Vol. 23, núm. 4 julio-agosto 2022

¿Realmente comprendemos que estamos conectados?

Maura Pompa Mansilla Cita

Pareciera que todo el planeta es una red con circuitos y más circuitos, donde cada elemento o materia fuera nodos interconectado con otros: la naturaleza, desde sus organismos más fundamentales hasta los más complejos; el desarrollo y avance de la ciencia, para el estudio y comprensión de todo ello; los procesos sociales y sus implicaciones; las fronteras que nos separan, pero que también dejan de existir entre las personas. En el planeta que llamamos casa, suceden un sin fin de situaciones de forma simultánea. Si detuviéramos el tiempo un instante e hiciéramos un recorrido para echar un vistazo a lo que está pasando en este instante, la infinidad de experiencias, fenómenos, reacciones químicas, emociones, cambios, así como las interacciones y sus formas de ocurrir, etcétera, sería abrumadora y algo difícil de cuantificar; no obstante, es aún más complejo contarles sobre ello.

Así, en este número de la Revista Digital Universitaria presentamos un fragmento de esa diversidad de sucesos, procesos y reflexiones que suceden en nuestro planeta y que tienen relación directa con todos sus habitantes. Somos seres curiosos, complejos y llenos de reflexiones, afortunadamente los y las autoras de los artículos que aquí les presentamos no sólo son curiosos y curiosas, y con una gran capacidad de reflexión profunda, sino que emprenden el camino para explorar sus cuestionamientos y razonamientos, a la vez que toman la voz del activismo para visibilizar situaciones y fenómenos, nos comparten sus puntos de llegada, y, ¿por qué no?, también lo que podría ser su siguiente punto de partida.

En el primer punto de nuestra ruta nos encontramos con un artículo que ya nos invita a reflexionar sobre nuestro lugar en el mundo y su perspectiva a futuro. En “Esperanza frente a la emergencia climática” Guillermo Murray platica con nosotros sobre el cambio climático desde su conocimiento y perspectiva como investigador especialista en el tema, y también situándose en su papel de padre. El autor nos lleva a un recorrido por diferentes aspectos del cambio climático y en cada situación que parece empantanada o sin salida, nos va dejando granitos de esperanza, para así, al estilo Hansel y Gretel, poder encontrar el camino que nos ayuda a construir, mediante acciones asequibles, ese futuro esperanzador. ¿Hamburguesas, taquitos de pescado al pastor, enchiladas de pollo con frijolitos, o un buen plato de frutas o verduras?, éste es un ejemplo de las decisiones cotidianas que tienen mucho peso en el impacto que tenemos en el planeta, no puedes esquivar tu responsabilidad en ello.

A su vez, en nuestro extraordinario planeta existen estructuras geológicamente excepcionales. En “Ferdinandea: origen y evolución de las islas volcánicas”, Benedetto Schiavo, Thania Elizabeth Arredondo Palacios, Claudio Inguaggiato y Diana Meza Figueroa nos cuentan sobre ellas. Aquí se vale pensar “¡el piso es lava!”, pues algunas islas nacen del fondo del océano, en donde se formaron volcanes submarinos que al hacer erupción surgen de las entrañas del océano; bueno, no tal cual así, sino que las capas de lava que se forman una sobre otra llegan a salir a la superficie y nace una isla volcánica. Lucha de fuerzas para el nacimiento de un titán, los fenómenos involucrados en la conformación de un volcán que da lugar a una isla parecieran parte de una película de acción en donde las explosiones, olas gigantes, temperaturas extremas, cambios de estado físico tienen lugar para concluir con lo que aparenta una calma que origina y sustenta vida. En este artículo hacemos un viaje histórico a Italia, que parece llevarnos también al centro de la tierra, para contarnos el origen de una isla volcánica que aparecía y desaparecía dejando a los habitantes de las naciones colindantes en una disputa por hacerla parte de su territorio. Si quieres saber cómo, después de cientos de años, fue Italia quien la proclamó como suya, en este artículo lo averiguarás. Las imágenes y el salto digital a algunos videos lo hacen aún más interesante.

En seguida, nos situamos en México, y para quienes disfrutamos del deleite de los alimentos, éste es un escenario fértil para imaginar y comprender una parte del proceso que nos conecta del campo a nuestra mesa, pues el artículo “La zarzamora: un delicado tesoro del campo mexicano” es uno que se antoja mucho leer, ya que nos cuenta de este delicioso y delicado tesoro para el paladar y el país. Joel Ernesto Martínez Camacho, Claudia Gutiérrez Antonio e Irineo Torres Pacheco nos comparten que una buena parte del cultivo de este manjar natural se despide del lugar que las vio nacer y emprende el viaje a otros países. Desde su cosecha, estos pequeños frutos dependen de condiciones particulares que garanticen su óptimo estado durante su traslado hasta el último punto del proceso de comercialización. ¡Es casi como trasladar una pieza de un museo! Desde la agitación o vibraciones en el medio de transporte, la temperatura y humedad, la presencia de otros organismos, y su embalaje, todo influye en la conservación de sus propiedades, en una ventana de tiempo muy corto. Pero ¿habrá algo dentro de la delicada zarzamora que desde su conformación contribuya a las cualidades que ayudan a protegerla durante su crecimiento, y a conservarla durante su manejo y traslado? Ahí es donde los llamados elicitores juegan un papel determinante. Al leer este artículo conocerás sobre ellos, y lo que bien podrían ser los superpoderes que adquieren las zarzamoras cuando éstos entran en acción.

Y hablando de alimentos, dado que actualmente nos enfrentamos a tasas preocupantes de obesidad a nivel mundial y las autoridades de salud pública recomiendan limitar la ingesta excesiva de azúcares en nuestras dietas, los edulcorantes bajos en calorías o sin calorías pueden ser una herramienta útil. En el artículo “Edulcorantes no calóricos: ¿son recomendables?”, María Guadalupe López Velázquez, Nicolás Camacho Calderón, Liliana Olalde Mendoza, César Antonio Campos Ramírez y Ma. Elena Villagrán Herrera nos brindan información algunos de ellos, además de consejos para consumirlos adecuadamente sin que afecten nuestra salud.

Como ya hemos abierto la puerta al salón de las cantidades y porcentajes, el siguiente artículo viene bien para afinar nuestro conocimiento en el mundo de la estadística, pero desde un lenguaje de programación que cada vez se hace más presente. R, además de ser una letra del abecedario, es un lenguaje de programación estadístico, y en “El programa R: una estrategia inicial para su entendimiento y aprendizaje” Francisco Joel Jahuey Martínez, Jessica Beatriz Herrera Ojeda y Francisco Alejandro Paredes Sánchez nos hablan sobre ello. Al ser de acceso libre o gratuito, se ha convertido en una de las principales plataformas para realizar análisis estadísticos y big data. Así, en este texto nos acercamos a este lenguaje, con la posibilidad de adentrarnos en su uso tengamos o no experiencia en programación. Lo primero es aprender a emplearlo, es decir, a comunicarnos directamente con el programa a través de códigos y comandos, usando una computadora y en términos de funciones. Parte importante es saber encontrar y usar las funciones, así como generar estructuras para almacenar datos, y en esta lectura encontrarás todas las herramientas para hacerlo. Los autores dan un paso más y nos ayudan a familiarizarnos aún más con R al proporcionarnos ejemplos y alternativas para ir practicando su uso, incluso si no contamos con una base de datos para comenzar.

Tal como esta sección de la Revista lo indica, la variedad de artículos dentro de ella nos permite dar el salto del lenguaje de programación con uso estadístico a hablar sobre “Armas moleculares bacterianas: el sistema de secreción tipo 3”. Aunque el título de este artículo nos puede hacer pensar que las bacterias son motivo de alerta y preocupación, los autores, Luis Fernando Montelongo Martínez y Miguel Cocotl Yañez, nos aclaran que no es necesariamente así y que, de hecho, muchas de ellas son benéficas para el ser humano. El asunto está en que existe un tipo de bacterias que pueden organizarse para ocasionar una infección y activar sus armas moleculares, todo se centra en sus sistemas de secreción. La clave aquí son las exotoxinas, moléculas que secretan las bacterias y resultan dañinas para nuestras células. Son ellas las que ocupan el lugar protagónico al ser el blanco terapéutico en el tratamiento de las infecciones. Y es que no hay que perder de vista que una de las epidemias más grandes de nuestra historia, la peste negra, fue causada por una bacteria. Por ello, es de suma importancia estudiar los sistemas de secreción de las bacterias, y en este caso los sistemas de secreción tipo 3. Algo que resulta muy interesante es que existen algunas bacterias que son naturalmente resistentes a algunos antibióticos, por lo que el estudio de estos microorganismos, y la forma en la que interactúan con nosotros, rebasa la mera curiosidad, ¡es más bien vital! Las imágenes y recursos que acompañan este artículo son realmente ilustrativos.

En la actualidad es difícil no notar el cambio en la temperatura ambiental, la cantidad de lluvia, y los fenómenos meteorológicos y vinculados a la salud de los ecosistemas que tienen lugar desde hace algunos años. Ya nos lo menciona el texto con el que abrimos este número de la revista, sin embargo, en algunos casos parece que el cambio climático todavía se pone en duda y que nuestras acciones cotidianas pudieran no estar vinculadas en lo absoluto con él. Es por eso que el artículo “¿Qué podemos hacer para afrontar el cambio climático en la zona costera?”, de Arely Anahy Paredes Chi, Laura Vidal Hernández, Diana de Yta Castillo, Alfonso Cuevas Jiménez y Isis Coral Hernández Herrera, resulta muy ilustrador en cuanto a la percepción que poseen estudiantes de educación básica sobre este fenómeno, así como sobre el importante papel que tienen, desde una edad temprana, en su visibilización y ser parte de las intervenciones para contrarrestarlo, al igual que el resto de la población. El artículo aborda la problemática en las zonas costeras y se sitúa principalmente en la península de Yucatán. La aproximación que hacen las autoras y autor es enriquecedora, pues se centra en la niñez, y ayuda a comprender qué sucede en nuestro entorno familiar, cómo concebimos lo que sucede a nuestro alrededor, y cómo es que esta cotidianidad se traduce en hábitos que contribuyen, o no, al cambio climático. Así, este artículo nos brinda acciones puntuales para contribuir a hacer frente al cambio climático, y sobre todo a tomar consciencia en nuestra parte para afrontarlo. En este espíritu curioso, dejamos aquí la pregunta que estas autoras y autor nos hacen en su artículo: “Y tú ¿qué estás haciendo para combatir los efectos del CC?”

Sin duda, la ruta que el ser humano ha trazado para abrirse paso en este planeta ha tenido consecuencias graves para las generaciones venideras. Una de ellas es el de la tala ilegal de árboles, un camino ilícito que va desde el bosque hasta los muebles. En el artículo “El palo de rosa: la tala ilegal y su comercio”, Euler Pedraza Ortega, Leticia Julio Catarino, Esteban Martínez Salas y Solange Sotuyo abordan la historia del palo rosa o granadillo, una especie que se encuentra en peligro de extinción; sin embargo, ésta es apenas una de las tantas problemáticas, también descubrirás lo que conlleva la destrucción de su hábitat y el modo de vida de las personas que dependen de estos bosques para su subsistencia.

Después de tantos temas macros, saltamos a lo micro: el estudio de la luz, que ha sido objeto de interés desde hace mucho, mucho, tiempo, pasando por el debate entre si estaba compuesta por partículas o si más bien era una onda, y el consenso de que al menos sí transmitía energía. Posteriormente se llegó al conocimiento de que en realidad cuenta con ambas propiedades (de partícula y onda), que transmite energía, y que además está formada por fotones. Con esto como preámbulo, el artículo “Pinzas o trampas ópticas: el fenómeno del atrapamiento óptico” nos adentra de una forma luminosa al universo de la observación de partículas. Mediante algunos artefactos y sus usos, Edgar Tonatiuh Santiago Lobato, Héctor Hugo Cerecedo Núñez y Patricia Padilla Sosa nos describen cómo es posible analizar una partícula y también moverla durante su observación. Además, nos comparten un video estupendo al respecto, en donde con una trampa óptica al acercar una partícula hacia el haz enfocado, ésta queda atrapada por unos instantes; es como si estuviera sostenida en el espacio, encandilada y maravillada por el haz. En cambio, al emplear las pinzas ópticas lo que sucede es que la partícula no se queda estática, sino que se mueve. Y una vez que se apaga el láser, el encanto termina y la partícula cae a causa de la gravedad. Existen muchas partículas que pueden ser observadas de esta forma, lo que hace su estudio algo muy emocionante. Sin duda te sorprenderás de saber qué son y para qué son útiles las trampas y pinzas ópticas, y el gran aporte que han significado en diversos ámbitos y disciplinas para ampliar nuestro conocimiento de los componentes fundamentales de la naturaleza.

Todavía en el mundo de lo micro, Raúl Acosta Murillo y Juan Carlos Castañon Baltazar son definitivamente una bandera para la biotecnología. En su artículo “Las tendencias, perspectivas, áreas y colores de la biotecnología” de la sección Continuum educativo, nos llevan por un recorrido de colores que visten cada una de las ramas de la biotecnología aplicada hasta el momento, y nos cuentan la historia y horizontes de cada una. Esta bandera de colores fue establecida en 2003 y ha ido añadiendo colores de acuerdo a los avances y desarrollos en la biotecnología. Así, para 2012 contaba con siete colores oficialmente. Hay que mencionar que ningún color, o tipo de biotecnología, ocupa un lugar más importante o es más necesario que otro, todos ellos son pieza clave para nosotros. El recorrido por el que nos llevan los autores comienza por el color blanco que refiere a la biotecnología industrial y termina con el café o del suelo, que se encarga del estudio de las plantas resistentes a sequías. Entre ellos están los colores: violeta (bioseguridad), azul (biotecnología marina), verde (biotecnología agrícola), amarillo (procesos que implican el uso de organismos vivos para la producción de alimentos), dorado (bioinformática y nanobiotecnología), y rojo (biotecnología médica). Al leer sobre cada color encontrarás cosas fantásticas e interesantes, pero sobre todo reconocerás su enorme importancia dentro de la biotecnología, y la forma en la que interactuamos y somos conscientes de la conexión que tenemos con lo que conforma la vida en este planeta.

Sin duda, la biotecnología ha sido clave para el estudio de la covid-19. En este sentido, es necesario resaltar la pandemia será un tema presente durante un largo tiempo. Tratar de comprender su gestación, su llegada, lo sucedido, lo latente y sus secuelas, ocupará gran parte de nuestra atención, como ya lo ha hecho hasta ahora. Esperemos que sea en un sentido más sanador y esperanzador, gracias a lo aprendido y a lo mucho que aún hay por comprender. Por ello, los siguientes dos artículos resultan piezas importantes para este número de la Revista.

Si bien la pandemia hizo aún más evidentes muchas diferencias y acrecentó desigualdades ya existentes, merece particular atención el caso que nos presenta la autora de “Educación intercultural bilingüe en una escuela amazónica del Perú, en el marco de la covid-19”. Sabemos que los procesos educativos fueron trastocados a consecuencia de la contingencia sanitaria, no cabe duda; sin embargo, en las comunidades cuyas condiciones difieren diametralmente de las de los centros urbanos y con acceso a otro tipo de servicios, sus habitantes vivieron una pandemia que tal vez no imaginemos, pero que no sólo es importante visibilizar, sino generar las estrategias, apoyos y mecanismos que las atiendan. Nila Vigil Oliveros nos habla desde la experiencia peruana, pero las similitudes con contextos y situaciones en otras latitudes hace que lo que nos comparte sea familiar e identificable en la propia realidad. La Educación Intercultural Bilingüe (eib) que tiene lugar en contextos indígenas ha sido objeto de grandes cambios en Perú. De acuerdo con la autora, la pandemia por covid-19 sacó a la luz la falta de atención pertinente por parte del gobierno hacia la eib, pues generalizó una estrategia educativa que no era aplicable para esa educación rural e indígena. Al hablarnos de la estrategia “Aprendo en casa”, se muestra con detalle, y a través de la experiencia de una docente, la realidad enfrentada por profesores y profesoras de covid durante la pandemia. La estrategia pretendía que el estudiantado se formara en casa a través de televisión, radio, dispositivos móviles y el uso de las tic; sin embargo, al igual que en muchos otros países, en zonas rurales y marginadas, el acceso a internet es escaso o nulo. De esta forma, la brecha, además de hacerse más honda y poner en evidencia una estrategia poco adecuada del gobierno en estas zonas, tuvo un impacto negativo y de retroceso educativo en dichas regiones. Se recupera la entrevista de una profesora de eib durante la pandemia en ustar “conectados” fue lo principal para la mayoría, donde en muchos casos los dispositivos fueron casi parte de nuestras manos y resolvieron la necesidad de la distancia, ¿cómo fue la experiencia de esta profesora y la de sus estudiantes? Estando ella confinada en su comunidad y sus estudiantes en otra, el panorama sin duda hizo echar mano de recursos y estrategias que les mantuvieran en contacto y aprendiendo. Además de ello, este artículo también nos comparte la forma en la que algunos niños y niñas indígenas aprendieron de un profesorado que sólo habla castellano.

Cerramos este número con un artículo que nos deja mucho por reflexionar: “Comunidades que son familias” nos hace recordar los meses previos al inicio de la pandemia, en los que, en México, los esfuerzos para reconocer y hacer visible a la comunidad lgbtq+, la organización en el trabajo sexual, las identidades no binarias, así como las marchas como la del movimiento 8M del año 2020, habían ganado un terreno sin precedentes, y las desigualdades habían sido expuestas como nunca antes. Luego, vino el confinamiento requerido por la emergencia sanitaria: las calles desiertas, el silencio, y pareciera que también el olvido, cuando servicios de salud, medicamentos y otros bienes se dejaron de abastecer; cuando los espacios de encuentro se quedaron vacíos, se perdieron trabajos, se forzó la permanencia en círculos familiares “homofóbicos o no afirmantes”. Todo ello también estremeció hasta sus cimientos la salud mental de muchas personas, y la violencia al interior de las familias escaló. Como si todo el activismo, los logros y su efervescencia hubieran quedado encapsulados en una burbuja detenida en el tiempo. Entre todo ello, la soledad y la falta de contacto a causa de “quedarnos en casa” encuentra un cobijo, un rayito de luz que acompaña, en quienes son más cercanos a nosotros. Así, Jan de la Rosa nos invita a conocer cómo es su familia, aquella en donde los lazos rebasan fronteras y el corazón late encontrando su ritmo porque reconoce el del otro. Esas familias incondicionales donde uno entiende lo que es encontrar un lugar seguro y siempre tener brazos abiertos, o en tiempos de pandemia, unos ojos que leen y responden nuestros mensajes, unos oídos que escuchan atenta y compasivamente, una pantalla con un rostro y una voz que reconforta a la distancia. Pero son esas familias en donde al no haber un papel de por medio que valide la relación, al no existir una genética heredada o compartida, se imposibilita la presencia legal como lo haría un familiar, o cercanía en un espacio físico como un hospital, y eso tiene un efecto particular para quienes esa familia elegida lo es todo. La familia que uno escoge es así porque en ocasiones la de origen es fuente de rechazo, desaprobación, negación del ser, prohibición y maltrato; entonces, encontrar la propia se convierte en una especie de salvavidas y motivo de bienestar. El sentido de comunidad se torna aún más personal, más cercano, y más solidario. Este texto nos lleva a las entrañas del corazón, a un motivo de esperanza en la adversidad y a reconocer con quiénes luchamos hombro con hombro, nos acompañamos y también celebramos esta fiesta agridulce que es la vida.

Les invitamos a curiosear por este número y adentrarse en lo compartido. Aún más, a cuestionarnos si en verdad asumimos nuestra parte en esta red, y si realmente somos conscientes y comprendemos que estamos conectados. ¡A explorar se ha dicho!

Vol. 23, núm. 5 septiembre 2022

¿Hacia dónde vamos? Vínculos entre la actividad humana, las tecnologías y el medio ambiente

Víctor Jesús Rendón Cazales Cita

Desde hace unas décadas, la crítica al estilo de vida de muchas sociedades que adoptan el modelo de producción capitalista ha puesto en evidencia la necesidad de replantear y adoptar medidas alternativas en el consumo, producción y usos de las mercancías que se desarrollan para mantener la vida cotidiana de las personas. La evolución de la globalización como proceso histórico también ha puesto en evidencia que no sólo las personas y los productos están interrelacionados en las diferentes partes del orbe, sino también los organismos “no-humanos” (Latour, 2008; Sayes, 2014). Prueba de ello es lo que ocurrió recientemente con el virus sars-CoV-2, patógeno que desencadenó la pandemia de covid-19 y que se expandió en menos de tres meses a casi todas las partes del mundo (oms, 2020).

En un contexto en que el desarrollo tecnológico se ha incrementado y el uso de tecnologías digitales se ha diseminado a la mayoría de los ámbitos de la vida social, conviene preguntarse: ¿de qué manera los seres humanos podemos conseguir una relación más equilibrada con nuestros semejantes, nuestro entorno y otras especies de vida que también habitan el planeta Tierra? Si bien las tecnologías nos han brindado varias soluciones en nuestras relaciones personales, en la salud, el trabajo, la educación, etcétera, también hay una parte negativa que no es muy visible: la huella ecológica que impacta en nuestro planeta y cuyas secuelas se desconocen.

Hay que recordar que, si bien las tecnologías digitales tienen un halo de “inmaterialidad” ya que lo digital se encuentra en la nube, en haces de luz y electricidad o en bits de información, en realidad también hay un componente físico y material palpable que se puede tocar y sentir. Estos aparatos tienen materiales como el oro, plata o litio, pero también sustancias nocivas para la salud humana y para el medio ambiente como el plomo, arsénico, mercurio, berilio o el plástico de las carcasas que tarda siglos en destruirse. Según Pérez et al. (2018), México es el tercer país que más basura electrónica (e-waste) genera en Latinoamérica, con 958 kilotones (para dejarlo en números más claros un kilotón o kilotonelada equivale a mil toneladas).

Ante esta situación, no ha habido muchas soluciones que deriven en políticas claras sobre qué hacer para tratar este tipo de contaminación. Lo que ha sucedido es que se ha trasladado el problema de un lugar a otro, específicamente hacia países pobres de Asia y África, quienes son los receptores de este tipo de deshechos. Como lo señala Gómez-Cotta (2019), en un reportaje periodístico sobre Accra capital de Ghana (uno de los mayores vertederos de basura electrónica del mundo), sólo el 20% se recicló adecuadamente, lo cual tiene como consecuencia que haya daños a la salud de las personas y en el medio ambiente.

Situaciones como ésta nos lleva necesariamente a preguntarnos: ¿hasta qué punto el “progreso” y comodidad de la vida contemporánea obnubila el impacto y destrucción de nuestro entorno? Enfrascados en una maquinaria en la que pareciera que los engranes están dando vueltas y que no se pueden detener, y que como un auto cuyo motor se fuerza corre riesgo de desvielarse, pareciera que no hay opciones de salida para redefinir el modelo de producción en el que nos encontramos y que un cambio podría ocasionar un colapso.

En 2020, el informe de riesgos globales (Global Risk Report 2020) señaló como una tendencia a considerar los problemas relacionados con el clima y biodiversidad. De ahí que algunos autores consideraran que el origen del virus sars-CoV-2 no esté relacionado exclusivamente con una mutación que ocurrió dentro de los murciélagos o el pangolín como especies animales aisladas, sino debido a la degradación de los ecosistemas, a la devastación de los servicios ecológicos producto de la acción humana, la extracción desmedida de recursos y los asentamientos urbanos en reservas naturales (Luna, 2020).

Este tipo de situaciones nos permite ver la interconexión entre las actividades humanas y sociales, los recursos tecnológicos que empleamos y el impacto en el medio ambiente, que influye, a modo de círculo vicioso, en las prácticas sociales y culturales. Estas lecciones nos tienen que dejar en claro que no somos entes aislados de un ecosistema, y que tampoco somos los dueños de una porción de tierra que podemos explotar de manera desmedida sin pensar que no habrá consecuencia alguna. La situación actual requiere tener consciencia de la huella ecológica que dejamos en el planeta y que, si bien las tecnologías digitales tienen potencialidades (affordances) que nos ayudan a realizar nuestras labores cotidianas, también existe una afectación (una aplicación que puedes emplear para calcular tu huella ecológica es la calculadora de carbono).

Más que pensar en un individualismo que, justificado ideológicamente, nos hace creer que somos una “especie superior”, que tiene que dominar a la naturaleza, es más conveniente, a modo de lo que plantea Lynn Margullis, una bióloga que destacó por sus estudios en el campo de la microbiología, plantear las vinculaciones entre organismos y, por lo tanto, la cooperación como un eje que permite la realización de sistemas más complejos. Es importante recuperar este pensamiento para comprender y cuestionar hacia dónde vamos, después de haber vivido durante dos años y medio el paso de la pandemia por covid-19.

De esta manera, el presente número de la Revista Digital Universitaria (rdu) me recuerda las múltiples asociaciones que se pueden establecer entre los fenómenos sociales y culturales, con los tecnológicos y los naturales. En sus 12 contribuciones podemos encontrar abordajes que problematizan y discuten aspectos sociales.

Un de ellos son las “Actitudes y aptitudes que dieron origen al capitalismo”, en el que su autor retoma las reflexiones de Joel Mokyr, y nos invita a pensar las actitudes hacia ciertos valores y algunas aptitudes enfocadas en el desarrollo tecnológico que muchos países europeos tuvieron, como factores que influyeron en una visión de la producción económica y la política cuyos efectos —tanto positivos como negativos—apreciamos en nuestros días.

En el trabajo “Universidad en crisis: el espejismo de la autonomía universitaria” se abordan las luchas políticas por la autonomía universitaria, las tensiones entre el Estado y las universidades públicas por la determinación de políticas institucionales y el ejercicio presupuestario. El autor nos invita a pensar una situación que se ve amenazada con cada administración sexenal que se encuentre en el gobierno.

Otros dos escritos se centran en el aspecto comunicativo, uno enfocado en la “Dimensión simbólica de la competencia intercultural en clase de lenguas extranjeras”, en el que se resalta que el aprendizaje de un segundo idioma no sólo contiene un aspecto estructural, sino también la necesaria apropiación de las prácticas comunicativas y culturales, que permiten establecer vínculos y un diálogo intercultural. Relacionado con esto último, el diálogo como un espacio de reflexión entre amigas, es otro trabajo que nos enseña cómo la idea de la menstruación se construye simbólicamente a través de la interacción y comunicación. Así, en “Plática de amigas: ¿qué onda con mi menstruación?”, la autora nos muestra cómo un proceso de la biología humana se encuentra interrelacionado con el consumo de carne y uso de productos desechables, un ejemplo más de la relación social-material-biológica.

A su vez, en este número de la Revista Digital Universitaria, hay artículos que abordan nuestra vinculación con el medio ambiente. Por ejemplo, “¡A limpiar agua con óxidos! Química de materiales al servicio del medio ambiente” trata del desarrollo de una técnica para limpiar el agua, a partir de la acción de fotocatalizadores, en donde la luz solar y el catalizador aceleran una reacción química que permite degradar contaminantes que tienen una composición química más estable y, por lo tanto, que son más difíciles de eliminar en el agua.

Un segundo trabajo se centra en el “Tiburón azul: riesgo y beneficio de su consumo”, debido a los altos niveles de mercurio que podría contener y cómo esto repercute en la salud humana. Las autoras y autores nos invitan a ser conscientes de que el consumo desmedido de esta especie puede repercutir en la salud, principalmente de niños y mujeres embarazadas. Por el contrario, en “El aguacate: un aliado protector en la obesidad”, los autores nos hablan de los regalos que la naturaleza nos puede otorgar para nuestra salud, a través del consumo de uno de sus frutos.

Por último, en el cuarto escrito que exalta nuestra relación tan estrecha con el medio ambiente, regresamos al tema que estuvo en nuestra mente por casi dos años: la covid-19. No obstante, en “Vacunación contra sars-CoV-2: historia, mitos y realidades”, los autores no sólo examinan algunos de los procesos naturales que nuestros cuerpos tienen para defendernos ante una infección, sino que comparten las fases necesarias para el desarrollo de las vacunas, los tipos de vacunas anticovid que existen, así como información adicional interesante y valiosa.

Además, existen contribuciones que abordan nuestra relación con diferentes tipos de objetos tecnológicos como aquellas aplicaciones digitales que pueden servirnos en las prácticas educativas, como “Twitter: un pretexto para investigar” y “Una metodología híbrida para la construcción de un laboratorio de servidores virtuales con un enfoque educativo”. En estos dos trabajos se ofrecen sugerencias que pueden ayudar a la docencia para la promoción de aprendizajes en sus alumnos, ya sea empleando algunas de las posibilidades (affordances) de las herramientas como la red social Twitter, o el empleo de un software especializado que permita hacer uso de la tecnología de virtualización para simular un laboratorio en el cual los estudiantes puedan interactuar de forma controlada y segura.

Finalmente, hay otros trabajos que ofrecen una vinculación más estrecha la manera en que el cuerpo humano y lo tecnológico se pueden integrar para crear híbridos que encarnan una relación socio-material: “Biopilas que convierten la orina humana en electricidad”; o el trabajo de diferentes tipos de “Dispositivos auxiliares para la discapacidad visual”, en cuanto al desplazamiento, el reconocimiento y otras funciones especializadas.

En todos estos artículos, las relaciones entre el mundo social, tecnológico y natural son un aspecto en común que nos permite pensar una manera diferente de interrelacionarnos entre especies, objetos y fenómenos naturales. Este número de la rdu nos invita a reflexionar sobre una relación más equilibrada de las sociedades con el medio ambiente. La experiencia que tuvimos a partir de la covid-19 es un llamado de atención para entender que la acción humana tiene consecuencias que repercuten de forma directa en la vida social.

Referencias

Vol. 23, núm. 6 noviembre-diciembre 2022

El Sistema Universidad Abierta y Educación a Distancia de la UNAM: 50 años haciendo camino

Melchor Sánchez Mendiola Cita

Es un placer escribir estas líneas editoriales para presentar este número de la Revista Digital Universitaria, dedicado a la celebración de los 50 años del Sistema Universidad Abierta (sua) de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam), origen del actual Sistema Universidad Abierta y Educación a Distancia, el suayed. Los trabajos elaborados ex profeso para este número especial con motivo del 50 aniversario conforman un conjunto de experiencias, narrativas, investigaciones y anécdotas sobre el suayed en los diferentes contextos de nuestra Universidad, que constituyen una muestra de la titánica y compleja tarea que ha implicado el nacimiento, crecimiento y desarrollo de este Sistema pionero en México. El presente número de la revista representa la amplia variedad de visiones y perspectivas sobre el citado Sistema, que ha sido germen de una compleja red de personas, grupos de trabajo, entidades académicas y dependencias de la unam, que lograron crear y desarrollar un proyecto educativo innovador y disruptivo que se adelantó a su época.

El 50 aniversario del Sistema está revestido de un profundo significado histórico y un gran anecdotario de logros a nivel nacional e internacional. Este mismo año fuimos testigos de un merecido y cálido homenaje institucional al Dr. Pablo González Casanova, por sus 100 años de edad, en el que se mezclaron la nostalgia, el cariño, las memorias, el optimismo y el pensamiento crítico. El año pasado se conmemoraron los 50 años de la creación de la Escuela Nacional Colegio de Ciencias y Humanidades (cch) de la unam, y este año los 50 años del sua, ahora suayed.

El H. Consejo Universitario de la unam, en su sesión ordinaria del 25 de febrero de 1972, aprobó la creación del Sistema Universidad Abierta (sua), siendo Rector de la unam el Dr. González Casanova. En el transcurso de las siguientes cinco décadas el Sistema ha crecido y se ha desarrollado de una manera impresionante, constituyéndose en un elemento fundamental de la Universidad. Cuando una organización cumple medio siglo es motivo de regocijo y celebración, aunque también de necesidad de reflexión, análisis e introspección sobre lo realizado y sobre lo que falta por hacer. Pensemos en todo el proceso que dio origen al sistema y su avance hasta la fecha, vislumbremos el futuro con optimismo y visión de largo plazo, alegrémonos con nostalgia y emoción por lo logrado, por la descendencia del sistema, en este caso los graduados del mismo, y su influencia en múltiples escenarios de la sociedad.

Con la lente del tiempo y la experiencia, es difícil imaginar la cantidad y magnitud de retos que enfrentó el Dr. González Casanova en el contexto de hace 50 años en nuestro país, para iniciar algo tan innovador y presciente como el sua. Sirva esta oportunidad para expresar un profundo reconocimiento a don Pablo y el grupo de personas que participaron con él en la generación de la idea, filosofía, diseño e implementación de este ambicioso proyecto, para servir a aquellos sectores de la sociedad que más lo requerían. Es menester reconocer también a los líderes que han encabezado las dependencias que han tenido a su cargo la coordinación del sistema, los responsables de facultades y escuelas, los académicos, docentes y personal administrativo que han puesto lo mejor de sí para llegar al momento actual. No omito mencionar a los académicos universitarios que han tenido la diligencia e iniciativa de registrar la cronología histórica del sua en documentos académicos, particularmente la Dra. Rocío Amador Bautista, investigadora del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (iisue), y el Maestro Héctor Barrón Soto, académico de la Coordinación de Universidad Abierta, Innovación Educativa y Educación a Distancia (cuaieed), entre muchos otros (Amador Bautista, 2012; Barrón Soto, 2022).

Hoy el suayed está integrado por 28 licenciaturas en modalidad abierta y 22 en modalidad a distancia. Cuenta con más de 40 mil estudiantes, que conforman cerca de 11% del total de estudiantes de la unam. Tiene más de 1500 docentes en la modalidad abierta y casi dos mil en la modalidad a distancia. La tendencia a una predominancia de estudiantes mujeres en el sistema se ha mantenido, en 2021 ya era 54%. Por primera vez en la historia del sistema, el número de estudiantes en cada modalidad, abierta y a distancia, es prácticamente idéntico. Esto contrasta con el año 2020, en que la proporción era 60% en la modalidad abierta y casi 40% en la modalidad a distancia.

En los años de la pandemia la matrícula de educación a distancia en nuestro sistema aumentó aproximadamente 25%, mientras que la de educación abierta disminuyó en 10%. Las explicaciones de estas tendencias están insertas en los efectos de la pandemia y la percepción social de las ventajas de la educación a distancia. En los últimos años se han realizado diversas evaluaciones del Sistema, que nos está sirviendo como un mapa de ruta para proponer y realizar mejoras al mismo, a corto y mediano plazo, y así continuar en la ruta ascendente de la excelencia académica. En este orden de ideas, invitamos a nuestros amables lectores a utilizar el recurso digital del Observatorio de Datos del suayed, en donde a través de la herramienta tecnológica de visualización de datos Tableau, se pueden consultar de manera abierta al público diversos datos y combinaciones de los mismos, para profundizar en los cambios que ha vivido el sistema en términos de sus estudiantes, las carreras y modalidades disponibles, así como sus entidades académicas (Moreno Salinas, 2022).

Combinar la vida con el aprendizaje formal del sistema abierto y a distancia es una valiosa oportunidad. Cada modalidad tiene sus ventajas y sus retos, pero creo firmemente que la llamada educación no presencial, a distancia o remota no tiene nada de lejana, distante, ni de ausencia de presencia, siempre y cuando se haga bien y con profesionalismo. Parafraseando a nuestra colega Linda Harasim, de Canadá: en educación en línea no sólo se conocen los rostros de los estudiantes, sino también sus mentes. El aprendizaje a distancia requiere una planeación e implementación cuidadosos, lo que lo hace diferente de la educación remota de emergencia que vivimos al inicio de la pandemia. Ahora debemos realizar una educación genuina, más deliberada y reflexiva, más balanceada en sus componentes sincrónicos y asincrónicos, más participativa con el involucramiento del estudiantado. Las carreras abiertas y a distancia permiten combinar lo mejor de los dos mundos, manteniendo los pies firmes en la realidad personal, familiar y, en algunos casos, laboral, mientras se construye un camino académico, manteniendo el componente humano tan esencial para que ocurra el aprendizaje verdadero.

El recurso fundamental del sistema, que es el profesorado de las modalidades abiertas y a distancia, tiene amplia y probada experiencia en éstas. Nuestros docentes son un grupo de héroes y heroínas que, de forma creativa y desinteresada, han sido el cimiento principal de la frase “la unam no se detiene”.

Muchos de los retos a los que se enfrentó el Sistema y la Universidad hace 50 años siguen vivos, e incluso algunos han aumentado. En México, de cada 100 estudiantes que inician en el sistema de educación básica, únicamente 39 ingresan a la educación superior y sólo 26 se gradúan. El conocido reto de la eficiencia terminal en educación abierta y a distancia, a nivel internacional y local, no ha sido resuelto a cabalidad, debemos continuar enfrentándolo con imaginación y asertividad. Los retos de cobertura, calidad variable, temas regulatorios y normativos, presupuestos limitados, la necesidad de reconocimiento y recompensa a la docencia, además de la gran brecha digital existente en nuestro país, exacerbada por la pandemia, persisten. Aprovechemos este aniversario para catapultarnos e intentar resolverlos en el corto plazo, en la medida de nuestras posibilidades e imaginación, utilizando nuestras principales armas, la investigación inter y transdisciplinaria en las ciencias y las humanidades, la difusión de la cultura, y la buena docencia.

La Universidad y sus comunidades debemos trabajar en la implementación y seguimiento de las diferentes modalidades. La evolución de la educación abierta y a distancia en el nuevo mundo de la ciencia abierta, recursos abiertos y datos abiertos, requiere consolidación en múltiples dimensiones: la cultural, la de formación docente y adquisición de nuevas habilidades, para así reforzar el regreso a lo básico de los principios pedagógicos y didácticos. La infraestructura tecnológica debe ir acompañada de la no menos importante literacidad digital. La educación superior no puede ser la misma después de la experiencia pandémica: docentes, autoridades, estudiantes y sus familias somos parte de la solución. Es fundamental trabajar de forma incluyente en un esfuerzo de transformación más sistémico, más humano y pedagógicamente sólido, enfocándonos en el desarrollo de los y las docentes, los y las estudiantes, promoviendo su bienestar, proporcionando infraestructura digital, tecnológica y de investigación, para crear un ambiente de aprendizaje integrado, cognitiva, social y emocionalmente sólido.

Los escenarios global y nacional en el corto y mediano plazo son complejos, y, aunque la pandemia ha disminuido, la amenaza de nuevas variantes continúa y el riesgo de subsecuentes sindemias aunadas al cambio climático presentan un impresionante panorama de desafíos para nuestra especie, por lo que se requieren personas y organizaciones que puedan adaptarse al cambio de manera ágil y dinámica. El suayed debe crecerse al reto y continuar en su misión de generar profesionales de alto nivel que contribuyan al desarrollo de nuestro país.

La historia está llena de bucles y refleja las acciones de cada uno de los y las actores determinantes de su tiempo. Revisando el discurso de toma de posesión como Rector en 1970, del Dr. González Casanova, no puedo dejar de maravillarme de cuán vigentes son sus ideas y reflexiones. La siguiente frase captura elementos fundamentales de la buena educación: “el verdadero profesor es aquel que sigue estudiando y el verdadero estudiante es aquel que también aprende a enseñar” (2014, p. 216-217). Invitamos a la audiencia de la Revista Digital Universitaria a acompañarnos en la aventura de explorar los artículos que integran los diferentes apartados de este número especial, aprovechemos las reflexiones que genere su lectura, y continuemos trabajando en el sinuoso camino de la educación superior y media superior, aprovechando al máximo lo construido por nuestros antecesores, aportando nuestros granos de arena para que el suayed continúe evolucionando, reflejando la esencia de la Universidad. ¡Enhorabuena al suayed!



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Vol. 24, núm. 1 enero-febrero 2023

Nosotros y la naturaleza: un solo ecosistema

Morgana Carranco Cita

Como humanos, en ocasiones, es fácil deslindarse de lo que pasa a nuestro alrededor. Debido al desarrollo de la ciencia y la tecnología, se ha facilitado la obtención de nuestro sustento y nuestra protección ante los elementos. Ya no tenemos que recolectar frutos, salir a cazar la comida, o buscar un refugio, por ejemplo. No obstante, a pesar de los grandes alcances tecnológicos, no estamos desvinculados del entorno. Dependemos de él: de los recursos que provee, de los cambios que nos impone. Así, en esta ocasión en la Revista Digital Universitaria evocamos algunas de las formas en las que estamos conectados con el medio ambiente, el cómo somos uno con él, parte del mismo ecosistema.

Se entiende como ecosistema al “conjunto de especies de un área determinada que interactúan entre ellas y con su ambiente abiótico”. A su vez, estas interacciones “resultan en el flujo de materia y energía” (Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, 2020). Para fines de este texto, si delimitamos el área geográfica a todo el planeta tierra, entonces, nosotros los humanos, todas las especies, y los intercambios de materia y energía (entre nosotros y con el medio) podrían considerarse como un mismo ecosistema. Así, el número enero-febrero de nuestra querida Revista Digital Universitaria se convierte en un álbum que reúne algunas instantáneas de esas especies, de esos vínculos entre ellas y del flujo de la materia y energía.

Para comenzar, en la sección Varietas, nos enfocamos en un área que para muchos nos es familiar: el lugar en el que habitamos. En “Ciudades: los ecosistemas humanos”, se resalta que nuestras urbes son un ecosistema por sí mismas, con propiedades específicas. Sin embargo, la urbanización —que nos gusta llamar “desarrollo”— puede traer consecuencias negativas tanto para nosotros como para el resto de los seres en el entorno, así como para el intercambio energético de este ecosistema.

Seguimos con una fotografía de una propuesta para disminuir los daños que hemos causado: implementar edificaciones sostenibles. “Importancia de los edificios inteligentes para el medio ambiente” nos deja ver que el uso de materiales de construcción biodegradables y reciclados, y algunas otras estrategias para lograr una arquitectura de bajo consumo energético o de autoeficiencia energética, pueden contribuir a que alcancemos un desarrollo sostenible.

Es grato —y a la vez agobiante— reconocer que como individuos también podemos contribuir a mantener el buen funcionamiento de nuestros ecosistemas. De esta manera, “Tlacuaches y basura cero en Ciudad Universitaria” nos brinda la imagen de un problema en la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel (repsa), en el campus central de la Universidad Nacional Autónoma de México: que los tlacuaches y otras especies quedan atrapados en los contenedores de basura de separación de residuos sólidos urbanos. Aquí también nos enteramos de la manera de liberar a la fauna atrapada y qué hacer en caso de que esté herida. Asimismo, conocemos un poco acerca de los animales característicos de la repsa.

Todos somos parte de este ambiente en el que habitamos, desde los tlacuaches hasta los insectos, que son el tema de “Escarabajos vagabundos: nuestros aliados invisibles en el suelo”. En este artículo vemos la foto de la familia Staphylinidae, habitantes del suelo, con un papel fundamental en diversas interacciones ecológicas con otras especies.

Los animales no sólo tienen un papel en los ecosistemas. Su comportamiento también ha sido inspiración para el desarrollo de tecnologías, entre ellas, la inteligencia artificial. En “Inteligencia de enjambre: de los sistemas naturales a los artificiales”, examinamos cómo ciertos eventos en la naturaleza y el comportamiento social de algunos animales son imitados en la inteligencia de enjambres, un tipo de inteligencia artificial que parte de la imagen de una parvada que busca alimento: la ubicación espacial de cada ave es una posible solución a un problema y la cantidad de comida que es capaz de encontrar es la evaluación de esa propuesta.

Los ecosistemas no son constantes, varían en función del tiempo. “Mamíferos de la Edad de Hielo en la Sierra Norte de Oaxaca” nos recuerda este hecho y nos da un esbozo de hace miles de años, en el que probablemente contábamos con enormes mamíferos: gliptodontes mexicanos, perezosos y bisontes gigantes, y venados de montaña. Sin embargo, lo que se sabe del pasado en la Sierra Norte de Oaxaca es poco y se hipotetiza el escenario de ese entonces de acuerdo con lo que se sabe en cuanto a los cambios climáticos documentados y lo que implicaron para la flora, y, en consecuencia, para la fauna.

Otra foto en este álbum es la de “La nuez maya: una nueva propuesta de alimento funcional en México”, en la que vemos cómo es la semilla del árbol de capomo o de ramón. También nos enteramos de sus aplicaciones, en particular, como antioxidante, así como los posibles productos para consumo humano que derivan de la llamada nuez maya.

Por último, en esta sección de Varietas, contamos con un artículo que habla de un desequilibrio en los ecosistemas. Se trata de Erwinia amylovora: historia de una superbacteria”, microorganismo causante del tizón de fuego, una enfermedad que afecta principalmente a los árboles frutales. Los síntomas se expresan de manera rápida y consisten en que los árboles se marchitan y su color se vuelve café cenizo, como si se hubieran quemado; de ahí su nombre.

A continuación, en este número de la Revista Digital Universitaria, en Continuum educativo, nos alejamos un poco de las interacciones biológicas y nos enfocamos en las educativas. Por un lado, la autora de “Crear videos para los estudiantes, ¿por dónde empezar?” nos comparte el camino que ella ha recorrido en la elaboración de videos educativos y brinda algunas herramientas para quienes van comenzando. Por el otro, el autor de “Prácticas del buen profesor universitario desde la mirada de los estudiantes”, a partir de las percepciones de los estudiantes sobre la práctica docente, nos comunica de manera parcial los resultados de una investigación educativa mixta, que apunta hacia al valor que les dan a ciertas formas de enseñanza los estudiantes universitarios.

La última colaboración de esta emisión pertenece a la sección Caleidoscopio, y se trata de la infografía prepvenir la infección por vih, con la que las autoras buscan difundir la información de una estrategia de prevención del Virus de la Inmunodeficiencia Humana (vih), causante del sida. El tratamiento PreExposición o Profilaxis PreExposición (prep), si se sigue al pie de la letra, puede reducir arriba de 90% el riesgo de adquirir vih.

Que las fotografías que observamos en este número de la Revista Digital Universitaria nos recuerden que no estamos aislados, que lo que hacemos tiene efectos para todos, que lo que le pasa a alguna otra especie en nuestro planeta, o algún cambio de condición energética en nuestros ecosistemas también nos impacta. Que nos ayude a tener presente que, incluso si lo intentamos, no podemos desvincularnos de lo que pasa a nuestro alrededor. Que nosotros y la naturaleza somos un solo ecosistema.



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Revista Digital Universitaria Publicación bimestral Vol. 18, Núm. 6julio-agosto 2017 ISSN: 1607 - 6079