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Vol. 23, núm. 1 enero-febrero 2022

Mirando nuestro camino, reflexiones sobre el modelo SUAyED

Ana I. Tsutsumi Cita

Resumen

Una mirada retrospectiva del Sistema de Universidad Abierta y Educación a Distancia (suayed) de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam) permite revisar los principales atributos con los que nació esta modalidad académica en la Facultad de Filosofía y Letras. Por medio de una reflexión crítica se comentan sus diferencias con otras modalidades y se pone énfasis en la experiencia que se tiene para el caso de la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas. Se destacan, por ejemplo, aspectos como el perfil de los estudiantes, el concepto de aula invertida y la pluralidad de los espacios académicos, en los que convergen docentes y estudiantes. En un contexto marcado por la crisis sanitaria derivada de la pandemia, se mencionan los retos que se tienen en torno a la evaluación del aprendizaje.
Palabras clave: comunidad suayed, aula invertida, modelo híbrido, exámenes digitales,

Looking our path, reflections on the SUAyED model

Abstract

A retrospective look at the Open University System and Distance Education (suayed) of the National Autonomous University of Mexico (unam) allows us to review the main attributes with which this academic modality was created in the Faculty of Philosophy and Letters. Through a critical reflection, its differences with other modalities are highlighted, and emphasis is placed on the experience obtained for case of the bachelor in Hispanic Language and Literatures, in which, for example, aspects such as the profile of the students, the concept of the flipped classroom and the plurality of academic spaces, in which teachers and students converge, stand out. In a context marked by the health crisis derived from the pandemic, the challenges that exist around the evaluation of learning are mentioned.
Keywords: suayed community, flipped classroom, hybrid model, digital testing.


Al hablar del Sistema de Universidad Abierta y Educación a Distancia (suayed) de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam) es inexcusable referirnos a la propuesta de un modelo innovador en Humanidades, que a fines de los setenta propuso la creación de seis licenciaturas en el Sistema de Universidad Abierta en la Facultad de Filosofía y Letras, y hace más de diez años, dos licenciaturas en el Sistema de Educación a Distancia (Mirador Universitario, 2015). El reto ha sido consolidar el suayed en nuestra Facultad, como un espacio en el que confluyen propuestas innovadoras.

¿Qué hace diferente al suayed del sistema presencial? ¿Su comunidad, el modelo educativo, los objetivos que persigue, los materiales de trabajo (sus guías de estudio)? Si la respuesta es el conjunto de todos estos aspectos, entonces, estaremos generalizando, pues todo modelo de enseñanza-aprendizaje los posee. Por ello, decir que el suayed es único sería caer en una “excesiva estima”1. No obstante, sí podemos reflexionar de qué manera influye este prisma. Fue en el año 2011 que nuestra licenciatura participó en la serie Mirador Universitario, de la entonces cuaed (ahora cuaieed; Mirador Universitario, 2011). Varios capítulos plasmaron los acercamientos acerca de las áreas de conocimiento de los profesores que forman nuestra cátedra. Sin embargo, dejamos en el tintero hablar de nuestra comunidad. Hoy, después de una década, me gustaría tratar los puntos de encuentro que tienen nuestras y nuestros estudiantes.

Entre la especificidad y la pluralidad: nuestras textualidades

Nuestros grupos son plurales, y no nos referimos a que la unam está conformada por un sinnúmero de microcosmos, sino a que nuestra comunidad de estudiantes en letras suayed tiene cualidades que la enriquecen y la conforman. Después de una larga historia académica, nuestras y nuestros estudiantes deciden ingresar a la licenciatura, ya sea por el amor a la lectura, porque desean profundizar en las letras o porque buscan formalizar sus conocimientos. Nos suelen comentar que estudiar en el Sistema de Universidad Abierta (sua) es una oportunidad de compaginar la vida laboral y académica, de obtener conocimientos en un ámbito en que existen interlocutores valiosos, que les permiten quitarse prejuicios. Llegan con esa curiosidad que genera incertidumbre, pues en algunos casos han pasado varios años desde que pisaron las aulas y en otros llevan a cuestas estudios de posgrado en áreas disciplinares distintas.

Así, al entrar al espacio sua, en esos momentos en que se siguen redefiniendo para concretar sus estudios, se encuentran con el aula invertida, con el estudio independiente, con el trabajo colaborativo, con el pensamiento crítico: “viejos conocidos para el suayed”.2 Nuestras y nuestros estudiantes se forman a su propio ritmo (mediante las guías elaboradas por los distintos comités académicos), recuperan materiales de apoyo (videos, podcast, presentaciones, etcétera), y en las sesiones semanales comparten sus reflexiones y dudas. ¿Quién emite el mejor comentario sobre una novela o un cuento? No es trascendente, lo que importa es que pueden esos mundos ficcionales.



La elaboración: el SUAyED en estos tiempos

En las innumerables conferencias y mesas acerca de la educación durante esta crisis sanitaria, se comenta que, para hacer frente a la nueva virtualidad, “los docentes se apropiaron de las plataformas de aprendizaje, de las aplicaciones para generar actividades; en tanto que los estudiantes tomaron más control para la gestión de sus herramientas de trabajo, en particular, del uso del internet y de las computadoras; mientras que el personal administrativo también tuvo que reinventarse para tener una gestión a distancia”. Es decir, se trasladó el espacio físico al espacio virtual, con todas las dificultades que implica un cambio, también con las oportunidades que surgen en una crisis.

A estas transformaciones ha de sumarse el uso creciente de métodos y modelos acordes. Por ejemplo, cuando nos detenemos a reflexionar acerca de la evaluación (uno de los aspectos formativos y necesarios que da cauce a la educación) vemos que surgen las limitaciones, pero también las posibilidades. Antes de la pandemia, uno de los aspectos de la evaluación, el de los exámenes, consistía en tener a las y los estudiantes en un salón y entregarles un listado de reactivos o preguntas de respuesta abierta, que debían resolver en un período determinado. Así se documentaba el proceso y existía cierta vigilancia visual por parte de los docentes que otorgaba confiabilidad.

Sin embargo, con la pandemia el formato de examen no es factible, ya que no se puede realizar el monitoreo y vigilancia al momento de realizarlo. Por lo anterior, en sua se puso énfasis en la evaluación formativa: nos concentramos en tareas o actividades que implican el trabajo colaborativo y cooperativo —el espacio físico se borró, no hay pretexto para lograr coincidir en horarios—, el aprendizaje basado en proyectos (abp), y el basado en solución de problemas.

Asimismo, en este contexto, varios docentes usaron una estrategia de examinación que implica entregar, mediante un formulario, un conjunto de preguntas que tienen un grado mayor de dificultad y cuyo objetivo es demostrar que el estudiante es capaz de responderlas de manera individual, sin importar que pueda consultar fuentes de información alternas, es decir, es un examen a libro abierto. Sin duda, un aspecto que se deberá trabajar en la era pospandemia deberá ser la factibilidad y el uso de los exámenes digitales, que se validen de manera confiable, utilizando todos los recursos electrónicos necesarios.

Ahora bien, en el suayed de la ffyl se pone de manifiesto la importancia de comparar modelos y experiencias, para tomar decisiones acerca del rumbo hacia dónde queremos orientar los esfuerzos: un modelo híbrido. Aquél que en vez de difuminar las fronteras entre un sistema presencial y un Sistema de Universidad Abierta y de Educación a Distancia, reconozca las especificidades de cada uno y el camino trazado; que no se adjudique la autoría o el uso de tal o cual herramienta, sino que converja en su pluralidad y se adecúe a su comunidad.

Una propuesta como el suayed se fundamenta en necesidades de educación reales, dinámicas, y reconoce la tendencia mundial hacia las modalidades híbridas y virtuales. Celebramos este aniversario, integrando los aprendizajes de toda la comunidad, para actualizar nuestra práctica educativa.

Referencias



Vol. 23, núm. 1 enero-febrero 2022

De calendarios, memoria y celebraciones. 50 años del SUAyED, UNAM

Ana María del Pilar Martínez Hernández Cita

Inicia un nuevo año y con él la aparición del primer número de la Revista Digital Universitaria de 2022. Cada comienzo de ciclo se asocia a prácticas sociales vinculadas con ese acontecimiento. Buenos propósitos y metas por alcanzar aparecen en nuestra vida. De manera simultánea, encontramos multiplicidad de agendas y calendarios en los que se precisan informaciones múltiples.

Además de lo obvio —la distribución de fechas en días, semanas y meses, de acuerdo con la intención de quienes producen los calendarios—, aparecerá el santoral y festejos religiosos (algunos de carácter ecuménico, con interés de abarcar a diferentes públicos), cívicos (nacionales e internacionales), el inicio de las estaciones y de los signos del zodíaco, e incluso mantras para repetir a lo largo de la jornada o frases de personajes célebres para reflexionar día a día.

¿Han pensado, queridas lectoras, queridos lectores, de donde vienen los calendarios y por qué son bienes de consumo hacia el final de un ciclo anual y el inicio de otro? Los estudiosos de este tema señalan que son resultado de la capacidad de observación de nuestros ancestros, de su necesidad de explicar los fenómenos que les rodeaban, tales como las fases lunares, el ciclo de las estaciones y los sucesos relacionados a éstas.

Al notar la regularidad de dichos procesos, las primeras civilizaciones empezaron a “contar” los días y a establecer sistemas de división y medición del tiempo. Éstos estuvieron asociados con la ubicación geográfica en que se encontraban, su cosmovisión y creencias, rituales y religión, su forma de organización, así como con su historia y el resguardo de acontecimientos significativos para el grupo, que decidían conservar en la memoria colectiva, vía la tradición oral y, posteriormente, escrita, de donde derivaron sus celebraciones y conmemoraciones.

De ahí que las civilizaciones originarias surgidas en Sumeria, India, China, Egipto, así como las que emergieron en la región andina y mesoamericana de nuestro continente, diseñaron diversos calendarios, que fueron perfeccionando paulatinamente y que conocemos gracias al registro de sus observaciones de la Luna, el Sol y de otros planetas, estrellas o constelaciones. Los primeros calendarios fueron lunares y a éstos les siguieron calendarios lunisolares.

Sin embargo, estas mediciones del tiempo con base en información precisa de los ciclos, ya sea del clima, agrícolas, gestación, navegación, etcétera, fueron modificándose con base en otros criterios. Suele llamarnos la atención escuchar que en una fecha distinta a aquella en la que en Occidente iniciamos un nuevo año, comunidades de personas provenientes de otras culturas, a lo largo y ancho de la Tierra, celebran el arranque de un ciclo anual, basado en las tradiciones de su cultura ancestral, en otras fechas y con otros puntos de partida. Ese es el caso del calendario chino, que el próximo 1 de febrero celebrará el año 4,719, según su tradición. Asimismo, entre el pueblo judío se festejará el año 5,783 de su calendario el 25 de septiembre, en que se conmemora, de acuerdo con la tradición bíblica, el día en que Dios creó al mundo.

En la tradición occidental, el calendario vigente tiene una doble influencia, la que deriva de la cultura romana y la del cristianismo. Los calendarios latinos, sin negar la impronta de aquellos calendarios de las civilizaciones originarias mencionadas, que influyeron en el ámbito geográfico latino, son varios, como el calendario romano, juliano (que lo introdujo Julio César), el bizantino, el gregoriano, de los calendarios para el mundo europeo; y los calendarios para otros mundos, por ejemplo, el de nuestros ancestros americanos entre los que tienen importancia cultural como el azteca, el inca o el maya. Todos los calendarios europeos tienen interesantes sistemas de contabilizar los días, meses y años, con distintos esquemas de precisión y referentes astronómicos, pero muy semejantes en su medición anual. Los romanos partieron de un hecho particular de su propia historia para contar los años: la fundación de la ciudad de Roma: Ab Urbe condita, o “desde la fundación de la ciudad de Roma”, como acontecimiento fundacional de dicha cultura, de acuerdo con la narración hecha por el historiador Tito Livio en su obra monumental del mismo nombre; hecho que ocurrió en el año 753 antes de la era común (a. e. c.).

Entre los pueblos latinos primitivos los calendarios eran lunares y variaban según la región. El más extendido entre distintos pueblos y regiones comprendía diez meses y 304 días. En los calendarios romanos, el primer mes del año era el de Martius (marzo), dedicado a Marte, dios de la guerra y padre de los legendarios gemelos Rómulo y Remo; a fin de cuentas, siendo el romano un pueblo guerrero, ese mes era el más relevante ya que durante él se decidían las campañas militares a llevar a cabo a lo largo del ciclo anual.

A partir del año 153 a. e. c., se empezó a considerar a enero (Januaris) el primer mes del año. Sin embargo, con el afán de corregir la “confusión” creada por la diversidad de conteos calendáricos existentes en el mundo romano, cada vez más extenso, en el año 45 a. e. c., Julio César implantó un calendario único que fue llamado juliano en su honor. En él se consideraba que el año constaba de 12 meses y 365 días, e incluía años bisiestos para afinar los desfases existentes, los cuales se lograron corregir parcialmente por orden de César Augusto durante su reinado. En honor a estos dos emperadores, en distintos momentos se dio su nombre a dos meses del año: julio y agosto.

Otra curiosidad de los calendarios existentes en el universo latino radica en que ninguno de ellos consideró la cuenta de semanas. El año (annus=anillo) era la medida máxima, enseguida los meses —en algunos calendarios anuales de 10, otros de 12 o 13, con ajustes en los días que integraban los distintos meses de 27 a 31 días por ciclo anual—. Fue hasta el año 321 de la era común (e. c.), que Constantino el Grande, introdujo la semana de siete días, tomando como modelo los antiguos calendarios egipcios y mesopotámicos, y consideró que el domingo debía ser el día de adoración de Dios, partiendo de que fue en él que Jesucristo resucitó, de acuerdo con el estudio de los evangelios canónicos. Hay que recordar que para ese momento el cristianismo se había expandido ampliamente a lo largo del Imperio romano y que Constantino fue el emperador que detuvo la persecución de los seguidores de esta religión.

La última reforma del calendario en Occidente se dio en Europa durante el Renacimiento, impulsada por el Papa Gregorio xiii, en el año 1582, a partir de la necesidad de regularizar el calendario litúrgico en lo referente a las fechas para celebrar la Pascua y otras fiestas religiosas móviles. Para hacerlo, era necesario introducir ciertas correcciones al calendario civil vigente, que seguía siendo el juliano.

Los criterios para determinar las fechas litúrgicas habían sido enunciados en el Concilio de Nicea, realizado en el año 325 e. c., en el que se había fijado el momento astral para celebrar la Pascua. La reforma suponía ajustar el acumulado de tiempo que introdujeron los años bisiestos en el calendario juliano, a fin de recuperar un total aproximado de diez días acumulados en los 1257 años que mediaron entre el año 325 y el 1582 (Wikipedia, 2022).

Para ello, el Papa constituyó la Comisión del Calendario, misma que, basada en los avances de observaciones telescópicas más precisas realizadas por diversos astrónomos, propuso ajustar el calendario civil con el año trópico, es decir, aquel que fija el intervalo de tiempo preciso en que el Sol completa su órbita aparente en torno a la Tierra (Sociedad Española de Astronomía, 2022). La Comisión redactó un compendio que incluía su dictamen y propuesta de reforma al calendario vigente, el cual fue aprobado en septiembre de 1580 y puesto en práctica a partir de octubre de 1582.

El calendario gregoriano fue aceptado con rapidez por los países en los que la Iglesia tenía alta influencia, como lo era la Monarquía española, de gran extensión en ese momento. Otros países católicos lo fueron adoptando paulatinamente, en tanto que hubo un rechazo total a su implantación en los países que se habían adherido a la Reforma protestante. Al paso del tiempo, este calendario, denominado gregoriano —en honor al Papa que lo impulsó—, empezó a ser asumido y utilizado prácticamente en toda Europa y poco a poco se extendió al mundo colonizado de América y Asia, después a Oceanía y la Antártida.

Si regresamos al punto en torno a la información que los calendarios proporcionan, se mencionó el referente al santoral. Tiempos hubo en los que el nombre registrado en dicho santoral era el que obligadamente llevaría el niño o niña según el día en el que él o ella nacieran. Afortunados aquellos que tenían opción de elegir en el Santoral Católico, entre más de un nombre de santos, santas o beatos.

En el contexto mexicano, el calendario cívico (derivado del romano) agrega el santoral católico como herencia de las costumbres culturales. Sucede algo gracioso acerca de la mezcla de calendarios para uso popular: que son múltiples los casos de personas con registro civil y bautizadas en la Iglesia con “nombres” que aparecen en el calendario consultado, como Aniv. de la Rev., es decir, la abreviatura de Aniversario de la Revolución [mexicana], un evento cívico político, que remite al movimiento armado que buscó derrocar a Porfirio Díaz.

En relación con las celebraciones y conmemoraciones de diverso tipo, el calendario sirve para recordar y reforzar fechas en que acontecieron eventos que una nación considera imprescindible, que se “anclen” en la mente del ciudadano y en la memoria colectiva. Esta situación de carácter polifacético puede cambiar al paso del tiempo, de acuerdo con la postura política e ideológica de quien(es) se encuentre(n) en el poder. Fechas como el 5 de mayo, 15 de septiembre y 20 de noviembre, o los años 1521, 1810 y 1910, tienen un significado que resuena en la mente de los mexicanos.

Después de 15 años de su fundación, la Organización de las Naciones Unidas (onu) inició la práctica de designar “días, semanas, años y décadas específicas como ocasiones para marcar eventos o temas particulares con el fin de promover, a través de la conciencia y la acción, los objetivos de la Organización”. Los Estados integrantes de ésta y los organismos especializados de la onu, (unesco, fao, unicef , entre otros) proponen temas para las conmemoraciones, que son resueltos en la Asamblea General, práctica curiosa, que en lugar de rememorar hechos consiste en dedicar el tiempo por venir para promover la discusión y concientización acerca de un estado de cosas.

Por mencionar algunos de estos temas, la onu dedicó el período 1959-60 como Año Mundial de los Refugiados; 1968 fue el Año Internacional de los Derechos Humanos; 1970 se destinó al tema de la educación; 1971 a la Lucha contra el Racismo y la Discriminación Racial; 1975 se celebró como Año Internacional de la Mujer; los años 1978/79 se dedicaron contra el Apartheid; 1982 fue el año de la Movilización en pro de las Sanciones contra Sudáfrica; 1990, el Año Internacional de la Alfabetización; 1995, el Año de las Naciones Unidas para la Tolerancia.

Entrado el siglo xxi vemos aparecer reiteradamente temas relacionados con el ambiente y la sostenibilidad; así como varios temas a conmemorar en un mismo año. 2019 fue nombrado Año Internacional de la Tabla Periódica de los Elementos Químicos, de las Lenguas Indígenas, y de la Moderación. En 2021, tras un año 2020 vacío de reuniones de la organización (por motivos claramente comprensibles), se conmemoraron varios asuntos: la Eliminación del Trabajo Infantil; la Economía Creativa para el Desarrollo Sostenible, de las Frutas y Verduras, y de la Paz y la Confianza.

Como puede verse, el abanico de temas propuestos para abordar en un año específico da cuenta de los problemas más urgentes que debía o debe atender la humanidad. Sobrecoge, al leer los temas con perspectiva histórica, comprender que muchos de ellos se reiteran al paso del tiempo, ya que siguen sin resolverse. ¿Y qué ha propuesto celebrar la onu en el 2022? Se celebrará el Año Internacional de la Pesca y la Acuicultura Artesanales; de las Ciencias Básicas para el Desarrollo Sostenible y del Vidrio.1

A todo esto, se preguntarán, por qué esta editorial habla de calendarios y celebraciones. Comprender la importancia de medir el tiempo radica en el registro y representación de nuestro estar en el mundo, de las distintas maneras acerca de cómo transitar en comunidades que hacen cultura y celebran como una forma de memoria, un punto de referencia y una construcción de los sujetos y culturas históricas. Los calendarios marcan el inicio, la primera luna del año, el cuaderno de registro de los días, meses y años. Este año 2022 en la Universidad Nacional Autónoma de México (unam) conmemoramos el 50 aniversario del Sistema de Universidad Abierta, al que se agregó la Educación a Distancia y que hoy conocemos como suayed.

Además del evidente inicio de este nuevo ciclo anual, este preámbulo quiere referirse a otro tipo de historias y conmemoraciones. Se trata de la historia de las instituciones, en este caso, la de una fundamental para este país, nuestra unam, la cual, con una trayectoria de 111 años, tiene un largo calendario propio de celebraciones. Por supuesto, entre éstas destacan varias: la de su creación, el 22 de septiembre de 1910; la promulgación de su autonomía, el 22 de mayo de 1929; la sanción de su Ley Orgánica el 6 de enero de 1945; el 20 de noviembre de 1952, en que se inauguró la Ciudad Universitaria, y el 28 de junio de 2007, en que el campus central de cu fue declarado patrimonio cultural de la humanidad por la unesco.

Desde la rdu, este año 2022 las y los queremos invitar a la celebración de los 50 años de creación del Sistema Universidad Abierta (sua) de la unam, ocurrida el 25 de febrero de 1972, en el contexto de un ambicioso proceso de reforma académica universitaria. Desde sus orígenes, en 1910, la Universidad Nacional fue concebida como una institución a la que pudieran acceder jóvenes provenientes de todo el país y de diferentes estratos sociales. Una institución que produjera e incorporara en sus procesos de formación nuevos saberes, resultado de los avances científicos, tecnológicos, sociales y humanísticos, es decir, de todas las áreas del conocimiento. Para ello, consideró tres ámbitos de actuación: la docencia y la investigación, pensadas en un vínculo de retroalimentación continua para atender las problemáticas más ingentes del país; y la extensión y la difusión de la cultura, como contribución a las desigualdades educativas de la población mexicana.

El proyecto de creación del sua en la década de los setenta se gestó por diversos factores, entre los que se encontraban el crecimiento demográfico y el impacto de políticas educativas tomadas por el gobierno mexicano en las décadas de los años cincuenta y sesenta, que produjeron una alta demanda de acceso a la educación pública en los niveles medio superior y superior.

En la segunda mitad de los sesenta y a lo largo de la siguiente década, la respuesta institucional fue contundente. Durante el rectorado del ingeniero Javier Barros Sierra (1966-1970) inició este proceso de reforma institucional, con la intención de dar acceso a un mayor número de estudiantes en los niveles medio superior y superior, a través de la revisión, actualización de los planes de estudios universitarios. Así, inició el proceso que se conoce como democratización de la Educación Superior, cuando en los setenta y ochenta las mujeres se incorporaron de manera masiva a la Universidad, lo que hoy llamamos la revolución silenciosa (Papadópulos y Radakovich, 2006).

Su sucesor, el doctor Pablo González Casanova (6 de mayo de 1970 – 7 de diciembre de 1972), continuó los procesos de transformación, los cuales quedaron plasmados en un plan de desarrollo institucional denominado Proyecto de Nueva Universidad. Entre los ejes básicos se establecieron los de ampliar y democratizar la matrícula; extender el ámbito geográfico de influencia institucional, abriendo espacios descentralizados de Ciudad Universitaria; la renovación de los planes de estudio de los niveles de bachillerato, licenciatura y posgrado, siguiendo nuevos paradigmas epistemológicos interdisciplinarios, enfoques psicopedagógicos y estructuras curriculares diferentes a las tradicionales, y, por último, la apertura de modalidades educativas de formación, además de la presencial, mediante los sistemas abiertos y a distancia alternativos a la relación cara a cara o presencial en el aula.

Destacan entre los logros de ese proyecto la creación de dos instituciones: el Colegio de Ciencias y Humanidades (cch) en 1971 y el Sistema de Universidad Abierta (sua) en 1972; proyectos educativos vinculados entre sí, que transformaron las prácticas educativas de la institución. El proyecto cch involucró en su concepción a un amplio grupo de universitarios que en menos de un año crearon un modelo alternativo de bachillerato universitario, con salidas técnicas y vínculos con los niveles profesional y de posgrado. Éste se concretó en menos de un año del rectorado de González Casanova, ya que la propuesta curricular fue aprobada por unanimidad en el Consejo Universitario el 26 de enero de 1971, y recibió a su primera generación el 12 de abril de ese año.



En secuencia, el 25 de febrero de 1972, el Consejo Universitario aprobó la creación del Sistema Universidad Abierta como un sistema alternativo y simultáneo, cuyo fin es el de extender la educación superior a grandes sectores de la población, dentro y fuera de los planteles universitarios. Sin horarios ni calendarios rígidos, siguiendo un modelo educativo que recupera lo mejor de los métodos clásicos y hace uso de nuevos medios de enseñanza, que propicia el autodidactismo, ha permitido a la Universidad descentralizar sus tareas, y cooperar con distinto tipos de organismos e instituciones del país y comunidades de habla hispana en el extranjero. Estos son sólo algunos de los atributos del sua que pueden leerse en el número extraordinario de Gaceta unam, publicado el día 26 de febrero de 1972 (Gaceta unam), así como en la Exposición de motivos que forma parte del Estatuto del Sistema Universidad Abierta, publicado el 28 de febrero de 1972, en ese mismo órgano, que invitamos sean consultados.

En 1973, se convocó a facultades y escuelas a diseñar planes y programas de estudio y a elaborar materiales didácticos para el sua. Participaron en este proceso ocho entidades: las escuelas de Economía y de Enfermería y Obstetricia, y las facultades de Ciencias Políticas y Sociales, Contaduría y Administración, Derecho, Filosofía y Letras, Medicina Veterinaria y Zootecnia, y Psicología. Con ello, a lo largo de esa década empezó la implementación paulatina de los planes de formación del Sistema.

Como puede suponerse, en el transcurso de 50 años ha habido múltiples cambios en la visión originaria del sua. No obstante, en el Estatuto mencionado se dice que “Este sistema abre una nueva etapa en la vida de la Universidad como Institución” (1972).2 Ante ello, baste decir que en el ciclo 2020-2021 el alumnado del Sistema Universidad Abierta y Educación a Distancia ascendió a 39,082 estudiantes, población que representa 17.25% de la matrícula de licenciatura (unam, 2022).

Como parte de la celebración de estas cinco décadas de existencia del suayed, la rdu integra a partir de este número una nueva sección denominada Itinerante, que estará conformada por textos inéditos en torno a un tema en específico de interés general. En este número de enero-febrero será un espacio para compartir experiencias, testimonios, reflexiones y perspectivas del Sistema Universidad Abierta y a Distancia, para conmemorar su 50 aniversario. Invitamos a docentes, estudiantes y egresados a que nos envíen sus testimonios y experiencias en textos narrativos para seguir celebrando, con un número especial el 50 Aniversario del sua de la unam.

Finalmente, hablemos de los artículos que integran este primer número de la rdu del año 2022. La sección Varietas cumple su objetivo incorporando cuatro textos sobre temas de actualidad. En el primero de ellos José Miguel Mata Hernández y Sandra Avendaño Cruz abordan las aplicaciones de la tecnología Blockchain en instituciones educativas, concibiéndola como una herramienta que soluciona problemas relacionados con la emisión, agilización y realización de acreditaciones académicas de forma íntegra, práctica y eficiente. Su aplicación en universidades permite expedir en poco tiempo acreditaciones académicas descargables, verificables e infalsificables.

En el artículo “Audiencias de comunicación de la ciencia y sus algoritmos en internet”, Erick Cruz-Mendoza e Irene Calderón-Mazzotti estudian la importancia de identificar audiencias de usuarios de internet que comparten intereses en temas de comunicación de la ciencia. Conocer cómo se relacionan las audiencias que consumen estos contenidos y saber cuándo navegan permite construir recorridos algorítmicos. Mediante el análisis de audiencias se pretende que los emisores (instituciones, colectivos o personas) conozcan bien a sus seguidores y construyan para ellos mejores contenidos.

En el trabajo titulado “De vuelta a la realidad: el doble compromiso de los investigadores en medios comunitarios”, Esmeralda Peña Flores, de la Universidad de Sonora, plantea la dificultad de realizar un análisis comparativo entre la labor de un investigador interno (originario de la comunidad de estudio), con la de uno externo (foráneo a la comunidad), dentro del trabajo de campo lingüístico-antropológico. Lo anterior debido a que los retos, compromisos y formas de actuar de un investigador comunitario están en plena función con su rol social como integrante de la comunidad.

Partiendo de la importancia de utilizar la luz solar como fuente de energía para la vida en la tierra, los autores del artículo “Videojuego para la enseñanza de celdas solares: diseño e integración al aula” proponen un videojuego sencillo, ilustrativo, interactivo y divertido para facilitar el proceso de enseñanza-aprendizaje de un tema abstracto, multidisciplinario y complejo, como el requerido para la fabricación y caracterización de dichas tecnologías. En este videojuego, los estudiantes pueden aprender de manera libre y creativa sobre la fabricación de celdas solares, aplicando los conocimientos de química y física de materiales, y de teoría de semiconductores aprendidos en el aula, en una forma interactiva, eficiente y amigable.

En la sección Continuum educativo se integran tres artículos. El primero de ellos, escrito por Verónica Cervantes López, de la Universidad Regional del Norte, ubicada en Chihuahua, México, aborda cómo “Cultivar la diversidad e inclusión en la educación”, en los distintos ámbitos del contexto escolar donde se desenvuelven los alumnos. Reflexiona en torno al reto pedagógico de alcanzar en el futuro próximo un sistema educativo justo e incluyente, en el que las estrategias de oportunidad permitan que todos los alumnos sean tomados en cuenta. Se considera que la diversidad de cada uno de ellos es una herramienta que enriquece y favorece el proceso de enseñanza-aprendizaje, a la vez que engrandece las culturas comunitarias.

En el trabajo “Filosofía para niños y adolescentes desde la neuroeducación”, Axel Rubalcava y Pablo Luis Hernández, de la Universidad Autónoma de Fresnillo, abordan dos proyectos revolucionarios aparecidos en la escena educativa en las últimas décadas: la filosofía para niños y adolescentes de Matthew Lipman y Ann Margaret Sharp, y la neuroeducación desde los hallazgos científicos alcanzados en las neurociencias. Desde este último campo, los autores analizan el sustento del pensamiento multidimensional del primer proyecto educativo, lo que los lleva a plantear la hipótesis del surgimiento de un nuevo paradigma que podría denominarse neuroeducación filosófica o neurofilosofía para niños y adolescentes.

El artículo “Transformar la enseñanza de la Historia a través del juego. Una reflexión teórico-práctica”, escrito por Jorge Alejandro Trejo Alarcón, plantea la conocida problemática del poco interés y atención que se da entre los estudiantes al aprender Historia de México. Para atacarla, propone brindar al docente estrategias alternativas para su enseñanza, basadas en la premisa de que el alumno aprenda jugando, propiciando así que se interese por la asignatura y logre los aprendizajes esperados.

En la sección Universidades, encontrarán el texto “Enfermería-Consulta: una plataforma digital que apoya el aprendizaje”, en el que sus autoras dan a conocer una plataforma digital desarrollada de manera emergente en la Universidad Veracruzana como recurso didáctico para la enseñanza de la Enfermería, especialmente en los campos de Enfermería Farmacológica, Anatomía y Fisiología y Práctica Profesional Comunitaria, ante la imposibilidad de que las y los estudiantes asistan a los centros de enseñanza debido a la pandemia generada por la covid-19. La herramienta utilizada ha sido probada con resultados satisfactorios para aprender conocimientos y desarrollar habilidades-destrezas del campo profesional, propiciando a la vez la autonomía e independencia del estudiante.

Por último, llegamos a la nueva sección Itinerante, que como se mencionó, en el número enero-febrero está destinada a recuperar reflexiones, testimonios y perspectivas de docentes, alumnos y exalumnos del suayed, en el marco del 50 aniversario de este sistema. Con ese objetivo se integran cinco trabajos de los cuales haremos una breve descripción.

En el trabajo “Mirando nuestro camino, reflexiones sobre el modelo suayed, Ana I. Tsutsumi, docente en el Sistema Abierto de la Facultad de Filosofía y Letras, plantea con mirada retrospectiva a dicho sistema. Con una reflexión crítica comenta sus diferencias con otras modalidades, y hace énfasis en la experiencia de la Licenciatura de Lengua y Literaturas Hispánicas, destacando aspectos tales como el perfil de los estudiantes, el concepto de aula invertida y la pluralidad de los espacios académicos en los que convergen docentes y estudiantes. En un contexto marcado por la crisis sanitaria derivada de la pandemia, menciona los retos que presenta la evaluación del aprendizaje.

En el segundo trabajo de esta sección, titulado “Modalidad abierta, a distancia y mixta: mecanismo para disminuir la desigualdad educativa”, Laura Casillas Valdivia, jefa de la División suayed de la Facultad de Economía de la unam, centra la mirada en el limitado acceso de personas que radican en otras entidades federativas o que no podrían asistir de manera presencial a cursar estudios universitarios. Señala como el suayed, con la experiencia acumulada de 50 años de ofrecer educación superior de calidad, es un mecanismo que ha permitido disminuir esta desigualdad, al absorber 11% de la matrícula que cursa estudios de licenciatura en modalidades no presenciales en instituciones públicas de educación superior.

En la misma línea que el artículo anterior, Mariana Soberanes González, exalumna del sistema, presenta la reflexión denominada “El suayed y su papel ante la desigualdad educativa”, en el que da a conocer el papel activo de este sistema en la reducción de desigualdades educativas y, en consecuencia, sociales, al permitir acceder a la educación superior a sectores de la población, tradicionalmente excluidos, Comparte, además, su experiencia como estudiante del sistema abierto para que, a través de ella, otras personas puedan encontrar una posibilidad de cumplir sus metas universitarias dentro de esta modalidad de estudios.

El artículo suayed como una oportunidad para alcanzar tus sueños”, de Grisel Lugo Bolaños, aborda la factibilidad de estudiar Pedagogía en el sistema de educación a distancia en la Facultad de Filosofía y Letras de la unam, destacando la flexibilidad de horarios, la accesibilidad, calidad y sentido de pertenencia institucional, a partir de su experiencia como estudiante de la generación 2018.

En “Sistema abierto y letras hispánicas: el viaje a través de un agujero de conejo”, la autora, Morgana Carranco, comparte la experiencia de cursar la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas en el suayed de la unam. Y en su testimonio aborda las razones y motivaciones para estudiar una carrera en el sistema abierto, así como los aprendizajes adquiridos a nivel personal y profesional.

Queridas lectoras, queridos lectores, como siempre, deseamos que nos acompañen en la lectura de uno, algunos o todos los artículos que integran este número. Si les es posible, retroaliméntenos con su opinión. Si quieren y pueden recomiéndenos. Y recuerden que la rdu es una obra colectiva que se construye con sus escritos.

Referencias



Vol. 23, núm. 2 marzo-abril 2022

El jugo y el café de la mañana: una probadita de biodiversidad

Clementina Equihua Zamora Cita

Cada mañana, nuestro primer bocado se lo debemos la biodiversidad. No importa si prefieres un jugo de naranja o si lo tuyo es un café con leche. Si optas por jugo de naranja estás consumiendo un producto de origen asiático. Los primeros parientes domesticados de las naranjas son del sur de ese continente y llegaron a Europa por la península Ibérica. Eventualmente las naranjas arribaron a nuestro continente gracias a los españoles y hoy son protagonistas del desayuno de millones de mexicanos.

Si lo tuyo es el café, con o sin leche, entonces estamos hablando de los frutos de una planta cuyo origen está en Etiopía y, aunque son pocos los recuentos de su cultivo, se sabe que los monjes en Yemen lo utilizaban para mantenerse despiertos cuando oraban. De esa pequeña región al sur del mar rojo, el café como bebida se fue dispersando hacia la península arábiga, Europa, India e Indonesia. Eventualmente también nos llegó a América y hoy es el continente que produce más café en el mundo.

Parece que pasamos por alto este vínculo tan cercano y cotidiano con nuestra diversidad biológica, pero, al mismo tiempo, cada vez le exigimos más a la tierra productiva: siempre nos interesa tener una cosecha mayor. Para asegurarlo, aplicamos fertilizante para que las plantas tengan los nutrientes que necesitan o usamos pesticidas para prevenir que algún otro organismo aproveche las cosechas. No son bienvenidos insectos herbívoros, ni aves, ni pequeños mamíferos que piquen los frutos o que se roben algunas semillas. Sin estar satisfechos con estas exigencias, hemos convertido nuestras propias tierras de cultivo o las áreas naturales no explotadas en ciudades, en las que a veces pareciera que la naturaleza no es bienvenida y sólo aceptamos la que nos gusta. Pero eso sí, le exigimos a la naturaleza el abasto de agua y el aire limpio que nos dan los, cada vez más reducidos, ambientes naturales.

Este egoísmo humano hoy nos ha llevado a una situación sin precedentes y finalmente se manifiesta una preocupación mundial por la pérdida de la biodiversidad. Investigadores del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam) han alertado de una sexta extinción masiva que se está acelerando debido a que, al extinguirse ciertas especies, se propiciará el colapso de la biodiversidad en varias regiones de la Tierra (Ceballos et al., 2020). Estas extinciones sucederán en un planeta que ahora sólo cuenta con alrededor del 3% de su extensión intacta, específicamente en áreas alejadas del mundo como Siberia, el norte de Canadá, partes del Amazonas y del Congo, y en el Sahara (Plumptre et al., 2021).

En trece artículos, este número de nuestra Revista Digital Universitaria lo dedicamos a la biodiversidad, precisamente para reflexionar sobre ella, acercarnos a ella y para recordarnos que, para nuestra propia supervivencia, necesitamos conservarla, cuidarla y respetarla. Y, en el mejor de los casos, darle la bienvenida en nuestros entornos urbanos para hacer sitios más verdes y saludables para todos. Todos somos nosotros los humanos y los millones de seres vivos con los que hemos caminado a lo largo de nuestra historia evolutiva.

En la sección Varietas, abrimos boca con y para enterarnos de “Los superpoderes de las plantas: los metabolitos secundarios en su adaptación y defensa”. Hermes Lustre Sánchez nos cuenta sobre la importancia de los metabolitos que mantienen las funciones primarias (crecimiento, desarrollo y reproducción) de las plantas, y de aquellos que les sirven como defensa contra potenciales depredadores y patógenos. Sorprendentemente, algunos de estos metabolitos se han ido colando a la industria con algunos resultados que quizá has visto en tu mesa.

Quizá de los depredadores más polémicos del mundo sean los lobos. Aunque se dice que comen ganado en “¡Qué dientes tan grandes tienes! Un vistazo a la dieta del lobo mexicano”, Jorge L. Reyes-Díaz, Nalleli E. Lara Díaz y Carlos A. López-González exploran su dieta utilizando pelo encontrado en el excremento de lobos mexicanos. Al conocer mejor la dieta de este animal, su futuro posiblemente sea más prometedor.

Las plantas no hablan, pero Felipe de Jesús Torres-Salazar y Paula Sosenski nos relatan, en “Comunicación a través del olor: las plantas y sus secretos”, que las plantas se comunican a través de compuestos volátiles, que son señales químicas transmisoras de información específica que detectan otros organismos, como sus propios polinizadores. ¿Qué pasaría si este medio de comunicación se trastoca con el cambio climático global?

Enfrentar la emergencia climática requiere de toda la creatividad, por eso Aurora del Carmen Munguía López y José María Ponce Ortega nos presentan una serie de “Herramientas matemáticas y políticas para reducir el efecto invernadero”. El objetivo de su artículo es compartir cómo estas herramientas permiten obtener soluciones óptimas que consideran las relaciones entre aspectos económicos, ambientales y sociales.

Hablando de ciudades, en “De ciudades, conservación y roedores: San Cristóbal de las Casas”, Gloria Tapia-Ramírez, Consuelo Lorenzo, Óscar Retana y Arturo Carrillo-Reyes nos cuentan de su estudio con el que quieren entender si en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, viven los mismos roedores en la ciudad que en los alrededores, naturales y conservados. Aunque es imposible erradicar la urbanización, las y los autores resaltan la importancia de proteger espacios naturales para conservar a algunas especies de roedores que no se adentran a las ciudades.

En “Bosques vemos, diversidad de frutos no sabemos: fotografías que delatan”, José Miguel Romero-Saritama habla de la fotografía digital y nos cuenta cómo la usa para describir la variedad de formas, colores y tamaños de los frutos en los bosques tropicales.

Es difícil pensar que los parásitos se puedan llenar de otros parásitos, pero en “Y así, ad infinitum… Las especies parásitas de los parásitos”, Rogelio Aguilar-Aguilar, Ricardo Balam-Narváez y Raúl Contreras-Medina nos llevan a reflexionar sobre ello. Primero nos explican que el término parásito se refiere a múltiples organismos con diferentes orígenes filogenéticos. Desde la perspectiva biológica, centran su reflexión en los hiperparásitos, pues algunos de ellos esconden sorprendentes historias naturales.

Ante la ingrata competencia por proteger nuestros recursos naturales David Brailovsky Signoret escribe sobre reservas de pequeñas dimensiones en “Microrreservas: una alternativa para las zonas áridas y semiáridas de México”. Su argumento es que áreas naturales protegidas menores a 10 km2 son una opción de conservación en zonas áridas y semiáridas de nuestro país. Las microrreservas, dice, son óptimas en la utilización de recursos económicos y naturales, y en la protección de especies con distribuciones disyuntas.

Uno de los grandes retos para el futuro es la restauración de los ecosistemas naturales. En “Redes de interacciones para el estudio de la biodiversidad”, Ek del Val de Gortari aborda el tema de las redes de interacción entre especies como una forma de medir la biodiversidad para instrumentar proyectos de restauración ambiental. Estas redes, dice, permiten evaluar el funcionamiento de un ecosistema al describir el papel que juegue cada especie y cómo se relacionan las comunidades en un lugar y tiempo determinados.

Diversas especies de pequeñas ratas canguro han ido desapareciendo de los ecosistemas y ahora muchas de ellas están en peligro de extinción. En “Los canguros mexicanos: aspectos importantes de su ecología y conservación”, Sandra H. Montero-Bagatella y Fernando A. Cervantes nos hablan de estos animales y de los servicios que brindan a los ecosistemas. Conócelas, conoce sus aspectos biológicos y ecológicos, así como los riesgos a los que se enfrentan.

En Continuum educativo, con “Antropología ecológica: ¿mezcla de ciencias o déjà vu?”, María Esther Nava-Bringas cuenta, desde su perspectiva profesional de la biología y la perspectiva personal, las similitudes que encontró entre la antropología ecológica y la ecología, en conceptos, intereses, percepciones y esfuerzos. Además, reflexiona sobre la necesidad de la multidisciplinariedad para generar nuevos saberes, y lograr la sustentabilidad de nuestro planeta.

Por su parte, en Caleidoscopio, Nathalie Cristina Sánchez Esparza nos comparte, en “Los servicios ambientales”, una infografía que nos ayuda a entender mejor el concepto de servicios ambientales o ecosistémicos, cómo se clasifican y los beneficios que nos brindan.

Por último, en este segundo número del año, estrenamos la sección Impresiones, donde se compartirán de manera corta temas de actualidad escritos por expertos o la narración de un acontecimiento universitario, o de algún libro o película hechos en la universidad. Esperamos que en esta ocasión disfruten estas “Historias de alacranes”.

Ojalá que disfrutes este número tanto como lo hemos hecho nosotras al compilarlo.

Referencias

  • Gerardo Ceballos, G., Ehrlich, P. R., y Raven, P. H. (2020, 1 de junio). Vertebrates on the brink as indicators of biological annihilation and the sixth mass extinction. pnas, 117(24), 13596-13602. https://doi.org/10.1073/pnas.1922686117
  • Plumptre, A. J., Baisero, D., Belote, R. T., Vázquez-Domínguez, E., Faurby, S., Jȩdrzejewski, W., Kiara, H., Kühl, H., Benítez-López, A., Luna-Aranguré, C., Voigt, M., Wich, S., Wint, W., Gallego-Zamorano, J., y Boyd, C. (2021). Where Might We Find Ecologically Intact Communities? Frontiers in Forests and Global Change, 4, https://www.doi.org/10.3389/ffgc.2021.626635


Vol. 23, núm. 2 marzo-abril 2022

Los canguros mexicanos: aspectos importantes de su ecología y conservación

Sandra H. Montero-Bagatella y Fernando A. Cervantes Cita

Resumen

Los desiertos mexicanos son habitados por las carismáticas ratas canguro. Estos roedores destacan tanto por su diversidad como por los diferentes servicios que brindan a los ecosistemas. Algunas de las especies del grupo están en peligro de extinción debido a las severas transformaciones de su hábitat. En este artículo se abordarán los principales aspectos biológicos y ecológicos de las ratas canguro en México, así como los algunos de los riesgos de conservación a los que se están enfrentando.
Palabras clave: roedores, ratas canguro, desiertos, conservación, endemismo.

The Mexican Kangaroos: Main Aspects of their Ecology and Conservation

Abstract

Mexican deserts are inhabited by the charismatic kangaroo rats. These rodents stand out both for their diversity and for the different services they provide to ecosystems. Some of the group’s species are in danger of extinction due to the severe transformations of their habitat. This article will address the main biological and ecological aspects of kangaroo rats in Mexico, as well as some of the conservation risks they face.
Keywords: rodents, kangaroo rats, deserts, conservation, endemism.

Introducción

Dentro de los ecosistemas áridos y semiáridos del país habitan unos carismáticos roedores a los que comúnmente se les conoce como ratas canguro y que pertenecen al género taxonómico Dipodomys (ver figura 1). Se les atribuye ese nombre debido a su desplazamiento bípedo (en dos patas) similar al de los canguros australianos, ya que al igual que ellos, poseen unas largas y fuertes extremidades traseras que les permiten desplazarse a través de saltos, que en algunas especies pueden llegar hasta los 40 cm de altura (Hafner, 2016; Williams, 1993; ver figura 2).

Figura 1. La rata canguro Dipodomys merriami es la que tiene mayor distribución en los desiertos del norte del país.
Créditos: Perla D. Ventura-Rojas.

Figura 2. Fotografía de cámara trampa, en la que se aprecia el desplazamiento bípedo mediante saltos de un ejemplar de rata canguro.
Crédito: Bruner (2018).

El tamaño y peso corporal de las ratas canguro varía dependiendo de la especie y sexo; puede llegar a medir de entre 7 a 15 cm de la cabeza a la cola, y pesar entre 50 y 148 gr. (Hafner, 2016). Sus grandes ojos contrastan con sus orejas cortas, y una de sus principales características son las enormes y desarrolladas estructuras óseas denominadas bullas timpánicas, las cuales contienen a los oídos medio e interno (ver figura 3). Éstas les proveen de un fino y desarrollado sistema auditivo, que les permite percibir sonidos sutiles, lo que, a su vez, les ayuda a mantener el equilibrio durante su desplazamiento. Su larga y también distintiva cola es de mayor longitud que su cabeza y cuerpo, y mide en promedio de 12 a 19 cm (ver figuras 1 y 2). Ésta les ayuda a mantener el equilibrio durante su desplazamiento y en los rápidos cambios de dirección de los saltos que realizan al evitar a algún depredador (Williams, 1993).

Figura 3. Vista ventral del cráneo de una hembra de D. merriami. Se puede apreciar el gran tamaño de las bulas timpánicas (flechas amarillas) a los lados del cráneo.
Crédito: Nohelia G. Pacheco, Irekani, ib, UNAM.

¿En dónde viven las ratas canguro?

La distribución de este grupo taxonómico abarca desde el sur de Canadá hasta el sur de México (Schmidly, 1993). En este último se presentan 10 de las 20 especies que conforman el género. La mayoría de las especies del grupo se distribuyen en el norte del país y sólo una se presenta en el sur (ver cuadro 1). En general, prefieren los sitios abiertos y con suelos arenosos en los que se desarrollen los pastizales de los géneros Bouteloua, Artemisa e Hilaria; arbustos como el ocotillo (Fouquieria splendens), mezquite (Prosopis juliflora) y gobernadora (Larrea tridentata), así como agaves (Agave spp.), suculentas y cactus (Opuntia spp; Hafner, 2016).

Debido a que en los sistemas áridos las temperaturas son elevadas por el día y bajas por la noche, las ratas canguro construyen madrigueras que les brindan un microclima más afable que en el exterior. Éstas pueden estar ubicadas debajo de arbustos o en el suelo desnudo. Su construcción varía entre especies, por ejemplo, D. phillipsii elabora estructuras relativamente simples con una o dos entradas, mientras que D. nelsoni construye sistemas complejos y conspicuos, que pueden llegar a medir 5 m de diámetro y tener hasta 20 entradas (Hafner, 2016). El número de entradas está relacionado con la temperatura ambiental, es decir, si ésta es alta existirá un mayor número de entradas para favorecer la ventilación, lo que propicia una temperatura menor que el exterior. Si la temperatura del ambiente es baja, el número de entradas es menor, con lo que se evita la fuga de calor. Debido a que las madrigueras requieren de gran mantenimiento, pueden ser heredadas a las nuevas generaciones, que invertirán tiempo y energía para conservarlas en buenas condiciones (Hafner, 2016).

Las ratas canguro pueden llegar a compartir sus madrigueras con otras especies de roedores, pero no con sus semejantes, ya que son animales territoriales y solitarios, que sólo permiten la presencia de otros de su especie durante el período reproductivo (ver figura 4). Los machos son los que comparten su territorio con algunas hembras, y los que despliegan mayor movilidad dentro de su ámbito hogareño, el cual puede llegar a abarcar hasta 2.6 ha, según la especie estudiada (Hafner, 2016; Reichman y Price, 1993). Las densidades poblacionales o, en otras palabras, el número de individuos en un área, difieren entre especies y ambientes: fluctúan de entre 2 a 80 individuos por hectárea (Reichman y Price, 1993).

Figura 4. Un ejemplar de Dipodomys nelsoni entrando a su madriguera. Las ratas canguro en general son solitarias y territoriales.
Crédito: Alberto González-Gallina.

¿Qué comen y quién se come a las ratas canguro?

Se alimentan principalmente de semillas, aunque pueden llegar a consumir brotes vegetales e insectos, como escarabajos y larvas de mariposas (Reichman y Price, 1993). Debido a que el agua es un recurso escaso en las zonas áridas, ésta la obtienen a través de los alimentos y, gracias a su eficiente sistema metabólico, la logran optimizar y así evitar su pérdida (Forman y Phillips, 1993).

Con el fin de escapar de las altas temperaturas del día, las ratas canguro salen en búsqueda de alimento durante la noche. Gracias a sus abazones, que son un pliegue de la piel de las mejillas en forma de bolsa, pueden almacenar y transportar gran cantidad de alimento para llevarlo a sus madrigueras y consumirlo allí sin riesgo de ser depredadas en el exterior (Hafner, 2016; Reichman y Price, 1993). Desde otro sentido, estas ratas representan una importante fuente de proteína para diversos depredadores como serpientes (Crotalus spp., Pituophis spp.), búhos (Bubo virginianus), coyotes (Canis latrans), zorras (Vulpes macrotis, Urocyon cinereoargenteus), tejones (Taxidea taxus), cacomixtles (Bassariscus astutus) y zorrillos (Spilogale gracilis; ver figura 5).

Figura 5. Restos de una rata canguro (Dipodomys merriami) encontrados en una trampa Sherman.1 Fue devorada parcialmente por un zorrillo.
Crédito: Alberto González-Romero.

¿Están relacionadas las condiciones ambientales con la reproducción de las ratas canguro?

Estos roedores son polígamos y promiscuos: los machos pueden copular con dos o más hembras y no reconocen vínculos sociales durante el apareamiento. Las hembras son las que construyen sus nidos dentro de sus madrigueras con ramitas, hojas, semillas y tierra. Allí albergan a sus camadas, que en general son pequeñas, de 2 o 3 crías. Sólo cuidan a sus propias crías y las alimentan con leche durante aproximadamente un mes. Entre los 60 y 80 días de nacidos, los juveniles se dispersan en búsqueda de su propio territorio. Sin embargo, se han llegado a observar hembras que permanecen en la misma madriguera de su madre o se convierten en vecinas (Reichman y Price, 1993; ver figura 6).

Figura 6. Juvenil de Dipodomys merriami capturada con una trampa Sherman. Los juveniles comienzan con desplazamientos cortos fuera de sus madrigueras.
Crédito: Alejandro González-Gallina.

Las ratas canguro pueden reproducirse durante todo el año, aunque despliegan estrategias reproductivas que coinciden con condiciones ambientales y de su entorno favorables. Por ejemplo, el inicio de su período reproductivo se da cuando la precipitación es abundante, lo que se refleja en el crecimiento vegetal y en la alta producción de semillas. De esta manera, los organismos tienen los recursos alimenticios necesarios para ellos y para su descendencia, lo que contribuye a la perpetuación de la especie. En cambio, si las condiciones ambientales no son las óptimas y los organismos manifiestan estrés alimenticio, éstos no se reproducen hasta que las condiciones cambien (Hafner, 2016).

¿Por qué son importantes las ratas canguro?

Los roedores desérticos proveen de diversos beneficios a los ecosistemas en los que habitan, ya que promueven la filtración de agua, la aireación y la introducción de materia orgánica al suelo, y propician la dispersión y germinación de semillas (Yensen et al., 1998). Por otro lado, las madrigueras abandonadas pueden servir de refugio para otros organismos y son una importante fuente de proteína para carnívoros (Yensen et al., 1998). Así mismo, son indicadores de la salud de los ecosistemas, ya que evitan establecerse en sitios alterados por las actividades humanas (Cab-Sulub y Álvarez-Castañeda, 2020; Hafner, 2016). No obstante, los ambientes desérticos están siendo degradados, fragmentados y transformados para actividades humanas, como las agropecuarias y de desarrollo urbano (Montero-Bagatella et al., 2020; Sánchez-Cordero et al., 2005), por lo que algunas especies de este grupo han sido consideradas con severos problemas de conservación por instituciones nacionales e internacionales enfocadas en la conservación de la naturaleza (Álvarez-Castañeda et al., 2016a, b; Álvarez-Castañeda y Lacher, 2018). Dipodomys phillipsii es un ejemplo de ello, ya que las actividades agropecuarias han mermado aún más su restringida distribución (ver cuadro 1 en el Anexo), por lo que sólo existe un remanente de 40% de su hábitat original. Al ser una especie endémica, el pronóstico para su desarrollo y permanencia es poco favorable (Sánchez-Cordero et al., 2005).

Retos para la conservación de las ratas canguro

Las actividades de desarrollo urbano y agropecuario son las principales amenazas de los sistemas áridos, a éstas se les suma la invasión de especies exóticas como el ganado y los pastizales (Bromus tectorum, Agropyrum testatum) que se utilizan para alimentarlos. Además, estos pastos compiten con las plantas nativas por el agua, e incluso llegan a desplazarlas debido a su rápida propagación (Yensen et al., 1998). En el mismo sentido, la depredación de gatos y perros ferales ha ocasionado severos declives en las poblaciones de las ratas canguro (Yensen et al., 1998). Tal es el caso de la subespecie D. merriami insularis, la cual casi fue erradicada por los gatos ferales en una isla de Baja California Sur (Hafner, 2016).

En conjunto, estas acciones han generado la desconexión o aislamiento de las poblaciones, por lo que las posibilidades de interacción entre individuos de diferentes poblaciones son escasas y, por lo tanto, el intercambio genético es bajo o nulo, lo que provoca que estas especies estén en riesgo de desaparecer (Sánchez-Cordero et al., 2005; Yensen et al., 1998). Esta situación ocurrió con la rata canguro de San Quintín (D. gravipes), que fue considerada extinta en el año 2017. Su redescubrimiento ocurrió 32 años después de su último registro (Cab-Sulub y Álvarez-Castañeda, 2020; Tremor et al., 2018, ver video).




Actualmente la rata canguro sigue siendo considerada por la Norma Oficial Mexicana nom-059-semarnat-2010 como extinta del medio silvestre, lo que contrasta con la evaluación de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (iucn, por sus siglas en inglés), que la clasifica como una especie prioritaria para su conservación (Tremor et al., 2018). Debido a estas diferencias en los estados de conservación, es de suma importancia el conocer el estado actual de las especies de interés, así como su comportamiento (Yensen et al., 1998). Esto es porque las poblaciones son cíclicas y cambian constantemente a lo largo del tiempo.

Los monitoreos poblacionales de largo plazo (mayor a 5 años para roedores) permiten identificar estos ciclos y su relación con las condiciones ambientales y del hábitat de las especies. Un ejemplo de este tipo de estudios se realiza en Mapimí, una reserva natural del desierto chihuahuense mexicano, en donde se ha investigado a una comunidad de roedores (v.g. D. ordii, D. nelsoni y D. merriami) por más de 20 años continuos y se ha logrado obtener información ecológica importante del grupo (Montero-Bagatella et al., 2020). Asimismo, existen especies como D. phillipsii y D. ornatus que han sido estudiadas en menor magnitud, por lo que aún existen vacíos acerca del conocimiento de su ecología. Es apremiante saber más al respecto, especialmente bajo las amenazantes circunstancias de conservación que presentan (Hafner, 2016).

Conclusiones

Se abordaron aspectos importantes acerca del grupo de los canguros mexicanos (rata canguro). Esperamos que con ellos se pueda reconocer la importancia de este grupo, al ser taxonómicamente diverso, relevante ecológicamente, vulnerado por las actividades humanas en diferentes magnitudes y estudiado en distintos aspectos. También es trascendental contar con la información actualizada de sus poblaciones, su hábitat e impacto de las amenazas que enfrenta, para lograr realizar las estrategias de conservación, públicas y privadas, necesarias en favor de las especies y de los ecosistemas en los que habitan.

Agradecimientos

La autora agradece a conacyt por la beca posdoctoral otorgada. Los autores reconocen el apoyo con las fotografías, así como a Irekani (ib, unam) y Naturalista (conabio), por la disposición de las imágenes. Asimismo, se agradece a C. Elizalde-Arellano y a A. González-Romero por las revisiones a este escrito.

Referencias

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  • Cab-Sulub, L., y Álvarez-Castañeda, S. T. (2020). Analysis of The Remaining Habitat of an Endemic Species Rediscovered. Mammalian Biology, 100, 307-314. https://doi.org/10.1007/s42991-020-00023-z.
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  • Hafner, D. J. (2016). Heteromyidae (Pocket Mice, Kangaroo Mice and Kangaroo Rats). En D. E. Wilson, T. E. Lacher Jr., y R. A., Mittermeier (Eds.), Handbook of the Mammals of the World. Lagomorphs and Rodents i (pp. 170-233, vol. 6). Lynx Editions.
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  • Reichman O. J., y Price, M. V. (1993). Ecologic Aspects of Heteromyid Foraging. En Genoways, H. H y Brown, J. H. (eds.). Biology of the Heteromyidae. En J. H. Brown, H. H. Genoways, y The American Society of Mammalogists (Eds.), Biology of the Heteromyidae (pp. 539-568). https://doi.org/10.5962/bhl.title.39570.
  • SEMARNAT. (2019). Modificación del Anexo Normativo III, Lista de especies en riesgo de la Norma Oficial Mexicana NOM-059-SEMARNAT-2010, Protección ambiental-Especies nativas de México de flora y fauna silvestres-Categorías de riesgo y especificaciones para su inclusión, exclusión o cambio-Lista de especies en riesgo (2019, 14 de noviembre). Diario Oficial de la Federación. Secretaría de Gobernación. https://cutt.ly/8PDYzF3.
  • Sánchez-Cordero, V., Illoldi-Rangel, P., Linaje, M., Sarkar, S., y Peterson, A. T. (2005). Deforestation and extant distribution of Mexican endemic mammals. Biological Conservation, 126(4), 465-473. https://doi.org/10.1016/j.biocon.2005.06.022.
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  • Terra Peninsular. (2019, 9 de septiembre). Rata canguro en la Reserva Natural Valle Tranquilo . YouTube. https://youtu.be/oGe_aL6CTDk.
  • Timm, R., Álvarez-Castañeda, S. T., y Lacher, T. (2016). Dipodomys merriami [versión de errata de 2017]. The iucn Red List of Threatened Species 2016. https://www.iucnredlist.org/species/92465716/115515430.
  • Timm, R., Álvarez-Castañeda, S. T., Frey, J., y Lacher, T. (2019). Dipodomys spectabilis. The iucn Red List of Threatened Species 2016. https://www.iucnredlist.org/species/6693/22229212.
  • Tremor, S., Vanderplank, S., Andrade, J. y. Alfaro, E. (2018). La rata canguro de San Quintín: redescubrimiento y conservación. Mediterranews de Terra Peninsular(11), 16-22. https://issuu.com/terrapeninsular/docs/mediterranews-abril-2018/18.
  • Yensen, E., Hafner, D. J., y Cook, J. A. (1998). Conservation Priorities, Action Plans, and Conservation Strategies for North American Rodents. En D. J. Hafner, E., Yensen, y G. L. Kirkland Jr., Status Survey and Conservation Action Plan. North American Rodents (pp:125-145). International Union for the Conservation of Nature and Natural Resources. Species Survival Commission Rodent Specialist Group. Gland, Suiza.
  • Williams, D. F., Genoways, H. H., y Braun, J. K. (1993). Taxonomy and Systematics. (1993). En J. H. Brown, H. H. Genoways, y The American Society of Mammalogists (Eds.), Biology of the Heteromyidae (pp. 38-196). https://doi.org/10.5962/bhl.title.39570.


Anexo

Especie Distribución geográfica No. de subespecies Categoría de riesgo
NOM 059         IUCN
D. compactus Tamaulipas 2 No categorizada Preocupación menor
D. deserti Baja California y Sonora 3 No categorizada Preocupación menor
D. gravipes Baja California Norte 0 Extinta medio silvestre En peligro crítico
D. merriami Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Durango, Zacatecas, San Luis Potosí y Nuevo León 19 Amenazada y en peligro de extinción* En peligro de extinción*
D. nelsoni Chihuahua, Coahuila, Durango, Zacatecas, San Luis Potosí y Nuevo León 0 No categorizada Preocupación menor
D. ordii Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Durango, Zacatecas, San Luis Potosí, Nuevo León y Tamaulipas 32 No categorizada Preocupación menor
D. ornatus Durango, Zacatecas, Aguascalientes, Jalisco, San Luis Potosí, Guanajuato y Querétaro 0 No categorizada Preocupación menor
D. phillipsii Edo. Méx., CdMx, Hidalgo Morelos, Tlaxcala, Puebla, Veracruz y Oaxaca 3 Protección especial y amenazada Preocupación menor
D. simulans Baja California 2 No categorizada Preocupación menor
D. spectabilis Sonora, Chihuahua, Coahuila, Durango, Zacatecas, San Luis Potosí y Nuevo León 4 No categorizada Casi amenazado

* Subespecies D. m. insularis, D. m. margaritae y D. m. parvus.



Cuadro 1. Distribución geográfica del género Dipodomys en México y sus categorías de riesgo según la nom-059-semarnat-2010 (México) y la iucn (Álvarez-Castañeda et al., 2016 a, b; Álvarez-Castañeda y Lacher 2018; Cassasola, 2016 a, b; Lacher et al., 2016; Lacher 2018; Timm et al., 2016, 2019).



Recepción: 08/06/2021. Aprobación: 05/11/2021.

Vol. 23, núm. 2 marzo-abril 2022

¡Qué dientes tan grandes tienes! Un vistazo a la dieta del lobo mexicano

Jorge L. Reyes-Díaz, Nalleli E. Lara Díaz y Carlos A. López-González Cita

Resumen

El lobo mexicano ha regresado a las serranías mexicanas, pero su ecología y conflictos potenciales con los ganaderos lo hacen vulnerable a la extinción. La presencia de estos carnívoros en vida silvestre permite estudiar su dieta, para enriquecer las estrategias para su conservación. Los excrementos de los lobos guardan en su interior restos no digeridos de las presas que comen, y el pelo es utilizado para identificar qué especies de animales consumieron. Durante nueve años, se colectaron excrementos de lobo en el noroeste de México. La dieta del lobo mexicano en nuestro país registra una diversidad de 25 presas silvestres y tres domésticas, mientras que en Estados Unidos se han reportado 15 y una, respectivamente. Los venados y el cerdo son los componentes principales, en biomasa y frecuencia, en la dieta de los lobos en México, seguidos del ganado bovino, ardillones, zorrillos y conejos. El consumo de cerdo forma parte de las estrategias de reintroducción, entre aquellas que disminuyen el consumo de ganado, pero para que éstas funcionen es necesario que los ganaderos aumenten la vigilancia y protección del ganado. De esta forma, lobos y otros depredadores dejarán de ser considerados dañinos y podrán coexistir con el ser humano.
Palabras clave: lobo mexicano, Canis lupus baileyi, dieta, Chihuahua, México.

What big teeth you have! A look into the Mexican Wolf Diet

Abstract

The Mexican wolf has returned to the Mexican sierras, but its ecology and potential conflicts with cattlemen makes it vulnerable to extinction. Its presence in Mexico allows the study of its diet to complement conservation strategies. The excrement produced by the wolves retains undigested remains from the prey they eat, such as hair, which is used to identify the species of animals they consumed. For nine years, we collected wolf scats in northwestern Mexico. The diet of the Mexican wolf shows in Mexico a diversity of 25 wild and three domestic prey species, while in the United States of America, wolves feed on 15 wild and one domestic prey. White-tailed deer and domestic pig are the main prey in the diet of wolves in Mexico, followed by cattle, ground squirrels, skunks, and cotton-tailed rabbits. The consumption of domestic pig is part of the reintroduction strategies, among those that reduce the consumption of livestock, but for these to work it is necessary for cattlemen to increase the vigilance and protection of their livestock. In this way, wolves and other predators will no longer be considered a harmful species and will successfully coexist with humans.
Keywords: Mexican wolf, Canis lupus baileyi, diet, Chihuahua, Mexico.

Introducción

El lobo mexicano (Canis lupus baileyi) es un animal tan enigmático como desafortunado, ya que tuvo que enfrentarse al depredador más destructivo que habita sobre la tierra: el ser humano. Los lobos alguna vez encontraron en gran parte del territorio mexicano, en sus montañas cubiertas por bosques y pastizales, principalmente en la Sierra Madre Occidental; además de los estados de Arizona, Nuevo México y el suroeste de Texas, en los Estados Unidos de América (eua; Heffelfinger et al., 2017). Sin embargo, el rechazo y repudio de los pobladores hacia los depredadores cambiaría su suerte y la de otros grandes carnívoros que habitaban la región.

Imagen. Pareja de lobo mexicano. Fotografías: UAQ/ITZENI/CONANP.

A mediados del siglo xx, la influencia y capacitación de la Organización Panamericana de la Salud (zona ii), en ganaderos, veterinarios y técnicos de campo de la región, originaron múltiples campañas de erradicación. En ellas, osos, pumas, coyotes y lobos fueron perseguidos, cazados y cruelmente envenenados, con el argumento de que asesinaban al ganado y provocaban grandes pérdidas económicas, además del miedo por la posible propagación de rabia en el medio silvestre (Lara-Díaz et al., 2015; Armella, 2016). Para la década de los setenta, el lobo mexicano había sido casi exterminado en vida silvestre, y se estimaba que quedaban menos de 50 individuos en México, todos ellos en la Sierra Madre Occidental (McBride, 1980).

Esta situación propició acciones inmediatas por parte de los gobiernos de México y eua para rescatar y conservar el linaje del lobo mexicano. Por ello, se inició un programa binacional de reproducción bajo cuidado humano, con la finalidad de contar con suficientes lobos para reintegrarlos a la vida silvestre (Siminski, 2016). El proyecto inició con la captura de cinco lobos en el noroeste de México, además de algunos que se encontraban en instituciones privadas. La primera liberación de lobo mexicano en eua ocurrió en 1998. Y 13 años más tarde se registró la primera camada de lobos nacidos en vida libre en México, en 2014 (Lara-Díaz et al., 2015; ver figura 1a).

Los esfuerzos de conservación continúan y el noroeste de México cuenta nuevamente con una pequeña población de lobo mexicano, lo que ha promovido que las autoridades los colocaran en la categoría de “Peligro de extinción”, después de haber estado clasificados como especie “Probablemente extinta en el medio silvestre” por cerca de 50 años (Modificación de Anexo Normativo, 2019; ver figura 1b). Lamentablemente, los conflictos percibidos y reales con el sector ganadero persisten, y siguen siendo el principal factor de mortalidad para los lobos en el país (López-González et al., 2020). Por ello, es indispensable monitorear y estudiar a estos carnívoros, con el fin de reducir los conflictos y darles la oportunidad de seguir prosperando en México.



Figura 1. a) Cachorro de lobo mexicano. b) Manada de lobo mexicano.
Fotografías: UAQ/ITZENI/CONANP..

La dieta y su importancia para la conservación

El lobo mexicano desapareció de vida silvestre antes de que pudiera estudiarse su ecología y aspectos importantes para su conservación, como lo es la dieta. Además, investigaciones sobre el tema permiten conocer indirectamente cómo es que carnívoros y presas interactúan en el medio salvaje (Nilsen et al., 2012), ya que observar eventos de depredación en la naturaleza es muy complicado (Barja et al., 2005). Por otro lado, saber qué comen los lobos en vida libre puede complementar los estudios necesarios para averiguar en qué lugares tendrían suficiente alimento para sobrevivir y reproducirse, lo que evitaría el consumo de animales domésticos (Khorozyan et al., 2015; Wolf y Ripple, 2016). Debido a los conflictos existentes con el gremio ganadero, es muy importante conocer si los lobos se alimentan de ganado y, si es así, qué tanto lo hacen, con la finalidad de establecer estrategias que disminuyan los conflictos (Reyes Díaz, 2021).

En este sentido, la reintroducción del lobo mexicano en eua permitió el desarrollo de investigaciones sobre su dieta, mucho antes de liberar lobos en México. En esta zona, los biólogos encontraron que el lobo mexicano se alimenta principalmente de wapitíes (Cervus canadensis), además de otros mamíferos entre los que el ganado bovino era una presa consumida (Reed et al., 2006; Carrera et al., 2008; Merkle et al., 2009). Al no estar presentes los wapitíes en el paisaje mexicano, se esperaría que la dieta de los lobos en México fuera diferente, pero que se centrara en las especies de ungulados silvestres (mamíferos que tienen pezuñas). A la fecha se cuenta con dos estudios sobre la dieta del lobo mexicano en vida libre en México (Saldívar Burrola, 2015; Reyes Díaz, 2021), cuyos resultados fueron reveladores para apoyar las estrategias de conservación de los lobos en nuestro país.

Análisis de la dieta

Debido a lo complicado, poco práctico y costoso que resultaría estudiar la dieta del lobo mexicano con observaciones directas, comúnmente se recurre a una cosa: ¡analizar sus excrementos! Para conocer cómo se lleva a cabo este proceso, reproduce el siguiente video.




¿Qué come el lobo mexicano?

En eua se registraron 15 presas silvestres consumidas por los lobos, además del ganado bovino (Reed et al., 2006; Carrera et al., 2008; Merkle et al., 2009); en México, los lobos se alimentaron de 25 presas silvestres y tres especies domésticas (vaca, caballo y carne de cerdo; ve este documento). Los estudios revelaron similitudes en la dieta del lobo mexicano entre ambos países, y confirmaron o descartaron a las presas potenciales propuestas por algunos autores. Por ejemplo, ciertos roedores, berrendos y borregos cimarrones no fueron consumidos en ninguno de los dos países.

Asimismo, se descubrió que el lobo mexicano consume una menor diversidad de presas en eua porque la zona que habitan tiene una gran disponibilidad de wapitíes y otros venados, por lo que se alimentan de estas grandes presas y, por ende, forman manadas más numerosas para poder cazarlas (United States Fish and Wildlife Service, 2021). De la misma manera, en nuestro país, los lobos se alimentan principalmente de venado cola blanca (Odocoileus virginianus), pero también han recurrido a otras presas de menor tamaño, entre las que destacan: roedores, conejos e incluso zorrillos. Se considera probable que esto es porque los lobos tienden a viajar de forma solitaria, en parejas, o en manadas pequeñas. Lamentablemente, estos pequeños mamíferos quedan eclipsados por el consumo de otra presa mucho más grande, abundante y fácil de cazar en la región: el ganado bovino (ver figura 2).

Lo anterior se debe a que la mayoría de los lobos reintroducidos en México proviene de cautiverio, por lo que su habilidad para cazar animales silvestres es limitada, y resulta más sencillo capturar presas como los becerros. Entonces, una de las estrategias utilizadas para disminuir estos ataques es colocar carne de cerdo en sitios particulares, que además de brindarles alimento, también los ayuda a establecer un territorio seguro. Por ello, un componente frecuentemente encontrado en los excrementos es la carne de cerdo, que llega a ser casi tan relevante como el consumo de venados (ver figura 2). Ambos alimentos, junto con la amplia diversidad de presas silvestres registradas, podrían disminuir el consumo de ganado bovino por parte del lobo mexicano, y, por tanto, ayudar a reducir los conflictos con los ganaderos (Reyes Díaz, 2021).

Para que este tipo de estrategias funcionen, es necesaria la participación y colaboración de los ganaderos en la protección y vigilancia de sus animales. El noroeste de México tiene condiciones ambientales extremas que exponen al ganado a múltiples situaciones de riesgo, en la que muchos animales mueren por causas naturales, enfermedades, accidentes, o por ataque de depredadores (De la Peña, 1947; Hoogesteijn y Hoogesteijn, 2014; Contreras Servín, 2016).



Figura 2. Principales animales consumidos por el lobo mexicano en vida libre en el noroeste de México.
Fotografías: UAQ/ITZENI/CONANP.

En este sentido, las muertes de bovinos en el medio silvestre les dan la oportunidad a los carnívoros de alimentarse de la carroña, lo que también puede influir en encontrar bovinos como parte de la dieta, sin que su muerte haya sido necesariamente consecuencia de un ataque directo (Ciucci et al., 2020; López-González et al., 2020). De tal forma, Eklund et al., (2017) mencionan que la vigilancia constante del ganado es uno de los métodos más efectivos para evitar su depredación. Una adecuada vigilancia podría darle la oportunidad a humanos y lobos de coexistir en las serranías del noroeste de México, dejando atrás la triste historia de persecución y extinción del lobo mexicano.

Conclusión

El lobo mexicano es un depredador que intenta reintegrarse a la vida silvestre después de 50 años de ausencia. Muestra de ello es la gran diversidad de presas en su dieta, que indica lo adaptable y buen cazador que es. Resulta fundamental mantener saludables a las poblaciones de presas silvestres del lobo mexicano y otros grandes carnívoros —sobre todo aquellas que son las más consumidas—, para que la abundancia y disponibilidad de alimento permita a los lobos sobrevivir por sí mismos, sin depender de animales domésticos.

Además, hay que tener en cuenta que la alta disponibilidad de ganado bovino en las áreas naturales permite que los lobos se alimenten de ellos, lo que hace necesario que productores ganaderos aumenten la vigilancia y cuidado de sus animales para inhibir el ataque de cualquier depredador y se deje de ver a los carnívoros como animales dañinos. Sólo así, el lobo mexicano tendrá la oportunidad de prosperar y coexistir con el ser humano, al dejar atrás la historia de persecución que lo extinguió de la vida silvestre en el pasado.

Referencias

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Agradecimientos

Agradecemos el financiamiento y apoyo logístico de la Universidad Autónoma de Querétaro, Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (conanp), Arizona Game Fish Deparment, y Soluciones Ambientales itzeni, A.C. También, la importante labor de los miembros del equipo técnico del proyecto de reintroducción de lobo mexicano, quienes son fundamentales para la recuperación de esta subespecie (C. García Chávez, S. Tafoya Ávila, A. Leal González, V. Agoitia Fonseca, R. Fabián Rosas, R. Pacheco Gutiérrez, C. Maya Ortega, R. Juárez López, I. Álvaro Montejo, M. Córdova Montejo). A G. Camargo Aguilera por los análisis genéticos que enriquecen sustancialmente la investigación. A los dueños y personal de los predios particulares y ejidos que permitieron el acceso a sus propiedades para el monitoreo y búsqueda de rastros. A todas aquellas personas que les dan a los lobos mexicanos una nueva oportunidad de aullar en nuestras sierras.



Recepción: 20/07/2021. Aprobación: 07/12/2021.

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Revista Digital Universitaria Publicación bimestral Vol. 18, Núm. 6julio-agosto 2017 ISSN: 1607 - 6079