistas en pedagogía pueden ayudar con otros aspectos fundamentales, como definir y redactar los objetivos y, de manera muy importante, lograr coherencia entre objetivos, técnicas didácticas, materiales didácticos, tiempo disponible y espacios físicos o las condiciones en línea. Todos estos aspectos no necesariamente son dominados por especialistas en salud mental y por ello se requiere un trabajo conjunto. Por supuesto, un profesional de la pedagogía con entrenamiento en salud mental tendrá una visión mayor y podrá decidir sobre la inclusión de contenidos que hayan mostrado evidencia científica de eficacia para la prevención o tratamiento.

Un par de ejemplos en los que he participado son las metodologías para la prevención del consumo de drogas ¿Qué le falta a su casa? (Centros de Integración Juvenil, 2004) y el paquete preventivo Salud Mental en la Familia (Centros de Integración Juvenil, 2006), éste constituido por un manual del facilitador, cuadernillos para los participantes y videos sobre distintas temáticas como depresión, consumo de alcohol, trastornos alimenticios, educación familiar, sexualidad en los adolescentes, etcétera. Después de quince años, estos materiales se siguen empleando en distintos lugares del país.

Sobre esta aportación, en el área de la salud mental, se ha llamado psicoeducación a las intervenciones en las que tanto a los pacientes como sus familias se les da a conocer las características de la enfermedad mental, cómo se trata y qué se puede esperar, buscando promover la autonomía, el empoderamiento y la reintegración social; se estructura en varias sesiones que buscan transmitir contenidos y desarrollar habilidades. La psicoeducación ha mostrado evidencia de utilidad para mejorar la calidad de vida, pues favorece la adherencia terapéutica, disminuye la posibilidad de recaídas y ayuda a las familias a responder a las crisis que pueden presentarse debido a la enfermedad; además, es costo eficiente, porque cualquier integrante del equipo de salud puede estar a cargo de ella (Godoy et al., 2020). Como puede observarse, el apoyo de profesionales de la pedagogía puede llegar a ser muy importante.

2ª aportación. Elaboración de guías especializadas, materiales didácticos y divulgación de la salud mental

Los profesionales de la pedagogía pueden ayudar en la simplificación de conceptos técnicos para que sean accesibles al público en general, plasmado la información en guías para docentes (ver Centros de Integración Juvenil, 2023; Fundación Nacional Ámbar, 2022), artículos de divulgación sobre patologías mentales, regulación emocional y bienestar (ver Martínez, 2019a, 2019b; Martínez y Keller, 2019), o folletos con temas como ansiedad (Martínez-Cuevas, 2022a) o depresión (Martínez-Cuevas, 2022b).

3ª aportación. Orientación educativa en el área de educación en salud mental

A pesar de que existe en las redes una gran cantidad de información, sigue siendo fundamental la intervención de personas para escuchar, contener emociones y derivar hacia opciones confiables para la atención de la salud mental. En ese sentido, los especialistas en pedagogía pueden realizar procesos de orientación en dos modalidades: a) grupal, a través de la impartición de talleres, cursos, intervenciones psicoeducativas a la población objetivo, y b) Individual, a través de la orientación personalizada. En ambos casos, se puede derivar a servicios especializados y proponer estrategias de autocuidado.

4ª aportación. Difusión en temas de salud mental

La participación de pedagogos y pedagogos se extiende hasta al trabajo en medios de comunicación, para abordar diversas problemáticas de salud mental, las cuales tienen estrecha relación con problemas educativos, o más bien, de una falta de educación integral. En redes se pueden encontrar, por ejemplo, entrevistas sobre el consumo del tabaco. En lo personal, he participado charlas sobre problemas socioafectivos durante la pandemia, salud mental de docentes universitarios, así como conferencias sobre resiliencia, habilidades para la vida, estrés y gratitud en la vida universitaria. Mis estudiantes de pedagogía han contribuido en la impartición de talleres para otros estudiantes universitarios, en temas como manejo del estrés, activación física, sexualidad, regulación emocional y prevención del suicidio, en la Feria de la Salud Mental, organizada por la Facultad de Medicina de la unam.

Como parte de la difusión se puede incluir la organización de eventos orientados a la salud mental, pues el profesional de la pedagogía que ya ha trabajado en estos temas conoce contenidos y personas especializadas que pueden ayudar en su realización. Por ejemplo, el año 2013 y años posteriores organicé el curso Salud mental en contextos escolares, impartido en el Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente Muñiz”, y recientemente propuse la creación del Día de la salud mental de las y los docentes universitarios (2022), que organizamos con gran éxito desde el Centro de Formación y Profesionalización Docente de la unam, y que en 2023 se denominó Día de la salud mental del profesorado universitario; los videos de esta actividad académica estarán disponibles en la página del Centro. Esta actividad se organizó en el marco del Día de la Salud Mental promovido por la Organización Mundial de la Salud.

5ª aportación. Investigación en salud mental

Con una formación especializada en investigación de temas en salud mental, los profesionales de la pedagogía pueden generar conocimiento y participar equipos de investigación multidisciplinarios. De esta manera, contribuyen a construir evidencia científica que sustente las intervenciones en salud y generar reflexión sobre la relación entre educación y salud mental. Por ejemplo, investigaciones sobre habilidades socioemocionales en docentes universitarios (Martínez-Cuevas et al., 2023) resiliencia, estrés y rendimiento académico (Martínez-Cuevas et al., en prensa), e intervenciones de respiración a través de realidad virtual para la salud mental (Cortez-Vázquez et al., en prensa). Por otra parte, algunas de mis estudiantes egresadas de la Licenciatura en Pedagogía han colaborado con investigadoras en salud mental, contribuyendo con lo que su formación les permite para enriquecer el proceso de investigación.

6ª aportación. Formación de recursos humanos para la educación en salud mental

Desde el punto de vista de la educación formal, a través de una materia optativa del Plan de Estudios de Pedagogía titulada “Educación no formal 1: educación y salud” (Colegio de Pedagogía, Facultad de Filosofía y Letras, unam), varios estudiantes se han formado para intervenir con la población en temas de salud física y mental. Además, algunos de los trabajos de titulación que he dirigido se han relacionado con los temas de interés en salud mental de las egresadas: el papel del arte en el proceso educativo de niños con trastorno del espectro autista, toma de decisiones en adolescentes desde las habilidades para la vida, educación de la afectividad a través de la atención plena, o la función de los padres en la prevención de conductas de riesgo.

7ª aportación. Administración educativa y dirección de instituciones relacionadas con la salud mental

He conocido a egresadas y egresados de pedagogía que contribuyen administrativamente al funcionamiento de las instituciones de salud, en actividades de servicio social, técnicos normativos, jefaturas o direcciones, en lugares como el Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente Muñiz”, la Facultad de Medicina de la unam o la Escuela Nacional de Enfermería. Incluso, una pedagoga es la actual Directora de Prevención, en Centros de Integración Juvenil, A.C., organismo que tiene sedes en todo el territorio nacional, cuya importancia es reconocida en el extranjero, y que desde hace más de medio siglo se dedica a prevención, tratamiento e investigación en adicciones.

Importancia de los especialistas en pedagogía en salud mental

Una vez señaladas las aportaciones, me parece importante responder, con base en información de la Organización Mundial de la Salud, la siguiente pregunta: ¿por qué es importante la participación de especialistas en pedagogía para la prevención y tratamiento de problemas de salud mental, así como la promoción del bienestar?

Primero. Por la escasez de personal en salud. Si usted asiste a la seguridad social pública, muy probablemente tendrá que estar en lista de espera. La Organización Mundial de la Salud proporciona datos sobre cuántos trabajadores de la salud mental existen por cada 100,000 habitantes: mientras que en Europa hay 45, en la zona de las Américas hay 15, en tanto que en África hay 1.6. En cuanto a las especialidades de estos trabajadores de la salud, en el mundo, por cada 100,000 habitantes, hay 1.7 psiquiatras, 3.8 enfermeras en salud mental, 1.4 psicólogos, 0.7 trabajadores sociales y 0.5 trabajadores especializados en salud mental de otras especialidades (World Health Organization, 2021).

Segundo. Porque, desde hace muchos años, en el mundo existe un movimiento de formar personas NO especialistas en salud mental para atender los problemas de salud mental. La Organización Panamericana de la salud ha publicado la Guía de intervención mhGAP para los trastornos mentales, neurológicos y por consumo de sustancias en el nivel de atención de salud no especializada. Versión 2.0. En el Prefacio, esta Guía indica:

Existe una idea ampliamente difundida, aunque errónea, de que todas las intervenciones de salud mental son complejas y que solo pueden estar a cargo de personal altamente especializado. En los últimos años, las investigaciones han demostrado la factibilidad de ofrecer intervenciones farmacológicas y psicosociales en el nivel de atención no especializada. (2017)

Por ejemplo: en la Facultad de Medicina, se imparte el programa Centinelas —y en la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, se ofrece a la comunidad el taller Guardianes para la prevención del suicidio—, donde personas de distintas formaciones y edades (profesorado, estudiantado y personal administrativo) aumentan sus conocimientos sobre la conducta suicida y desarrollan su capacidad para identificar y derivar a personas que se encuentran en riesgo.

Esta iniciativa también sucede en muchos lugares del mundo, con el nombre en inglés de gatekeepers, que se traduce de manera general como guardián, vigilante; aunque Gabilondo (2020) propone “agentes sociales”, que pueden ser trabajadores sociales, policías, etcétera, y que están en contacto con personas vulnerables. A esos agentes sociales se les capacita para “identificar personas en riesgo, darles una primera ayuda y derivarlas a recursos especializados” (p. 30). “En un sentido amplio, un gatekeeper es alguien que atiende y acompaña un momento emocional crítico de otra persona. Y esto puede suceder en cualquier lugar y contexto […] lo cierto es que todos podemos ser gatekeepers en algún momento de nuestras vidas” (Valdivia, 2021). Así, los especialistas en pedagogía pueden ser parte de ese personal no especializado en salud, que con el debido entrenamiento pueden promover la salud mental y atender a las personas en diversos momentos, a veces, muy inesperados.

Tercero. Porque se reconoce que la educación y las instituciones educativas tienen un papel protagónico para cuidar de la salud mental. La Organización Mundial de la Salud ha impulsado la creación en todo el mundo de escuelas promotoras de salud y universidades promotoras de salud (Martínez y Keller, 2019). En México se ha constituido la Red Mexicana de Escuelas Promotoras de Salud, así como la Red de Universidades Promotoras de Salud. La propia Ley General de Educación (2019) señala que la educación que imparta el Estado debe enfocarse en el desarrollo de resiliencia, educación socioemocional, la promoción de estilos de vida saludables y la educación para la salud.

Una educación integral, que abarca aspectos relacionados con la salud mental, contribuye a una vida más plena y al desarrollo gradual de las potencialidades de cada persona. Las y los especialistas en pedagogía tienen una formación orientada al desarrollo integral, cuentan con una visión filosófica, herramientas didácticas y manejo grupal, lo que puede ser de gran utilidad en el servicio de personas usuarias de servicios de salud mental.

Comentarios finales

Una egresada de pedagogía, que se encuentra en Holanda estudiando un Doctorado en Ciencias de la Salud en la Vrije University Amsterdam, me cuenta de la combinación que hace de su formación en pedagogía y ciencias de la salud: —He aplicado mucho de mis conocimientos pedagógicos de diseño, adaptación y enseñanza de intervenciones para la promoción de la salud mental.

Una amiga psicóloga me comenta: —Tu visión sobre la necesidad de crear sinergia entre los diferentes actores de la comunidad para el cuidado de la salud mental me hace mucho sentido; creo que, aunque falta mucho camino por recorrer y que hay obstáculos como egos, desconocimiento y miedo, coincido en que es importante que sigamos dando pequeños pasos en contra de estos obstáculos.

Estos comentarios dejan ver la importancia del trabajo interdisciplinario.

Finalmente, debo señalar que existen otras experiencias de las cuales no he podido recolectar evidencia. Baste decir que las posibilidades de vinculación entre la visión pedagógica y las acciones en salud mental son muy amplias, y espero que este texto sirva para visibilizarlas. Las personas requieren la mejor educación en salud mental disponible, para lograr optimizar su calidad de vida y potencializar su desarrollo. Trabajar juntos siempre será la mejor opción.

Agradecimientos

El autor desea expresar su agradecimiento a la Lic. Cynthia Lima Cruz (Colegio de Pedagogía, Facultad de Filosofía y Letras, unam), a la Mtra. Cinthia Melissa Salas Bermúdez (Departamento de Psiquiatría y Salud Mental, Facultad de Medicina, unam) y a la Dra. Dení Álvarez Icaza González (Comité Técnico para la atención de la salud mental de la comunidad de la unam) por sus comentarios al texto.

Referencias

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  • Valdivia, Á. (2021). Gatekeepers: ¿quiénes son y por qué cumplen un rol tan importante en la salud mental? Salud con lupa. https://lc.cx/LQo1qw
  • World Health Organization. (2021). Mental Health Atlas 2020. https://www.who.int/publications/i/item/9789240036703

Recepción: 13/10/2023. Aprobación: 28/10/2023.

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Revista Digital Universitaria Publicación bimestral Vol. 18, Núm. 6julio-agosto 2017 ISSN: 1607 - 6079